viernes, 31 de enero de 2020

CARTA PASTORAL DE DON MARIO


 

La Iglesia tiene el corazón de una madre

 

Eleizeak ama baten bihotza dauka

Este trimestre nos vemos sumergidos en los trabajos de elaboración del VI Plan Diocesano de Evangelización. La comisión técnica ya recibió las aportaciones de los territorios e instituciones diocesanas y durante este mes se trabajará en los consejos diocesanos. Me parecieron especialmente luminosas a este respecto unas palabras que nos dirigió el Papa Francisco en la homilía del uno de enero: “Al igual que María, la Iglesia es mujer y madre, y en la Virgen encuentra sus rasgos distintivos. La ve inmaculada, y se siente llamada a decir “no” al pecado y a la mundanidad. La ve fecunda y se siente llamada a anunciar al Señor, a generarlo en las vidas. La ve, madre, y se siente llamada a acoger a cada hombre como a un hijo. Acercándose a María, la Iglesia se encuentra a sí misma, encuentra su centro, encuentra su unidad. En cambio, el enemigo de la naturaleza humana, el diablo, trata de dividirla, poniendo en primer plano las diferencias, las ideologías, los pensamientos partidistas y los bandos. Pero no podemos entender a la Iglesia si la miramos a partir de sus estructuras, a partir de los programas y tendencias, de las ideologías, de las funcionalidades: percibiremos algo de ella, pero no el corazón de la Iglesia. Porque la Iglesia tiene el corazón de una madre. Y nosotros, hijos, invocamos hoy a la Madre de Dios, que nos reúne como pueblo creyente.”

Biziera Sagaratuaren Eguna

Precisamente este mes de febrero comienza con la fiesta de la presentación de Jesús en el Templo y la purificación de la Virgen María. Presentación ante el mundo de quien es luz, esperanza y vida. Esta celebración nos trae la jornada de la vida consagrada, la memoria agradecida de todas las personas consagradas presentes en la diócesis y que se implican de diversas maneras en la tarea evangelizadora. El lema de este año hace referencia a la Virgen María: “La vida consagrada con María, esperanza de un mundo sufriente”. La comisión episcopal para la vida consagrada nos recuerda que “María, y con Ella las personas consagradas, son fuente de esperanza en todas las situaciones difíciles porque entregan al mundo a Jesucristo, es decir, a Aquel que vino a dar sentido al sufrimiento y a la muerte, porque es Aquel que venció el pecado, origen de todos los males que sufre la humanidad”.

Indarra eta kontsolamendua gaixoentzat

También este mes celebramos la jornada del enfermo, en la conmemoración de la Virgen de Lourdes. El Papa ha elegido como lema las palabras llenas de afecto y esperanza que nos dirige Jesús: “Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré” (Mt 11, 28). En su mensaje el Papa se dirige a los enfermos con estas palabras: “A causa de la enfermedad, estáis de modo particular entre quienes, “cansados y agobiados”, atraen la mirada y el corazón de Jesús. De ahí viene la luz para vuestros momentos de oscuridad, la esperanza para vuestro desconsuelo. Jesús os invita a acudir a Él: «Venid». En Él, efectivamente, encontraréis la fuerza para afrontar las inquietudes y las preguntas que surgen en vosotros, en esta “noche” del cuerpo y del espíritu. … La Iglesia desea ser cada vez más —y lo mejor que pueda— la “posada” del Buen Samaritano que es Cristo (cf. Lc 10,34), es decir, la casa en la que podéis encontrar su gracia, que se expresa en la familiaridad, en la acogida y en el consuelo.” Y también se dirige a cada uno de nosotros recordándonos que “la vida debe ser acogida, tutelada, respetada y servida desde que surge hasta que termina: lo requieren simultáneamente tanto la razón como la fe en Dios, autor de la vida.”

Laikoen Kongresuan Bilboko ordezkaritzea be egongo da

Un nutrido grupo de la diócesis participará en el Congreso de laicos que se celebrará en Madrid bajo el lema “Pueblo de Dios en salida”, guiado por tres principios: sinodalidad, corresponsabilidad y comunión. El objetivo del Congreso es impulsar la conversión pastoral y misionera del laicado, consolidar un laicado evangelizador, potenciar la caridad política como corazón de la identidad y espiritualidad laical, concienciar sobre la vocación bautismal del laicado para la misión, escuchar la llamada universal a la santidad y contribuir de manera responsable en la transformación del mundo.

