jueves, 8 de noviembre de 2018

MISA DEL DOMINGO 11/11/18

VERDE Domingo XXXII del tiempo Ordinario [Se omite la Memoria de San Martín de Tour, obispo] MR, p. 444 (442) / Lecc. II, p.187



UNA MINORÍA VULNERABLE

1 Re, 17, 10-16, Heb 9, 24-28, Mc 12, 38-44


El nexo que une el relato del libro de los Reyes con el Evangelio de san Marcos es la figura de las viudas. El tratamiento que los letrados abusivos dispensan a las viudas, según la denuncia del Señor Jesús y el que muestra Elías, que pide y ofrece ayuda a la viuda de Sarepta, no Se parecen en absoluto. Elías está tan afligido por la carestía como la viuda, no dispone de privilegios come si lo hacían los letrados en tiempos de Jesús; le pide un pan a la viuda y a cambio, le ofrece una promesa: Dios no los dejará desamparados. La mujer accede y comparte sus escasos alimentos con Elías, logrando sobrevivir ambos a la hambruna, tal como lo había anunciado el profeta De esa misma confianza nos habla sin duda el Evangelio cuando observarnos a otra viuda que sabe desprenderse de sus escasos bienes: ofreciéndolos en limosna. Una constante resulta visible: quien menos tiene, es más desprendido.

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 87, 3

Que llegue hasta ti mi súplica, Señor, inclina tu oído a mi clamor.

ORACIÓN COLECTA

Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, con el alma y el cuerpo bien dispuestos, podamos con libertad de espíritu cumplir lo que es de tu agrado. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Con el puñado de harina la viuda hizo un panecillo y se lo llevó a Elías.

Del primer libro de los Reyes: 17, 10-16


En aquel tiempo, el profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta. Al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí a una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo:

"Tráeme, por favor, un poco de agua para beber". Cuando ella se alejaba, el profeta le gritó: "Por favor, tráeme también un poco de pan". Ella le respondió: "Te juro por el Señor, tu Dios, que no me queda ni un pedazo de pan; tan sólo me queda un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en la vasija. Ya ves que estaba recogiendo unos cuantos leños. Voy a preparar un pan para mí y para mi hijo. Nos lo comeremos y luego moriremos".

Elías le dijo: "No temas. Anda y prepáralo como has dicho; pero primero haz un panecillo para mí y tráemelo. Después lo harás para ti y para tu hijo, porque así dice el Señor Dios de Israel: 'La tinaja de harina no se vaciará, la vasija de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra' ".

Entonces ella se fue, hizo lo que el profeta le había dicho y comieron él, ella y el niño. Y tal como había dicho el Señor por medio de Elías, a partir de ese momento, ni la tinaja de harina se vació, ni la vasija de aceite se agotó. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.



SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 145, 6c-7. 8-9a. 9bc-10


R/. El Señor siempre es fiel a su palabra.


El Señor siempre es fiel a su palabra, y es quien hace justicia al oprimido; El proporciona pan a los hambrientos y libera al cautivo. R/.

Abre el Señor los ojos de los ciegos y alivia al agobiado. Ama el Señor al hombre justo y toma al forastero a su cuidado. R/.

A la viuda y al huérfano sustenta y trastorna los planes del inicuo. Reina el Señor eternamente. Reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos. R/.


SEGUNDA LECTURA

Cristo se ofreció una sola vez para quitar los pecados de todos.

De la carta a los hebreos: 9, 24-28


Hermanos: Cristo no entró en el santuario de la antigua alianza, construido por mano de hombres y que sólo era figura del verdadero, sino en el cielo mismo, para estar ahora en la presencia de Dios, intercediendo por nosotros.

En la antigua alianza, el sumo sacerdote entraba cada año en el santuario para ofrecer una sangre que no era la suya; pero Cristo no tuvo que ofrecerse una y otra vez así mismo en sacrificio, porque en tal caso habría tenido que padecer muchas veces desde la creación del mundo. De hecho, él se manifestó una sola vez, en el momento culminante de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo.

