Caminar en el atardecer
Barriro bidean
Al comenzar un nuevo curso pastoral, nos ponemos de nuevo en
camino respondiendo con generosidad y sin demoras a la llamada del Señor que
nos invita a echar las redes y remar mar adentro. Tenemos la certeza de no ir
solos, sino con Quien nos ha convocado. Él sostiene nuestro caminar y nos
indica, con el soplo del Espíritu, los caminos a recorrer. Así lo hicimos
cuando, durante dos años, en clima de oración y encuentro fraterno, discernimos
estos caminos, que quedaron plasmados en nuestro V Plan Diocesano de
Evangelización. Quisimos seguir las huellas luminosas indicadas por la
exhortación apostólica la alegría del
Evangelio del Papa Francisco.
V. Ebanjelizazino
Egitasmoagaz aurrera
Hemos realizado ya el “paso del ecuador” de nuestro plan y el
atardecer avanza. Quedan dos años de vigencia de dicho plan, por lo que parece
muy oportuno que cada parroquia, unidad pastoral, comunidad e institución
eclesial se vuelva nuevamente hacia Dios en actitud orante y de escucha para
discernir el camino del nuevo curso que comienza y cómo orientar la acción
pastoral en este tiempo: en qué aspectos concretos de la labor pastoral poner
el acento, cómo promover y suscitar las diversas vocaciones que lleven adelante
estas tareas evangelizadoras, cuáles son las herramientas, procesos y
pedagogías más adecuadas para ello y, principalmente, pedir con insistencia y
sin desfallecer la gracia del Espíritu para que la tarea que queremos emprender
dar frutos abundantes según la voluntad de Dios.
Altxatu, bagoaz
Jesús, camino de la pasión, voluntariamente aceptada, urgió a
los apóstoles en el huerto de Getsemaní: “levantaos, vamos”. También, al
comienzo de curso, se vuelve a nosotros para decirnos lo mismo. No tengamos
miedo. Él va por delante y nos enseña el camino. Son palabras propias de la
urgencia de un amor que desea entregarse hasta el extremo para ser fuente de
vida y esperanza para nosotros y para toda la humanidad. A pesar de que pueda
invadirnos una sensación de que la indiferencia circundante ante el mensaje
evangélico puede sofocar el ardor de evangelizar y comunicar la Buena Nueva,
estoy persuadido de que en el fondo del corazón humano se encuentra siempre y
en toda circunstancia el deseo de Dios. Pero muchas veces este deseo está sofocado
por los agobios, los problemas, los sufrimientos, las contrariedades de la
vida. Y también por nuestras incoherencias, contradicciones y faltas de un
verdadero testimonio de discípulos de Jesús.
Ikasi daigun Jesusen
irakasgaietatik
Vienen a mi memoria las palabras que dedica el evangelista
Lucas a los testigos de Emaús, que eran “incapaces” de ver al Señor. Muchas
veces también experimentamos nosotros esa misma incapacidad. Y la vemos en
muchos hermanos y hermanas que nos rodean. Pero Jesús, con su pedagogía, su
paciencia y cariño, su amor y misericordia, con su gracia, hizo que “se les
abrieran los ojos y lo reconocieran al partir el pan”. Es la gracia que pedimos
al comienzo de este curso. Aprender de esta pedagogía del Jesús. Acercarnos a
quienes tienen esta “incapacidad” de percibir a Dios con esa misma humildad y
afecto. Ayudarles a comprender el sentido de la vida, la promesa de un amor
infinito que se encierra en el encuentro con el Señor, acompañarlos para que
sean capaces de leer la historia de su propia vida para ver la presencia
siempre operante y consoladora de Dios más allá de las dificultades que jalonan
la existencia. Anunciar la Palabra y partir el pan de la Eucaristía, repartir
el pan material, compartir los dones de la creación para que la vida recomience
desde Jesús. Es una tarea hermosa y apasionante. Dios la quiere, Él la
sostiene. Escuchamos nuevamente: “Levantaos, vamos”, ¡merece la pena participar
de esta aventura del Señor! No cabe perder el tiempo, hacernos los remolones o
mirar para otro lado. Pongámonos cada uno manos a la obra en la tarea
evangelizadora concreta. Nos valen los grandes discursos ni sesudas
reflexiones, sino lo concreto, el aquí y ahora.
Ama Birjinari gure ondoan egoteko eskatzen deutsat
Pido a la Virgen María que nos acompañe en el camino del año
pastoral que vamos a comenzar. Ella, de modo discreto, siguió los caminos de su
Hijo hasta su cruz y resurrección. Ella acompañó también a los discípulos
desorientados tras la Pascua, alentando su fe y sosteniendo su esperanza.
También pedimos para nosotros esta ayuda, aliento y compañía. Que la bendición
de Dios venga sobre nosotros y oriente, sostenga y fortalezca nuestra tarea
evangelizadora llenándola de alegría y esperanza. AMEN.
+ Mario Iceta Gabicagogeascoa
Obispo de Bilbao
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