miércoles, 29 de diciembre de 2021

El regalo de Navidad del Papa Francisco para los esposos de todo el mundo

Al concluir el rezo de la oración mariana del Ángelus este domingo en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco se dirigió “a los esposos de todo el mundo”, a quienes ofrece un especial regalo de Navidad.

“Hoy, en la fiesta de la Sagrada Familia, se publica una carta que he escrito pensando en ustedes. Quiere ser mi regalo de Navidad para ustedes esposos: un aliento, un signo de cercanía y también una ocasión de meditación”, dijo el Santo Padre.

El Santo Padre ha escrito una carta en ocasión del Año de la Familia Amoris laetitia, que se celebra del 19 de marzo de 2021 al 26 de junio de 2022, en ocasión de los cinco años de la exhortación apostólica postinodal que publicó en 2016 .

Al concluir el Año de la Familia Amoris laetitia, se celebrará en Roma el Encuentro Mundial de las Familias, un evento que el Papa invita a preparar “especialmente con la oración, y a vivirlo en sus diócesis, junto a otras familias”.

En su carta publicada hoy, el Papa Francisco reflexiona sobre varios temas que atañen de cerca a la familia, especialmente en estos tiempos de pandemia.

“Por ejemplo, aumentó el tiempo de estar juntos, y esto ha sido una oportunidad única para cultivar el diálogo en familia. Claro que esto requiere un especial ejercicio de paciencia, no es fácil estar juntos toda la jornada cuando en la misma casa se tiene que trabajar, estudiar, recrearse y descansar”, escribe Francisco.

Que el cansancio no les ganeque la fuerza del amor los anime para mirar más al otro —al cónyuge, a los hijos— que a la propia fatiga”, alienta.

Para poder lidiar con este desafío, dice el Papa, es necesario el ejercicio de la caridad como en la Sagrada Familia. “De este modo, estar juntos no será una penitencia sino un refugio en medio de las tormentas”.

“Que el hogar sea un lugar de acogida y de comprensión. Guarden en su corazón el consejo a los novios que expresé con las tres palabras: ‘permiso, gracias, perdón’. Y cuando surja algún conflicto, ‘nunca terminar el día en familia sin hacer las paces’”.

El Papa anima a no avergonzarse “de arrodillarse juntos ante Jesús en la Eucaristía para encontrar momentos de paz y una mirada mutua hecha de ternura y bondad. O de tomar la mano del otro, cuando esté un poco enojado, para arrancarle una sonrisa cómplice. Hacer quizás una breve oración, recitada en voz alta juntos, antes de dormirse por la noche, con Jesús presente entre ustedes”.

A los matrimonios que han pasado por la ruptura, el Papa los anima a “buscar ayuda para que los conflictos puedan superarse de alguna manera y no causen aún más dolor entre ustedes y a sus hijos. El Señor Jesús, en su misericordia infinita, les inspirará el modo de seguir adelante en medio de tantas dificultades y aflicciones”.

Recuerden que el perdón sana toda herida. Perdonarse mutuamente es el resultado de una decisión interior que madura en la oración, en la relación con Dios, como don que brota de la gracia con la que Cristo llena a la pareja cuando lo dejan actuar, cuando se dirigen a Él”.

Cristo ‘habita’ en su matrimonio y espera que le abran sus corazones para sostenerlos con el poder de su amor, como a los discípulos en la barca”.

El Papa también alienta a los jóvenes que se preparan para el matrimonio y reconoce los desafíos que deben afrontar.

“Si antes de la pandemia para los novios era difícil proyectar un futuro cuando era arduo encontrar un trabajo estable, ahora aumenta aún más la situación de incerteza laboral. Por ello invito a los novios a no desanimarse, a tener la ‘valentía creativa’ que tuvo San José, cuya memoria he querido honrar en este Año dedicado a él”.

“Cuando se trate de afrontar el camino del matrimonio, aun teniendo pocos medios, confíen siempre en la Providencia, ya que ‘a veces las dificultades son precisamente las que sacan a relucir recursos en cada uno de nosotros que ni siquiera pensábamos tener’”.

El Papa Francisco pide a estos jóvenes que “no duden en apoyarse en sus propias familias y en sus amistades, en la comunidad eclesial, en la parroquia, para vivir la vida conyugal y familiar aprendiendo de aquellos que ya han transitado el camino que ustedes están comenzando”.

Tras enviar un saludo especial a los abuelos, el Papa hace votos para que los esposos, con el ejemplo de San José y Santa María, “vivan intensamente su vocación. No dejen que un semblante triste transforme sus rostros. Su cónyuge necesita de su sonrisa. Sus hijos necesitan de sus miradas que los alienten. Los pastores y las otras familias necesitan de su presencia y alegría: ¡la alegría que viene del Señor!”.

“Me despido con cariño animándolos a seguir viviendo la misión que Jesús nos ha encomendado, perseverando en la oración y ‘en la fracción del pan’. Y por favor, no se olviden de rezar por mí, yo lo hago todos los días por ustedes”, concluye el Papa Francisco.

(publicado por ACIPRENSA)

martes, 28 de diciembre de 2021

Carta del Papa Francisco a los matrimonios por Año de la Familia Amoris Laetitia

El Papa Francisco escribió una carta para los matrimonios con ocasión del Año Familia Amoris Laetitia.

En la misiva divulgada y firmada este domingo 26 de diciembre, fiesta de la Sagrada Familia, el Santo Padre destacó que “el primer ámbito de la educación sigue siendo la familia, en los pequeños gestos que son más elocuentes que las palabras. Educar es ante todo acompañar los procesos de crecimiento, es estar presentes de muchas maneras, de tal modo que los hijos puedan contar con sus padres en todo momento”.

A continuación, el texto completo de la carta del Papa Francisco:

Queridos esposos y esposas de todo el mundo:
Con ocasión del Año “Familia Amoris laetitia”, me acerco a ustedes para expresarles todo mi afecto y cercanía en este tiempo tan especial que estamos viviendo. Siempre he tenido presente a las familias en mis oraciones, pero más aún durante la pandemia, que ha probado duramente a todos, especialmente a los más vulnerables. El momento que estamos pasando me lleva a acercarme con humildad, cariño y acogida a cada persona, a cada matrimonio y a cada familia en las situaciones que estén experimentando.

Este contexto particular nos invita a hacer vida las palabras con las que el Señor llama a Abrahán a salir de su patria y de la casa de su padre hacia una tierra desconocida que Él mismo le mostrará (cf. Gn 12,1). También nosotros hemos vivido más que nunca la incertidumbre, la soledad, la pérdida de seres queridos y nos hemos visto impulsados a salir de nuestras seguridades, de nuestros espacios de “control”, de nuestras propias maneras de hacer las cosas, de nuestras apetencias, para atender no sólo al bien de la propia familia, sino además al de la sociedad, que también depende de nuestros comportamientos personales.

La relación con Dios nos moldea, nos acompaña y nos moviliza como personas y, en última instancia, nos ayuda a “salir de nuestra tierra”, en muchas ocasiones con cierto respeto e incluso miedo a lo desconocido, pero desde nuestra fe cristiana sabemos que no estamos solos ya que Dios está en nosotros, con nosotros y entre nosotros: en la familia, en el barrio, en el lugar de trabajo o estudio, en la ciudad que habitamos.

