Agur
beroa guztioi. Ondo-ondoan igarten zaituet.
1.
Ante todo, un saludo afectuoso a la comunidad cristiana de Bizkaia que, en su
gran diversidad, en la riqueza de sus ministerios y carismas, me acoge hoy con
afecto como su obispo.
2.
Al Señor Nuncio, y a través suyo al Santo Padre, a mis hermanos obispos
presentes y ausentes, a las autoridades aquí reunidas, mi agradecimiento más
cordial que también se extiende a los representantes de las denominaciones
cristianas hermanas que nos acompañan.
3.
El profeta Elías lo había intentado todo. Había puesto su corazón en la tarea
de dar a conocer la voluntad de Dios. Pero el esfuerzo no daba resultados y a
Elías se le había acabado la paciencia: acosado por la reina Jezabel, viendo
cómo el pueblo corría a arrodillarse ante Baal, se siente fracasado y pide la
muerte liberadora. Ya no tiene confianza en la "fuerza" de Dios que,
a su parecer, podría imponerse, pero no quiere hacerlo. Y eso le enfada. Hay
además un punto de arrogancia en su creencia de que solo él se mantiene fiel y
todos los demás han perdido el norte.
4.
Arrogancia y desconfianza. Desconfianza respecto a Dios, porque Dios no actúa
como lo esperamos; desconfianza hacia el pueblo, porque con brocha gruesa y
desde una atalaya despectiva, se juzga a los demás con dureza. Tentaciones de
Elías que también son nuestras. Pronto el profeta se dará cuenta de que las
cosas no son como las imagina: no todos se arrodillan ante los ídolos; muchos
se niegan a hacerlo y son más de lo que parece. Y cierto: el Señor no se impone
con huracanas o fuegos devastadores, pero hoy -como siempre-, sigue acompañando
a su pueblo con una suave brisa que solo los despiertos podrán notar y
disfrutar.
Makila,
ikurra da euskaldunontzat: aginte, estimu, autormen, ohore ta senidetasunaren
adierazle. Oinez doanari be, bidea errezten deutso. Eta Eleizan, artzain-makila:
aginpide zuzenaren, apaltasunaren eta maitasunaren erakusle dogu.
5.
Donde otros actúan con poder, Jesús actúa con autoridad. Autoridad construida
sobre la coherencia que la gente percibe en Él. Jesús defiende la verdad, pero
antes de eso, vive en la verdad. Verdad de quien habla desde convicciones
profundas y actúa conforme a lo que dice; verdad de quien predica la
misericordia y tiene tiempo para acercarse y escuchar, y por eso dice palabras
significativas que llegan al corazón; verdad del que, porque literalmente no
tiene dónde reclinar la cabeza, puede ser para los pobres compañero cercano,
amigo compasivo, y por eso, capaz de consolar a tantos en el sufrimiento.
6.
Esta autoridad radical de Jesús nosotros no la podremos tener nunca. Pero no
renunciemos a buscarla, a reflejarla; al menos, parcialmente. Alguien ha dicho
que la Iglesia necesita recuperar su autoridad moral. Cierto que hay críticas justas
y algunas injustas. Pero las críticas, incluso las injustas, recibidas con
humildad, ayudan siempre. Y desde luego fortalecen al pastor que quiere
mejorar, porque sabe lo que le falta para tener la autoridad del maestro.
7.
La autoridad de Jesús incluye la capacidad de expulsar demonios. No los podrá
convertir, pero sí los puede hacer inofensivos; les quita su poder para
debilitar la inocencia, para enturbiar la limpieza de corazón, para sembrar
semillas de cinismo y agresividad. Y así, poco a poco, les impide acabar con la
auténtica alegría.
8.
La autoridad es contraste y nunca se gana con estrategias de mimetismo. A veces
nuestro deseo de ser cercanos, se ha transmutado en un intento de "ser uno
más", evitando decir o hacer algo que pudiera marcarnos como distintos.
Cristo fue cercano, pero no fue uno más.
9.
No es posible ser uno más y defender hoy que esta vida, a pesar de su belleza y
trascendencia, no es sino la antesala de otra más grande más allá de la muerte.
Cantaba hace unos días en la
abadía cisterciense de la Oliva, un himno que llama a esta convicción "el secreto más hondo de esta vida; un nuevo
cielo y una nueva tierra capaces de colmar nuestro anhelo sin medida".
Creer esto y vivir en consecuencia, además de ser profundamente contracultural,
nos hace extraños, o como mínimo "extranjeros" en esta patria; no es
posible ser uno más y vivir en actitud orante y agradecida, cuando muchos ya no
saben lo que es rezar; no es posible creerse "uno más" y creer al mismo tiempo que la felicidad solo llega
cuando eres capaz de poner el tú antes que el yo. Quien sigue a Cristo nunca
podrá juzgar a nadie y menos considerarse superior, pero no podrá ser uno más.
Recuperemos pues, nuestra autoridad moral, pero hagámoslo del único modo que
podemos hacerlo: desde lo que somos.
10.