Así como está determinado que los hombres mueran una sola vez y que después de la muerte venga el juicio, así también Cristo se ofreció una sola vez para quitar los pecados de todos. Al final se manifestará por segunda vez, pero ya no para quitar el pecado, sino para salvación de aquellos que lo aguardan y en él tienen puesta su esperanza.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.



ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mt 5, 3

R/. Aleluya, aleluya.


Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. R/.

EVANGELIO

Esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos.

Del santo Evangelio según san Marcos: 12, 38-44


En aquel tiempo, enseñaba Jesús a la multitud y le decía: "¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplios ropajes y recibir reverencias en las calles; buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; se echan sobre los bienes de las viudas haciendo ostentación de largos rezos. Éstos recibirán un castigo muy riguroso".

En una ocasión Jesús estaba sentado frente a las alcancías del templo, mirando cómo la gente echaba allí sus monedas. Muchos ricos daban en abundancia. En esto, se acercó una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor. Llamando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo: "Yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos. Porque los demás han echado de lo que les sobraba; pero ésta, en su pobreza, ha echado todo lo que tenía para vivir". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL


Oremos, hermanos, por todos los hombres y por sus necesidades, para que nunca falte a nadie la ayuda de nuestra caridad y digamos confiadamente:

Te rogamos, Señor. (R/. Te rogamos, Señor.)

Para que la Iglesia viva en paz, crezca constantemente, se extienda por todo el mundo y persevere con alegría en la presencia del Señor, confortada por el Espíritu Santo, roguemos al Señor.

Para que el Señor conceda a los que gobiernan el espíritu de sabiduría y de prudencia, a fin de que rijan a sus pueblos pensando en la paz común y en el bien y la prosperidad de sus súbditos, roguemos al Señor.

Para que Dios Padre libere al mundo de toda falsedad, hambre y miseria, y auxilie a los perseguidos, a los encarcelados y a los que son tratados injustamente, roguemos al Señor.
Para que todos nosotros realicemos nuestro trabajo con espíritu cristiano y consigamos frutos abundantes por nuestras obras, roguemos al Señor.

Señor Dios, que sustentas al huérfano y a la viuda, haces justicia a los oprimidos y das pan a los hambrientos, escucha las súplicas de tu pueblo, que confía en tu amor, no permitas que a nadie le falte nunca ni la libertad ni el pan, y haz que todos aprendamos a ayudar a los necesitados, a ejemplo de tu Hijo, que se entregó libremente para salvarlos a todos. El, que vive y reina por los siglos de los siglos.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, mira con bondad este sacrificio, y concédenos alcanzar los frutos de la pasión de tu Hijo, que ahora celebramos sacramentalmente. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Prefacio dominical

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 22, 1-2

El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas.

O bien: Lc 24, 35

Los discípulos reconocieron al Señor Jesús, al partir el pan.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Alimentados con estos sagrados dones, te damos gracias, Señor, e imploramos tu misericordia, para que, por la efusión de tu Espíritu, cuya eficacia celestial recibimos, nos concedas perseverar en la gracia de la verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO- Quien haya visitado familias o personas en zonas rurales podrá tener presente la disponibilidad que dichas familias muestran para acoger a jóvenes que realizan experiencias misioneras. Abren literalmente su casa a desconocidos, ofrecen su mesa y su vivienda, privándose durante una o dos semanas de las relativas comodidades de que disponen. La buena voluntad y la hospitalidad los caracterizan. Todavía no han sido deformados por la desconfianza o la indiferencia que aflige a nuestras grandes ciudades. Los gestos de las viudas que aparecen en estos pasajes no son producto de la imaginación del escritor. Esas mujeres hospitalarias y desprendidas siguen vivas no solamente en las páginas bíblicas, sino en diversos sitios de nuestras comunidades. La viuda del Evangelio encarna la confianza radical en el amor providente de Dios. Son un llamado de atención a nuestra creciente sed de acumulación.

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