Como Abrahán, cada uno de los esposos sale de su tierra desde el momento en que, sintiendo la llamada al amor conyugal, decide entregarse al otro sin reservas. Así, ya el noviazgo implica salir de la propia tierra, porque supone transitar juntos el camino que conduce al matrimonio. Las distintas situaciones de la vida: el paso de los días, la llegada de los hijos, el trabajo, las enfermedades son circunstancias en las que el compromiso que adquirieron el uno con el otro hace que cada uno tenga que abandonar las propias inercias, certidumbres, zonas de confort y salir hacia la tierra que Dios les promete: ser dos en Cristo, dos en uno. Una única vida, un “nosotros” en la comunión del amor con Jesús, vivo y presente en cada momento de su existencia. Dios los acompaña, los ama incondicionalmente. ¡No están solos!

Queridos esposos, sepan que sus hijos —y especialmente los jóvenes— los observan con atención y buscan en ustedes el testimonio de un amor fuerte y confiable. «¡Qué importante es que los jóvenes vean con sus propios ojos el amor de Cristo vivo y presente en el amor de los matrimonios, que testimonian con su vida concreta que el amor para siempre es posible!».[1] Los hijos son un regalo, siempre, cambian la historia de cada familia. Están sedientos de amor, de reconocimiento, de estima y de confianza. La paternidad y la maternidad los llaman a ser generativos para dar a sus hijos el gozo de descubrirse hijos de Dios, hijos de un Padre que ya desde el primer instante los ha amado tiernamente y los lleva de la mano cada día. Este descubrimiento puede dar a sus hijos la fe y la capacidad de confiar en Dios.

Ciertamente, educar a los hijos no es nada fácil. Pero no olvidemos que ellos también nos educan. El primer ámbito de la educación sigue siendo la familia, en los pequeños gestos que son más elocuentes que las palabras. Educar es ante todo acompañar los procesos de crecimiento, es estar presentes de muchas maneras, de tal modo que los hijos puedan contar con sus padres en todo momento. El educador es una persona que “genera” en sentido espiritual y, sobre todo, que “se juega” poniéndose en relación. Como padre y madre es importante relacionarse con sus hijos a partir de una autoridad ganada día tras día. Ellos necesitan una seguridad que los ayude a experimentar la confianza en ustedes, en la belleza de sus vidas, en la certeza de no estar nunca solos, pase lo que pase.

Por otra parte, y como ya he señalado, la conciencia de la identidad y la misión de los laicos en la Iglesia y en la sociedad ha aumentado. Ustedes tienen la misión de transformar la sociedad con su presencia en el mundo del trabajo y hacer que se tengan en cuenta las necesidades de las familias.

También los matrimonios deben “primerear”[2] dentro de la comunidad parroquial y diocesana con sus iniciativas y su creatividad, buscando la complementariedad de los carismas y vocaciones como expresión de la comunión eclesial; en particular, los «cónyuges junto a los pastores, para caminar con otras familias, para ayudar a los más débiles, para anunciar que, también en las dificultades, Cristo se hace presente».[3]

Por tanto, los exhorto, queridos esposos, a participar en la Iglesia, especialmente en la pastoral familiar. Porque «la corresponsabilidad en la misión llama [...] a los matrimonios y a los ministros ordenados, especialmente a los obispos, a cooperar de manera fecunda en el cuidado y la custodia de las Iglesias domésticas».[4] Recuerden que la familia es la «célula básica de la sociedad» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 66). El matrimonio es realmente un proyecto de construcción de la «cultura del encuentro» (Carta enc. Fratelli tutti, 216). Es por ello que las familias tienen el desafío de tender puentes entre las generaciones para la transmisión de los valores que conforman la humanidad. Se necesita una nueva creatividad para expresar en los desafíos actuales los valores que nos constituyen como pueblo en nuestras sociedades y en la Iglesia, Pueblo de Dios.

La vocación al matrimonio es una llamada a conducir un barco incierto - pero seguro por la realidad del sacramento - en un mar a veces agitado. Cuántas veces, como los apóstoles, sienten ganas de decir o, mejor dicho, de gritar: «¡Maestro! ¿No te importa que perezcamos?» (Mc 4,38). No olvidemos que a través del sacramento del matrimonio Jesús está presente en esa barca. Él se preocupa por ustedes, permanece con ustedes en todo momento en el vaivén de la barca agitada por el mar. En otro pasaje del Evangelio, en medio de las dificultades, los discípulos ven que Jesús se acerca en medio de la tormenta y lo reciben en la barca; así también ustedes, cuando la tormenta arrecia, dejen subir a Jesús en su barca, porque cuando subió «donde estaban ellos, [...] cesó el viento» (Mc 6,51). Es importante que juntos mantengan la mirada fija en Jesús. Sólo así encontrarán la paz, superarán los conflictos y encontrarán soluciones a muchos de sus problemas. No porque estos vayan a desaparecer, sino porque podrán verlos desde otra perspectiva.

Sólo abandonándose en las manos del Señor podrán vivir lo que parece imposible. El camino es reconocer la propia fragilidad y la impotencia que experimentan ante tantas situaciones que los rodean, pero al mismo tiempo tener la certeza de que de ese modo la fuerza de Cristo se manifiesta en su debilidad (cf. 2 Co 12,9). Fue justo en medio de una tormenta que los apóstoles llegaron a conocer la realeza y divinidad de Jesús, y aprendieron a confiar en Él.

A la luz de estos pasajes bíblicos, quisiera aprovechar para reflexionar sobre algunas dificultades oportunidades que han vivido las familias en este tiempo de pandemia. Por ejemplo, aumentó el tiempo de estar juntos, y esto ha sido una oportunidad única para cultivar el diálogo en familia. Claro que esto requiere un especial ejercicio de paciencia, no es fácil estar juntos toda la jornada cuando en la misma casa se tiene que trabajar, estudiar, recrearse y descansar. Que el cansancio no les gane, que la fuerza del amor los anime para mirar más al otro —al cónyuge, a los hijos— que a la propia fatiga. Recuerden lo que les escribí en Amoris laetitia retomando el himno paulino de la caridad (cf. nn. 90-119). Pidan este don con insistencia a la Sagrada Familia, vuelvan a leer el elogio de la caridad para que sea ella la que inspire sus decisiones y acciones (cf. Rm 8,15; Ga 4,6).

De este modo, estar juntos no será una penitencia sino un refugio en medio de las tormentas. Que el hogar sea un lugar de acogida y de comprensión. Guarden en su corazón el consejo a los novios que expresé con las tres palabras: «permiso, gracias, perdón».[5] Y cuando surja algún conflicto, «nunca terminar el día en familia sin hacer las paces».[6] No se avergüencen de arrodillarse juntos ante Jesús en la Eucaristía para encontrar momentos de paz y una mirada mutua hecha de ternura y bondad. O de tomar la mano del otro, cuando esté un poco enojado, para arrancarle una sonrisa cómplice. Hacer quizás una breve oración, recitada en voz alta juntos, antes de dormirse por la noche, con Jesús presente entre ustedes.

Sin embargo, para algunos matrimonios la convivencia a la que se han visto forzados durante la cuarentena ha sido especialmente difícil. Los problemas que ya existían se agravaron, generando conflictos que muchas veces se han vuelto casi insoportables. Muchos han vivido incluso la ruptura de un matrimonio que venía sobrellevando una crisis que no se supo o no se pudo superar. A estas personas también quiero expresarles mi cercanía y mi afecto.

La ruptura de una relación conyugal genera mucho sufrimiento debido a la decepción de tantas ilusiones; la falta de entendimiento provoca discusiones y heridas no fáciles de reparar. Tampoco a los hijos es posible ahorrarles el sufrimiento de ver que sus padres ya no están juntos. Aun así, no dejen de buscar ayuda para que los conflictos puedan superarse de alguna manera y no causen aún más dolor entre ustedes y a sus hijos. El Señor Jesús, en su misericordia infinita, les inspirará el modo de seguir adelante en medio de tantas dificultades y aflicciones. No dejen de invocarlo y de buscar en Él un refugio, una luz para el camino, y en la comunidad eclesial una «casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 47).

