Muy
queridos hermanos y hermanas.
Celebramos
esta octava de Pascua, ocho días como si fueran un único día, porque “Cristo
Vive” y Cristo está actuando en medio de nosotros.
Acabamos
de escuchar este conocido Evangelio en que el Señor el primer día de la semana
estando los discípulos recluidos, confinados, con las puertas cerradas, con
miedo, el Señor se presenta en medio de ellos. El Señor se presenta
en medio de nuestras familias, también estamos confinados, con las puertas
cerradas, con miedo al contagio, el Señor se presenta, se presenta en la
cama del hospital junto al enfermo y al moribundo, se presenta en medio
de las residencias de personas mayores, se presenta donde hay necesidad de
esperanza y nos dice; “ Paz a vosotros”.
A mi
me gustaría ofreceros tres breves reflexiones.
- La
primera sería;”Que significa paz a vosotros”
- La
segunda; “Necesitamos ser sanados, ser curados”
-Y
la tercera; “Somos enviados. Como el Padre me ha enviado así os envío yo”
- La
Paz. Señor como puedes decir; “Paz a nosotros”, cuando estamos en este
momento de ruptura, en este momento de dificultad, de miedo, que paz
podemos esperar. Tendríamos que ir al antiguo testamento para ver lo que
significa paz, el término de conocéis; “Shalom”. Shalom que
es mucho más amplio que la paz social. Shalom significa algo que está
curado, que es íntegro, que está ordenado, que está en armonía. Shalom se
digiere al interior del ser humano cuando está en orden, cuando está
reconciliado consigo mismo. Shalom se dirige a la sociedad, shalom se dirige al
cosmos, al universo, y ciertamente vemos que no tenemos paz, no tenemos paz en
nuestro interior. Cuantas cosas no nos dejan dormir por la noche, cuantas
preocupaciones, cuantas rupturas interiores podemos percibir, cuanta desarmonía
en nuestro interior, como buscamos una paz interior, una armonía.
Vemos
que a veces falta paz en nuestras familias, estos días, ya cinco semanas de
confinamiento, estamos en familia pero también surgen los roces, las
dificultades, no digamos en situaciones familiares dónde están con graves
crisis, paz social.
Vimos
en estos momentos de gran dificultad, vemos los grandes desigualdades, vemos
los grandes hambrunas, las guerras y la paz cósmica de que habla Isaías, vemos
que no la tenemos, un virus se rebela contra nosotros, una naturaleza que grita
el abuso que hacemos de ella, necesitamos del Señor; “Paz a vosotros”, la paz
verdadera y profunda, la paz en mi interior, La Paz en la familia, la paz en la
iglesia y en la sociedad, la paz en el universo, es decir esa sanación, esa
integración, ese orden que es fruto de la justicia y del amor. La integración
del ser humano lo produce el amor, capaz de sanar lo más profundo del corazón,
y precisamente ese amor produce paz y produce alegría, por eso el Señor nos
dirá tantas veces; “ Alegraos”,
produce
comunión, produce fraternidad . El Señor nos dice; “ Paz a vosotros”,
podemos decir; Señor de acuerdo; “Paz a vosotros”, pero como, como
es capaz de vivir esa paz.
La
segunda parte; “ Soplo sobre elloS”. Y les dijo; “ Recibid el Espiritu
Santo”, que es el sanador por excelencia, porque es la persona amor. Nos
recuerda el libro del Génesis, los primeros versículos de la biblia; “ El
Espiritu aleteaba sobre la tierra, el amor de Dios crea y aletea en el
universo”, y cuando aparece ese relato de la creación del hombre y la
mujer dice, insuflo, además lo dice de un modo un poco bruto, cogió el barro de
la creación insuflo en las narices dice, el Espiritu de vida, el Espiritu de
Dios, el amor de Dios que es el que sana la raíz última de todo el desorden, de
toda la falta de paz, no solo la exterior, no solo la falta de paz social, la
paz también del interior, muchas veces donde solo Dios tiene acceso. Soplo
sobre ellos, recibíd el Espiritu Santo para que perdonéis los pecados, la raíz
de todo desorden, la raíz de toda ruptura, la raíz de todo sufrimiento.
