Esta semana os presentamos algunos artículos muy interesantes para leer y que nos pueden ayudar para hacer oración con ellos.
El Papa Francisco dedicó su homilía de hoy en la Misa de la Casa de Santa Marta a los Ángeles de la Guarda, o también llamados Ángeles Custodios, puesto que hoy es su Fiesta.
“Cada uno de nosotros tiene uno” que “nos acompaña” porque “el Señor se lo ha dado a todos”, explicó. Pero para escucharlo uno debe ser dócil: “el cristiano debe ser dócil al Espíritu Santo. La docilidad del Espíritu Santo comienza con esta docilidad a los consejos de este compañero de camino”, añadió después.
El Pontífice citó algunos salmos y oraciones para recordar cómo la figura del Ángel guardián está siempre presente en cada acontecimiento de la vida. “He aquí que yo envío un ángel delante de ti para custodiarte en el camino y para hacerte entrar en el lugar que he preparado”, dice el Libro del Éxodo que se proclamó en la primera lectura.
El ángel de la guarda “está siempre con nosotros”, aseguró Francisco. “Esta es una realidad. Es como un embajador de Dios con nosotros. Y el Señor nos aconseja: ‘¡Ten respeto por su presencia!”.
“Y cuando nosotros, por ejemplo, hagamos una maldad y pensemos que estamos solos: no, él está”, manifestó.
El Pontífice pidió de nuevo “tener respeto por su presencia. Escuchar su voz, porque él nos aconseja”.
“Cuando sentimos la inspiración: ‘haz esto… esto es mejor… esto no se debe hacer…’ ¡Escucha! ¡No te rebeles a él!”.
El Papa advirtió que a veces “pensamos que podemos esconder muchas cosas”, “cosas feas”, que al final verán la luz”. Y el ángel está allí “para aconsejarnos”, para “protegernos” como haría “un amigo”.
“Un amigo que no vemos, pero que escuchamos”. Un amigo que un día “estará con nosotros en el Cielo, en la alegría eterna”.
“Sólo pide que lo escuchemos, que le respetemos. Solamente esto: respeto y escucha. Y este respeto y escucha a este compañero de camino se llama docilidad”.
Para ser dóciles, aconsejó el Papa, hay que hacerse pequeño, como niños.
“Pidamos hoy al Señor la gracia de esta docilidad, de escuchar la voz de este compañero, de este embajador de Dios que está junto a nosotros en Su nombre, que nos sostiene con su ayuda”.
“Siempre en camino… y también en esta Misa, con la cual bendecimos al Señor, recordamos lo bueno que es el Señor que justo después de haber perdido la amistad nosotros con él no nos ha dejado solos, no nos ha abandonado”.
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En la homilía de la Misa celebrada en la Casa Santa Marta este martes 3 de octubre en el Vaticano, el Papa Francisco invitó a “dedicar un poco de tiempo a meditar en Jesús camino a la Cruz, en su soledad, en la incomprensión de los suyos y ver cuánto nos ha amado y darle las gracias por su decisión valiente y si actitud de obediencia al Padre”.
El Santo Padre destacó cómo Jesús obedece al Padre y se pone en camino hacia la Cruz, a pesar de haber sido abandonado por todos.
“Únicamente en una ocasión se permite pedir al Padre que aleje un poco esa Cruz: ‘Padre, si es posible, aleja de mí este cáliz. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya’, pidió en el Huerto de los Olivos”, indicó Francisco.
Jesús, continuó, fue obediente, y “eso es lo que quiere el Padre. Obediente, con decisión, y nada más. Es así hasta el fin. El Señor acepta la voluntad del Padre con paciencia. Es un ejemplo de camino que consiste no solo en morir sufriendo en la Cruz, sino también en caminar con paciencia”.
El Pontífice explica que los discípulos de Jesús no comprendieron al principio la decisión de ir a Jerusalén sabiendo que allí le esperaba la Cruz, “no entendían qué quería decir, o no querían entender, porque estaban asustados y desconocían la verdad”.
Por lo tanto, “Jesús estaba solo. Nadie le acompañó en esta decisión porque nadie comprendía el misterio de Jesús. Jesús estuvo solo en el camino hacia Jerusalén hasta el fin. Pensemos en el abandono de sus discípulos, en la traición de Pedro… Estaba solo. El Evangelio nos dice que únicamente le consuela un ángel del cielo en el Huerto de los Olivos. Únicamente tenía esa compañía. Por lo demás, estaba solo”.