Recuerden que el perdón sana toda herida. Perdonarse mutuamente es el resultado de una decisión interior que madura en la oración, en la relación con Dios, como don que brota de la gracia con la que Cristo llena a la pareja cuando lo dejan actuar, cuando se dirigen a Él. Cristo “habita” en su matrimonio y espera que le abran sus corazones para sostenerlos con el poder de su amor, como a los discípulos en la barca. Nuestro amor humano es débil, necesita de la fuerza del amor fiel de Jesús. Con Él pueden de veras construir la «casa sobre roca» (Mt 7,24).

A este propósito, permítanme que dirija una palabra a los jóvenes que se preparan al matrimonio. Si antes de la pandemia para los novios era difícil proyectar un futuro cuando era arduo encontrar un trabajo estable, ahora aumenta aún más la situación de incerteza laboral. Por ello invito a los novios a no desanimarse, a tener la “valentía creativa” que tuvo san José, cuya memoria he querido honrar en este Año dedicado a él. Así también ustedes, cuando se trate de afrontar el camino del matrimonio, aun teniendo pocos medios, confíen siempre en la Providencia, ya que «a veces las dificultades son precisamente las que sacan a relucir recursos en cada uno de nosotros que ni siquiera pensábamos tener» (Carta ap. Patris corde, 5). No duden en apoyarse en sus propias familias y en sus amistades, en la comunidad eclesial, en la parroquia, para vivir la vida conyugal y familiar aprendiendo de aquellos que ya han transitado el camino que ustedes están comenzando.

Antes de despedirme, quiero enviar un saludo especial a los abuelos y las abuelas que durante el tiempo de aislamiento se vieron privados de ver y estar con sus nietos, a las personas mayores que sufrieron de manera aún más radical la soledad. La familia no puede prescindir de los abuelos, ellos son la memoria viviente de la humanidad, «esta memoria puede ayudar a construir un mundo más humano, más acogedor».[7]

Que San José inspire en todas las familias la valentía creativa, tan necesaria en este cambio de época que estamos viviendo, y Nuestra Señora acompañe en sus matrimonios la gestación de la “cultura del encuentro”, tan urgente para superar las adversidades y oposiciones que oscurecen nuestro tiempo. Los numerosos desafíos no pueden robar el gozo de quienes saben que están caminando con el Señor. Vivan intensamente su vocación. No dejen que un semblante triste transforme sus rostros. Su cónyuge necesita de su sonrisa. Sus hijos necesitan de sus miradas que los alienten. Los pastores y las otras familias necesitan de su presencia y alegría: ¡la alegría que viene del Señor!

Me despido con cariño animándolos a seguir viviendo la misión que Jesús nos ha encomendado, perseverando en la oración y «en la fracción del pan» (Hch 2,42).

Y por favor, no se olviden de rezar por mí, yo lo hago todos los días por ustedes. Fraternalmente, FRANCISCO

Roma, San Juan de Letrán, 26 de diciembre de 2021, Fiesta de la Sagrada Familia.

(publicado en ACIPRENSA)

lunes, 13 de diciembre de 2021

El Papa Francisco propone este "compromiso concreto" como preparación para la Navidad

Antes de rezar el Ángelus ante los fieles congregados en la Plaza de San Pedro este domingo 12 de diciembre, tercer Domingo de Adviento, el Papa Francisco alentó a vivir este “compromiso concreto” como preparación para la celebración de la Navidad, el nacimiento del Señor Jesús.

El Santo Padre alentó a cada uno de los fieles a preguntarse “¿qué puedo hacer concretamente? Estos días, mientras nos acercamos a la Navidad. ¿Cómo puedo hacer mi parte?”.

“Hagamos un compromiso concreto, aunque sea pequeño, que se adapte a nuestra situación de vida, y llevémoslo a cabo para prepararnos para esta Navidad”, alentó.

El Papa señaló como ejemplo que “puedo llamar a esa persona a solas, visitar a esa persona mayor o enferma, hacer algo para servir a una persona pobre, a alguien necesitado”.

“Tal vez tenga un perdón que pedir o un perdón que dar, una situación que aclarar, una deuda que pagar. Quizás descuidé la oración y después de mucho tiempo es hora de acercarme al perdón del Señor”, dijo.

“Hermanos y hermanas, busquemos algo concreto y ¡hagámoslo! Que nos ayude la Virgen, en cuyo seno Dios se hizo carne”, expresó.

El Papa Francisco señaló que el Evangelio de este tercer Domingo de Adviento, tomado del capítulo 3 del Evangelio según San Lucas, “presenta a varios grupos de personas -multitudes, recaudadores de impuestos y soldados- que se conmueven con la predicación de Juan el Bautista y luego le preguntan: ‘¿Qué debemos hacer?’”.

“¿Qué debemos hacer? Ésta es la pregunta que hacen. Detengámonos un momento en esta pregunta”, dijo.

Esta pregunta, dijo, no surge “del sentido del deber”, sino que “es el corazón tocado por el Señor, es el entusiasmo por su venida lo que nos lleva a decir: ¿qué debemos hacer?. Juan dice: ‘El Señor está cerca’ - ‘¿Qué debemos hacer?’”.

“Pongamos un ejemplo: creemos que una persona querida viene a visitarnos. La esperamos con alegría, con impaciencia. Para recibirla como es debido limpiaremos la casa, prepararemos el mejor almuerzo posible, tal vez un regalo”, señaló.

El Santo Padre indicó que “así es con el Señor, el gozo de su venida nos hace decir: ¿qué debemos hacer? Pero Dios eleva esta pregunta al más alto nivel: ¿qué hacer con mi vida? ¿A qué estoy llamado?”.

“Al sugerir esta pregunta, el Evangelio nos recuerda una cosa importante: la vida tiene una tarea para nosotros. La vida no carece de sentido, no se deja al azar. ¡No! Es un regalo que el Señor nos da al decirnos: ¡descubre quién eres y trabaja duro para hacer realidad el sueño que es tu vida!”.

El Papa subrayó que “cada uno de nosotros, no lo olvidemos, es una misión que cumplir. Entonces, no tengamos miedo de preguntarle al Señor: ¿qué debo hacer?”.

“Cuando se le pregunta ‘¿qué debemos hacer?’, en el Evangelio siguen las respuestas de Juan el Bautista, que son diferentes para cada grupo”, señaló.

“Juan, de hecho, recomienda a quienes tienen dos túnicas para compartir con quienes no las tienen; a los recaudadores de impuestos, que recaudan impuestos, les dice: ‘No exijas nada más de lo que se te ha fijado’; y a los soldados: ‘No maltraten ni extorsionen a nadie’”.

El Papa Francisco destacó que “a cada uno se le dirige una palabra específica, que se refiere a la situación real de su vida. Esto nos ofrece una enseñanza preciosa: la fe se materializa en la vida concreta. No es una teoría abstracta”.

“La fe no es una teoría abstracta, una teoría generalizada, no, la fe toca la carne y transforma la vida de todos”.

“Pensemos en la concreción de nuestra fe. Yo, mi fe: ¿es algo abstracto o es concreto? ¿Lo llevo adelante al servicio de los demás, para ayudar?”, expresó.

(publicado en ACIPRENSA)

jueves, 2 de diciembre de 2021

Papa Francisco en Chipre: Las Bienaventuranzas son la constitución del cristianismo

 El Papa Francisco alentó a la unidad y recordó que las bienaventuranzas “son la constitución perenne del cristianismo”.

