lunes, 25 de mayo de 2020

HOMILÍA DE DON MARIO - LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR


Muy queridos hermanos y hermanas.

 

Celebramos hoy esta fiesta de la Ascensión del Señor.  El verbo de Dios, el Hijo, tomó nuestra carne, se hizo esclavo, nos dice San Pablo; “Bajo hasta la profundidad de nuestra existencia”, pero precisamente para acogerla y llevarla a una plenitud.  Hay un rasgo en la Pasión del Señor que relatan los evangelistas, que a veces la leemos un poco de corrida y no caemos en la importancia que tiene, habéis escuchado más de una vez que cuando Jesús muere en la cruz, dice que, el velo del templo se rasgó.  Y esto que significa, tiene una significación muy importante, en el templo de Jerusalén según la liturgia judía, el pueblo entraba los días que podía entrar, pero había un lugar que estaba cubierto por un velo, en el que solo entraba el sumo sacerdote alguna vez al año, según disponía la ley de Moisés escrita en el libro del Levítico, era el Santa Santorum, donde Dios habitaba y donde el pueblo no podía entrar, únicamente entraba el sumo sacerdote cuando le tocaba, después de grandes abluciones y grandes asuntos.  Pero dice el evangelista; “Se rasga el velo del templo”, por qué, porque ya podemos entrar, se nos ha abierto la puerta, y luego dirá el autor de la carta a los hebreos; “Nuestra vida tiene una esperanza que es como un ancla”, y donde está anclada, valga la redundancia, éste ancla, en el cielo, como si fuera el fondo del mar, pero es el cielo, es decir, agarrados a ése ancla llegamos al cielo, llegamos a una eternidad y a una plenitud.

 

Curiosamente el Papa Benedicto escribió hace ya tiempo, todavía no era Papa, un libro que se llama; “Mirar a Cristo, ejercicios de fe esperanza y caridad”, y cuando habla de la esperanza dice algo muy importante, distingue entre el optimismo de las ideologías y la esperanza cristiana, dice; “Lo que es ideológico es el espíritu del mundo, donde la divinidad es la propia historia, la historia avanza y se desarrolla y en su propio fin”.  De acuerdo, pero yo no solo quiero que viva la humanidad, quiero vivir yo, no solo la humanidad, yo necesito vivir, y necesito amar y ser amado y por una eternidad, no me bastan 80 años, porque mi corazón tiene una anchura y profundidad infinitas, necesita del infinito.  Por eso decía Raztinger; “La esperanza cristiana es Dios”, su poder y su amor no anula lo humano, no anula que nosotros pongamos todo de nuestra parte, ahí están los científicos buscando una vacuna, ahí están los que nos gobiernan, para ver cómo salimos de la crisis, bien, pero necesitamos todavía mucho más.  Me comentaba un biólogo que iba a ver un animal microscópico que solo ve en dos dimensiones en lo profundo y en lo ancho, no ve en lo alto, y a veces el hombre de hoy solo ve dos dimensiones, no ve la dimensión de la eternidad, no ve la profundidad de Dios, en último término la dimensión definitiva. Y eso celebramos hoy, el día de la Ascensión, Él nos ha abierto la puerta, y por eso ha dicho en la oración que hemos hecho en la misa de hoy; “Donde está nuestra cabeza también los miembros de su cuerpo esperamos llegar, porque el Señor ya está en la plenitud y nos arrastra con Él”.  De hecho esas frases tan consoladoras de Jesús que no entendían los apóstoles, después de la última cena tuvo un larguísimo coloquio con ellos, les decía; “Me voy”, y ellos decían; “No sabemos dónde vas, como te podemos seguir”,  “Donde yo voy no podéis venir, yo vendré a buscaros”, dice algo tan hermoso; “Porque yo quiero que donde yo estoy estéis también vosotros, que estéis siempre conmigo, yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo, para llevaros a una eternidad y a una plenitud”.   Y es la fiesta hermosa y llena de esperanza que hoy celebramos.

 

Hemos visto fallecer a muchos hermanos queridos, muchos solos en el hospital, no se puede ir a acompañarles, no hay nada más triste que morirse solo, y que angustia la de los familiares, un familiar, padre, esposa, esposo, hijo, falleciendo y no se puede ir, pero Dios está con él, pero Dios le ha acompañado, pero Dios le ha abrazado, pero Dios se lo ha llevado con Él, donde el virus no nos dejaba entrar, el Señor ha estado y le ha dado la eternidad y el abrazo definitivo del cielo, y esa es la esperanza cierta y verdadera.

