Campaña DOMUND 2018 “Cambiar el Mundo”
Mario Iceta Gabicagogeascoa
Obispo de Bilbao
Queridos hermanos y hermanas.
1. “Cambiar el mundo”, ahí es nada y ahí nos lo jugamos todo. Es
el lema que nos propone la Campaña del DOMUND de este año. Cambiar el mundo es
un anhelo que anida en lo más profundo de nuestro corazón. Cambiar el mundo
según el corazón de Dios. Hacerlo habitable, fraterno, humano y divino. Desde
la encarnación del Hijo de Dios, esta tarea es posible. Lo humano se ha
revestido de lo divino. Todo adquiere el sentido de Dios. Y a través de esta
santa humanidad del Hijo de Dios, nos llega el don del Espíritu, la Persona
Amor que posibilitará este cambio del mundo desde su misma raíz. Desde lo más
profundo de su ser.
2. El cambio del mundo comienza por el cambio del corazón. La
transformación del mundo va de dentro hacia fuera, como esa levadura que en
interior de la masa la fermenta y la hace crecer, o esa semilla que lleva en su
seno el poder de convertirse en árbol frondoso que puede acoger a tantos seres
vivientes. Así, el don del Espíritu Santo comienza mutando nuestro corazón,
haciéndolo de carne, haciéndolo semejante al Corazón de Jesús. Cambiando lo
rígido, frío y oscuro en amor, calor y luz. Lo hace salir de sí mismo para
acoger, servir, entregarse, transformar.
3. Así como el cambio del mundo comienza desde dentro, el día de
nuestro bautismo, Dios obró en nosotros este cambio interior, hijos e hijas de
la luz, templos del Espíritu Santo, agregados a Cristo muerto y resucitado,
miembros de la gran familia de los vivientes, de la Iglesia, constituidos en
discípulos y misioneros, consagrados y enviados. Junto a esta admirable
transformación se nos confió una misión. La vida cristiana no tiene una misión,
sino que ella misma es misión. La misión no es algo confiado únicamente a estas
mujeres y hombres admirables que dejándolo todo son enviados a tierras lejanas
a sembrar la Palabra viva de Dios. Es una misión confiada a cada uno de
nosotros. Quizás, en este mundo que avanza a velocidad trepidante, puede que no
nos hayamos preguntado acerca de nuestra misión. Cuál es la misión que Dios me
ha confiado, cuál es el don que Dios me ha dado, es decir, cuál es el sentido
profundo de la vocación de mi vida y que debe ser el motor de mi existencia,
donde encontraré la verdarera alegría, la paz y la esperanza.
4. Celebrar el día del DOMUND nos permite detenernos para reflexionar
acerca de estas cuestiones, para orar juntos por la misión que se nos ha
confiado y colaborar con nuestra plegaria y ayuda a tantos hermanos y hermanas
que han hecho de su vida un hermoso canto de amor y de entrega a los más
necesitados hasta los confines de la tierra.
5. Pensar en la misión y vivir el día de la misión es querer
superar nuestros pequeños egoísmos, nuestros planes, a veces tan chatos y
cortos de miras, para abrirnos al inmenso mundo donde tantas personas esperan
la Palabra de vida, la razón para esperar, el amor y la misericordia que les
redime de sus pobrezas espirituales, sociales y materiales. Es lo que el Papa
Francisco denomina fomentar la pastoral del vinculo: salir de nuestra soledad
para establecer la fraternidad y el servicio que alegra y engrandece nuestras
vidas, dirigiéndolas hacia un horizonte de esperanza.
6. Este año, el mes de octubre coincidirá con el Sínodo dedicado a
los jóvenes, donde se tratará de modo particular acerca de su vocación y
misión. La misión de la Iglesia necesita ser profundamente renovada, y a esta
noble tarea están llamados los jóvenes, con su creatividad, con su novedad, con
formas y estilos nuevos para un mundo envejecido, con el profundo deseo de
santidad de vida y de entrega generosa, es decir, con la acogida del don del
Espíritu Santo que hace nuevas todas las cosas y nos mantiene en la perenne
juventud de Dios.
7. Quizás nos da miedo presentar a los jóvenes ideales altos,
compromisos duraderos. A veces, las experiencias cortas de misión y de servicio,
pueden ser ocasión propicia para que nuestros jóvenes se planteen ideales altos
y descubran la misión que Dios les confía. Como nos dice el Papa Francisco en
su mensaje para este día: “Ser atraídos y ser enviados son
los dos movimientos que nuestro corazón, sobre todo cuando es joven en edad,
siente como fuerzas interiores del amor que prometen un futuro e impulsan hacia
adelante nuestra existencia. Nadie mejor que los jóvenes, percibe cómo la vida
sorprende y atrae. Vivir con alegría la propia responsabilidad ante el mundo es
un gran desafío”.
8. Vivamos con agradecimiento y profundidad del Domingo Mundial de
las Misiones. Que María, que se puso en camino, sin demora, al encuentro de su
prima Isabel, nos ayude a salir de nosotros mismos para ir al encuentro de
quienes no conocen a Jesús, de quienes sin saberlo lo esperan ardientemente y
lo necesitan como un don precioso que ilumina toda la existencia, en un
renovado y gozoso impulso misionero.
Con gran afecto.
+ Mario Iceta Gabicagogeascoa
Obispo de Bilbao
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