Así lo indicó el Santo Padre este 2 de diciembre durante el encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático en Chipre, en el primer día de su visita apostólica en Chipre y Grecia que concluirá el 6 de diciembre.

Antes de ingresar al palacio presidencial en la capital Nicosia, el Papa participó en la ceremonia de bienvenida que comenzó con la interpretación de los himnos del Vaticano y de Chipre por parte de una orquesta militar, y después se reunió en privado con el presidente de la República.

En su discurso pronunciado en la sala de ceremonias del palacio presidencial, el Santo Padre señaló que “para mí es un motivo de alegría atravesar durante estos días la historia y el alma de esta tierra, con el deseo de que su anhelo de unidad y su mensaje de belleza sigan guiando su camino”.

He venido como peregrino a un país pequeño por su geografía, pero grande por su historia; a una isla que a lo largo de los siglos no ha aislado a la gente, sino que la ha unido; a una tierra cuyo límite es el mar; a un lugar que representa la puerta oriental de Europa y la puerta occidental de Oriente Medio”, dijo el Papa.

En esta línea, el Santo Padre destacó que “son una puerta abierta, un puerto que reúne” y añadió que “Chipre, encrucijada de civilizaciones, lleva en sí la vocación innata al encuentro, favorecida por el carácter acogedor de los chipriotas”.

De este modo, el Papa señaló que “la luz de Chipre tiene muchos matices”, porque “varios son los pueblos y las personas que, con tonalidades diversas, componen la gama cromática de esta población”; y subrayó “la presencia de muchos inmigrantes, que porcentualmente es la más relevante entre los países de la Unión Europea”.

En este sentido, el Santo Padre advirtió que “es importante tutelar y promover a cada componente de la sociedad, de modo especial a los que estadísticamente son minoritarios”.

“Pienso además en varias entidades católicas que se beneficiarían de un oportuno reconocimiento institucional, para que la contribución que aportan a la sociedad por medio de sus actividades, en particular educativas y caritativas, sea definido adecuadamente desde el punto de vista legal”, indicó el Papa.

Además, el Santo Padre resaltó que este país europeo es “mensajero de belleza entre los continentes” y exhortó a Chipre a ser “una obra abierta en la que se construye la paz en medio del Mediterráneo”, porque “los tiempos que no parecen favorables y en los que el diálogo decae son precisamente aquellos que pueden preparar la paz. Nos lo recuerda una vez más la perla, que se vuelve tal cuando, con paciencia y en la oscuridad, teje sustancias nuevas junto al agente que la ha herido”.

“En esta coyuntura, no dejemos prevalecer el odio, no renunciemos a curar las heridas, no olvidemos los casos de las personas desaparecidas. Y cuando venga la tentación del desánimo, pensemos en las generaciones futuras, que desean heredar un mundo pacificado, colaborador, unido, no habitado por rivalidades perennes y contaminadas por conflictos no resueltos. Para esto es necesario el diálogo, sin el cual la sospecha y el resentimiento crecen”, afirmó el Papa.

De este modo, el Pontífice reconoció que “el continente europeo necesita reconciliación y unidad, necesita valentía e impulso para caminar hacia adelante. Porque no serán los muros del miedo ni los vetos dictados por intereses nacionalistas los que contribuirán al progreso, ni tampoco la recuperación económica por sí sola podrá garantizar la seguridad y la estabilidad”.

Para ello, el Santo Padre recordó que “las Bienaventuranzas, queridos amigos, son la constitución perenne del cristianismo. Vivirlas permite que el Evangelio sea siempre joven y fecunde la sociedad de esperanza. Las Bienaventuranzas son la brújula que orienta, en todas las latitudes, las rutas que los cristianos abordan en el viaje de la vida”.

“Justamente desde aquí, donde Europa y Oriente se encuentran, comenzó la primera gran inculturación del Evangelio en el continente y para mí es emocionante recorrer los pasos de los grandes misioneros de los orígenes, en particular de los santos Pablo, Bernabé y Marcos. Heme aquí, pues, peregrino entre ustedes para caminar con ustedes, queridos chipriotas; con todos ustedes, con el deseo de que la buena noticia del Evangelio lleve desde aquí a Europa un alegre mensaje en el signo de las Bienaventuranzas”, concluyó el Papa.

(publicado en ACIPRENSA)

viernes, 19 de noviembre de 2021

Catequesis del Papa Francisco sobre la importancia de San José para la Iglesia

El Papa Francisco dio comienzo este miércoles 17 de noviembre a un nuevo ciclo de catequesis en la Audiencia General, que celebró en el Aula Pablo VI del Vaticano, sobre la figura de San José y su importancia como patrono de la Iglesia Universal.

A continuación, el texto completo de la catequesis del Papa Francisco:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El 8 de diciembre de 1870, el beato Pío IX proclamó a san José patrón de la Iglesia universal. Ahora, 150 años después de aquel acontecimiento, estamos viviendo un año especial dedicado a san José, y en la Carta Apostólica Patris corde he recogido algunas reflexiones sobre su figura.

Nunca antes como hoy, en este tiempo marcado por una crisis global con diferentes componentes, puede servirnos de apoyo, consuelo y guía. Por eso he decidido dedicarle una serie de catequesis, que espero nos ayuden a dejarnos iluminar por su ejemplo y su testimonio. Durante algunas semanas hablaremos de san José.

En la Biblia hay más de diez personajes que llevan el nombre de José. El más importante de ellos es el hijo de Jacob y Raquel, que, a través de diversas peripecias, pasó de ser un esclavo a convertirse en la segunda persona más importante de Egipto después del faraón (cf. Gn 37-50).

El nombre José en hebreo significa “que Dios acreciente. Que Dios haga crecer”. Es un deseo, una bendición fundada en la confianza en la providencia y referida especialmente a la fecundidad y al crecimiento de los hijos. De hecho, precisamente este nombre nos revela un aspecto esencial de la personalidad de José de Nazaret.

Él es un hombre lleno de fe en su providencia: cree en la providencia de Dios, tiene fe en la providencia de Dios. Cada una de sus acciones, tal como se relata en el Evangelio, está dictada por la certeza de que Dios “hace crecer”, que Dios “aumenta”, que Dios “añade”, es decir, que Dios dispone la continuación de su plan de salvación. Y en esto, José de Nazaret se parece mucho a José de Egipto.

También las principales referencias geográficas que se refieren a José: Belén y Nazaret, asumen un papel importante en la comprensión de su figura.

En el Antiguo Testamento la ciudad de Belén se llama con el nombre de Beth Lehem, es decir, “Casa del pan”, o también Efratá, por la tribu que se asentó allí. En árabe, en cambio, el nombre significa “Casa de la carne”, probablemente por el gran número de rebaños de ovejas y cabras presentes en la zona.

Belén se menciona varias veces en la Biblia, ya en el libro del Génesis. Belén también está vinculada a la historia de Rut y Noemí, contada en el pequeño pero maravilloso Libro de Rut. Rut dio a luz a un hijo llamado Obed, que a su vez dio a luz a Jesé, el padre del rey David. Y fue de la línea de David de donde provino José, el padre legal de Jesús.

El profeta Miqueas predijo grandes cosas sobre Belén: «Mas tú, Belén-Efratá, aunque eres la menor entre las familias de Judá, de ti me ha de salir aquel que ha de dominar en Israel» (Mi 5,1). El evangelista Mateo retomará esta profecía y la vinculará a la historia de Jesús como su evidente cumplimiento.

De hecho, el Hijo de Dios no eligió Jerusalén como lugar de su encarnación, sino Belén y Nazaret, dos pueblos periféricos, alejados del clamor de las noticias y del poder del tiempo.

