DÍA DE LA CARIDAD
Muy queridos hermanos y hermanas.
Quisiera compartir con vosotros cuatro frases
evangélicas que durante el día me vienen rumiando la cabeza, para poder
penetrar en la fiesta que hoy celebramos:
-La primera sería lo que nos ha dicho la oración
colecta; “Ho Dios que en este admirable Sacramento nos dejaste el memorial de
tu pasión”, Señor tu pasión está en medio de nosotros, memorial de tu pasión. Y vemos que el memorial de tu pasión ilumina
nuestras pasiones, nuestra propia pasión, cuánta gente estos días está viviendo
una gran, profunda y dolorosa pasión. Los enfermos amontonando hospitales,
muchos muriendo solos, las familias angustiadas por qué no los pueden acompañar
en ese momento supremo de la vida, cuántas personas viendo el futuro incierto,
estoy en un ERTE, o me he quedado sin trabajo, quién me iba decir que iba a
tener que ir a pedir ayuda a Cáritas. Pues
el Señor nos deja el memorial de una pasión que acoge nuestra pasión. En la carta pastoral que os hemos escrito los
obispos decíamos que ciertamente el dolor genera una cierta soledad en
nosotros, sufrimos en el fondo solos, aunque los demás nos acompañen, pero es
cierto que en el núcleo de esa soledad la pasión de Cristo penetra. Algunos familiares que me han llamado estos
días diciendo la tristeza que tenían, porque sus familiares morían solos les
decía; “No estaban solos Cristo, estaba con ellos”, donde no alcanzamos
nosotros Cristo si llega, de hecho nos ha dicho; “Quien come su cuerpo y su
sangre vivirá por mí”, y en otro lado de la Escritura decía; “El Padre le amara
y vendremos a él, haremos morada en él”, cuánto necesitamos escuchar estas
palabras; “Ho Dios nos has dejado vivamente el memorial de tu pasión”, ya no
estoy solo en mi pasión, tú me has acogido en tu propia pasión.
-La segunda lo habéis recordado en el hermoso diálogo
que hemos tenido antes de la Eucaristía; “Amaos como yo os he amado”, si somos
sinceros nos daremos cuenta, Señor soy incapaz de amar como tú me has amado,
como mucho podré amar como a mí mismo, era la comparación del antiguo
testamento; “Ama como a ti mismo”. Pero el
nuevo testamento nos dice; “Ama como yo os he amado”. ¿Señor cómo nos has amado?, entregando mi
vida hasta el fin, hasta el fondo, hasta el final; Señor no puedo, no puedo,
por eso nos dice el Señor; “Yo voy a capacitarte para que ames de un modo
nuevo, para que ames hasta lo que no es amable”. Decíais en el diálogo que
hemos tenido, que a veces la amistad ayuda que ame a otro, pero el Señor nos
dice; “No, ama hasta aquello que la gente le echa para atrás, aquello que no es
bello, ni puede dar nada, ni es hermoso, que está deteriorado por el paso del
tiempo, que ha hecho mella en su cabeza, en su relación social, a quien nadie
quiere”; “Ama como yo os he amado”. Ese es el sujeto de mi amor infinito, Señor no
puedo, por eso; “Yo os doy mi cuerpo os doy mi sangre, porque yo voy a habitar
en vosotros con una vida nueva”. Por eso
la caridad es mucho más que la solidaridad, porque nace del amor de Dios, Él nos
capacita para amar de un modo nuevo, de un modo infinito. Recuerdo que la madre
Teresa de Calcuta, la Santa de Calcuta, cuando alguna persona afamada, alguna
actriz que venía a pasar un verano ayudando a la madre Teresa se escandalizaba,
pero usted cómo puede amar a estas personas, tan degradadas, tan tremendamente
venidas a menos, y ella decía; “La fuerza es la Eucaristía, por eso cada mañana
recibo el don de Cristo, que me ayuda y me enseña a ser un don para los demás,
para amar de un modo nuevo, donde la cultura del descarte que dice el Papa es
incapaz de acoger en sí”. “Amaos no como
vosotros mismos, como yo os he amado, yo os capacito para amar de este modo
nuevo”.