Bake Topaketa berradiskidetzearen bidean

El mes terminará con dos acontecimientos de especial relevancia: El comienzo de la Cuaresma y la celebración del Bake topaketa donde queremos seguir impulsando la tarea reconciliadora de nuestra Iglesia diocesana. Preparemos el corazón a abrirnos a este nuevo tiempo de gracia, de escucha de la Palabra de Dios y de conversión, de preparación y memoria del Bautismo, de reconciliación con Dios y con los hermanos, de practicar con mayor asiduidad la limosna, el ayuno y la oración. Que María nos acompañe y nos llene de esperanza. Con gran afecto.

+ Mario Iceta Gabicagogeascoa

Obispo de Bilbao

jueves, 30 de enero de 2020

NOTICIAS PAPA FRANCISCO

El Papa invita a leer todos los días un fragmento de la Biblia
 
El Papa Francisco invitó a los cristianos a leer todos los días un versículo de la Biblia: “Comencemos por el Evangelio; mantengámoslo abierto en casa, en la mesita de noche, llevémoslo en nuestro bolsillo, veámoslo en la pantalla del teléfono, dejemos que nos inspire diariamente”.
 
El Santo Padre se expresó así durante la Misa celebrada este domingo 26 de enero en la Basílica de San Pedro del Vaticano la Misa por la primera Jornada de la Palabra de Dios, instituida mediante el Motu Proprio Aperuit Illis del 30 de septiembre de 2019.
 
El Pontífice explicó que, de esa manera, “descubriremos que Dios está cerca de nosotros, que ilumina nuestra oscuridad, que nos guía con amor a lo largo de nuestra vida”. En definitiva, pidió que se haga espacio “a la Palabra de Dios”.
 
En su homilía, el Papa Francisco reflexionó sobre los orígenes de la predicación de la Palabra.
Señaló que la predicación de Jesús comenzó “con una frase muy simple: ‘Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos’. Esta es la base de todos sus discursos: Nos dice que el reino de los cielos está cerca”.
 
Ahora bien, ¿qué es el reino de los cielos? ¿Y qué significa que esté cerca?, planteó Francisco.
 
“Por reino de los cielos se entiende el reino de Dios, es decir su forma de reinar, de estar ante nosotros”. A continuación, Jesús dice que ese reino está cerca, “que Dios está cerca”. Es precisamente ahí donde radica la novedad del mensaje: “Dios no está lejos, el que habita los cielos descendió a la tierra, se hizo hombre. Eliminó las barreras, canceló las distancias. No lo merecíamos: Él vino a nosotros, vino a nuestro encuentro”.
 
Se trata de “un mensaje de alegría”, aseguró el Papa. “Dios asumió nuestra humanidad porque nos ama y libremente quiere darnos esa salvación que nosotros solos no podemos darnos”.
 
Por otro lado, el Santo Padre llamó la atención sobre el origen de la predicación de Jesús. No se fue al atrio del Templo de Jerusalén, no a los palacios, sino que comenzó a predicar “en las regiones que entonces se consideraban ‘oscuras’”.
 
Galilea era una de esas regiones oscuras, y de hecho era conocida como “Galilea de los gentiles”, es decir, “la región donde Jesús inició a predicar se llamaba así porque estaba habitada por diferentes personas y era una verdadera mezcla de pueblos, idiomas y culturas”.
 
Por lo tanto, “no era el lugar donde se encontraba la pureza religiosa del pueblo elegido”.
Sin embargo, “Jesús comenzó desde allí: no desde el atrio del templo en Jerusalén, sino desde el lado opuesto del país, desde la Galilea de los gentiles, desde un lugar fronterizo, desde una periferia”.
 
Dentro de esa lógica, Jesús tampoco empezó a predicar a los expertos en las escrituras, a los intelectuales o a los poderosos, sino que “los primeros destinatarios de la llamada fueron pescadores; no personas cuidadosamente seleccionadas en base a sus habilidades, ni hombres piadosos que estaban en el templo rezando, sino personas comunes y corrientes que trabajaban”.
 
“En medio de tantas palabras diarias, necesitamos escuchar esa Palabra que no nos habla de cosas, sino de vida”, concluyó el Papa Francisco.
 