Sin embargo, Jerusalén era la ciudad amada por el Señor (cf. Is 62,1-12), la «ciudad santa» (Dn 3,28), elegida por Dios para habitarla (cf. Zac 3,2; Sal 132,13). Aquí, en efecto, habitaban los maestros de la Ley, los escribas y fariseos, los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo (cf. Lc 2,46; Mt 15,1; Mc 3,22; Jn 1,19; Mt 26,3).

Por eso la elección de Belén y Nazaret nos dice que la periferia y la marginalidad son predilectas de Dios. Jesús no nace en Jerusalén con toda la corte… no: nace en una periferia y pasó su vida, hasta los 30 años, en esa periferia, trabajando como carpintero, como José. Para Jesús, las periferias y las marginalidades son predilectas.

No tomar en serio esta realidad equivale a no tomar en serio el Evangelio y la obra de Dios, que sigue manifestándose en las periferias geográficas y existenciales. El Señor actúa siempre a escondidas en las periferias, también en nuestra alma, en las periferias del alma, de los sentimientos, tal vez sentimientos de los que nos avergonzamos; pero el Señor está ahí para ayudarnos a ir adelante.

El Señor continúa manifestándose en las periferias, tanto en las geográficas, como en las existenciales.  En particular, Jesús va en busca de los pecadores, entra en sus casas, les habla, los llama a la conversión. 

Y también se le reprende por ello: “Pero mira a este Maestro —dicen los doctores de la ley— mira a este Maestro: come con los pecadores, se ensucia, va a buscar a aquellos que no han hecho el mal, pero lo han sufrido: los enfermos, los hambrientos, los pobres, los últimos.

Siempre Jesús va hacia las periferias. Y esto nos debe dar mucha confianza, porque el Señor conoce las periferias de nuestro corazón, las periferias de nuestra alma, las periferias de nuestra sociedad, de nuestra ciudad, de nuestra familia, es decir, esa parte un poco oscura que no dejamos ver, tal vez por vergüenza.

Bajo este aspecto, la sociedad de aquella época no es muy diferente de la nuestra. También hoy hay un centro y una periferia. Y la Iglesia sabe que está llamada a anunciar la buena nueva a partir de las periferias. José, que es un carpintero de Nazaret y que confía en el plan de Dios para su joven prometida y para él mismo, recuerda a la Iglesia que debe fijar su mirada en lo que el mundo ignora deliberadamente.

Hoy José nos enseña esto: “a no mirar tanto a las cosas que el mundo alaba, a mirar los ángulos, a mirar las sombras, a mirar las periferias, lo que el mundo no quiere”. Nos recuerda a cada uno de nosotros que debemos dar importancia a lo que otros descartan. En este sentido, es un verdadero maestro de lo esencial: nos recuerda que lo realmente valioso no llama nuestra atención, sino que requiere un paciente discernimiento para ser descubierto y valorado. Descubrir lo que vale. 

Pidámosle que interceda para que toda la Iglesia recupere esta mirada, esta capacidad de discernir y esta capacidad de evaluar lo esencial. Volvamos a empezar desde Belén, volvamos a empezar desde Nazaret.

Quisiera hoy enviar un mensaje a todos los hombres y mujeres que viven en las periferias geográficas más olvidadas del mundo o que viven situaciones de marginalidad existencial. Que puedan encontrar en san José el testigo y el protector al que mirar. A él podemos dirigirnos con esta oración, oración “hecha en casa”, pero que ha salido del corazón.

San José,

tú que siempre te has fiado de Dios,

y has tomado tus decisiones

guiado por su providencia,

enséñanos a no contar tanto en nuestros proyectos,

sino en su plan de amor.

Tú que vienes de las periferias,

ayúdanos a convertir nuestra mirada

y a preferir lo que el mundo descarta y pone en los márgenes.

Conforta a quien se siente solo

Y sostiene a quien se empeña en silencio

Por defender la vida y la dignidad humana. Amén.


(publicado en ACIPRENSA)

jueves, 11 de noviembre de 2021

Esta es la oración al Espíritu Santo que el Papa nos pide rezar

El Papa Francisco animó a rezar con confianza al Espíritu Santo para que nos ayude en nuestra debilidad y para ello propuso la bella oración de la liturgia de Pentecostés.

“Los animo a pedir con confianza al Espíritu Santo que ayude nuestra debilidad, lo podemos hacer con la oración que nos propone la liturgia del día de Pentecostés y que comienza así: ‘Ven Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre, don en tus dones espléndido. Luz que penetra las almas, fuente del mayor consuelo’. Nos hará bien recitarla frecuentemente, nos ayudará a caminar en la alegría y la libertad”, dijo el Santo Padre en la Audiencia General del miércoles 10 de noviembre.

Al concluir con su serie de catequesis sobre la Carta de San Pablo a los Gálatas, el Papa destacó la enseñanza del apóstol que “genera en nosotros entusiasmo; nos sentimos impulsados a seguir en seguida el camino de la libertad, a ‘caminar según el Espíritu’, siempre caminar según el Espíritu nos hace libres”.

Sin embargo, el Papa advirtió que cuando “somos conscientes de nuestros límites, porque tocamos con la mano cada día lo difícil que es ser dóciles al Espíritu,” puede surgir “el cansancio que frena el entusiasmo. Nos sentimos desanimados, débiles, a veces marginados respecto al estilo de vida según la mentalidad mundana”.

Ante eso, el Santo Padre alentó a “invocar más a menudo al Espíritu Santo” y agregó que “podemos hacerlo con palabras sencillas, en los diferentes momentos del día”.

Además, el Papa Francisco sugirió que “podemos llevar con nosotros, quizá dentro de nuestro Evangelio de bolsillo, la bonita oración que la Iglesia recita en Pentecostés”, que es la secuencia al Espíritu Santo, porque “es una oración bellísima”.

“Pero si no tienes la oración o no consigues encontrarla, el núcleo de la oración es: ‘Ven’. Como la Virgen rezaba con los apóstoles el día que Jesús subió al Cielo, ellos estaban solos en el cenáculo pidiendo ‘ven, que viniera el Espíritu’. Nos hará bien rezarla a menudo”, afirmó el Papa.

“¿Cómo se invoca al Espíritu Santo? Porque yo sé rezar al Padre con el Padrenuestro, sé rezar a la Madre con el Ave María, sé rezar a Jesús con la oración de las llagas, pero al Espíritu ¿cuál es la oración del Espíritu Santo?”, preguntó el Papa.

En ese sentido, dijo que “la oración al Espíritu Santo es espontánea, debe nacer de tu corazón, tú debes pedir en los momentos de dificultad. ¡Ven Espíritu Santo! La palabra clave es esta: ven, ven; pero lo tienes que decir tú, con tu lenguaje, con tus palabras: ven porque estoy en dificultad, ven porque estoy en la oscuridad, ven porque no sé qué hacer, ven porque estoy por caer, ven, ven. Es la palabra del Espíritu, llamar al Espíritu”, invitó el Papa.

Finalmente, el Santo Padre señaló que “así, con la presencia del Espíritu nosotros salvaguardamos la libertad, seremos libres, cristianos libres, no apegados al pasado en el feo sentido de la palabra, no encadenados a prácticas, la libertad cristiana, lo que nos hace madurar. Nos ayudará a caminar en el Espíritu, en la libertad y en la alegría porque cuando viene el Espíritu Santo viene la alegría, la verdadera alegría”, concluyó el Papa.

(publicado en ACIPRENSA)

martes, 9 de noviembre de 2021

Papa Francisco alentó a confiar los “nudos de la vida” a la Virgen María



Con motivo de la coronación de la Virgen Desatanudos en Buenos Aires (Argentina), el Papa Francisco alentó a confiar los “nudos de la vida” a la Madre de Dios.

