SOLEMNIDAD DE CORPUS CHRISTI
Muy queridos hermanos y hermanas.
Muchas cosas de nuestra fe nos pueden escandalizar,
porque superan la capacidad de comprensión, Jesús lo dice en varias ocasiones;
“Dichoso el que no se escandaliza de mí”.
El que no se escandaliza del modo de pensar de Jesús, es un modo de
pensar distinto del mundano, donde los pobres, los últimos son los primeros,
son los más importantes, como el principal es el que tiene que servir y ponerse
a los pies de todos, el mismo misterio de la Encarnación, como es posible que Dios
tome carne, nuestra propia carne. Y este
mismo escándalo de la Eucaristía, que ya precisamente San Juan en su capítulo
siete, un capítulo largo, nos va mostrando como Jesús con gran paciencia va
preparando a los discípulos para que comiencen a vislumbrar el Misterio de la Eucaristía,
comienza dándoles de comer pan, pan natural, y luego les dice; “Me seguís
porque yo os he dado de comer pan, pero es voy a dar un pan distinto”, y de
repente les dice algo incomprensible; “Hay que comer mi carne”, y además San
Juan no se ahorra, no habla de modo simbólico, dice sarx; carne, mi carne, y
dice comer con el verbo érjomai, que es masticar la carne, no está hablando de
una cosa puramente simbólica, un nuevo escándalo, de tal modo que San Juan no
se corta al decir a partir de entonces ya muchos no andaban con Él; “Como nos
va a dar de comer su carne”. Por eso nos
acordamos de lo que dice el Señor; “Dichoso el que no se escandaliza de mí”, o
como diría San Pablo; “Predicamos a Cristo crucificado”, necedad para los
griegos, escándalo para los judíos, pero para nosotros sabiduría de Dios.
Tenemos que estar prevenidos de cosas que pueden ser
escandalosas, es el modo en que el Señor actúa, de modo tan contracultural, de
modo tan distinto al pensamiento mundano. Por eso quisiera ofrecer como una
breve reflexión de cada lectura:
La primera lectura del libro del Deutoronomio, Deutoronomio
significa, otra vez la ley, por así
decirlo, el rey manda escribir nuevamente la ley, los preceptos, es el último
libro de los cinco primeros del Pentateuco, los primeros libros de la
escritura, el quinto es el Deutoronomio. Y la palabra central es como comenzaba; “Recuerda Israel”, yo lo distinguiría de
repiensa, repensar en pasar por el pensamiento, recordar es pasar por el
corazón, recuerda, pasa por el
corazón la historia de tu vida, para que suscite amor en tu corazón y para que
suscite fidelidad. Y les ha descrito los
cuarenta años del pueblo judío en el desierto, recuerda cómo te acompañe, de día en la nube, de noche en la
columna de fuego to te iba guiando, recuerda
cómo te di de comer cuando pasabas hambre en el desierto, recuerda cómo te dí de beber cuando pasabas sed, recuerda cómo te libre de las picaduras
de las serpientes y los alacranes te sane de ellas, recuerda cómo te introduje en la tierra prometida. Que importante es hacer memoria, que
importante es pasar por el corazón a la aventura de amor que Dios hace con cada
uno de nosotros. También en estos
momentos de dificultad, que es momento ciertamente de serpientes, de alacranes,
de falta de pan, incluso dice más; “Mira que cuando fuiste probado, de este
modo se conoce tu corazón”. La prueba
pone al descubierto el corazón, por ejemplo, pues estoy mal de dinero y me piden
ayuda para los necesitados, cómo vamos a hacer hoy, pues el corazón cicatero
dirá bueno pues yo necesito para mí, el corazón generoso dirá tengo poco pero
lo comparto, cuando estoy con prisas tengo muchas que hacer y alguien me pide
que le acompañe un rato, que lo escuche, pues también descubre mi corazón, el
corazón cicatero dirá estoy muy ocupado no tengo tiempo para ti ya buscamos
otro momento, pero el corazón sensible generoso dirá, aunque tengo mil cosas
que hacer ya tendré tiempo a la noche, te escucho con paciencia. La prueba pone al descubierto nuestro
corazón, en estos momentos también de prueba pone al descubierto nuestro
corazón, como reaccionamos ante el sufrimiento de los demás, ante las personas
mayores que están solas, ante los enfermos en los hospitales, ante las personas
que quedan sin trabajo, a una invitación a compartir tiempo y recursos, lo que
somos, una prueba en nuestro corazón. Recuerda como Dios te ha acompañado
también en tu desierto, en tus hambrunas, en tus picaduras, en tus noches, Él
te ha sostenido; “Recuerda Israel”.