El Papa también invitó a meditar sobre las veces que los cristianos abandonan al Señor: “¿Cuántas veces intento hacer tantas cosas y no te miro a ti, que has hecho tantas cosas por mí? ¿A ti, que con tanta paciencia toleras mis pecados, mis fallos? Hablemos así con Jesús”.
“Él decidió seguir siempre adelante, dar la cara, y a dar las gracias. Dediquemos hoy unos pocos minutos, cinco, diez, quince, ante el Crucifijo quizás, o viendo a Jesús con la imaginación caminando con decisión hacia Jerusalén y pidámosle la gracia de tener la valentía de seguirlo de cerca”, concluyó.
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En un encuentro con el Instituto Italiano de Donación con motivo del Día del Don, que se celebra en toda Italia el 4 de octubre, el Papa Francisco subrayó que “el don más grande que Dios ha hecho a cada uno de nosotros es la vida” por lo que invitó a protegerla.
“Tenemos el compromiso de conservar y entregar íntegro a las futuras generaciones el planeta que hemos recibido como don gratuito de la bondad de Dios” y sobre todo “frente a la crisis ecológica que estamos viviendo”.
“El don de la vida y el don de la creación provienen del amor de Dios por la humanidad, es más, a través de estos dones Dios nos ofrece su amor”, sostuvo durante la audiencia.
Por ello, “en la medida en que nos abramos y lo acojamos, podemos ser a su vez donde amor para los hermanos”.
Afirmó igualmente que el amor de Jesús es “un amor que se traduce en el servicio a los demás”. “Un amor que rechaza toda forma de violencia, respeta la libertad, promueve la dignidad, rechaza toda discriminación”. “Un amor desarmado, que se rebela más fuerte que el odio”, añadió.
El Sucesor de Pedro indicó que tanto niños como jóvenes “están llamados a hacer la estupenda experiencia de hacer una ofrenda. Se trata de una experiencia educativa, que hace crecer humana y espiritualmente, abriendo la mente y el corazón a los amplios espacios de la fraternidad y del compartir”.
“Donar nos hace sentir más felices a nosotros y a los demás; donando se crean lazos y relaciones que fortifican la esperanza en un mundo mejor”, concluyó.
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En la Audiencia General que presidió este miércoles 4 de octubre en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco afirmó que la resurrección de Cristo dio a los cristianos una capacidad ilimitada de amar, “como si llevaran un ‘pedazo de cielo’ sobre la cabeza".
Subrayó que “la fuerza de la resurrección hace a los cristianos capaces de amar incluso cuando el amor parece haber perdido sus razones. Existe un ‘incluso más’ que habita la existencia cristiana, y que no se explica simplemente con la fuerza de ánimo o con un mayor optimismo. La fe, la esperanza nuestra no es solo un optimismo, es algo más”.
En su catequesis, que versó sobre el tema “Misioneros de la esperanza hoy”, el Papa resaltó que “el cristiano no es un profeta de desgracias. La esencia de su anuncio es lo contrario: es Jesús muerto por amor y que Dios ha resucitado en la mañana de Pascua. Este es el núcleo de la fe cristiana”.
“Si el Evangelio se hubiera acabado con el entierro de Jesús –continuó en su explicación– sería la historia de un profeta que se uniría a tantas biografías de personajes heroicos que han ofrecido su vida por un ideal. El Evangelio sería entonces un libro edificante y consolador, pero no tendría un anuncio de esperanza”.
Sin embargo, “el Evangelio no se cierra con el viernes santo, va más allá, y es precisamente ese fragmento posterior el que transforma nuestras vidas”.
El Santo Padre señaló cómo los discípulos de Jesús estaban abatidos aquel sábado santo después de su crucifixión, "aquella piedra rodada sobre la puerta del sepulcro había cerrado, también, los tres años de entusiasmo vividos junto a su Maestro de Nazareth. Parecía que todo se había terminado, y algunos, decepcionados y asustados, estaban ya abandonando Jerusalén”.