Fue el 8 de diciembre de 1996 cuando la Virgen Desatanudos arribó desde Alemania hasta la parroquia San José del Talar, santuario de Nuestra Señora que desata los nudos, en el barrio porteño de Villa Pueyrredón.

Con motivo de los 25 años de ese acontecimiento, el domingo 7 de noviembre la comunidad coronó la imagen de la Virgen Desatanudos, advocación mariana a la que el Papa Francisco tiene una especial devoción.

La Misa estuvo presidida por el Arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Mario Poli; concelebrada por el Obispo Auxiliar, Mons. Juan Carlos Ares; el párroco Ricardo Aloé, sacerdotes y fieles.

En una carta enviada con motivo de la celebración y leída por el Cardenal Poli, el Papa Francisco expresó que desde que llegó la Virgen Desatanudos a la parroquia “miles de peregrinos se acercaron a conocer su imagen, a confiarle sus intenciones, a dejar en sus manos tiernas de Madre los nudos de sus vidas”.

“Con una oración, con un gesto o simplemente con una mirada de amor hacia Ella, tantos hijos suyos han recibido la paz, el consuelo y la fortaleza, han renovado la fe y la esperanza, y se han reencontrado con la Misericordia, la ternura y la cercanía de Dios”, expresó el Santo Padre.

“En este Año Jubilar dedicado a San José, también le confiamos al Castísimo Esposo, nuestras vidas, para que nos regale la gracia de su fidelidad, de su humildad, y de su silenciosa perseverancia en la fe y en el abandono en la Voluntad del Padre”.

“En ella pongamos nuestra esperanza, para ser testigos fieles y humildes del Evangelio de la misericordia y la ternura de Dios”, alentó el Papa Francisco.

En su homilía, el Cardenal Poli reconoció que “la imagen de Nuestra Señora que desata los nudos representa a la Virgen Madre, atenta a los padecimientos de sus hijos. La Virgen, solícita, ayuda a sus hijos, misión que Jesús le encomendó desde la cruz ante el discípulo amado”.

Además de recorrer algunos pasajes bíblicos en los que destacó el amor, servicio y confianza de la Virgen María, recordó que fue Ella “testigo de un amor que llega al extremo”.

Al pie de la cruz y en adelante, la Virgen María estará “con el corazón abierto y dolorido para recibir a todos los hijos salvados por su amado Hijo. A partir de ese momento, María se pone entre su hijo y los hombres, en la realidad de sus privaciones, indigencias y sufrimientos”.

“Ella ahora intercede en el Cielo por todos los que la reconocen como Madre. Ahora va Ella y le dice a Jesús continuamente: ‘Hijo, no tienen techo, no tienen trabajo, no tienen paz, no tienen salud, no tienen vida digna… cuidá a los niños, hijo…’. Cuando nos colocamos ante el ícono de Nuestra Señora que desata los nudos, Ella dice en el cielo: ‘Hijo, escucha a tus hijos’”.

El Cardenal Poli recordó que la coronación invita a que “Ella reine en nuestros corazones. Cada vez que venimos al santuario pedimos gracias materiales y espirituales, en circunstancias muy diversas. La Virgen no pregunta, solo mira y escucha. Y aprendió como su hijo a mirar y escuchar con el corazón. No con los sentidos”.

“Que en este acto de amor que le hacemos a la Virgen quede también en nuestro corazón su regalo”, concluyó el Arzobispo de Buenos Aires.

Luego de la homilía se coronó la imagen, seguida de aplausos, el repique de campanas y la entonación del canto “Bendita sea tu pureza”.

Al finalizar se repartieron estampas con la imagen coronada de la Virgen Desatanudos y se rezó la nueva oración donde se le proclama Reina.

(publicado en ACIPRENSA)

martes, 2 de noviembre de 2021

Fieles Difuntos: Vaticano renueva facilidades para ganar indulgencia plenaria en pandemia

Debido a la duración de la pandemia de coronavirus, la Penitenciaría Apostólica ha decidido extender a todo el mes de noviembre de 2021 las facilidades decretadas el 22 de octubre de 2020 para obtener la indulgencia plenaria en el Día de los Fieles Difuntos, que se celebra el próximo martes.

En virtud de un decreto aprobado el 27 de octubre por el Cardenal Mauro Piacenza, penitenciario mayor, se “confirma y extiende para todo el mes de noviembre de 2021 todos los beneficios espirituales ya concedidos el 22 de octubre de 2020, mediante el Decreto Prot. N. 791/20/I con el que, debido a la pandemia de Covid-19, se prorrogaban las Indulgencias Plenarias para los fieles difuntos para todo el mes de noviembre de 2020”.

El decreto del 22 de octubre de 2020 establecía que en aquellos lugares donde las medidas adoptadas para evitar los contagios de coronavirus dificulten la asistencia a los cementerios, se amplíe a todo el mes de noviembre las indulgencias plenarias para los fieles difuntos con motivo de la festividad del 2 de noviembre.

En ese sentido, la Santa Sede mantiene para este año que “la indulgencia plenaria para los que visiten un cementerio y recen por los difuntos, aunque sólo sea mentalmente, establecida por norma general únicamente en días concretos del 1 al 8 de noviembre, pueda ser transferida a cualquier otro día del mismo mes hasta que se acabe. Esos días, elegidos libremente por los fieles, también pueden ser independientes entre sí”.

Asimismo,“la indulgencia plenaria el 2 de noviembre, establecida con ocasión de la conmemoración de Todos los Fieles Difuntos para los que visiten piadosamente una iglesia u oratorio y reciten allí el Padre Nuestro y el Credo, puede ser transferida no sólo al domingo anterior o posterior o al día de la solemnidad de Todos los Santos, sino también a otro día del mes de noviembre, libremente elegido por cada uno de los fieles”.

En el caso de “los ancianos, los enfermos y todos aquellos que por motivos graves no puedan salir de casa, por ejemplo, a causa de las restricciones impuestas por la autoridad competente para el tiempo de la pandemia”, pueden “obtener la indulgencia plenaria siempre que se unan espiritualmente a todos los demás fieles”.

Para obtener la indulgencia plenaria es requisito estar “completamente desapegados del pecado” y tener “la intención de cumplir cuanto antes las tres condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Santo Padre), ante una imagen de Jesús o de la Santísima Virgen María, recen oraciones piadosas por los difuntos”.

Oraciones que podrían ser “laudes y vísperas del Oficio de Difuntos, el Rosario mariano, la corona de la Divina Misericordia, otras oraciones por los difuntos más apreciadas por los fieles”.

Es válido también “la lectura meditada de alguno de los pasajes del Evangelio propuestos por la liturgia de los difuntos” o realizar “una obra de misericordia ofreciendo a Dios los dolores y las dificultades de su propia vida”.

Siguiendo el decreto de 2020, la Penitenciaría Apostólica invita también este año “a todos los sacerdotes a celebrar tres veces la Santa Misa el día de la Conmemoración de Todos los fieles Difuntos”.

Por último, en el decreto de este miércoles 27 de octubre de 2021, se termina señalando que “de la renovada generosidad de la Iglesia, los fieles tomarán ciertamente intenciones piadosas y vigor espiritual para dirigir su vida según la ley evangélica, en comunión filial y devoción al Sumo Pontífice, fundamento visible y Pastor de la Iglesia Católica”.

“Este decreto es válido para todo el mes de noviembre. No obstante, cualquier disposición en contrario”, concluye.

(publicado en ACIPRENSA)


jueves, 28 de octubre de 2021

¿Cómo debe ser la oración del cristiano? El Papa Francisco lo explica

El Papa Francisco abogó por una oración “valiente e insistente” para que sea efectiva, pues el Señor “está impaciente en derramar su alegría en nuestros corazones”.

