Nos ponemos en camino en un nuevo año pastoral marcado por la elaboración del VI Plan Diocesano de Evangelización. Por eso es necesario que juntos nos pongamos a la escucha de lo que el Señor quiere decir a nuestra Iglesia diocesana
Él designa y Él envía a los discípulos misioneros, porque tanto la tarea como la mies son suyas.
Necesitamos urgentemente renovar la conciencia de la centralidad
de la Eucaristía en la vida del creyente y de la Iglesia, fuente de donde nace
la tarea evangelizadora.
Tomamos conciencia de la necesidad de presbíteros para la
celebración y la presidencia de la comunidad, no perdiendo la esperanza de que
el dueño de la mies enviará los obreros que necesitamos. Por eso debemos pedir
insistentemente en la oración y fomentar sin desfallecer el cultivo vocacional
a todos los carismas y ministerios, pero con mayor urgencia si cabe al
ministerio presbiteral.
La Iglesia es un misterio de comunión. Vivir esta realidad es
indispensable para la tarea evangelizadora.
Cada generación necesita ser enviada. También nuestra generación
joven necesita ser enviada. Enviados a donde piensa ir Él, pues a quien espera
esta humanidad es a Jesús, a quien nosotros humildemente queremos portar y
anunciar.
Una pregunta fundamental sobre ser Iglesia en salida es ¿quién irá
a evangelizar? De poco sirven estrategias pastorales, altos ideales, si cada
uno y juntos no nos levantamos decididamente para anunciar con el testimonio y
con la palabra a personas concretas, en ambientes concretos, con creatividad,
audacia, constancia, sin miedos ni prejuicios.
Bautizar es en el fondo una opción educativa, una orientación
decisiva de la vida. Y el Evangelio sigue siendo luz para todos.
La ignorancia sobre la fe cristiana, una visión sesgada, deformada
o caricaturizada de la misma, o un conocimiento superficial y parcial que no
genera un encuentro vivo y personal con Jesús, necesitan una vez más del
compromiso de anunciar apasionadamente a Cristo y de “estar siempre dispuestos
a dar razón de nuestra esperanza”
La paz es fruto de la verdad, del amor y de la justicia. El Señor
nos ha dicho que nos deja y nos da su paz, no como la da el mundo
Los pobres deben tener un lugar privilegiado en el pueblo de Dios
y en el corazón de los creyentes. Estamos llamados a cuidar de la fragilidad de
la vida humana en todo su arco vital, desde la concepción hasta la muerte
natural
La colaboración con Iglesias en países lejanos sigue siendo una
prioridad de la tarea diocesana, particularmente señalada en este año con
motivo del mes misionero extraordinario
Quisiera agradecer al voluntariado económico y administrativo
diocesano, de las unidades pastorales y de las parroquias la tarea que
desarrollan. Es una tarea muchas veces ingrata y desconocida.
+ Mario Iceta Gabicagogeascoa
Obispo de Bilbao
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