Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo. Rey del Universo
Blanco [Último domingo del tiempo ordinario] [Se omite la Memoria de Santa Catarina de Alejandra, virgen y mártir] MR, p.453 (452) / Lecc. II, p.193
Otros santos: Pedro Yi Hoyong, catequista y mártir.
EL TESTIGO DE LA VERDAD
Dn 7, 13-14; Apoc 1,5-8; Jn 18, 33-37
El Evangelio de San Juan, al igual que los demás sinópicos, recogieron el eco de la comparecencia de Jesús ante Poncio Pilato. Del mismo modo que en los demás Evangelios el interrogatorio gira en torno de la pretendida realeza de Jesús. Los romanos, excesivamente celosos de su dominio imperial, no aceptaban movimientos reivindicatorios, así que Jesús, aclamado rey de los judíos, les resultaría amenazante. Solamente el Evangelio de San Juan nos incluye este dialogo sobre la realeza de Jesús. Tal como el Señor lo declara su forma de ejercerla no se asemeja a la que se acostumbra en las monarquías mundanas. Toda ellas utilizan el poder para dominar por la fuerza. Aplastar y colonizar naciones Son reyes opresores que pisotean la liberta y la autonomía de los pueblos más débiles. Jesús no recurre a excesos de poder. Su instrumento para gobernar es la verdad. Su misión es justamente esa: ser testigo de la verdad.
ANTÍFONA DE ENTRADA Ap 5, 12; 1, 6
Digno es el Cordero que fue inmolado, de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor. A él la gloria y el imperio por los siglos de los siglos.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundamentar todas las cosas en tu Hijo muy amado, Rey del universo, concede, benigno, que toda la creación, liberada de la esclavitud del pecado, sirva a tu majestad y te alabe eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Su poder es eterno.
Del libro del profeta Daniel: 7,13-14
Yo, Daniel, tuve una visión nocturna: Vi a alguien semejante a un hijo de hombre, que venía entre las nubes del cielo. Avanzó hacia el anciano de muchos siglos y fue introducido a su presencia. Entonces recibió la soberanía, la gloria y el reino. Y todos los pueblos y naciones de todas las lenguas lo servían. Su poder nunca se acabará, porque es un poder eterno, y su reino jamás será destruido.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 92, lab. 1c-2.5
R/. Señor, tú eres nuestro rey.
Tú eres, Señor, el rey de todos los reyes. Estás revestido de poder y majestad. R/.
Tú mantienes el orbe y no vacila. Eres eterno, y para siempre está firme tu trono. R/.
Muy dignas de confianza son tus leyes y desde hoy y para siempre, Señor, la santidad adorna tu templo. R/.
SEGUNDA LECTURA
El soberano de los reyes de la tierra ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios y Padre.
Del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan: 1, 5-8
Hermanos míos: Gracia y paz a ustedes, de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos, el soberano de los reyes de la tierra; aquel que nos amó y nos purificó de nuestros pecados con su sangre y ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios y Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Miren: él viene entre las nubes, y todos lo verán, aun aquellos que lo traspasaron. Todos los pueblos de la tierra harán duelo por su causa.
"Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que ha de venir, el todopoderoso".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mc 11, 9. 10
R/. Aleluya, aleluya.
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el reino de nuestro padre David! R/.
EVANGELIO
Tú lo has dicho. Soy. rey.
Del santo Evangelio según san Juan: 18, 33-37
En aquel tiempo, preguntó Pilato a Jesús: "¿Eres tú el rey de los judíos?". Jesús le contestó: "¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?". Pilato le respondió: "¡Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?". Jesús le contestó: "Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para que no cayera yo en manos de los judíos. Pero mi Reino no es de aquí".
Pilato le dijo: "¿Conque tú eres rey?". Jesús le contestó: "Tú lo has dicho. Soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Dirijamos, llenos de confianza, nuestras súplicas a Cristo, supremo Señor de la vida y de la muerte y rey de todas las creaturas del cielo y de la tierra y digamos: Rey de la Gloria, escúchanos. (R/. Rey dela Gloria, escúchanos.)
Para que los pastores y fieles de la Iglesia se esfuercen con celo para reconciliar al universo con Dios y en pacificar por la sangre de la cruz de Jesucristo a todas las creaturas, roguemos al Señor.
Para que la semilla evangélica, escondida en las diversas religiones y culturas, germine y se manifieste, y todos los hombres reconozcan con gozo que Cristo es Señor, para gloria de Dios Padre, roguemos al Señor.
Para que quienes aún viven bajo el dominio de la ignorancia, el pecado o el sufrimiento sean trasladados al reino de Cristo y encuentren el fin de sus penas, roguemos al Señor.
Para que los que hoy celebramos la solemnidad de Cristo, Señor supremo del universo, a quien están destinadas todas las cosas, participemos también un día en la herencia del pueblo santo, en el reino de la luz, roguemos al Señor.
Dios nuestro, principio y origen de toda paternidad, que has enviado a tu Hijo al mundo para convertirnos en un reino y hacernos tus sacerdotes, escucha nuestras oraciones e ilumina nuestro espíritu, para que comprendamos que servirte es reinar y, al dar nuestra vida a los demás, proclamemos con obras nuestra fidelidad a Cristo, el primogénito de entre los muertos y príncipe de los reyes de la tierra. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Al ofrecerte, Señor, el sacrificio de la reconciliación humana, te suplicamos humildemente que tu Hijo conceda a todos los pueblos los dones de la unidad y de la paz. El, que vive y reina por los siglos de los siglos.
PREFACIO
Cristo, Rey del universo.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todo poderoso y eterno. Porque has ungido con el óleo de la alegría, a tu Hijo único, nuestro Señor Jesucristo, como Sacerdote eterno y Rey del universo, para que, ofreciéndose a sí mismo como víctima perfecta y pacificadora en el altar de la cruz, consumara el misterio de la redención humana; y, sometiendo a su poder la creación entera, entregara a tu majestad infinita un Reino eterno y universal: Reino de la verdad y de la vida, Reino de la santidad y de la gracia, Reino de la justicia, del amor y de la paz.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 28, 10-11
En su trono reinará el Señor para siempre y le dará a su pueblo la bendición de la paz.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Habiendo recibido, Señor, el alimento de vida eterna, te rogamos que quienes nos gloriamos de obedecer los mandamientos de Jesucristo, Rey del universo, podamos vivir eternamente con él en el reino de los cielos. El, que vive y reina por los siglos de los siglos.
UNA REFLEXION PARA NUESTRO TIEMPO.- La realeza de Jesús sigue siendo inspiradora para quienes lo confesamos como el rey pacífico y humilde que ejerce su autoridad como servicio. Mientras menos distancia exista entre el estilo de vida y las percepciones económicas de gobernantes y gobernados, resultará más creíble su función como servidores públicos. En México vivimos en una democracia tan costosa como escasamente útil. Del mismo modo que nos resulta injusto sostener tan enorme despilfarro de recursos, encontramos injustificable que algunos jerarcas eclesiales vivan rodeados de privilegios. Su misión apostólica resulta menos creíble. Por fortuna, siempre podremos mirarnos en el espejo del rey y servidor alternativo que nos presenta san Juan. Este perfil nos servirá para ejercer y demandar un ejercicio de autoridad conforme con el ideal cristiano de la autoridad como servicio.
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