Durante el rezo del Ángelus este domingo 24 de octubre en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el Santo Padre señaló que “lamentablemente somos nosotros los que mantenemos las distancias, por timidez, flojera o incredulidad”.

Sin embargo, recordó, “a Jesús, que todo puede, se le pide todo”. Para explicarlo recurrió a la figura del ciego Bartimeo, cuya curación por parte de Jesús se narra en el Evangelio de San Marcos de este domingo.

El Papa explicó cómo Jesús, “saliendo de Jericó, devuelve la vista a Bartimeo, un ciego que mendiga a lo largo del camino. Es un encuentro importante, el ultimo antes de la entrada del Señor en Jerusalén para Pascua”.

“Bartimeo había perdido la vista, pero no la voz. De hecho, cuando siente que Jesús va a pasar, comienza a gritar: ‘Hijo de David, Jesús, ¡ten compasión de mí!’. Los discípulos y la multitud molestos por sus gritos trataron de hacerlo callar. Pero él gritaba mucho más: ‘¡Hijo de David, ten compasión de mí!’”.

Ante la llamada de Bartimeo “Jesús escucha y se detiene de inmediato. Dios escucha siempre el grito del pobre, y no se molesta en absoluto por la voz de Bartimeo, es más, constata que está llena de fe, una fe que no teme en insistir, en llamar al corazón de Dios, a pesar de las incomprensiones y las reprimendas. Y aquí se encuentra la raíz del milagro. De hecho, Jesús le dice: ‘Tu fe te ha salvado’”.

En ese sentido, el Papa explicó que “la fe de Bartimeo trasluce de su oración. No es una oración tímida y convencional. Ante todo, llama al Señor ‘Hijo de David’, es decir, lo reconoce Mesías, Rey que viene al mundo”.

“Después lo llama por su nombre, con confianza: ‘Jesús’. No tiene miedo de Él, no se distancia. Y así, desde el corazón, grita a Dios amigo todo su drama: ‘¡Ten piedad de mí!’. No le pide una dádiva como hace con los viandantes. A Aquel que puede todo pide todo: ‘Ten piedad de mí, de todo aquello que soy’. No pide una gracia, sino que se presenta a sí mismo: pide misericordia para su persona, para su vida. No es una simple petición, pero es muy bella, porque invoca a la piedad, ósea a la compasión, a la misericordia de Dios, a su ternura”.

“Bartimeo no usa muchas palabras”, continuó su enseñanza el Pontífice. “Dice lo esencial y se confía en el amor de Dios, que puede hacer volver a florecer su vida cumpliendo aquello que es imposible a los hombres. Por esto no pide al Señor una limosna, sino manifiesta todo, su ceguera y su sufrimiento, que iba más allá del no poder ver. La ceguera era la punta del iceberg, pero en su corazón había otras heridas, humillaciones, sueños rotos, errores, remordimientos”.

El Santo Padre propuso convertir esa frase, “Hijo de David, Jesús, ¡ten compasión de mí!” en “nuestra esta oración. Repitámosla. Y preguntémonos: ‘¿Cómo es mi oración?’. ¿Es valiente, tiene la insistencia buena de aquella de Bartimeo, sabe ‘aferrar’ al Señor mientras pasa, o se conforma en hacerle un saludo formal de vez en cuando, cuando me acuerdo? Esas oraciones tibias que no ayudan nada”.

“Y también: ¿mi oración es ‘sustanciosa’, descubre el corazón delante del Señor? ¿Le presento la historia y los rostros de mi vida? O es anémica, superficial, ¿hecha de rituales sin afecto y sin corazón? Cuando la fe es viva, la oración es sentida: no mendiga centavos, no se reduce a las necesidades del momento”.

El Papa lamentó que “muchos de nosotros cuando rezamos no creemos que el Señor puede hacer el milagro”.

En ese sentido, el Santo Padre recordó una experiencia personal, cuando fue testigo de cómo a un padre los médicos le habían dicho que “su hija de 9 años no superaría la noche, estaba en el hospital. Y él tomó un bus y se fue a 70 kilómetros al Santuario de la Virgen. Estaba cerrado. Y él, agarrado a la valla, se pasó toda la noche rezando. ‘Señor, sálvala. Señor, dale la vida’. A la Virgen, a Él. Pero toda la noche gritando desde el corazón a Dios”.

“Después, por la mañana, cuando volvió al hospital, encontró a su mujer llorando. Y él pensó: ‘Ya ha muerto’. Y la mujer le dijo: ‘No se entiende, no se entiende. Los médicos dicen que es una cosa extraña. Parece que está curada’. Aquel grito de aquel hombre que pedía todo, fue escuchado por el Señor, que le dio todo. Esta no es una historia, esto lo he visto yo en la otra diócesis”.

Por eso, el Papa preguntó a los fieles: “¿Tenemos esta valentía en la oración? A Aquel que puede darnos todo, pidámosle todo, como Bartimeo, que es un gran maestro de oración”.

El Papa Francisco concluyó su catequesis animando a “que Bartimeo nos sirva como ejemplo con su fe concreta, insistente y valiente”.

(publicado en ACIPRENSA)

miércoles, 20 de octubre de 2021

Red de Oración del Papa presenta nueva web para rezar “por el proceso sinodal”

 Desde hoy está disponible un nuevo sitio web impulsado por la Fundación Pontificia Red Mundial de Oración del Papa para ayudar a rezar junto con el Papa Francisco “por los desafíos de la humanidad y de la misión de la Iglesia”, como se puede leer en un comunicado difundido por la Sala de Prensa del Vaticano.

El nuevo sitio web se denomina Pray for the Synod y “se ofrece como una propuesta para orar por el proceso sinodal” que se inició el pasado 10 de octubre y que concluirá con la celebración en Roma en octubre de 2023 de la Asamblea General del Sínodo de los Obispos sobre la sinodalidad.

En la presentación del sitio web, este martes 19 de octubre en el Vaticano, el director internacional de la Red Mundial de Oración del Papa, el P. Frédéric Forno puso de relieve en su intervención que muchas personas reciben ayuda a través de la oración de muchos, testimonios que pueden leerse en el sitio oficial de la Red, Click To Pray. En ese sentido, aseguró que “la oración de intercesión crea solidaridad y comunión”.

De hecho, junto con la nueva web para rezar por el Sínodo, la Red Mundial de Oración del Papa presentó también el rediseño de su tradicional web Click To Pray, y de su App, que incluye también novedosos recursos para ayudar a la oración.

Recordó las palabras del Papa Francisco, con motivo del 175 aniversario del apostolado de la oración, hoy Fundación Pontificia Red Mundial de Oración del Papa: “El corazón de la Iglesia es la oración”.

El P. Fornos subrayó esa idea: “Es la oración, el encuentro personal con el Señor a la luz del Evangelio que transforma nuestra vida y la de nuestra comunidad”.

Insistió en que “rezar los unos por los otros no es una pérdida de tiempo, del mismo modo que no es una pérdida de tiempo estar en silencio al lado de alguien que amamos o que está enfermo”.

Click To Pray ofrece una amplia variedad de propuestas para rezar junto con el Pontífice. Entre las novedades, respecto al sitio web anterior de la Red, se ofrece la posibilidad de que el usuario pueda disponer de una agenda personal de oración, con notificaciones y alarmas para establecer en qué momento del día, y para qué intención, se desea rezar.

Otra novedad es que el Papa Francisco cuenta con un perfil de oración, como un usuario más de Click To Pray, donde se compartirá “con toda la comunidad sus intenciones de oración”.

