miércoles, 8 de enero de 2020

HOMILÍA DE DON MARIO - LA NAVIDAD DEL SEÑOR


Muy queridos hermanos y hermanas.

 

En este día Santo del nacimiento de Jesús, quisiera compartir con vosotros cuatro reflexiones que nos permitan penetrar en lo que hoy queremos vivir con intensidad.

 

Hemos visto los pastores que estaban llevando adelante su trabajo, a veces tenemos una visión idílica de los pastores, como si fuera una cosa bonita, los corderitos, bien el pastoreo es una profesión dura, muy probada, estaban de noche, al raso, seguramente con sueño, igual con hambre, ciertamente en la noche, en la oscuridad y se les anuncia a ellos, hoy para vosotros ha nacido El Salvador.

 

Me gustaría detenerme en esta palabra hoy, porque en la Biblia el hoy significa que Dios siempre está presente actuando para nosotros.  Ya el salmo segundo decía “Tú eres mi hijo yo te he engendrado hoy”, es decir la eternidad de Dios que entra en el mundo.  Hoy significa que también hoy día 25 de diciembre de 2019 el Señor se te ofrece, quiere entrar en tu vida, hoy se te anuncia a ti una vez más la salvación de Dios, hoy el Señor te vuelve a elegir y vuelve a mostrar su amor en el portal de Belén.  Quizás en la oscuridad de nuestra vida, nuestra vida tiene tantos claros y oscuros, hay veces que estamos felices, estamos serenos, estamos tranquilos, pero de repente aparecen los problemas, las dificultades, las incomprensiones, las malas noches, las dificultades en el trabajo y en la familia, la oscuridad en el trabajo de los pastores, “Hoy se te anuncia que Dios viene a ser tu salvación, hoy mismo”.

 

Por eso la segunda idea sería la que nos iba preparando el tiempo de adviento, sobre todo ya el último domingo nos decía “Portones alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas, va entrar el Rey de la Gloria, si tú le dejas entrar, si abres las puertas, para que entre quién es Luz y quién es Vida.

 

Nos ha dicho Isaías en la primera lectura “En la oscuridad apareció la gracia de Dios.  El prólogo del Evangelio de San Juan, que es el propio de la misa del día, dice, “La palabra era vida, la palabra era la luz, vino a los suyos, muchos no lo recibieron, pero a quienes lo recibieron les da poder para ser hijos de Dios”.  No ha nacido de amor carnal ni de amor humano, si no ha nacido de Dios, “La palabra se hizo carne y habita entre nosotros”.  Como se posiciona mi corazón ante hoy, cuando Dios una vez más llama a mi corazón.  

 

Y para que llama, sería la tercera reflexión.  Isaías nos ha dicho “Viene para quebrar la caña que batía sobre el lomo, viene para quebrar el yugo que esclavizaba, viene para lavar la túnica de sangre”, es decir viene para aliviar al mundo de tanto sufrimiento, viene para aliviar al mundo de tanta violencia, en la que también nosotros estamos inmersos, cuanta violencia verbal, cuantas veces percibimos que no somos amados como realmente necesitamos ser amados, estamos en un mundo competitivo que como no estés atento te quedas fuera, te quedas en la cuneta, cuantas veces necesitamos ser acompañados, ser consolados, ser escuchados y no encontramos quien lo haga.  Viene para romper la vara que somete a los pueblos, la vara que genera hambrunas, que genera guerras, la bota del opresor, nos ha dicho Isaías “El yugo que nos esclaviza que nos da con la cabeza en el suelo, en la tierra”.  Viene para disipar toda violencia, toda humillación, todo pecado.  Y quién y como lo hace, sorprendentemente ya Isaías lo anunciaba a los judíos “No viene un rey poderoso con la potencia de los ángeles, dice, porque un Niño se los ha dado”.

 

No sé si la capilla de música lo cantara al final, lo suelen cantar en Pascua el oratorio de “El Mesías” de Haendel, precisamente el Aleluya lo que canta es este texto de Isaías “Se los ha dado un niño que es consejero, que es fortaleza, que es príncipe de la paz, un niño”. Y como lo hace por medio del amor, el amor es la fuerza más poderosa del universo, el amor es lo que desata todos los nudos, es lo que rehace todo lo que ha dejado la violencia deshecho, el amor es lo que rehace la vida y las ganas de vivir, el amor es la fuente de la paz.  El mundo nunca encontrará la paz si no aprende a amar, porque la paz solo es fruto del amor, no de un equilibrio de fuerzas,  de una guerra fría, vamos a soportarnos unos a otros, no, es cuando uno realmente ama, perdona, es cuando surge el árbol fuerte y frondoso de la paz por eso Jesús es el príncipe de la paz, porque nos enseña a amar.  Nuestras familias serían más pacíficas si maramos mejor, nuestro vecindario sería más pacífico se aprendiéramos a amar, nuestra tierra nuestro mundo será paz cuando aprendamos a amar, a perdonar, a compartir, sabiendo que el amor es un Niño que se da en su sencillez e inocencia, no tiene poderes mundanos, tiene un amor limpio que sonríe y que se dona.

 

Pronto celebraremos la Epifanía del Señor, ahí veremos cómo Herodes se sobresalta ante un Niño, tiene miedo de que le quiten su trono, sus cuatro pobres pertenencias.  A los Magos de Oriente no les importa inclinarse y doblar la rodilla ante un Niño que les va a enseñar a amar, porque luego van a volver a su país por otro camino, el camino del perdón y de la misericordia, reconciliados con Dios, reconciliados entre sí, reconciliados consigo mismo.

 

Por eso hoy en este día Santo de la Natividad del Señor abramos nuestro corazón para que el Señor entre en cada uno de nosotros, rompa todo aquello que nos esclaviza, disipe nuestras propias violencias y nos enseñe a amar como un Niño, de modo puro, de modo inocente, que no busca nada que no tiene intereses, si no es amor, entrega, sonrisa, alegría de Dios.

 

Así lo pedimos esta mañana al Señor por intercesión de la Virgen María, que también queremos mirar, aunque la miraremos el uno de enero, la alegría de María al dar a luz a un Niño, conocéis los que sois padres y madres, una madre con que alegría da a luz al niño, el fruto de sus entrañas.

Pues también hoy dirigimos el corazón a María para felicitarla, para acompañarla y para que nos dé al Niño que entre para siempre en nuestra vida, en nuestro corazón.

 

Que así sea.

 

X Mario Iceta Gabicagogeascoa

Obispo de Bilbao

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