jueves, 13 de septiembre de 2018

MISA DEL DOMINGO 16/09/18

Verde Domingo XXIV del Tiempo Ordinario [Se omite la memoria de los santos Cornelio, papa, y Cipriano, obispo, mártires] MR, p. 436 (434) / Lecc. II. p. 162 LH 4a semana del Salterio

Otros Santos: Juan Macias hermano laico Dominico; Edith de Wilton, religiosa.


UN DEFENSOR CONFIABLE


Is 50, 5-9; Sant 2, 14-18; Mc 8, 27-35


En el tercer cántico del Siervo de Yahvé resuena una confesión íntima acerca de su fortaleza y su fidelidad. El profeta cumple con su encargo de establecer la justicia y el derecho entre las naciones y de consolar a Israel, aunque esto le genere rechazo y maltratos. Ninguna persona disfruta de la violencia ni del sufrimiento. Resulta algo absurdo y carente de sentido. Para lograr asimilar esas situaciones negativas es necesario disponer de motivaciones muy poderosas. Si el sufrimiento es necesario para conseguir algún bien superior que en este caso sería la salvación de Israel y el bienestar entre las naciones, el profeta podría encontrar ánimo para sobrellevarlo con mayor serenidad. El Siervo del Señor descubre que en ese momento tan adverso no carecerá del acompañamiento de parte de Dios, por eso lo asume con una confianza casi temeraria: ¿quién pleiteará contra mí?

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Si 36, 18

Concede, Señor, la paz a los que esperan en ti, y cumple así las palabras de tus profetas; escucha las plegarias de tu siervo, y de tu pueblo Israel.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, creador y soberano de todas las cosas, vuelve a nosotros tus ojos y concede que te sirvamos de todo corazón, para que experimentemos los efectos de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban

Del libro del profeta Isaías: 50, 5-9a


En aquel entonces, dijo Isaías: "El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia, ni me he echado para atrás.


Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos.

Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endurecí mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado. Cercano está de mí el que me hace justicia, ¿quién luchará contra mí? ¿Quién es mi adversario? ¿Quién me acusa? Que se me enfrente. El Señor es mi ayuda, ¿quién se atreverá a condenarme?". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.



SALMO RESPONSORIAL


Del salmo 114,1-2. 3-4. 5-6. 8-9


R/. Caminaré en la presencia del Señor.


Amo al Señor porque escucha el clamor de mi plegaria, porque me prestó atención cuando mi voz lo llamaba. R/.


Redes de angustia y de muerte me alcanzaron y me ahogaban. Entonces rogué al Señor que la vida me salvara. R/.

El Señor es bueno y justo, nuestro Dios es compasivo. A mí, débil, me salvó y protege a los sencillos. R/.

Mi alma libró de la muerte; del llanto los ojos míos, y ha evitado que mis pies tropiecen por el camino. Caminaré ante el Señor por la tierra de los vivos. R/.


SEGUNDA LECTURA

La fe, si no se traduce en obras., está completamente muerta.

De la carta del apóstol Santiago: 2, 14-18


Hermanos míos: ¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe, si no lo demuestra con obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe?


Supongamos que algún hermano o hermana carece de ropa y del alimento necesario para el día, y que uno de ustedes le dice: "Que te vaya bien; abrígate y come", pero no le da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué le sirve que le digan eso? Así pasa con la fe; si no se traduce en obras, está completamente muerta.

Quizá alguien podría decir: "Tú tienes fe y yo tengo obras. A ver cómo, sin obras, me demuestras tu fe; yo, en cambio, con mis obras te demostraré mi fe". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.



ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Ga 6, 14 


R/. Aleluya, aleluya.


No permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. R/.

EVANGELIO

Dijo Pedro: “Tú eres el Mesías”. – Es necesario que el Hijo del hombre padezca mucho.