Asimismo, el sitio impulsa una Escuela de Oración con acceso a recursos y contenidos para ayudar a profundizar en la oración.

El sitio web y la App está disponible en español, inglés, portugués, italiano, francés, alemán y chino tradicional, y estará vinculada a las redes sociales para compartir sus contenidos.

Click Ti Pray nació en el año 2016 y, desde entonces, ha sumado más de 2 millones y medio de usuarios en todo el mundo. Según la plataforma, “cada año, más de 300 mil usuarios rezan junto al Papa Francisco por sus intenciones de oración”.

(publicado en ACIPRENSA)

lunes, 4 de octubre de 2021

Papa Francisco: Ángeles Custodios son el puente cotidiano para el encuentro con Dios Padre

El Papa Francisco destacó este 2 de octubre la importancia de los Ángeles Custodios en un mensaje enviado a través de su cuenta oficial de Twitter.

En el día en que la Iglesia Católica festeja a los Ángeles Custodios, el Santo Padre señaló que “nos ayudan en nuestra vida y nos hacen ver a dónde debemos llegar”.

“Nuestro ángel es el puente cotidiano hacia el encuentro con el Padre”, añadió el Papa.

La Iglesia celebra la fiesta de los Ángeles Custodios desde el siglo XVII. Dicha celebración fue instituida por el Papa Clemente X.

La palabra “ángel” proviene del griego antiguo y significa “mensajero”, “el que lleva un encargo”.

La Sagrada Escritura da cuenta de la existencia de los ángeles y cómo, en momentos cruciales de la historia de la salvación, ellos han aparecido con el propósito de llevar a cabo una misión especial dada por Dios. Son creaturas, como nosotros, pero que gozan de una condición particular.

El Catecismo de la Iglesia Católica describe que “los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Porque contemplan constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos, son agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra”.

Por su parte, San Agustín dice respecto a ellos que “el nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel”.

(PUBLICADO EN ACIPRENSA)

El Papa Francisco invita a renovar el compromiso del rezo del Rosario

Al comienzo de octubre, mes del Rosario, el Papa Francisco invitó a renovar el “compromiso de rezar el Santo Rosario”.

Así lo dijo el Santo Padre este 3 de octubre después de rezar el Ángelus dominical ante numerosas personas reunidas en la plaza de San Pedro del Vaticano.

“En este primer domingo de octubre, nuestro pensamiento se dirige a los fieles reunidos en el Santuario de Pompeya para el rezo de la Súplica a la Virgen María. En este mes renovemos juntos nuestro compromiso de rezar el Santo Rosario”, afirmó el Papa.

El 7 de octubre de 2020, el Papa dijo que el Santo Rosario “es un arma que nos protege de los males y de las tentaciones”, además de ser “la oración más hermosa que podemos ofrecer a la Virgen María”.

En aquella ocasión, el Santo Padre invitó “a rezar el Rosario y a llevarlo en sus manos o en sus bolsillos” porque “el rezo del Rosario es la oración más hermosa que podemos ofrecer a la Virgen María; es una contemplación sobre las etapas de la vida de Jesús Salvador con su Madre María y es un arma que nos protege de los males y de las tentaciones”.

“Pidamos, por intercesión de Nuestra Señora del Rosario, la gracia de ser hombres y mujeres íntegros y dignos de fe, para que, en la oración, el Señor nos una a cada uno en su vida y nos dé paz y serenidad”, dijo entonces el Papa y animó a “redescubrir, especialmente durante este mes de octubre, la belleza del rezo del Rosario, que ha alimentado la fe del pueblo cristiano a lo largo de los siglos”.

Maratón del Rosario

Durante el mes de mayo de 2021, el Santo Padre convocó un maratón del rezo del Rosario en el que participaron numerosos santuarios marianos del mundo.

(publicado en ACIPRENSA)

jueves, 23 de septiembre de 2021

Papa invita a seguir ejemplo del Padre Pío para ser instrumentos del amor de Dios

En el día en que la Iglesia Católica universal recuerda la memoria litúrgica de San Pio de Pietrelcina, el Papa Francisco alentó a imitar el ejemplo del Padre Pío para ser “instrumentos del amor de Dios por los más débiles”.

Este 23 de septiembre el Santo Padre envió un mensaje en su cuenta oficial de Twitter @Pontifex_es para recordar la fiesta del Padre Pío, franciscano capuchino italiano venerado por numerosos fieles en todo el mundo.

“San Pío de Pietrelcina dedicó su vida a la oración y a la escucha paciente de los hermanos, sobre cuyos sufrimientos derramaba como un bálsamo la caridad de Cristo”, señaló el Papa.

San Pío de Pietrelcina fue un fraile y sacerdote perteneciente a la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos (O.F.M. Cap.). Recibió los estigmas de Jesucristo en las manos, los pies y el costado. Se hizo célebre también por haber obrado milagros en vida y por los dones extraordinarios que Dios le concedió.

Uno de esos dones fue su extraordinaria capacidad para acercarse y entender el alma humana, a tal punto que podía leer los corazones y las conciencias de quienes se le acercaban. Esa capacidad para penetrar y desnudar el alma humana, que brotaba de la caridad que movía su corazón, lo convirtió en un confesor único. Abundantes testimonios corroboran que quienes acudían a él para confesarse encontraban ese rostro de Dios que acoge al pecador.

El Padre Pío nació en Pietrelcina, Campania (Italia), el 25 de mayo de 1887. Su nombre era Francisco Forgione, pero, cuando recibió el hábito de franciscano capuchino, tomó el nombre de “Fray Pío”, en honor a San Pío V.

A los cinco años tuvo una visión de Cristo, quien se le presentó como el Sagrado Corazón de Jesús. Cristo mismo posó su mano sobre la cabeza del pequeño Pío. El niño, en respuesta, le prometió al Señor que sería su servidor siguiendo los pasos de San Francisco de Asís. Desde entonces, Pío tuvo una vida marcada por una estrechísima relación con Jesús y con su Madre, la Virgen María. Ella se le apareció en numerosas oportunidades a lo largo de su vida.

Cumplidos los 15 años, Pío se presentó para ser admitido en el convento franciscano de Morcone. El 10 de agosto de 1910, Pío fue ordenado sacerdote. Al poco tiempo, enfermó de fiebres y dolores muy fuertes, los que obligaron a sus superiores a enviarlo a Pietrelcina para que se recuperara.

En 1916 Pío fue al Monasterio de San Giovanni Rotondo. El Padre Provincial, al ver que su salud había mejorado, le manda permanecer en ese convento, tras cuyas paredes recibió la gracia de los estigmas.

Además, el Padre Pío fue un hombre preocupado por los más necesitados. El 9 de enero de 1940 convenció a sus grandes amigos espirituales de fundar un hospital para curar los “cuerpos y también las almas” de la gente necesitada de su región. El proyecto tomó algunos años, pero finalmente se inauguró el 5 de mayo de 1956 con el nombre de “Casa Alivio del Sufrimiento”.

El Padre Pío partió a la Casa del Padre un 23 de septiembre de 1968, después de horas de agonía repitiendo con voz débil “¡Jesús, María!”.

San Juan Pablo II tuvo una especial admiración por él, y no son pocos los que señalan que el Padre Pío, en confesión, le predijo que llegaría a ser Papa.

San Pío de Pietrelcina fue canonizado el 16 de junio de 2002, durante la ceremonia, San Juan Pablo II dijo que “oración y caridad es una síntesis sumamente concreta de la enseñanza del Padre Pío”.

(Publicado en ACIPRENSA)

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Hemos entrado en Cuaresma, tiempo de preparación para celebrar la Semana Santa, con la Pascua cristiana: el triunfo de Cristo, después de su...