¿Qué es lo que va a venir?
Las lecturas de este domingo nos ponen en pista de lo que va a venir. Tampoco es que os den una lista de las cosas que van a suceder o nos pinten el retrato robot del Mesías para que reconozcamos al enviado de Dios, en cualquier sitio donde lo encontremos. Pero algunas cosas sí que nos dicen.
Por lo pronto, la lectura del profeta Isaías nos hace abrir los ojos y sentirnos maravillados. Lo que va a venir, lo que va a suceder cuando él venga, no tiene parangón en la historia de la humanidad. Todo lo que el profeta conocía iba a cambiar radicalmente. Hasta el desierto iba a florecer. Hay que recordar que Palestina es una tierra rodeada de desiertos, así que el profeta sabía bien de lo que estaba hablando y de que eso era prácticamente imposible. Pero no sólo los desiertos van a florecer. El que viene nos quitará el temor y el miedo, devolverá la vista a los ciegos y los sordos volverán a oír. Dicho de otra manera, los que por el pecado habían quedado incapaces para comunicarse con el mundo, los que nos habíamos quedado sordos y ciegos ante el Dios que nos ama y nos invita a la salvación, recuperaremos esos sentidos y volveremos a ver y a oír al Dios que nos llama. Los liberados de todas las esclavitudes darán saltos de alegría y tendrán una dicha eterna reflejada en sus rostros. Eso es lo que va a suceder cuando venga el que está a punto de venir según el profeta.
El Evangelio repite las mismas ideas. Ante la pregunta de los discípulos de Juan Bautista a Jesús, éste responde: “Vayan y cuéntenle a Juan lo que han visto y oído” y a continuación les dice casi al pie de la letra lo que decía la lectura del profeta Isaías. Pero con una diferencia importante. Donde el profeta utilizaba el futuro, Jesús usa el presente. Lo que el profeta anunciaba como algo que había que esperar, Jesús lo dice como algo que ya está sucediendo. No sólo eso. Jesús alaba a Juan Bautista. Ha sido, dice, el mayor de los profetas. Sin duda. Pero nos sorprende con su última frase: “Sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más que él”. Parece que Jesús habla de un presente, algo que ya está sucediendo, que es de tal forma nuevo, que hasta la figura gigante de Juan Bautista queda apagada ante ello.
Y es verdad. Jesús tiene razón. El Reino ya está aquí. Dios ha abierto ya los oídos de los sordos y los ojos de los ciegos. Hoy sabemos que el Adviento es recuerdo de una espera que fue, pero que para nosotros ya es presente. Celebramos el aniversario de la llegada de Jesús. No estamos esperando a que venga, porque ya ha venido. Abrid los ojos y mirad a vuestros vecinos, amigos y familiares, veréis un hijo de Dios. ¿Qué otra cosa es el Reino?
Para la reflexión¿Tengo los oídos y los ojos abiertos para ver la presencia del Señor que está cerca de mí, que vive en mi barrio y en mi familia? ¿Siento la alegría de su presencia salvadora en mi vida? ¿Cómo comunico esa alegría a los demás, a los que viven conmigo?
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