¿Por qué el 4 de julio es fiesta litúrgica en la Diócesis?
El miércoles, día 4 de julio, se
conmemoró la festividad de San Valentín de Berriotxoa, segundo patrono de la
Diócesis desde su proclamación en 1989 y desde el 2012, tras la concesión
realizada por la alta Sede, es “Fiesta litúrgica” en la diócesis de Bilbao.
Esto quiere decir que en la misa se canta o reza el Gloria y que hay oraciones
y lecturas propias del Santo.
En Elorrio, villa natal de San
Valentín de Berriotxoa, a las 12:00 h., el Obispo presidió la Misa Mayor, en la
parroquia de la Purísima Concepción.
Desde su canonización, San
Valentín, ha sido el Segundo Patrono, la denominación no cambia, ya que el
primero sigue siendo san Ignacio de Loyola.
Homilía San Valentín de Berriotxoa. 2018
Queridos hermanos y hermanas
Celebramos un año más la fiesta de
San Valentín de Berriotxoa. Celebramos a un santo, es decir, a un hombre, como
nosotros, que eligió hacer de su vida algo grande, un proyecto que mereciera la
pena.
El mundo de hoy no nos invita a
hacernos las preguntas fundamentales de la vida. ¿Qué significa vivir? ¿Cómo
responder a los deseos profundos y verdaderos del corazón? ¿Cómo orientar la
vida? ¿Qué hacer con la propia vida? ¿Qué ayudas puedo encontrar para hacer de
mi vida algo grande y que merezca la pena?
La tentación es la mediocridad.
Conformarnos con pequeños placeres. Vivir sin un proyecto a largo plazo. La
tentación de vivir en lo superficial, en la moda, en el hedonismo, en los vaivenes
de las ideologías que nos imponen, en lo política y mediáticamente correcto.
Pero no hemos sido elegidos para esto. Como nos dice el apóstol San Pablo “Dios
nos eligió en la persona de Cristo para que fuésemos santos ante Él por el
amor.”
Esto quiere decir que yo he sido
elegido. Yo he sido amado. Existe un proyecto para mi. Existe un camino para
recorrer. Existe Alguien que me acompañará y me sostendrá en el camino. Existe
Alguien que hará de mi vida una realidad grande, apasionante y hermosa. Existe
Alguien que me ayudará a ser plenamente feliz. Este es el camino de la
santidad.
El Papa Francisco ha publicado
recientemente su última exhortación apostólica “Gaudete et exultate”. En ella
se nos habla de la santidad como del proyecto de Dios para cada uno de
nosotros. La santidad que consiste en vivir cada día en el amor. La santidad en
la vida corriente del trabajo, la entrega, la paciencia, la alegría, la
generosidad, la ayuda a los demás, la misericordia, el perdón. Es la santidad
que crece en los pequeños gestos de cada día.
La santidad está unida a la misión. A
cada uno de nosotros se le ha confiado una misión en la vida. Quizás no nos
hemos preguntado sobre esta cuestión fundamental. Esta misión la reconocemos en
la oración y en los signos que cada día el Señor pone en nuestra vida. Tenemos
que aprender a leer nuestra vida a la luz de la Palabra de Dios y preguntarnos
acerca del sentido de nuestra vida y de nuestra misión. Y, una vez conocida
esta misión, que es nuestra vocación, poner toda nuestra energía en llevarla a
cumplimiento.
El Papa Francisco nos ofrece dos
grandes referencias para vivir la santidad: las bienaventuranzas y el protocolo
del juicio final relatado en el evangelio de San Mateo. Dichosos los pobres,
los mansos, los que tienen sed de justicia, los misericordiosos, los limpios de
corazón, los pacíficos, los perseguidos… Venid y heredad mi Reino, porque me
disteis de comer, de beber, me vestisteis, me visitasteis, me ayudasteis, me
acompañasteis… Este es el camino de la santidad.
Y esta santidad no parte de nuestras
fuerzas. Es un don, una gracia de Dios que debe ser acogida en nuestra vida.
Esta gracia debe dar fruto en nuestra vida con nuestra colaboración. Esta
gracia la recibimos en los sacramentos, de modo habitual en la Eucaristía. En
Ella se nos da el don de la vida de Cristo para que esta vida prenda en nuestro
corazón. La santidad tiene su origen en Dios. Dios la concede a quienes lo
acogen cada día en la vida ordinaria, en los acontecimientos normales que cada
día suceden.
Pedimos a San Valentín que nos
permita aspirar a una vida grande, plena y apasionante. Que no nos conformemos
con lo mediocre, lo superficial, lo políticamente o mediáticamente correcto,
con las modas pasajeras, con lo que nos quita la verdadera libertad y la
alegría.
El camino de la santidad es un camino
lleno de luz, de amor, de generosidad, aunque esté surcado por la cruz y las
dificultades que requieren el combate, la paciencia, la oración, la fortaleza,
la ayuda de Dios y de los hermanos. Tampoco estos dones nos van a faltar.
“Los santos que ya han llegado a Dios
mantienen con nosotros lazos de amor y comunión. Ellos nos alientan, nos
estimulan y nos acompañan a seguir caminando hacia la meta” (cfr. GE 4, 3). Hoy
nos acogemos a la intercesión de San Agustín y al cuidado materno de María.
Santos y santas de Dios, rogad por nosotros. AMEN.
X Mario
Iceta Gabicagogeascoa
Obispo de Bilbao
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