(Publicado en ACIPRENSA)

viernes, 24 de enero de 2020

Lecturas del Domingo 3º del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (8,23b–9,3):

EN otro tiempo, humilló el Señor la tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí, pero luego ha llenado de gloria el camino del mar, el otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles.
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande;
habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló.
Acreciste la alegría, aumentaste el gozo;
se gozan en tu presencia, como gozan al segar,
como se alegran al repartirse el botín.
Porque la vara del opresor, el yugo de su carga,
el bastón de su hombro, los quebrantaste como el día de Madián.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 26,1.4.13-14

R/.
 El Señor es mi luz y mi salvación

V/. El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/.

V/. Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R/.

V/. Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,10-13.17):

OS ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que digáis todos lo mismo y que no haya divisiones entre vosotros. Estad bien unidos con un mismo pensar y un mismo sentir.
Pues, hermanos, me he enterado por los de Cloe de que hay discordias entre vosotros. Y os digo esto porque cada cual anda diciendo: «Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Cefas, yo soy de Cristo».
¿Está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿Fuisteis bautizados en nombre de Pablo?
Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo.

Palabra de Dios

Evangelio

Evangelio según san Mateo (4,12-23), del domingo, 26 de enero de 2020
Lectura del santo evangelio según san Mateo (4,12-23):

AL enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retirá a Galilea. Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaún, junto al mar, en el territorio de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías:
«Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea de los gentiles.
El pueblo que habitaba en tinieblas
vio una luz grande;
a los que habitaban en tierra y sombras de muerte,
una luz les brilló».
Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo:
«Convertíos,porque está cerca el reino de los cielos».
Paseando junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores.
Les dijo:
«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre, y los llamó.
Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del domingo, 26 de enero de 2020

El primer anuncio del Evangelio
      El Evangelio de hoy nos recuerda el momento en que Jesús comenzó a predicar. El evangelista Mateo nos lo presenta como el momento en que se cumple una antigua profecía de Isaías: “El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande”. Pero para ser sinceros, las palabras son mayores que la realidad. Lo que sucedió fue algo muy sencillo. En una esquina del mundo de aquel tiempo, lejos, muy lejos, de Roma, que era el centro de aquella civilización, un hombre salió a los caminos y comenzó a predicar. Su mensaje era muy sencillo: “Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos”. Al principio casi nadie le hizo caso. Apenas unos pocos pescadores --los últimos de la sociedad--, algunas mujeres –igual de mal valoradas– y gente por el estilo. Jesús no era más que un judío marginal y sólo los marginados le hicieron un poco de caso. 
      Si ése fue el modo como Dios quería presentar su salvación a todo el mundo, desde nuestra cultura actual, le diríamos que se equivocó de medio a medio. Hoy hubiésemos planteado toda una campaña en los medios de comunicación, de lanzamiento simultáneo en los países más ricos y desarrollados del mundo (en los países pobres se lanzaría más tarde), que ofreciese con claridad los contenidos más importantes y orientados ante todo a captar la atención de los destinatarios. Para ello, se trataría de ofrecer en primer lugar los aspectos más suaves, fáciles y gratificadores del mensaje. Con suficiente antelación se habría preparado a un gran número de predicadores, conferenciantes y escritores que se entregarían a la tarea de presentar el mensaje de un modo más cercano a la gente. Pero Dios no hizo eso. Más bien lo contrario. En Jesús se acercó a los últimos. Nunca estuvo muy preocupado por el número de sus seguidores ni por su nivel social. Ni siquiera les puso las cosas fáciles. Sus primeras palabras, ponen frente al oyente una exigencia radical: “Convertíos” o lo que es lo mismo, “cambiad de vida”. Pero algo encontraron en él aquellas gentes sencillas y humildes que le siguieron. Con dudas y vacilaciones, pero le siguieron. 
      Hoy, también nosotros somos una pequeña comunidad. No ocupamos el centro del mundo. No tenemos los medios de comunicación a nuestro alcance. Ni falta que nos hacen. Apenas tenemos el Evangelio en medio de nosotros y la fuerza de Jesús para hacer lo que él hizo. Primero, escuchar su mensaje y tratar de convertirnos, de comenzar a vivir de acuerdo con el Evangelio. Y, segundo, ser portadores de ese Evangelio para todos los que nos rodean. No hay que temer porque seamos pocos o pobres. Así es como Dios quiere hacer presente su mensaje en el mundo. En nuestras manos está.

