Campaña Manos Unidas 2019
Queridos hermanos y hermanas.
1. La campaña que anualmente realiza Manos Unidas, en la que se nos
alienta a colaborar para erradicar el hambre y las injusticias en el mundo,
está dedicada este año a la situación de la mujer. En el lema de esta jornada
se nos habla de la falta de independencia, seguridad y voz de la mujer en
tantas partes del mundo.
2. La igual dignidad hombre y mujer se encuentra en el mensaje central
del Evangelio de Jesús. Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen y
semejanza. En su relación de reciprocidad y amor se encuentra de modo
particular la plasmación de la propia vida intratrinitaria. Lamentablemente,
esta dignidad de la mujer, la promoción y defensa de sus valores propios, sus
derechos, su papel en los diversos ámbitos, ha debido recorrer un largo y
difícil camino para su reconocimiento real, y aún queda mucho por hacer,
también en nuestra cultura occidental.
3. El Papa Francisco afirma que “La Iglesia reconoce el indispensable
aporte de la mujer en la sociedad, con una sensibilidad, una intuición y unas
capacidades peculiares que suelen ser más propias de las mujeres que de los
varones… El genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida
social; por ello, se ha de garantizar la presencia de las mujeres también en el
ámbito laboral y en los diversos lugares donde se toman las decisiones
importantes, tanto en la Iglesia como en las estructuras sociales”” (EG, 103).
También es necesario reconocer e impulsar las aportaciones que la mujer está
llamada a desempeñar en la Iglesia, desde los dones y valores que proceden de
ella misma. Así sigue afirmando el Papa Francisco: “Es necesario ampliar los
espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Temo la
solución del “machismo con faldas”, porque la mujer tiene una estructura
diferente del varón. Pero los discursos que oigo sobre el rol de la mujer a
menudo se inspiran en una ideología machista. Las mujeres están formulando
cuestiones profundas que debemos afrontar. La Iglesia no puede ser ella misma
sin la mujer y el papel que ésta desempeña. La mujer es imprescindible para la
Iglesia” (Papa Francisco, entrevista 19 agosto 2013).
4. La falta de reconocimiento de la dignidad de la mujer, el
reconocimiento de sus genuinos valores sigue siendo particularmente lacerante
en diversos lugares del mundo. En muchos de ellos, sigue sometida al varón en
una inhumana concepción de inferioridad tanto teórica como práctica. Su igual
dignidad y derechos le son sistemáticamente negados. Lo mismo ocurre con la
seguridad, protección y promoción que le son debidos. Ello deriva en un papel
de inferioridad y discriminación. Su acceso al mundo del trabajo, a la toma de
decisiones en los diversos ámbitos, a su papel fundamental en la sociedad, a su
presencia en los medios de comunicación, en la política, en la empresa, la
educación, la economía, el ámbito del ocio, el deporte, la cultura… sigue
siendo dramáticamente limitado. Lo mismo ocurre con su participación en los
ámbitos en los que su voz aún no es escuchada.
5. Esta discriminación hace que la mayoría de las pobrezas tengan
rostro de mujer. Manos Unidas, como organización no gubernamental para el
desarrollo, de voluntariado, católica y laical quiere dar a conocer y denunciar
la existencia del hambre, pobrezas e injusticias, así como ir a la raíz y
encontrar soluciones. Así mismo, financia proyectos y planes de desarrollo
integral para salir de la pobreza. La campaña de Manos Unidas de este año
quiere aportar la llamada de atención sobre la discriminación de la mujer y
proponer la ayuda concreta a proyectos que buscan reconocer sus derechos.
6. Por ello os animo a participar activamente
con los programas que nos hace esta asociación de la Iglesia Católica. Como
afirma el Papa Francisco en su última exhortación apostólica Gaudete et exultate, “en la llamada a
reconocer a Jesús en los pobres y sufrientes se revela el mismo corazón de
Cristo, sus sentimientos y opciones más profundas, con las cuales todo santo
intenta configurarse. Ante la
contundencia de estos pedidos de Jesús es mi deber rogar a los cristianos que
los acepten y reciban con sincera apertura, «sine glossa», es decir, sin
comentario, sin elucubraciones y excusas que les quiten fuerza. El Señor nos
dejó bien claro que la santidad no puede entenderse ni vivirse al margen de
estas exigencias suyas, porque la misericordia es «el corazón palpitante del
Evangelio» (cfr. GE 96-97).
Con gran afecto.
+ Mario Iceta
Gabicagogeascoa
Obispo de Bilbao
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