Del santo Evangelio según san Marcos: 8, 27-35


En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a los poblados de Cesarea de Filipo. Por el camino les hizo esta pregunta: "¿Quién dice la gente que soy yo?". Ellos le contestaron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los profetas". 


Entonces él les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro le respondió: "Tú eres el Mesías". Y Él les ordenó que no se lo dijeran a nadie.

Luego se puso a explicarles que era necesario que el Hijo del hombre padeciera mucho, que fuera rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que fuera entregado a la muerte y resucitara al tercer día. Todo esto lo dijo con entera claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y trataba de disuadirlo. Jesús se volvió, y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro con estas palabras: "¡Apártate de mí, Satanás! Porque tú no juzgas según Dios, sino según los hombres".

Después llamó a la multitud y a sus discípulos, y les dijo: "El que quiera venir conmigo, que renuncie así mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará".

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


Se dice Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL


Imploremos, hermanos, la misericordia de Dios y pidámosle que escuche las oraciones de los que hemos puesto nuestra confianza en él y digámosle: Te rogamos, Señor. (R/. Te rogamos, Señor.)


Para los obispos, los presbíteros y los diáconos pidamos al Señor una vida santa, tal como corresponde a su ministerio y el premio abundante de su trabajo, roguemos al Señor.

Para los que gobiernan las naciones y tienen bajo su poder el destino de los pueblos pidamos el don de la prudencia y el espíritu de justicia, roguemos al Señor.

Para los enfermos e impedidos pidamos al Señor la fortaleza necesaria a fin de que no se desanimen ante las dificultades y vivan alegres en la esperanza de los bienes eternos, roguemos al Señor.

Para nosotros mismos y para nuestros familiares, amigos y bienhechores pidamos al Señor que nos conserve y aumente los bienes que con tanta generosidad nos ha concedido, roguemos al Señor.

Dios nuestro, fortaleza de los pobres y auxilio de los que sufren, escucha las oraciones de tu Iglesia y danos el Espíritu Santo para que, iluminados con su luz creamos con el corazón y confesemos con las obras que Jesucristo es el Mesías y vivamos convencidos de que salvaremos nuestra vida, si tenemos el valor de perderla para anunciar el Evangelio. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Sé propicio, Señor, a nuestras plegarias y acepta benignamente estas ofrendas de tus siervos, para que aquello que cada uno ofrece en honor de tu nombre aproveche a todos para su salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 35, 8

Señor Dios, qué preciosa es tu misericordia. Por eso los hombres se acogen a la sombra de tus alas.

O bien: Cfr. 1 Cor 10, 16

El cáliz de bendición, por el que damos gracias, es la unión de todos en la Sangre de Cristo; y el pan que partimos es la participación de todos en el Cuerpo de Cristo.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Que el efecto de este don celestial, Señor, transforme nuestro cuerpo y nuestro espíritu, para que sea su fuerza, y no nuestro sentir, lo que siempre inspire nuestras acciones. Por Jesucristo, nuestro Señor.

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- Antes de asumir un compromiso demandante o una tarea difícil de cumplir, acostumbramos realizar un momento de reflexión y discernimiento contrastando los costos y beneficios, la bondad o negatividad de dicho proyecto. Más aún, aclarada la bondad del proyecto, tenemos que reflexionar acerca de nuestras capacidades de cumplirlo. No basta con disponer de entusiasmo y buena voluntad, aunque sin duda esto último resulta favorable a la hora de iniciar algún reto exigente. La reflexión anterior viene a cuento porque así lo permite la narración del primer anuncio que Jesús hace sobre el rechazo que sufrirá por parte de los dirigentes religiosos en su viaje Jerusalén. No está obsesionado con la adversidad, al contrario, como a todo mortal le atemoriza morir, sin embargo, sigue adelante porque entiende que Dios le acompaña y que la pérdida de su vida le permitirá alcanzar la vida en plenitud. Una experiencia ejemplar que habrá de inspirarnos al momento de asumir nuestros propios desafíos.

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