Para la reflexión
      Hemos escuchado a Jesús que nos llama a convertirnos, ¿qué significa eso para nosotros? ¿Qué tengo que hacer para convertirme y vivir como cristiano? ¿Qué deberíamos hacer como comunidad para ser testigos de Jesús en nuestro barrio?

jueves, 23 de enero de 2020

NOTICIAS PAPA FRANCISCO

Catequesis del Papa Francisco sobre la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos
 
En la Audiencia General de este miércoles 22 de enero, el Papa Francisco reflexionó sobre la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que en Roma se celebra del 18 al 25 de enero.
 
En su catequesis el Santo Padre recordó que este año la Semana de Oración gira entorno a la hospitalidad y se basa en el pasaje de los Hechos de los Apóstoles que narra cómo las comunidades de Malta y Gozo trataron a San Pablo y a sus compañeros de viaje, cuando naufragaron.
 
“La hospitalidad es importante; y es también una importante virtud ecuménica. Significa reconocer, ante todo, que los demás cristianos son verdaderamente nuestros hermanos y nuestras hermanas en Cristo”, explicó el Papa.
 
A continuación, el texto completo de la catequesis del Papa Francisco.
 
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
 
La catequesis de hoy se enmarca en la semana de oración por la unidad de los cristianos que este año tiene como tema la hospitalidad, partiendo del pasaje de los Hechos de los Apóstoles que narra cómo las comunidades de Malta y Gozo trataron a san Pablo y a sus compañeros de viaje, cuando naufragaron.  A este episodio me referí precisamente en la catequesis de hace dos semanas.
 
Por lo tanto, recordemos de nuevo la dramática experiencia de ese naufragio. El barco en el que viaja Pablo está a merced de los elementos. Llevan catorce días en el mar, a la deriva, y como no se ven ni el sol ni las estrellas, los viajeros se sienten desorientados, perdidos. El mar se estrella con violencia contra el barco que temen que se rompa por la fuerza de las olas. También les azotan el viento y la lluvia. La fuerza del mar y de la tormenta es terrible e indiferente al destino de los navegantes: ¡eran más de 260 personas!
 
Pero Pablo, que sabe que no es así, habla. La fe le dice que su vida está en manos de Dios, que resucitó a Jesús de entre los muertos, y que lo llamó a él, a Pablo, para llevar el Evangelio hasta los confines de la tierra. Su fe también le dice que Dios, según lo que Jesús reveló, es un Padre amoroso. Por eso Pablo se dirige a sus compañeros de viaje e, inspirado por la fe, les anuncia que Dios no permitirá que pierdan ni un solo cabello.
 
Esta profecía se cumple cuando el barco encalla en la costa de Malta y todos los pasajeros pisan la tierra firme sanos y salvos. Y allí experimentan algo nuevo. En contraste con la violencia brutal del mar tempestuoso, reciben el testimonio de la "humanidad poco común" de los isleños. Esta gente, para la que son extranjeros, se muestra atenta a sus necesidades. Encienden un fuego para que se calienten, les dan refugio contra la lluvia y comida.
 
Aunque todavía no han recibido la Buena Nueva de Cristo, manifiestan el amor de Dios en actos concretos de bondad. Efectivamente, la hospitalidad espontánea y la amabilidad comunican algo del amor de Dios. Y la hospitalidad de los isleños malteses se ve recompensada por los milagros de curación que Dios obra a través de Pablo en la isla. La gente de Malta fue, pues, un signo de la Providencia de Dios para el Apóstol; también él fue testigo del amor misericordioso de Dios por ellos.
 
Queridísimos: la hospitalidad es importante; y es también una importante virtud ecuménica. Significa reconocer, ante todo, que los demás cristianos son verdaderamente nuestros hermanos y nuestras hermanas en Cristo. Somos hermanos. Alguien os dirá: “Pero ese es protestante, ese es ortodoxo...”. Sí, pero somos hermanos en Cristo. No es un acto de generosidad en un solo sentido, porque cuando somos hospitalarios con otros cristianos los acogemos como un regalo que nos han hecho. Como los malteses, - buenos, estos malteses- somos recompensados porque recibimos lo que el Espíritu Santo ha sembrado en estos hermanos y hermanas nuestros, que se convierte en un regalo también para nosotros porque el Espíritu Santo siembra también su gracia por doquier.
 