“¡Pero Jesús resucita!”, exclamó. “Este acontecimiento inesperado remueve y provoca un vuelo en la mente y en el corazón de los discípulos. Porque Jesús no resucita solo por sí mismo, como si su resurrección fuera una prerrogativa de la cual estar celoso: si asciende al Padre es porque quiere que en su resurrección participe cada ser humano y trascienda a toda criatura”.
En su catequesis, Francisco invitó a anunciar la resurrección de Jesús no sólo con palabras, sino también con hechos y con el testimonio de vida. “Jesús no quiere discípulos que solo sean capaces de repetir fórmulas de memoria. Quiere testimonios, personas que propaguen esperanza con su modo de acoger, de sonreír, de amar. Sobre todo, de amar”.
De este modo, “la misión de los cristianos en este mundo es abrir espacios de salvación, como células capaces de regenerarse y que restituyen la linfa que parecía que se había perdido para siempre”.
“Cuando el cielo se presenta todo nublado, es una bendición que se hable del sol. Del mismo modo, el verdadero cristiano no se lamenta o se enfada, sino que está convencido, por la fuerza de la resurrección, de que ningún mal es infinito, ninguna noche es sin fin, ningún hombre está definitivamente equivocado, ningún odio es invencible ante el amor”.
Francisco reconoció que, efectivamente, “en algunas ocasiones los discípulos pagarán caro esa esperanza entregada a ellos por Jesús. Pensemos en tantos cristianos que no han abandonado a su pueblo cuando han llegado las persecuciones. Pensemos en nuestros hermanos de Oriente Medio que dan testimonio de esperanza, que ofrecen la vida por ese testimonio. Estos son verdaderos cristianos, llevan el cielo en sus corazones. Miran siempre a los demás”.
“Quien ha tenido la gracia de abrazar la resurrección de Jesús puede incluso esperar lo inesperado. Los mártires de todo tiempo, con su fidelidad a Cristo, cuentan que la injusticia no tiene la última palabra en la vida”, finalizó.
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Después de la catequesis en la que invitó a ser misioneros de esperanza, y antes de dar por concluida la audiencia general, el Papa Francisco anunció que del 19 al 24 de marzo de 2018 se celebrará una reunión con jóvenes de todo el mundo para preparar el Sínodo de los Obispos que precisamente reflexionará sobre la juventud y las vocaciones.
Según explicó el Pontífice en el encuentro participarán jóvenes católicos y de otras confesiones religiosas, así como no creyentes, para ayudar al nuevo Sínodo de octubre de 2018 que llevará por título “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”.
El Papa explicó que con esta iniciativa la Iglesia quiere conocer lo que piensan sobre la fe e incluso escuchar sus críticas y sus dudas.
“Las conclusiones de la reunión de marzo serán transmitidas a los Padres Sinodales”, añadió.
En un comunicado enviado poco después, la Secretaría del Sínodo, señala que “a esta reunión pre-sinodal serán invitados jóvenes en representación de las Conferencias Episcopales, de las Iglesias Orientales, de la vida consagrada y de aquellos que se preparan al sacerdocio, así como de movimientos eclesiales, otras Iglesias y comunidades cristianas, otras religiones, y del mundo de la escuela, de la universidad y de la cultora, el trabajo, el deporte, las artes, etc”.
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En su mensaje a los peregrinos polacos presentes en la Plaza de San Pedro del Vaticano para asistir la Audiencia General del miércoles, el Papa Francisco recordó la petición de la Virgen María en Fátima: “Querría que en cada país se rezara con el rosario”.
Después de recordar la festividad de San Francisco de Asís, el Santo Padre recordó que hace 100 años tuvieron lugar las apariciones de Fátima, y que en cada una de ellas, la Virgen pedía que se rezara el rosario.
“Respondiendo a su petición, recemos juntos por la Iglesia, por la Sede de Pedro y por las intenciones de todo el mundo”, llamó.
“Pidamos perdón por los pecados. Recemos por la conversión de los escépticos, por todos los que niegan a Dios y por las almas del purgatorio. ¡A todos vosotros que rezáis el Rosario, os bendigo de corazón!”.
El Papa Francisco realizó esta petición en su primera Audiencia General del mes de octubre, mes dedicado por la Iglesia de forma especial al rezo del rosario.
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