Quien comparte la autoridad de Cristo no se enreda en análisis negativos sobre
la situación social o sobre las debilidades de otras personas o grupos. Hace
propuestas y las hace con convicción. Y pone su vida por delante. No pongamos demasiada
energía en señalar las contradicciones y debilidades que observamos en otros,
los signos de ignorancia, la desintegración de convicciones humanistas y los peligros
varios que algunos análisis destacan. No quedemos paralizados diseccionando
cadáveres o habitando en cementerios, como aquel endemoniado de Gerasa que solo
se sentía a gusto entre sepulcros.
11.
Mejor asumamos el reto de decir y hacer propuestas significativas para el
mundo; con convicción, con autoridad. Busquemos modos y maneras de que nuestro
mensaje llegue a nuevas personas, aunque inevitablemente llegue, como siempre
llega, en recipientes de barro. En ese barro transportamos el tesoro de nuestro
vino viejo, desconocido ya para muchos y por eso potencialmente sorprendente,
vino viejo que puede transformarse en nuevo si le ponemos convicción y afecto, y
si acertamos a comunicarnos mejor.
`Esana bat eta izana bestea´ danean, galtzen da sinisgarritasuna.
Gastau gaitezan jente artean, inori lezinoak emoten ibili barik
12.
Hablemos con autoridad, pero evitando la impresión de que intentamos defender
privilegios. Pongámonos en el último banco, dispuestos a servir desde allí a
los que necesitan afecto o cualquier tipo de apoyo. Hablemos a la gente
convencidos de que el Evangelio es luz capaz de iluminar muchas situaciones, consuelo
en las dificultades y siempre alegría verdadera. Hablemos con sencillez, de
modo que nos entiendan, transparentando un deseo sincero de buscar el bienestar
de las personas y el bien de la comunidad. Podrán no estar de acuerdo con
algunas propuestas, pero al menos que perciban en nosotros una sincera y
desinteresada preocupación por sus anhelos y sufrimientos, que sientan que verdaderamente
nos importan las personas, su presente y su futuro. Defendamos el valor de la
comunidad, convencidos de que, en la apertura a los otros, a los distintos, a
los débiles, nos jugamos la esencia de nuestra humanidad y ahora, más que
nunca, incluso nuestro futuro colectivo.
Ebanjelioan
dago benetako aginpidea. Bertan aurkitzen dogulako gure izatearen sakoneko
zentzuna
13.
A esta comunidad de fe que es la Iglesia católica le interesan todas las
ciencias, todos los saberes, todos los libros; queremos entenderlo todo y
conocerlo todo, pero todo lo leemos desde una convicción profunda: que cuando
la legítima pasión por este mundo y toda su belleza se marchite, lo único que
quedará es el amor. Ahora vemos y entendemos oscuramente, como en el reflejo de
espejos imperfectos; por eso sabemos que
no hay cristianismo sin misterio. Pero sabemos algo más: sabemos que no hay
Iglesia sin el milagro de la eucaristía; y sabemos que no hay seguimiento de Jesús sin devoción por Cristo. Y cuando estas
y algunas otras cosas centrales se nos olviden, sabemos que la autoridad del
Evangelio se hará de nuevo presente para refrescarnos la memoria.
14.
Hagamos todo lo que tenemos que hacer y, al final del día, reconozcamos en el
silencio de la oración nuestra inutilidad. Y así dormiremos en paz, habiendo
sido capaces de dejar los líos, al menos por algunas horas, en manos del Otro,
de ese único que puede arreglarlos. Y esto, en sí mismo, es un acto de fe, de una
fe que sabe vivir en la confianza.
15.
Voy terminando, no sea que ya en la primera homilía defraude la confianza del
Santo Padre, que las pide cortas. Hemos invocado en el salmo al Espíritu de
Dios. Acabo mis palabras haciéndolo de nuevo para que sea ese Espíritu el que renueve
nuestros mensajes y testimonios, y así podamos reflejar un poco más a aquel Jesús
que hablaba con autoridad humilde.
-
Etorri Espiritu Santua benetakoak izan
gaitezan. Ayúdanos Espíritu divino a vivir en la verdad, evitando falsas
apariencias o grandes palabras que oculten nuestra debilidad.
-
Etorri Espiritu Santua eta bidelagun
izaten lagundu. Pon en nuestro corazón una preocupación sincera por cada persona,
especialmente por los que sufren y aquellos que piensan distinto.
-
Etorri Espiritu Santua eta alaitasuna
zabaltzen erakutsi. Pon en nuestros labios palabras de ánimo, de aliento,
que ayuden a la gente en medio de sus preocupaciones a recuperar la confianza.
-
Etorri Espiritu Santua, doan hartu
doguna emoten ikasi daigun. Ven brisa del Espíritu y no nos dejes
apartarnos de lo que somos, convencidos del tesoro de la tradición que hemos
recibido, porque sin capacidad de contraste con el mundo, poco o nada podremos
aportar.
-
Etorri Espiritu Santua eta Jaungoikoaren
aginpidea plazaratzen lagundu. Ayúdanos a reflejar la autoridad de Cristo,
piedra tantas veces desechada por los arquitectos, pero que hoy, aunque sea de
manera velada, se manifiesta de nuevo de muchas maneras como piedra angular y
sustento para la Vida del mundo.
Catedral
de Santiago. Bilbao. 3 de julio de 2021
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