Acoger a los cristianos de otra tradición significa, en primer lugar, mostrar el amor de Dios por ellos, porque son hijos de Dios, -hermanos nuestros- y también recibir lo que Dios ha realizado en sus vidas. La hospitalidad ecuménica requiere la voluntad de escuchar a los otros cristianos, prestando atención a sus historias personales de fe y a la historia de su comunidad, comunidad de fe con otra tradición diferente de la nuestra. La hospitalidad ecuménica implica el deseo de conocer la experiencia que otros cristianos tienen de Dios y la expectativa de recibir los dones espirituales que la acompañan. Y esto es una gracia, descubrir esto es una gracia. Pienso en los tiempos pasados, en mi tierra por ejemplo. Cuando vinieron algunos misioneros evangélicos, un grupito de católicos iba a quemarles las tiendas. Esto no: No es cristiano. Somos hermanos, todos somos hermanos, y debemos ser hospitales unos con otros.
 
Hoy, el mar en el que naufragaron Pablo y sus compañeros vuelve a ser un lugar peligroso para la vida de otros navegantes. En todo el mundo, los hombres y las mujeres migrantes enfrentan viajes arriesgados para escapar de la violencia, para escapar de la guerra, para escapar de la pobreza. Como Pablo y sus compañeros experimentan la indiferencia, la hostilidad del desierto, de los ríos, de los mares... Muchas veces no les dejan desembarcar en los puertos. Pero, desgraciadamente, a veces también encuentran la hostilidad mucho peor de los seres humanos. Son explotados por traficantes criminales: ¡Hoy! Son tratados como números y como una amenaza por algunos gobernantes: ¡Hoy! A veces la inhospitalidad los arroja de nuevo como una ola hacia la pobreza o hacia los peligros de los que han huido.
 
Nosotros, como cristianos, debemos trabajar juntos para mostrar a los migrantes el amor de Dios revelado por Jesucristo. Podemos y debemos testimoniar que no hay solamente hostilidad e indiferencia, sino que cada persona es preciosa para Dios y amada por Él. Las divisiones que existen todavía entre nosotros nos impiden ser plenamente el signo del amor de Dios por el mundo. Trabajar juntos para vivir la hospitalidad ecuménica, particularmente con aquellos cuyas vidas son más vulnerables, hará de todos nosotros, los cristianos –protestantes, ortodoxos, católicos, todos los cristianos- mejores seres humanos, mejores discípulos y un pueblo cristiano más unido. Nos acercará más a la unidad, que es la voluntad de Dios para nosotros.
 
(publicado en ACIPRENSA)

lunes, 20 de enero de 2020

HOMILÍA DE DON MARIO - LA EPIFANÍA DEL SEÑOR


LA EPIFANIA DEL SEÑOR

 

Muy queridos hermanos y hermanas.

 

Estamos celebrando esta fiesta entrañable de la Epifanía del Señor, es decir que Él se manifiesta como Salvador, no solo del pueblo judío, sino de todo el universo, de toda la humanidad.

 

Y el Señor se muestra a través de estos personajes misteriosos, unos Magos de Oriente.  Poco sabemos de ellos, un evangelio apócrifo de origen armeno les da nombre, dice que eran Melchor, Gaspar y Baltasar, que eran hermanos de Persia, un evangelio que no es reconocido por la iglesia pero que hay esta.  La tradición nos dice que estos Magos de Oriente, sus restos reposan en la catedral de Colonia, más allá de estas cuestiones, aparecen unos seres que eran sabios y además con recursos económicos, porque eran capaces de ponerse en camino, con todos los aparejos necesarios para ponerse en camino, en busca de la verdad, en busca de lo que podía satisfacer profundamente su vida, no les bastaba con su sabiduría cósmica. Me recuerdan a mí a San Agustín, San Agustín que siendo de Hipona, norte de África, conocía todas las filosofías de la época y no le bastaban, se puso en camino, hasta que llegó a lo que hoy sería Italia, y en Milán conoce a San Ambrosio, donde descubre el cristianismo, donde descubre a Jesús. Y a estos sabios no les basta con la sabiduría humana, no les basta con sus riquezas.

 

Quizá pudiéramos pensar lo que busca hoy el hombre contemporáneo, solo sabiduría humana, solo riquezas, piensa que eso basta para culminar su corazón. Los Magos de Oriente nos dicen no, se ponen en búsqueda y preguntan, y preguntan a todo lo que se puede preguntar, preguntan al cosmos, detrás de la estrella, la estrella les guía, el universo nos habla de Dios, la naturaleza nos habla de Dios.  El salmo 103 lo dice de modo tan hermoso “Dios mío qué grande eres, te cubres de belleza y majestad con la creación hermosa que has hecho”, la creación que cuando no la estropeamos, cuando no la ennegrecemos nos habla de Dios. Pero además preguntan a la Escritura, ”Qué dicen los escribas y los sacerdotes, donde nace el Rey de Israel”, y los escribas dicen, el profeta Miqueas habla de Belén, “Tu Belén no eres la ciudad más pequeña ni mucho menos, porque de ti saldrá el Salvador, el Pastor de Israel”, preguntan a la Santa Escritura.