 

Celebramos hoy estas bodas, aniversarios, de muchos matrimonios, que habitualmente lo hacemos siempre el último viernes del mes en la basílica de Begoña, pero muchos matrimonios son de mucha edad y había dificultades, y he dicho vamos a hacerlo en la catedral.  Muchos os estáis uniéndoos por medio de la televisión y de la página web de la diócesis, otros habéis podido venir y estáis aquí con nosotros, yo os indicaría un hermoso párrafo que el Papa Francisco os escribe en su exhortación amoris laetitia, el dice; “En la historia de un matrimonio, la apariencia física cambia”, cuando uno mira los delegados de familia Fran y Toñi que están aquí en la celebración, han hecho un vídeo muy hermoso que aparece la foto del día que se casaron, y la foto 50, 70 años después, la apariencia física cambia sin lugar a dudas, dice el Papa; “Pero esto no es razón para que la atracción amorosa se debilite”.  Aunque has cambiado físicamente quizá ya no eres físicamente algo espectacular como cuando uno tiene 20, 25 años, pero la atracción amorosa no se debilita, dice; “Porque alguien se enamora de una persona entera, no solo de un cuerpo, sino de toda la identidad, de dones mucho más grandes que trascienden del propio cuerpo, de la propia corporalidad”, y dice; “Cuando los demás ya no pueden reconocer la belleza de la identidad”, y a veces con cierto desprecio mira que feo, mira qué no se qué, bien cuando ya no pueden reconocer la belleza; “El cónyuge enamorado sigue siendo capaz de percibirla con el amor y el cariño no desaparece”.   Me contaba una señora que falleció, padres de un compañero mío de medicina, que falleció de cáncer con muchos años, estuvo en coma muchos días, cuando abrió los ojos y vio a su mujer antes de fallecer, le dijo que hermosa eres, qué guapa eres.  Porque el amor ve la belleza de la persona mucho más que los rasgos físicos, es capaz de percibir con el amor y el cariño no desaparece, reafirma su decisión de pertenecerle, lo reafirma, la vuelve a elegir.  Yo por eso queridos matrimonios que hoy celebráis este día, volveros a elegir una vez más, cada día volveros a elegir, y expresa esa elección en una cercanía fiel y cargada de ternura.  La ternura es precisamente el amor que se vuelca ante la debilidad, cuando empiezan a fallar las fuerzas, a fallar la memoria, cuando estamos un poquito más encorvados, cuando en los análisis empiezan a aparecer estrellitas, bueno, cargado de ternura, ese es el amor hasta la eternidad, porque el amor siempre aspira a la eternidad.

 

Hoy damos gracias al Señor por estos matrimonios, que renueven hoy ese amor y esa felicidad de Dios en sus vidas, vamos a orar por ellos y vamos a bendecir una vez más su amor.  Por eso hoy los que estáis en vuestras casas y no habéis podido venir, pues os animo a cogeros de las manos, no sé si aquí habéis venido algunos matrimonios, os podéis poner en pie, también cogeros de las manos, porque como vivís juntos podéis cogeros de las manos, no estamos traspasando ninguna regla sanitaria porque vivís juntos, pues vamos a bendecir. “Que señor bendiga siempre vuestro amor para que seáis testimonio de su amor y fidelidad, os doy de su parte, de parte de Dios la bendición, también para vuestros hijos y para toda la familia”.  Oremos; “ Por eso te alabamos y te bendecimos o Dios, creador de todas las cosas, que al principio creaste al hombre y a la mujer, para que formaran una unidad de vida y de amor, también te damos gracias porque te dignaste en bendecir la unión familiar de tus hijos, de Vicente y Josefa en su 71 aniversario de matrimonio, Demetrio e Isabel, José y Dolores, Félix y Amparo en su 60 años de matrimonio, Pedro Enrique y María en su 59 aniversario, las bodas de oro de Esteban y Begoña, Iván y Conchi, Manolo y María, Armando y Emilia, Antonio y Carmen, José Antonio e Isabel, en sus 29 años Gonzalo e Izaskun, en sus 25 años Tito y Ana, Mario y Marian, Marco Antonio y Virginia,  y todos los demás que hoy celebran este aniversario, que sean imagen de la unión de Cristo con su iglesia. Tú que los has mantenido unidos por el amor en sus penas y alegrías míranos hoy con benevolencia, renueva y santifica su alianza nupcial, acrecienta su amor, fortalece su vínculo de paz, para qué junto con sus hijos y los nietos que Tú les has dado, gocen siempre de tu esperanza y de Tu bendición. Por Jesucristo Nuestro Señor”.

 

Con el agradecimiento por vuestro testimonio y la bendición del señor en este día nos ponemos en pie y juntos hacemos la profesión de nuestra fe.

 

Que así sea

 

X Mario Iceta Gabicagogeascoa

Obispo de Bilbao
 

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