-Y por eso la tercera frase un poco desconcertante de
Jesús nos decía; “A los pobres los tendréis siempre con vosotros”, y lo decía
en el contexto de cuando aquella Santa Mujer atendiendo a su sepultura derramó
sobre sus pies un frasco de alabastro, de perfume, que costaba 300 denarios, es
decir, el denario era el sueldo de una jornada, es decir todo lo que se gana en
un año lo había gastado en los pies de Jesús, y Judas se escandaliza, no
podíamos haber vendido esto para los pobres, y Jesús le dice; “Los pobres los
tendréis siempre con vosotros, porque los pobres los genera vuestro corazón
egoísta, por eso habrá siempre pobres con vosotros”, porque el corazón sigue
siendo egoísta si Cristo no lo sana. Y
por eso decimos; “La sangre derramada para el perdón de mis pecados”, para el
perdón de tus pecados porque rehace en tu corazón, y cada generación tendrá que
volver a recibir la sangre de Cristo para sanar ese corazón, por eso siempre
habrá pobres, porque el corazón del ser humano será siempre egoísta si Cristo
continuamente no lo sana.
Cuando estaba ahí escuchando la tertulia veía el Espíritu
Santo que está en esta vidriera, y decía es el Espíritu Santo su luz continua
la que nos ilumina, su gracia que en cada momento se derrama para cambiar el
corazón, para que cuando sigan surgiendo pobres que siempre surgirán, yo los
pueda atender y sacarlos de la pobreza por la gracia de Dios. Y además no es cuestión de dinero, recuerdo
que me invitaron las Siervas de Jesús hace tres o cuatro años, fui con el
Vicario de Bilbao, con Antón Rey, a una cena de Navidad a cenar con las gentes
que ellas dan el desayuno por las mañanas, y te das cuenta que la pobreza
material no era quizá la más grave, veías su deterioro cognitivo, su deterioro
social, la incapacidad de rehacer lazos con sus familias, decía comen, pero
cuanta pobreza mucho más grande que no se soluciona con dinero, se soluciona
con amor, se soluciona con compañía, con abrazo, con acompañar la vida, se
soluciona con dar la vida, con dar el propio tiempo, no es solo cuestión de
chequera; “Los pobres los tendréis siempre”, porque necesitan no solo los
bienes materiales, necesitan amor, por eso dice Jesús; “No solo de pan vive el
hombre”, de mucho más, de tu amor y del amor de Dios.
-Y por último nos ha dicho el Señor en el Evangelio de
hoy varias veces; “Este es el pan que baja del cielo”. Escuchaba también en el
diálogo no nos salvamos solos, de acuerdo, ni siquiera nos salvamos nosotros
juntos, Dios nos salva, ni siquiera nosotros juntos, por eso es un pan que ha
dicho el Señor; “Es un pan que vuestros padres no conocieron”, y es un pan que
no amasaron con sus manos, es un pan que viene del cielo, es el pan que Dios da,
que es su propia vida. Es verdad que su
vida unida al pan de la tierra, unida a la realidad humana, pero es el Hijo de Dios
que asume nuestra carne, por eso es verdad que no nos salvamos solos, y es
verdad que solos no nos salvamos juntos, es verdad que nos salvamos juntos con Dios;
“Es el pan que baja del cielo”. Y así
termina también el último libro de la biblia, el Apocalipsis; “Es la Jerusalén
que baja del cielo, donde la esposa y el espíritu dicen ven, ven a nosotros, Dios
es la fuente de la salvación, porque Dios es la fuente del amor nuevo y Dios es
la fuente de la vida”; “El que coma de este pan vivirá para siempre, quien no come
de este pan no tiene vida”, no tiene vida plena, no tiene la vida que necesita
nuestro corazón, que en el fondo es la vida de Dios, que es el amor que nuestro
corazón necesita, mucho más que un amor meramente humano.
Por eso queridos hermanos y hermanas os dejo estas
cuatro frases para meditar; “Ho Dios nos dejaste el memorial de tu pasión Señor,
pero que don tan grande me haces”. La
segunda que hemos visto hoy; “Amaos como yo os he amado”, no simplemente como
amáis vosotros, como yo os he amado, de qué modo tan entrañable te he amado,
como te he recogido cuando estabas desahuciado de todo el mundo, ama así,
porque mi sangre te capacita para amar así”.
“Los pobres siempre estarán con vosotros para que le sirvas y yo estoy
en medio de ellos, yo me identifico con ellos”, para que los sirvas con el
corazón, con toda tu vida. Y la última;
“El pan que baja del cielo”, no es un pan humano, no es un pan que procede de
nosotros, es el don hermoso inefable de Dios. Por eso decían los apóstoles y sería la oración
que vamos a decir hoy; “Señor danos
siempre de este pan”, que no nos falte nunca este pan, es lo que pedimos en
el Padre Nuestro, danos hoy nuestro pan cotidiano, no solo el pan material que
necesito para vivir, dame tu cuerpo y tu sangre que es la fuente de amor para
mi vida.
Así lo pedimos esta tarde al Señor por intercesión de
la Virgen María.
Que así sea.
X Mario Iceta Gabicagogeascoa
Obispo de Bilbao
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