 

Pero incluso hasta los elementos  nefastos de la historia, un Herodes, nos habla de Herodes el Magno, Herodes el Grande, después vendrá su hijo Herodes Antipas, que es el que manda decapitar a San Juan Bautista, luego el nieto Herodes Agripa, que es el que manda decapitar a los demás apóstoles, empezando por Santiago, incluso la maldad habla de Dios, incluso son capaces del mal sacar un bien, es decir, ellos buscan una eternidad, buscan una plenitud y todo en el fondo si estamos atentos habla de Dios.  Se ponen en camino, nuestra vida es camino, no podemos estar sentados contentos con nuestras cuatro cositas que rodean nuestra vida, no podemos aburrirnos en la vida, no nos puede pasar la vida con mediocridad, hemos de ponernos en camino en esa búsqueda que llene verdaderamente nuestro corazón, lo haga grande, lo haga inmenso, lo haga eterno.  Y el camino siempre es lo pequeño, la humildad, venimos a ver un Rey y que contemplamos, un Niño, contemplamos un Niño en un pesebre, contemplamos la grandeza de Dios en la pequeñez y sencillez de un Niño acostado en el lugar donde comen los animales.

 

Nos ha dicho el Evangelista Mateo “Siguiendo la estrella se llenaron de inmensa alegría”, algo que falta a este mundo, la verdadera alegría, solo Dios la colma, se llenaron de inmensa alegría, entraron, entrar, entrar del misterio de Dios, y el misterio de Dios entra en nuestro corazón.  Vieron al Niño con María su madre.  Me conmueve siempre que en los evangelios de la infancia siempre aparece el Niño con María su Madre, el Niño con su Madre, la inmensidad de la mujer, la inmensidad de la maternidad, de donde nos viene la salvación, de dónde vienen todas las bendiciones al mundo, el Niño con su Madre, y dice “Cayendo de rodillas le adoraron y le ofrecieron sus dones”.  Caer de rodillas, es una expresión corporal que ha quedado en la iglesia, en la Consagración, en la adoración del Santísimo, porque la oración del cristiano es de pie, porque nos dice San Pablo “Cuando venga Cristo que nos encuentre en pie”, esperando su venida, por eso las oraciones las hacemos siempre en pie, el Evangelio lo recibimos en pie.  Pero caer de rodillas ha quedado como este gesto de los Magos ante el misterio de Dios, “Y le adoraron”, una expresión que quizás no es hoy día muy común, adorar, aunque sin querer adoramos a muchos ídolos, sin querer adoramos el confort, adoramos el dinero, adoramos el poder, adoramos a muchos ídolos, nos habla de adorar al Dios hecho Niño, a quien da la vida por nosotros, a quien muestra su amor.  Quizá teníamos que preguntarnos a quien adoro yo en la vida y que poco adoro al Señor.  Hemos convertido nuestra vida en algo utilitarista, solo utilizo aquello que puede darme algún beneficio, da la sensación que adorar a Dios no reporta ningún beneficio, cuándo es lo más grande que colma el corazón humano, adorar en espíritu y en verdad, como decía Jesús, adorar al Padre en espíritu y verdad, a quien adoro yo en mi vida.

 

Y le ofrecieron sus dones.  Tres Magos, dice la tradición, porque en aquella época solo se conocían tres continentes, Melchor representa a Europa, Gaspar representa Asia, Baltasar representa África, es decir, todos los pueblos de la tierra de todas las razas, de todos los colores convocados por el Señor, a quienes revela su gloria y revela la salvación.  Y ofrece tres dones, oro en cuanto a Dios, incienso en cuanto hombre y mirra en cuanto alguien que va que va a dar la vida que va a ser sepultado, la mirra era uno de los aromas que más se utilizaba para la sepultura. Regalar al Niño, de ahí ha venido esta tradición de esta noche haber regalado a los niños, y a los que no somos tan niños algún pequeño detalle.  Pero la pregunta sería; yo que regalo al Niño, que regalo a Jesús, Señor que te puedo ofrecer como oro, como Dios, quizás la oración, quizás la adoración, la Eucarsitía, quizás el trabajo que realizo cada día que me esfuerzo y que me cuesta y en el que dejo la vida, te lo ofrezco, como Abel ofrecía sus dones, que ofrezco como Dios, que te ofrezco como hombre, que ofrezco a la humanidad, cómo te puedo servir en la humanidad que me rodea, cómo te puedo servir en mi familia en mi cónyuge, en mis hijos, en mis vecinos, mis compañeros de trabajo, como te puedo regalar en estas personas.  Y la mirra, como te puedo regalar en aquellos, que padecen contigo la pasión, como regalarte en los enfermos, en los pobres, en los excluidos, en los inmigrantes, en los desheredados.  Cuánto puedo regalar oro incienso y mirra y no quedármelo para mí.