El Evangelio diría algo que dice el Señor, algo tan
importante; “Yo soy el pan que ha bajado del cielo”, es curioso, un pan que
viene del cielo pero que ha fecundado la tierra, porque va a dar de comer su
propia carne, el hijo de Dios que toma nuestra carne y se ofrece como de
alimento, y dice; “El que coma de este pan vivirá para siempre”, dirá un poco
más adelante; “Si no coméis de la carne del Hijo del Hombre no tenéis vida en
vosotros”, vida plena, si podéis tener una vida fisiológica, nuestro organismo
funciona, podemos tener una vida social y el mundo camina, ciertamente con
luces y también con sombras, con gente heroica y generosa, y también con hambrunas,
guerras y violencias, no; “Yo hablo de una vida plena”, “Si no coméis mi carne
y bebéis mi sangre no tenéis vida, porque viviréis por mí, porque yo habitaré
en vosotros, viviréis de mi misma vida, os comunicaré mi misma vida”. Y por eso los apóstoles decían; “Señor danos
siempre de este pan”. El Concilio Vaticano
II dirá que; “El Sacramento de la Eucaristía es la fuente de dónde procede toda
la vida cristiana, y es el culmen de la vida cristiana, porque nos unifica en
Cristo y nos unifica entre nosotros mismos”.
Que es la tercera idea que nos decía San Pablo en la segunda lectura, ha
dicho algo muy importante; “Nosotros que somos muchos, en Cristo formamos un solo
cuerpo”. Aparece con un doble movimiento, Jesucristo el
Señor reparte su cuerpo para nosotros, se despedaza para nosotros, comparte y
derrama su sangre en todo el universo, ¿para qué? para quienes se unan a ese
cuerpo y esa sangre puedan ser reunidos en Él, puedan ser convocados en la
unidad, en Él.
Ciertamente la diversidad de cada uno en la cromaticidad
que es la vida humana, pero como una humanidad redimida, unificada, lavada,
salvada por Cristo el Señor. El otro día
nos decían que es verdad que no nos salvamos solos, nos salvamos juntos, juntos
con el Señor, que es el que nos da la vida y el que unifica nuestras vidas y
nos estimula y sostiene, para que nos sirvamos con amor, con cariño, para que
nos ayudemos mutuamente a salir de los momentos de dificultad como el que
vivimos.
Por eso y termino condensando las tres palabras, es un
día para recordar, pasar por el
corazón todas las obras grandes que Dios ha hecho con cada uno de nosotros, es
un día para acoger el pan de vida que
viene del cielo pero que ha tomado carne de la tierra, que es la fuente de la
vida, y es un día para darnos cuenta que este pan produce la unidad entre nosotros, el amor entre
nosotros, el servicio mutuo. Por eso hoy
celebramos el día de Cáritas, quisiera agradecer a los dos mil voluntarios de
Cáritas, a los cinco mil colaboradores de Cáritas, a todas las caritas
diocesanas capilarizadas en la diócesis, que de modo muchas veces silencioso,
sin salir en medios, ayudan cada día a dar lo mejor de sí mismos, para socorrer
las necesidades del prójimo. La coleta
también de hoy, irá destinada ayudar a los que menos tienen, a ayudar a los que
en estos momentos de modo más duro están sufriendo las consecuencias de esta
crisis. Que el pan de vida, el pan de Dios
nos ayude a amarnos como el Señor nos ha amado.
Que la virgen María nos ayude.
Que así sea.
X Mario Iceta Gabicagogeascoa
Obispo de Bilbao
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