En el día en que la Iglesia Católica universal recuerda la memoria litúrgica de San Pio de Pietrelcina, el Papa Francisco alentó a imitar el ejemplo del Padre Pío para ser “instrumentos del amor de Dios por los más débiles”.
Este 23 de septiembre el Santo Padre envió un mensaje en su cuenta oficial de Twitter @Pontifex_es para recordar la fiesta del Padre Pío, franciscano capuchino italiano venerado por numerosos fieles en todo el mundo.
“San Pío de Pietrelcina dedicó su vida a la oración y a la escucha paciente de los hermanos, sobre cuyos sufrimientos derramaba como un bálsamo la caridad de Cristo”, señaló el Papa.
San Pío de Pietrelcina fue un fraile y sacerdote perteneciente a la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos (O.F.M. Cap.). Recibió los estigmas de Jesucristo en las manos, los pies y el costado. Se hizo célebre también por haber obrado milagros en vida y por los dones extraordinarios que Dios le concedió.
Uno de esos dones fue su extraordinaria capacidad para acercarse y entender el alma humana, a tal punto que podía leer los corazones y las conciencias de quienes se le acercaban. Esa capacidad para penetrar y desnudar el alma humana, que brotaba de la caridad que movía su corazón, lo convirtió en un confesor único. Abundantes testimonios corroboran que quienes acudían a él para confesarse encontraban ese rostro de Dios que acoge al pecador.
El Padre Pío nació en Pietrelcina, Campania (Italia), el 25 de mayo de 1887. Su nombre era Francisco Forgione, pero, cuando recibió el hábito de franciscano capuchino, tomó el nombre de “Fray Pío”, en honor a San Pío V.
A los cinco años tuvo una visión de Cristo, quien se le presentó como el Sagrado Corazón de Jesús. Cristo mismo posó su mano sobre la cabeza del pequeño Pío. El niño, en respuesta, le prometió al Señor que sería su servidor siguiendo los pasos de San Francisco de Asís. Desde entonces, Pío tuvo una vida marcada por una estrechísima relación con Jesús y con su Madre, la Virgen María. Ella se le apareció en numerosas oportunidades a lo largo de su vida.
Cumplidos los 15 años, Pío se presentó para ser admitido en el convento franciscano de Morcone. El 10 de agosto de 1910, Pío fue ordenado sacerdote. Al poco tiempo, enfermó de fiebres y dolores muy fuertes, los que obligaron a sus superiores a enviarlo a Pietrelcina para que se recuperara.
En 1916 Pío fue al Monasterio de San Giovanni Rotondo. El Padre Provincial, al ver que su salud había mejorado, le manda permanecer en ese convento, tras cuyas paredes recibió la gracia de los estigmas.
Además, el Padre Pío fue un hombre preocupado por los más necesitados. El 9 de enero de 1940 convenció a sus grandes amigos espirituales de fundar un hospital para curar los “cuerpos y también las almas” de la gente necesitada de su región. El proyecto tomó algunos años, pero finalmente se inauguró el 5 de mayo de 1956 con el nombre de “Casa Alivio del Sufrimiento”.
El Padre Pío partió a la Casa del Padre un 23 de septiembre de 1968, después de horas de agonía repitiendo con voz débil “¡Jesús, María!”.
San Juan Pablo II tuvo una especial admiración por él, y no son pocos los que señalan que el Padre Pío, en confesión, le predijo que llegaría a ser Papa.
San Pío de Pietrelcina fue canonizado el 16 de junio de 2002, durante la ceremonia, San Juan Pablo II dijo que “oración y caridad es una síntesis sumamente concreta de la enseñanza del Padre Pío”.
(Publicado en ACIPRENSA)
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