Aquí estoy, envíame (Is 8, 6)
Urte barria modu
berezian hasten jaku
Comienza el año con la celebración de la Solemnidad de Santa
María, Madre de Dios, ocho días después de la celebración del Nacimiento de
Jesús en Belén. Este mismo día se celebra también su circuncisión y la
imposición del nombre: Jesús, que significa Dios salva. Como clarificó
el Concilio de Éfeso (año 431), presidido por el obispo San Cirilo de
Alejandría, a María se le puede llamar con toda propiedad Madre de Dios, pues
la relación maternal se dice de la relación entre personas y, en el caso de
María es Madre de la Segunda Persona de la Santa Trinidad, el Hijo encarnado.
Esta verdad de fe fue proclamada para rebatir la propuesta el obispo Nestorio,
quien afirmaba que María sería en todo caso Madre de Jesús, pero de ninguna
manera se le podría llamar Madre de Dios. La revelación plasmada en la fe que
vivimos, una vez más, vuelve a desbordar los límites de la comprensión humana.
Bakea itxaropen- bide
En Bizkaia, con propiedad, llamamos a la Virgen María, Madre
de Dios de Begoña. Providencialmente, esta realidad de ser Madre de Dios
pertenece desde hace siglos a la fe sencilla de nuestro pueblo, que la invocan
de esta cariñosa manera. Es un día en el que también celebramos la jornada
mundial por la paz. El lema escogido por el Papa Francisco para este año es: “La
paz como camino de esperanza: diálogo, reconciliación y conversión ecológica”.
En su mensaje, el Santo Padre nos recuerda que: “La paz brota de las
profundidades del corazón humano y la voluntad política siempre necesita
revitalización, para abrir nuevos procesos que reconcilien y unan a las
personas y las comunidades. El mundo no necesita palabras vacías, sino testigos
convencidos, artesanos de la paz abiertos al diálogo sin exclusión ni
manipulación. De hecho, no se puede realmente alcanzar la paz a menos que haya
un diálogo convencido de hombres y mujeres que busquen la verdad más allá de
las ideologías y de las opiniones diferentes”.
Fedearen argia
jarraitzeak Jesusegaz bat egitea dakar
De esta entrañable fiesta de Jesús, de María y de la paz, nos
encaminamos a la Solemnidad de la Epifanía del Señor, la fiesta que comúnmente
llamamos de Reyes. El relato del Evangelio nos muestra a unos magos de Oriente
que, guiados por la luz de la fe representada por la estrella, llegan hasta el
portal de Belén para adorar al Niño Jesús que estaba con María, su madre, y con
San José. Es la fiesta en que conmemoramos la manifestación de Jesús como
salvador de todos, más allá de sus diferencias de razas, lenguas y naciones.
Seguir la luz de la fe posibilita nuestro encuentro con Jesús en los
acontecimientos de cada día. Ocasión para arrodillarnos y adorar a Dios hecho
carne pequeña y humilde. La fe dispone nuestra mirada para percibirle presente
entre nosotros y descubrirle en el servicio del prójimo en las situaciones
quizás más corrientes y ordinarias de nuestra vida.
Abegikorrak izan eta
topaketak erraztu
El transcurso del mes nos guiará hasta el octavario de
oración por la unidad de los cristianos. El lema de este año es: “Nos trataron
con una solicitud poco común” (Hch 28, 2). La lectura del libro de los Hechos
de los Apóstoles que se utiliza en este año comienza con Pablo siendo llevado a
Roma como prisionero (Hechos 27, 1ss). Pablo está encadenado, pero aun en la
que se volverá una travesía peligrosa, la misión de Dios continúa a través de
él. Meditando el texto percibimos que es muy necesaria la virtud de la
hospitalidad en nuestra búsqueda de la unidad. Es un hábito que nos invita a
una mayor generosidad para con los que pasan necesidad. Las personas que
trataron con una solicitud poco común a Pablo y a sus compañeros no conocían
aún a Cristo y, sin embargo, fue a través de su trato poco común que un grupo
dividido se fue uniendo. Nuestra propia unidad cristiana se manifestará no
solamente mostrando hospitalidad unos con otros, por muy importante que esto
sea, sino también a través de encuentros cordiales con aquellos que no
comparten nuestra lengua, cultura o religión.
Eskerrak emoteko eta
parkamena eskatzeko sasoia
El comienzo de año siempre es ocasión para agradecer a Dios
todos los dones recibidos durante el año que ha transcurrido. Para pedir perdón
por todas las faltas y pecados que han oscurecido el amor y la entrega que
debemos a Dios y a los demás. Y para ponernos a disposición del Señor para ser
nuevamente enviados. Como hermosamente describe el libro de Isaías: “Entonces
escuché la voz del Señor, que decía: “¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por
nosotros?”. Contesté: “Aquí estoy, envíame” (Is 6, 8). Enviados con la
confianza puesta en Dios, salvados en su esperanza y sostenidos por su amor.
Pedimos la protección de nuestra Madre la Virgen. Que Ella guíe nuestros pasos
durante el año que acabamos de estrenar. Urte barri on! Con gran afecto.
+ Mario Iceta
Gabicagogeascoa
Obispo de Bilbao
No hay comentarios:
Publicar un comentario