 

Ojalá hoy sea capaz de entrar en ese misterio del Señor, llenarme de alegría verdadera, ofrecer y adorar.  Y después nos ha dicho el Evangelio, se les apareció en sueños un Ángel, es curioso como los sueños aparecen constantemente en la Escritura, en el antiguo y en el nuevo testamento, el sueño de Adán, el sueño de Jacob, el sueño de los apóstoles, el sueño de José.  Cuando habla de sueños el Evangelio, nos dice como Dios se revela en nuestra vida, como Dios nos habla a través de los pequeños signos que jalonan nuestra vida, en sueños el Señor les dijo volved por otro camino, quien encuentra al Señor no puede seguir haciendo lo mismo, tiene que tomar otro camino, como el ciego de Jericó que estaba postrado y no podía caminar, cuando ya vio por el Señor, le seguía en el camino nuevo de Jesús. Iniciar el camino nuevo de Jesús, iniciar el camino de una humanidad nueva, iniciar el camino de la salvación.

 

La fiesta de la Epifanía, de los Magos de Oriente, seres misteriosos, de los cuales tanto podemos aprender, porque es experiencia de lo que es una vida que ha sido encontrada por el señor, una vida que ha sido transformada por el amor de Dios.  Ojalá sea ese también el camino de nuestra vida.

 

 Así lo pedimos hoy al Señor por medio de su Madre, el Niño con su Madre.  Hoy también queremos volver los ojos a María, Ella que siguió tan estrechamente el camino de nacimiento, de pasión y de gloria de su Hijo, que también Ella nos ayude y nos sostenga en el camino de la vida.

 

Que así sea.

 

X Mario Iceta Gabicagogeascoa

Obispo de Bilbao

 

 

sábado, 18 de enero de 2020

El bautismo es el pilar para construir diálogo ecuménico, afirma el Papa Francisco

El Papa Francisco destacó el bautismo como el pilar sobre el que construir el diálogo ecuménico y el camino hacia la unidad de los cristianos, pues “como mensajeros de la humanidad, como destinatarios de la bondad de Dios encarnado, estamos juntos en camino en la comunidad de todos los bautizados”.
El Pontífice recibió este viernes 17 de enero en el Palacio Apostólico del Vaticano a una delegación de la Iglesia luterana de Finlandia, presentes en Roma con motivo de la peregrinación ecuménica anual para celebrar la fiesta de San Enrique, patrón de Finlandia.
En su discurso, Francisco insistió en que “los cristianos son aquellos que pueden dar gracias por su bautismo. Esta gratitud une y ensancha nuestros corazones, los abre a nuestro prójimo, que no es un adversario sino nuestro querido hermano, nuestra querida hermana”.
Advirtió que “la comunidad de todos los bautizados no es un mero ‘estar los unos al lado de los otros’, y ciertamente no es un ‘estar los unos contra los otros’, sino que quiere convertirse cada vez más profundamente en un ‘estar juntos’”. 
Por otro lado, destacó la hospitalidad como un camino para el ecumenismo, pues “también forma parte del testimonio común de la fe en la vida cotidiana. La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que comienza mañana, nos muestra esta virtud ecuménica y sobre todo nos la recomienda”.
Recordó la frase del libro de los Hechos de los Apóstoles que destaca la hospitalidad con que los habitantes de la isla de Malta acogieron al apóstol y cientos de compañeros suyos después de un naufragio en el Mediterráneo: “Nos trataron con una humanidad poco común”.
“Como cristianos bautizados, creemos que Cristo quiere encontrarnos precisamente en aquellas personas que han naufragado en la vida, ya sea literalmente como en sentido figurado”, afirmó el Papa Francisco.
Señaló que “el que brinda hospitalidad no se hace más pobre, sino más rico. Quien da, recibe a su vez. Efectivamente, la humanidad que mostramos a los demás nos hace misteriosamente partícipes de la bondad de Dios que se hizo hombre”.
El Papa Francisco finalizó su discurso mostrando su deseo de que “el ecumenismo espiritual y el diálogo ecuménico sirvan para profundizar este ‘estar juntos’. Que este ‘estar juntos’ siga creciendo, desarrollándose y dando frutos en Finlandia”.

