San
Valentín de Berriotxoa 2020
Queridos hermanos sacerdotes, queridos hermanos y hermanas.
1. Celebramos la fiesta de San Valentín sumergidos en estos
tiempos extraños. La pandemia que estamos sufriendo nos recuerdan las grandes
pandemias que asolaban Europa durante siglos.
2. Un virus microscópico hace tambalear nuestras seguridades
y estructuras sociales. Nos hemos sentido frágiles y vulnerables. Hemos
asistido al fallecimiento de muchos hermanos nuestros. Comenzamos a percibir
las duras consecuencias económicas y laborales que ha causado la crisis
sanitaria. Hemos vuelto con cautela a una nueva normalidad, con restricciones y
precauciones. No sabemos hasta cuándo. Tampoco conocemos las consecuencias a
largo plazo de esta crisis. Ni el modo en que alterará de modo permanente
nuestras vidas.
3. En esta situación también aparece la pregunta sobre Dios:
Si Dios es bueno, ¿por qué permite estas calamidades? La Biblia ha tratado en
muchas ocasiones la cuestión del mal y del sufrimiento. De modo particular, el
sufrimiento del justo. En el Antiguo Testamento aparece la figura de Job. Él
manifiesta la confianza absoluta en Dios por encima de todo mal. Su sufrimiento
le permite conocer en profundidad el amor de Dios. El libro de la Sabiduría
afirma que “Dios no hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los
vivientes, sino que todo lo creó para que subsistiera” (Sab 1, 13-14).
4. El sufrimiento del justo se manifiesta plenamente en la
vida de Jesús. Jesús no teoriza sobre el
dolor y el sufrimiento. El Señor los asume personalmente abriendo a la
humanidad a la esperanza y a la vida verdadera. Dios se pone siempre de parte
del que sufre. También nos ha acompañado misteriosamente estos días, aunque
quizás no nos hayamos dado cuenta. Hemos
sido creados por amor, para amar y ser amados. Por eso nos cuesta penetrar en
este mar de sufrimiento que es la pasión de Jesús. Él asume nuestra propia
pasión, particularmente manifestada durante estos días.
5.
Son tiempos para vivir la esperanza. Las bienaventuranzas son un canto a la
esperanza. Dichosos los pobres, los que lloran, los que tienen hambre y sed de
justicia, los pacíficos, los perseguidos por la justicia. El Señor nos alienta
a vivir las bienaventuranzas experimentando alegría en el presente y aguardando
la promesa de la eternidad: “Alegraos porque vuestra recompensa será grande en
el cielo” (Mt 5, 12).
5.
En esta situación, ¿qué dice el Espíritu a su Iglesia? ¿Cómo leer los signos de
los tiempos en el momento actual? ¿Cómo responder eclesialmente a los nuevos
desafíos que se nos presentan? Debemos impulsar creativamente la vida de las
comunidades y la tarea evangelizadora durante los próximos meses en esta nueva
situación. La Eucaristía es la fuente del amor, de la vida y del servicio. De
ella recibimos la fuerza para servir a los hermanos. De ella procede la alegría
y la esperanza en medio de la oscuridad y la prueba.
6.
La muerte nos ha golpeado duramente. La pandemia ha causado el sufrimiento más
desgarrador en el corazón de muchas familias. Han visto enfermar y fallecer a
sus seres queridos. En muchas ocasiones sin poder ofrecerles compañía y
consuelo. Este es el momento de acompañar con delicadeza a quienes en estos
días lloran la pérdida de sus familiares y allegados. Ofrecemos hoy la
Eucaristía por ellos.
7. Quisiera tener un recuerdo especial para
quienes viven en las residencias de mayores. Ellos se han visto especialmente
afectados por la pandemia. El agradecimiento a sus cuidadores que se han
multiplicado para atender las necesidades con afecto y delicadeza.
8.
Hemos visto cómo las bienaventuranzas se reflejan en tantas personas y
profesionales de diversos campos que actúan con generosidad y responsabilidad. Hemos
visto la respuesta admirable de personas, comunidades e instituciones volcadas
en el servicio. Nuestro profundo agradecimiento para todos ellos y también a
las familias que han mantenido viva la llama de la esperanza.
9.
Ahora debemos volcarnos en la ayuda a quienes más lo necesitan y en el servicio
del bien común. Somos nuevamente enviados a proclamar y hacer realidad las
bienaventuranzas. Dios nos acompaña con su cuidado amoroso.
10.
Que en medio de las dificultades e incertidumbres brille siempre la luz de su
amor y misericordia. Lo pedimos hoy por intercesión de San Valentín de
Berriotxoa. Acudimos a la intercesión de nuestra Madre la Virgen de Begoña.
Ella es fuente de esperanza. A su cuidado amoroso nos confiamos. AMÉN.
X Mario Iceta Gabicagogeascoa
Obispo de Bilbao
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