La noche se hizo
clara como el día
Abendu aldia hasten da
El inicio del mes de diciembre coincide con el comienzo del
Adviento. Durante el otoño, los días se han ido acortando y la noche con su
falta de luz ha ido ganando poco a poco la claridad deslumbrante del verano.
También en nuestras vidas tenemos momentos en los que parece que la noche es
más larga que el día, en el que los problemas y agobios oscurecen el horizonte
limpio de la vida. Miramos a la sociedad y a nuestro mundo. Ante realidades
buenas, bellas y hermosas de amor y de verdad también se alzan poderosas
sombras en forma de odios, desencuentros, violencias, hambrunas y guerras…
Zabaldu daiguzan begiak
El tiempo de Adviento nos hace exclamar con el Salmista:
“levanto mis ojos a los montes, de dónde me vendrá el auxilio…” (cfr. Sal 120).
El tiempo de Adviento nos posiciona ante
la realidad. Es verdad que mucho podemos hacer, pero también es verdad que todo
nos supera, que en el fondo Alguien más allá de las fuerzas humanas, que
siempre son limitadas, es Quien tiene capacidad de recrear las cosas y hacer
retroceder la noche para que la luz y la vida disipen las tinieblas de la
oscuridad y la muerte. Continúa el salmo: “… el auxilio me viene del Señor, que
hizo el cielo y la tierra”.
Zoriontasuna,
maitasuna, bakea, alkartasuna, gozamena, betieretasuna
Por eso, el tiempo de Adviento es tiempo de alzar los ojos,
de abrir la mirada, de disponer la vida para recibir el don de Dios que se hará
carne, Niño humilde e inerme en un pesebre, en una pequeña aldea, en un país
lejano. El tiempo de Adviento es tiempo de volver a desear a lo grande, no de
pequeñas cosas que pasan y ya no existirán, o de pequeños deseos cumplidos que
son como bengalas que resplandecen pero que, chisporroteando, pronto se apagan.
En el Adviento debemos desempolvar los deseos más profundos del corazón y
devolverles las palpitaciones que realmente nos hacen humanos. En el fondo, se
trata de revivir el deseo de Dios, que encierra todos los demás deseos de
felicidad, amor, paz, afecto, comunión, gozo, eternidad.
Seminarioaren eguna
ospatzen dogu
De camino hacia el portal de Belén, nos topamos con la fiesta
de la Concepción Inmaculada de María. En esta jornada conmemoramos el día del
Seminario. El número de sacerdotes que antaño fue numeroso y abundante para
atender las necesidades pastorales de la Diócesis, es hoy demasiado pequeño
para el servicio a las parroquias y comunidades. No debemos cejar en la oración
constante por las vocaciones sacerdotales. Continuemos acompañando con nuestra
oración, afecto, acogida y colaboración económica con los seminaristas, el
Seminario y sus necesidades. Sigamos acompañando y sosteniendo a los sacerdotes
que desempeñan el ministerio en el servicio generoso y entregado de cada día.
Ospatu daigun Gabon
aldia merezi dauan moduan
Y pronto llegaremos al
portal de Belén en la Nochebuena. Llegaremos de diversas maneras. Algunos
cansados, otros con fuerzas; algunos con esperanza, otros con escepticismo;
algunos con deseo profundo de acoger al Niño en la propia vida, otros pasando
de largo… Preparémonos para este encuentro. No podemos llegar de cualquier
manera. No se nos puede pasar la Navidad como un tiempo más, que volverá a
llegar el año que viene. Tampoco nos podemos despistar con los reclamos
consumistas, publicitarios, superficiales o meramente vacacionales, ajenos a la
verdad profunda de la Navidad. El Niño yace silenciosamente ante nosotros en la
noche para ser acogido con libertad de corazón y con espíritu de fe.
Kargutu gaitezan
inguruko pobreziez
En la pobreza del pesebre, nos indica que también se
encuentra en las pobrezas que nos rodean. También estos pesebres contemporáneos
reclaman el corazón y lo provocan a resituarse: pasar con indiferencia o
hacernos responsables de los sufrimientos del necesitado; compartir o guardar
egoístamente para nosotros; acercarnos o volver la mirada; cambiar de estilo de
vida o seguir como siempre.
Euki daigula bihotza
prestu Gabon gauerako
Pido a Dios que nos ayude a vivir conscientemente y en
profundidad este tiempo de Adviento. Que alcancemos la Nochebuena con el
corazón despierto, en vela, con la lámpara encendida del amor para reconocer al
Hijo de Dios en el rostro del Niño nacido en pobreza en el pesebre de Belén.
Para reconocerlo en los rostros sufrientes que nos rodean. Y para volver por
otro camino, como los Magos de Oriente, con una vida cambiada ante el estupor
de un amor que siempre nos desconcierta, que nos sorprende y que nos supera.
Que ese Amor siempre nuevo prenda en nuestros corazones y plante en ellos la
semilla del amor y de la eternidad. Feliz y Santa Navidad. Con gran afecto.
+ Mario Iceta Gabicagogeascoa
Obispo de Bilbao
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