Papa Francisco envió este mensaje por el Día Internacional de la Familia
Por medio de su cuenta de Twitter, el Papa Francisco envió un breve mensaje por el Día Internacional de las Familias que se celebra este 15 de mayo, para recordar que esta institución es la “esperanza del futuro”.
La ONU señala en su sitio web que el Día de las Familias se celebra “para crear conciencia sobre el papel fundamental de las familias en la educación de los hijos desde la primera infancia, y las oportunidades de aprendizaje permanente que existen para niños y jóvenes”, considerando que “la familia constituye la unidad básica de la sociedad”.
En su mensaje publicado en su cuenta de Twitter, el Santo Padre afirmó que “la familia es la esperanza del futuro. Oremos especialmente por las familias que atraviesan grandes dificultades, para que el Señor las sostenga”.
En varias ocasiones el Pontífice ha recordado la importancia que tiene la familia para la sociedad, como el 26 de septiembre de 2015, cuando se dirigió a los participantes del Encuentro Mundial de las Familias realizado en Filadelfia (Estados Unidos).
Ese día el Papa Francisco aseguró que “lo más lindo que hizo Dios, dice la Biblia, fue la familia”. “Todo el amor que Dios tiene en sí, toda la belleza que Dios tiene en sí, toda la verdad que Dios tiene en sí, la entrega a la familia. Una familia es verdaderamente familia cuando es capaz de abrir los brazos y recibir todo ese amor”, aseguró.
Asimismo, recordó que “Dios mandó a su Hijo al mundo en una familia. Dios entró al mundo por una familia y pudo hacerlo porque esa familia era una familia que tenía el corazón abierto al amor”.
“La familia tiene carta de ciudadanía divina, ¿está claro? La carta de ciudadanía que tiene la familia se la dio Dios para que en su seno creciera cada vez más la verdad, el amor y la belleza”, dijo el Papa.
El Pontífice indicó que si bien “en la familia hay dificultades”, estas “se superan con amor. El odio no supera ninguna dificultad. La división de los corazones no supera ninguna dificultad, solamente el amor es capaz de superar la dificultad, el amor es fiesta, el amor es gozo, el amor es seguir adelante”. “Les sugiero un consejo: nunca terminen el día sin hacer la paz en la familia”, exhortó.
(PUBLICADO EN ACIPRENSA)
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Catequesis del Papa Francisco sobre la responsabilidad del bautizado
En su última catequesis sobre el Bautismo, el Papa Francisco reflexionó sobre el significado de los símbolos de las vestiduras blancas y de la vela durante la ceremonia bautismal.
En la Audiencia General celebrada en la plaza de San Pedro del Vaticano este miércoles 16 de mayo, el Santo Padre señaló que las vestiduras blancas “expresan simbólicamente aquello que ha sucedido en el sacramento, anuncia la condición de transfigurados en la gloria divina”, y recordó “el mandato de llevar esa vestimenta sin mancha para la vida eterna”.
Asimismo, sobre la vela indicó que “también la entrega ritual de la vela encendida del cirio pascual recuerda los efectos del bautismo: ‘Recibe la luz de Cristo’. Estas palabras recuerdan que no somos nosotros la luz, sino Jesucristo, el cual, resucitado de entre los muertos, ha derrotado a las tinieblas del mal. ¡Nosotros estamos llamados a recibir su esplendor!”.
A continuación, la catequesis del Papa Francisco:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy concluimos el ciclo de catequesis sobre el Bautismo. Los efectos espirituales de este sacramento, invisibles para los ojos pero que operan en el corazón de quien se ha convertido en una nueva criatura, se hacen explícitos mediante la entrega de la prenda blanca y la vela encendida.
Después del lavacro de regeneración, capaz de recrear al hombre según Dios en la verdadera santidad (cf. Ef 4,24), pareció natural, desde los primeros siglos, revestir a los nuevos bautizados con una prenda nueva, blanca, a semejanza del esplendor de la vida conseguida en Cristo y en el Espíritu Santo. La vestimenta blanca expresa simbólicamente lo que ha sucedido en el sacramento, y anuncia, al mismo tiempo, la condición de los transfigurados en la gloria divina
San Pablo recuerda el significado de revestirse de Cristo, cuando explica cuáles son las virtudes que deben cultivar los bautizados: "Elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente al otro…Y por encima de todo esto revestíos de caridad, que es el vínculo de la perfección”. (Col 3: 12-14).
