Os dejamos la Homilía de Don Mario en Lekeitio con motivo de la celebración de San Pedro y San Pablo.
Solemnidad de los santos Pedro y
Pablo
Queridos hermanos y hermanas.
1. Celebramos hoy la fiesta de los
santos apóstoles Pedro y Pablo, apóstoles de Jesús. San Pedro nació en
Betsaida, junto al lago de Tiberíades y se trasladó a Cafarnaum, donde junto
con San Juan y Santiago, los hijos del Zebedeo, se dedicaba a la pesca. Hombre
sencillo, trabajador y muy bondadoso, pero con carácter un poco abrupto y
testarudo. Ser discípulo de Jesús y, después, una vida llena de entrega y
también de sufrimiento lo transformarán profundamente.
3. San Pablo nació en Tarso. Era hijo
de judíos fariseos y con ciudadanía romana. Tenía una sólida formación
teológica, filosófica, jurídica, mercantil y lingüística (hablaba griego,
latín, hebreo y arameo). Participó en las primeras persecuciones contra los
cristianos. Pero durante un viaje a Damasco, Jesús se le apareció en el camino
y fue uno de sus más fervientes apóstoles, principalmente entre los gentiles.
Viajó como misionero por Grecia, Asia Menor, Siria y Palestina. Murió
decapitado el Roma en una fecha similar a la del apóstol Pedro.
4. Nos dice el evangelio que mientras
Jesús caminaba por la orilla del lago de Galilea, vio a dos hermanos, Simón
Pedro y Andrés que estaban pescando. Y los llamó diciendo: Seguidme, y os haré
pescadores de hombres (Mateo 4,19). Inmediatamente abandonaron sus redes y lo
siguieron. Cuando medito este pasaje de la Escritura me acuerdo muchas veces de
los pueblos de nuestra diócesis que están junto al mar. Entre ellos Lekeitio.
5. Vuestros mayores han vivido en este
lugar tan hermoso bendecido por Dios. Desde la orilla se han adentrado en el
mar para ganarse honradamente la vida. La vida del pescador es una vida dura.
Muchas horas de soledad y de gran esfuerzo. Mucho tiempo alejado de las familias.
Un trabajo difícil e incluso peligroso cuando el mar se encrespa. Muchos de
nuestros antepasados han dejado su vida en el mar.
6. Pero es precisamente en esta dura
tarea donde Jesús ha salido a buscaros. Como hizo con Pedro y Andrés, en esta
orilla, os ha llamado a ser sus discípulos. Y vosotros habéis respondido con
nobleza y entrega. Y edificasteis esta parroquia basílica tan maravillosa que
sella el encuentro permanente de Jesús con cada lekeitiarra. Cuántos
arrantzales, al amanecer, antes de que salga el sol, han venido a rezar a este
templo antes de adentrarse en el mar para una dura jornada de trabajo.
7. Este lugar ha sido testigo de la
escucha de Jesús y de nuestra Madre de la Antigua de vuestras oraciones,
petición de ayuda y acción de gracias. Y Dios os ha bendecido. Como a Pedro y
Andrés hoy os vuelve a llamar y a aseguraros que estará con nosotros hasta el
fin del mundo: en las alegrías y en las penas, en la esperanza y en la
tristeza, en la familia, con vuestros mayores y con vuestros hijos, y en el
duro trabajo del mar.
8. Hoy Lekeitio celebra de modo
particular la fiesta de San Pedro, patrono de los arrantzales. Pedro fue
elegido el primero de los apóstoles y piedra sobre la que Jesús edificará su
Iglesia. Él presenció la transfiguración. Pedro se quedó en el patio del sumo
sacerdote antes de la Pasión y tres veces lo acusaron de ser discípulo de
Jesús. El lo negó las tres veces. En aquel mismo momento, cantó el gallo por
segunda vez y Pedro empezó a llorar. Pedro es un pecador arrepentido. Cristo,
una vez resucitado, va a buscarle. Lo perdona y confirma su elección. Pregunta
a Pedro: "¿Me amas más que éstos?" (Jn 21,15). Pedro afirma tres
veces su amor. Jesús entonces le confía: "Apacienta mis ovejas". Es
la confirmación de su misión como pastor universal de la Iglesia. Su ministerio
se sostendrá gracias al poder de Cristo, quien ora por él. "He rogado por
ti para que tu fe no desfallezca. Cuando vuelvas, confirma a tus hermanos"
(Lc 22,32). Es Cristo el Buen Pastor quien confiere su poder de perdonar,
consagrar, enseñar y dar testimonio.
9. El encuentro con Jesús provocó un
cambio radical en la vida de San Pedro. Ese encuentro le abrió un horizonte
nuevo e inmenso, más grande que el horizonte del mar. Ese encuentro mostró a
Pedro una eternidad, una esperanza, una razón profunda para vivir y para servir
a Dios y al prójimo. Siendo pecador percibió el profundo amor de Dios que está
por encima de todo límite humano y que hace criaturas nuevas. Hoy nos
encomendamos a la intercesión de San Pedro. Que siga protegiendo nuestras casas
y trabajos, que asista a los arrantzales y a la cofradía. Con él acudimos a
nuestra Madre de la Antigua. Que nos ayude a servir a quienes sufren, a los
enfermos, a los ancianos, a los pobres. Santa María de la Antigua cuida de
nuestras familias. San Pedro nuestro patrono, Santa María, Madre de Dios y
Madre nuestra, rogad por nosotros. AMÉN.
X Mario Iceta Gabicagogeascoa
Obispo de Bilbao
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