Señor necesitamos ser sanados, necesitamos ser curados, recibíd el
Espiritu Santo, el Espiritu Santo que hoy se vuelve a derramar sobre toda la
creación.
Queridos
hermanos, en vuestras casas y en vuestras familias el Espiritu Santo no tiene
límites ni confines ni puertas cerradas ni confinamientos, el Espiritu se hace
presente y renueva toda la creación. Pero es necesario que yo reciba ese
Espiritu. Por eso que importante es que Tomas no estuviera ese día, Tomas
era un apóstol que iba siempre un poco por libre aparece en la escritura, no
estaba, y cuando esta no cree la presencia del Señor, el Señor se presenta y le
ofrece las manos y el costado, le dice algo muy importante; “ Mete tu dedo en
mi mano, mete tu mano en mi costado, es decir mete tu carne en mi carne, métete
en mí”. El Señor ha resucitado está ante nosotros y la pregunta sería, ya
te has presentado ante el resucitado?, ya has puesto tu vida y tu carne en su
carne?. Mete el dedo en su mano, mete la mano en su costado, es decir, muestra
al Señor lo que está muerto en tu vida, qué elementos de tu vida están muertos,
tus afectos, tus esperanzas, tus fracasos, tus desánimos, parcelas muertas de
tu corazón, mételas en la carne gloriosa de Cristo, tu familia, que quizás se
resquebraja, problemas en la casa, preocupaciones por un hijo que no encuentra
trabajo o ha empezado con malos hábitos, un familiar enfermo, quizá tu puesto
de trabajo, el trabajo que con tanta ilusión pusiste en pie y ves, Señor que va
a ser de esto, se está muriendo, mete tu carne la carne de Cristo, preséntate
ante El Resucitado, tu carne muerta para que El la vivifique, para que
sople sobre ti el Espiritu Santo;”Señor y dador de vida”, como rezamos en
el credo, que todo lo vivifica, la persona amor que genera vida, que
genera alegria, que genera esperanza y nos hace darnos a los demás.
Sería
la tercera y última reflexión. “Como el Padre me ha enviado así os envío yo”.
Lo decimos al final de la misa; “Podeis ir en paz”, , no quiere decir,
ala ya habéis terminado la misa ahora a la barbacoa en paz, no, significa
esa paz que tú has recibido, esa sanación de Dios llévala a los demás. En
muchas iglesias todavía queda una costumbre medieval, en las puertas de las
iglesias aparece un San Cristóbal, un Cristóforo, es decir un portador de
Cristo, porque recordaba a los cristianos apreciar ese Santo con el Señor
encima, para que tú lleves a Cristo, para que tú lleves la paz, la
sanación, la misericordia del Señor. Y vemos como el Espiritu del
Señor se hace presente en el mundo de hoy, toda la bondad que estamos viendo en
tantas personas creyentes y no creyentes, todo el servicio, el sacrificio por
el bien de los demás, es fruto del Espiritu de Dios que recrea el universo, que
genera vida, que genera esperanza. Por eso hoy tanto necesitamos del
Señor, escuchar su palabra; “Paz a vosotros”. Decía el Nuevo
Testamento, San Pablo; “Cristo es nuestra paz”, y por eso el cuando habla de
Cristo comienza siempre el saludo diciendo;” Eirene y jaris”, es decir la
paz y la gracia de
Jesucristo,
porque Cristo es nuestra paz, Cristo es gracia gratis para nosotros.
Portemos
esta paz a los que nos rodean, quizás estamos ya cansados verdad, el
confinamiento nos está cansando, nos está agotando, tenemos muchos
preocupaciones, recibamos la paz del Señor. Mostremos nuestras heridas y
nuestras muertes al Señor para que las vivifique, y llevemos esa paz y
esa misericordia ahi donde más la necesitan, nos sintamos hoy enviados por el
Señor.
Así
lo pedimos esta mañana de la misericordia al Señor, por intercesión de la
Virgen María.
Que
así sea.
+
Mario Iceta Gabicagogeascoa
Obispo
de Bilbao
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