Queridos hermanos y hermanas.
1. Las parábolas del perdón defienden e iluminan la
actitud del Cristo que busca y carga
sobre sí a la oveja perdida. Esta parábola de la oveja perdida y del hijo
pródigo nos muestra la misericordia infinita de Dios. Él perdona nuestros
pecados y nos convoca a su mesa y a su Reino.
2. Con las parábolas de la misericordia Jesús el
auténtico rostro de Dios. Es amor y misericordia. A través de las parábolas,
Dios se ha revelado como fuerza de un amor que salva y crea.
3. Cualquier pastor que ha perdido una oveja coloca a
las otras en sitio seguro y se arriesga a buscar la que falta. La mujer que ha
extraviado una moneda no se ocupa de las otras; ilumina su morada y limpia todo
hasta encontrarla. En ambos casos se suscita el mismo gozo: la alegría de
encontrar de nuevo aquello que estaba ya perdido. La forma de actuar de Dios es
semejante. No le basta con los justos; no se ocupa simplemente de los buenos.
Dios atiende especialmente a los que viven en peligro, y busca a los pecadores.
Este amor justifica la actitud de Jesús y de la Iglesia con respecto a los
pequeños, los perdidos y los pecadores.
4. Dios se ha revelado en las parábolas como amor que
busca lo perdido, que perdona y crea. Dios es padre que a todos ofrece la
gracia de un perdón y la posibilidad de una existencia nueva; su alegría está
precisamente en ayudar a los que están extraviados o en peligro. El evangelio
se define a partir de esta revelación de amor. Jesús se ha presentado como la
"encarnación" del perdón creador de Dios.
5. El escándalo que produce su actitud significa en el
fondo un rechazo del auténtico. También Moisés nos ha enseñado en la primera
lectura a perdonar y a pedir por los pecadores. Esto es posible cuando uno ha
experimentado el perdón de Dios. Así lo expresa San Pablo: “Cristo Jesús me
hizo capaz y se fio de mi. Y eso que antes era un blasfemo, perseguidor y
violento.Pero Dios tuvo compasión de mi. Me dio la fe y el amor cristiano”. Es
la experiencia del amor de Jesús. Él se acerca a los publicanos y pecadores y
los carga sobre sus hombros con gran alegría.
6. En esta Eucaristía queremos agradecer el servicio
durante tantos años de Don Jesús en esta parroquia. Es un hombre bueno, humilde
y servicial. Son los tres rasgos propios del servidor bueno y fiel del que nos
habla el Evangelio. Ha compartido las preocupaciones y problemas de la gente
sencilla, sin distinción de ningún tipo. Su presencia amiga, cariñosa y
discreta ha sido constante en los acontecimientos de esta parroquia. Es ejemplo
de fraternidad y amor con obras.
7. Pero los años no pasan en balde. La edad hace que
aparezcan limitaciones en el deseo de servir y de cuidar de la parroquia. Hoy
queremos agradecer a Dios todos los dones que nos ha concedido en la persona de
Don Jesús. Que Dios siga cuidando de él. Que esta nueva etapa de su vida la
viva con paz, alegría y esperanza. Muchas gracias Don Jesús por tu servicio
fiel y tu entrega generosa. Dios te bendiga y que sigas estando muchos años con
nosotros. Eskerrik asko!
+Mario Iceta Gabicagogeascoa
Obispo de Bilbao
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