El Papa Francisco afirmó que “el hombre de fe se somete completamente a Dios sin cálculos ni pretextos”.
Así lo señaló este domingo 6 de octubre durante el rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro del Vaticano.
En su alocución previa al rezo, el Santo Padre señaló que “la medida de la fe es el servicio”, y el mismo Jesús, mediante dos parábolas, explica “cómo podemos comprender si verdaderamente tenemos fe, es decir, si nuestra fe, aunque minúscula, es genuina, pura, auténtica”.
En la primera parábola Jesús dice a sus discípulos que “Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: ‘Arráncate y plántate en el mar’, y os habría obedecido”.
Francisco recordó que “el sicómoro es un árbol robusto, bien enraizado en la tierra y resistente a los vientos. Jesús, por lo tanto, quiere hacer comprender que la fe, incluso si es pequeña, puede tener la fuerza de arrancar un sicómoro y, después trasplantarlo en el mar, que es, algo todavía más improbable: nada es imposible para el que tiene fe, porque no se fía de sus propias fuerzas, sino de las de Dios, que todo lo puede”.
“La fe como un grano de mostaza no es una fe grande, segura de sí, no presumen de ser un gran creyente, no aparenta. No. Es una fe que en su humildad tiene una gran necesidad de Dios y, en la pequeñez, se abandona con plena confianza a Él. Es la fe que nos da la capacidad de mirar con esperanza a los sucesos de la vida, que nos ayuda a aceptar incluso los fracasos y los sufrimientos, en la conciencia de que el mal no tiene la última palabra”.
La segunda parábola, la del siervo disponible, es la que muestra cómo el servicio es la medida de la fe. Se trata de una parábola “que en un primer momento resulta un poco desconcertante”, reconoció Francisco, “porque presenta la figura de un patrón prepotente e indiferente”.
“Esta actitud hacia Dios se refleja también en el modo de comportarse en comunidad: se refleja en la alegría de estar al servicio unos de otros, encontrando en ello la propia recompensa y no en los reconocimientos o en las ganancias que de ellos se pueda derivar. Es eso lo que enseña Jesús al finalizar esta narración: ‘Cuando hayáis hecho todo aquello que se os ha ordenado, decid: ‘Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer’. Siervos inútiles, es decir, sin pretextos para ser felicitados, sin reivindicaciones”.
El Papa Francisco finalizó subrayando que esa expresión, ‘Somos siervos inútiles, es una muestra “de humildad y de disponibilidad que hace mucho bien a la Iglesia y que remite a la actitud justa para su modo de actuar: el servicio humilde del cual ha dado ejemplo Jesús lavando los pies a los discípulos”.
Publicado en ACIPRENSA.
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