Queridos hermanos y hermanas.
1. Concluimos el curso pastoral con un mes lleno de
celebraciones. El primer domingo de junio celebramos la fiesta de la Ascensión
del Señor, en que también conmemoramos el día de las comunicaciones sociales.
La comunicación es un elemento intrínseco a la tarea evangelizadora. El
Concilio Vaticano II le dedicó el decreto “Inter mirífica”, y los Pontífices
sucesivos le han dedicado especial atención. Los medios de comunicación deben
ser utilizados para edificar y promocionar la comunidad humana en los diversos
campos de la economía, la política, la cultura, la educación y el ámbito
religioso: “la sociedad tiene derecho a una información fundada en la verdad,
la libertad, la justicia y la solidaridad” (Catecismo IC, 2494).
2. Así mismo, el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia
defiende que el ser humano debe gozar de libertad de acceso a los medios de
comunicación social, para lo cual se debe evitar cualquier forma de monopolio y
de control ideológico (cfr. CDSI, 557). Así mismo, los medios de comunicación
social pueden ser potentes instrumentos de solidaridad como consecuencia de una
información verdadera y justa, así como la libre circulación de las ideas, que
favorecen el conocimiento y el respeto del prójimo”. Debemos examinar
detenidamente si estos principios fundamentales que dignifican el ámbito de la
comunicación son los que realmente sostienen y alientan este ámbito fundamental
en la situación actual.
3. En segundo domingo del mes celebraremos la solemnidad de Pentecostés,
con la que concluimos el tiempo Pascual. Es el día de la efusión del Espíritu
Santo sobre la Iglesia, la humanidad y el universo entero. Es el sello de amor
de Dios para todos nosotros. El Espíritu Santo nos recordará de un modo nuevo
todas las acciones de Dios, que son acciones de creación, redención, salvación,
amor y misericordia. Será el día que también conmemoraremos la Acción Católica
como la realidad del laicado asociado en la Iglesia.
4. El jueves posterior a Pentecostés celebraremos la fiesta
de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, en el cual damos gracias a Dios por los
beneficios que nos concede por medio del ministerio de los sacerdotes.
Precisamente el sábado siguiente, tendremos la ordenación de un nuevo
presbítero diocesano, Alex Andreu. Demos gracias a Dios porque sigue suscitando
vocaciones al ministerio sacerdotal. Continuemos en actitud de oración humilde
y constante para que el Señor siga suscitando nuevas vocaciones, estimule la
generosidad de los jóvenes y sostenga y aliente a los seminaristas y a los
sacerdotes. El número de seminaristas con los que contamos es del todo
insuficiente para atender las múltiples necesidades. Por eso os pido una
particular atención a la promoción vocacional.
5. El tercer domingo del mes celebraremos la solemnidad de la
Santísima Trinidad, día para orar por nuestros monasterios de vida
contemplativa. Las monjas y monjes que habitan en ellos son verdaderos faros de
luz y amor que nos recuerdan que nuestra vida en la tierra tiene su origen y su
fin en el amor de Dios y que aquí estamos de paso hacia la morada definitiva.
La vida contemplativa constituye la profecía y el testimonio de la realidad
definitiva que nos aguarda al final de nuestra peregrinación en este mundo.
6. El cuarto domingo es la solemnidad del Corpus Christi. En
ella profundizamos la presencia real y sacramental de Cristo en la Eucaristía.
El amor exige presencia. Y ese Amor se ha quedado para siempre en el sacramento
de la Eucaristía. También es el día de la Caridad y de Caritas como rostro de
amor y servicio de la Iglesia hacia los pobres y necesitados.
7. Y concluiremos el último viernes del mes con la
celebración del Corazón de Jesús. Es una fiesta que tuvo gran devoción y
resonancia en Bilbao, desde la que partió hacia otros lugares por medio de la
tarea evangelizadora de la Compañía de Jesús. Es una fiesta donde recordamos
que el Señor nos ha amado no sólo con amor divino, sino también con amor
humano. Y nos enseña a amar de un modo nuevo. Aprendamos de ese corazón a
palpitar con Él y a amar al prójimo como Él nos ha amado. Como veis, nos
aguarda un mes intenso. Aprovecho estas líneas para desearos un tiempo de
verano en el que disfrutéis de la compañía de vuestros familiares y amigos, así
como de la presencia de Dios que todo lo llena de luz y nos sostiene en el
servicio generoso a los hermanos. Con gran afecto.
+ Mario Iceta Gabicagogeascoa
Obispo de Bilbao
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