La entrega ritual de la llama tomada del cirio pascual también recuerda el efecto del Bautismo: "Recibid la luz de Cristo", dice el sacerdote. Estas palabras recuerdan que nosotros no somos la luz, sino que la luz es Jesucristo (Jn 1, 9, 12, 46), quien, resucitado de entre los muertos, ha vencido las tinieblas del mal. ¡Nosotros estamos llamados a recibir su esplendor! Al igual que la llama del cirio pascual ilumina cada vela, el amor del Señor resucitado inflama los corazones de los bautizados, llenándolos de luz y calor. Y por eso desde los primeros siglos el sacramento del bautismo también se llama "iluminación" y al bautizado se le llamaba "el iluminado”.
Esta es ciertamente la vocación cristiana: "Caminar siempre como hijos de la luz, perseverando en la fe" (cf. Rito de la iniciación cristiana de adultos, n. ° 226, Jn 12, 36). Si se trata de niños, es deber de los padres, junto con los padrinos y madrinas preocuparse por alimentar la llama de la gracia bautismal en sus pequeños, ayudándolos a perseverar en la fe (cf. Rito del bautismo de los niños, n. 73). " La educación en la fe, que en justicia se les debe a los niños, tiende a llevarles gradualmente a comprender y asimilar el plan de Dios en Cristo, para que finalmente ellos mismos puedan libremente ratificar la fe en que han sido bautizados. "(ibid., Introducción, 3).
La presencia viva de Cristo, que debemos proteger, defender y dilatar en nosotros, es la lámpara que ilumina nuestros pasos, luz que orienta nuestras decisiones, llama que calienta los corazones para ir al encuentro del Señor, haciéndonos capaces de ayudar a los que hacen el camino con nosotros, hasta la comunión inseparable con Él. Ese día, dice también el Apocalipsis, "Noche ya no habrá; no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los alumbrará y reinarán por los siglos de los siglos"(véase 22: 5).
La celebración del bautismo termina con la oración del Padre Nuestro, propia de la comunidad de los hijos de Dios. En efecto, los niños renacidos en el bautismo reciben la plenitud del don del Espíritu en la confirmación y participan en la eucaristía, aprendiendo lo que significa dirigirse a Dios llamándolo "Padre".
Al final de estas catequesis sobre el Bautismo, repito a cada uno de vosotros la invitación que expresé en la exhortación apostólica Gaudete et Exsultate: "Deja que la gracia de tu Bautismo fructifique en un camino de santidad. Deja que todo esté abierto a Dios y para ello opta por él, elige a Dios una y otra vez. No te desalientes, porque tienes la fuerza del Espíritu Santo para que sea posible, y la santidad, en el fondo, es el fruto del Espíritu Santo en tu vida (cf. Ga 5,22-23)”.
(PUBLICADO EN ACIPRENSA)
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“Nunca aprenderemos”: El Papa lamenta las continuas guerras en el mundo
“Nunca aprendemos. ¡Que Dios nos ayude!”, con este lamento el Papa Francisco deploró las continuas guerras que siguen acechando hoy a la humanidad en diferentes lugares del mundo.
Al finalizar la Audiencia General de este 16 de mayo en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el Santo Padre se dirigió a los peregrinos de lengua polaca, y en concreto a un grupo de excombatientes que lucharon en la batalla de Montecassino durante la Segunda Guerra Mundial.
“Saludo a los peregrinos polacos y, de manera especial, a los excombatientes de la Segunda Guerra Mundial venidos para la conmemoración del aniversario de la batalla de Montecassino”, señaló Francisco.
El Papa recordó la tristeza de las dos guerras mundiales del siglo pasado y lamentó que en la actualidad se sigan produciendo conflictos bélicos que afectan a millones de personas.
Sin embargo, también tuvo palabras de esperanza e invitó a los excombatientes a ser impulsores de la paz. “La tragedia de la guerra que vivisteis, la fuerza del espíritu, la fidelidad a los ideales y el testimonio de la vida se conviertan en llamada para el cese de los conflictos en curso en el mundo y para la búsqueda de caminos de paz”, expresó.
La abadía benedictina de Montecassino, al sur de la ciudad de Roma, fue el escenario de una de las batallas decisivas de la Segunda Guerra Mundial entre el ejército nazi y las potencias aliadas encabezadas por Estados Unidos y Reino Unido.
Dentro de la abadía en ruinas se habían hecho fuerte una división de paracaidistas alemanes que impedían la toma de este importante enclave por parte de las fuerzas aliadas que trataban de expulsar a las tropas nazis de Italia.
El 18 de mayo de 1944, tropas polacas y francesas consiguieron conquistar las ruinas del monasterio, lo que permitió el avance de los aliados hacia la ciudad de Roma. En el asalto murieron más de mil soldados polacos.
La abadía quedó completamente destruida por los combates, aunque su archivo y la mayor parte de sus obras de arte pudieron depositarse en el Vaticano antes de los bombardeos. Fue reconstruida tras la guerra.
(PUBLICADO EN ACIPRENSA)
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