Lecturas del Domingo 2º del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (49,3.5-6):

ME dijo el Señor:
«Tu eres mi siervo, Israel,
por medio de ti me glorificaré».
Y ahora dice el Señor,
el que me formó desde el vientre como siervo suyo,
para que le devolviese a Jacob,
para que le reuniera a Israel;
he sido glorificado a los ojos de Dios.
Y mi Dios era mi fuerza:
«Es poco que seas mi siervo
para restablecer las tribus de Jacob
y traer de vuelta a los supervivientes de Israel.
Te hago luz de las naciones,
para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 39,2.4ab.7-8a.8b-9.10

R/.
 Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

V/. Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios. R/.

V/. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios,
entonces yo digo: «Aquí estoy». R/.

V/. «-Como está escrito en mi libro-
para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas». R/.

V/. He proclamado tu justicia
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes. R/.

Segunda lectura

Comienzo de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,1-3):

PABLO, llamado a ser apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano, a la Iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados por Jesucristo, llamados santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro: a vosotros, gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Palabra de Dios

Evangelio

Evangelio según san Juan (1,29-34), del domingo, 19 de enero de 2020
Lectura del santo evangelio según san Juan (1,29-34):

EN aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:
«Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel».
Y Juan dio testimonio diciendo:
«He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo:
“Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”.
Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».


Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del domingo, 19 de enero de 2020

Somos un pueblo santo
      La segunda lectura tomada de la primera de Corintios nos da hoy la clave para comprender la Palabra de Dios. Nos dice Pablo que escribe su carta “a los consagrados por Jesucristo, al pueblo santo que él llamó y a todos los demás que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo”. Eso es exactamente lo que ha hecho de nosotros el bautismo: un pueblo santo, un pueblo de consagrados. 
      ¿Por qué? Porque en el bautismo nos hemos hecho uno con Jesús, su vida se ha hecho nuestra. Y él es el consagrado del Padre. Para entender quién es Jesús, y nosotros al habernos bautizado con él, nos sirven la primera lectura del profeta Isaías: “Tú eres mi siervo”, “Te hago luz de las naciones para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra” y el Evangelio en el que Juan el Bautista da testimonio de Jesús: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Juan vio como el Espíritu descendía sobre Jesús y se dio cuenta de que Jesús era “el que ha de bautizar en el Espíritu Santo” y da testimonio de que “es el Hijo de Dios”.
      Jesús es el elegido de Dios para traer la salvación a todos los pueblos. El amor y el perdón de Dios no se destinan de forma exclusiva a una raza, a un pueblo o a una cultura. Es para todos sin excepción. Para esa misión, Jesús está ungido por el Espíritu Santo, por el Espíritu de Dios. Ese Espíritu es el que le convierte en Hijo de Dios. Esa misión se centra en el perdón de los pecados, en la reconciliación, que abre las puertas a una vida más plena. Jesús nos invita a la conversión porque en él tenemos una oportunidad real de comenzar una nueva vida. 
      Al ser bautizados en Jesús, somos incorporados a él. Por eso, podemos decir con seguridad que somos un pueblo santo, que estamos llenos del Espíritu Santo y que tenemos la misión de ofrecer el amor y la salvación de Dios a todos los que nos rodean. Porque ese amor de Dios no es para nosotros en exclusiva. Es para todos. Sería bueno que nos mirásemos unos a otros. En los bancos de nuestra iglesia vemos gente normal. ¿Seguro? Sí, gente normal, pero también “pueblo santo”, “pueblo consagrado”, “testigos del amor de Dios en medio del mundo”. Cuando salimos cada domingo de la misa, debemos saber que se nos ha dado la misión de ser testigos del amor de Dios. La gracia y la paz de Dios están con nosotros. Su Espíritu nos llena. Hoy es tiempo de levantar la cabeza y sentirnos orgullosos de lo que somos. Somos el pueblo de Dios y tenemos una misión que cumplir: mostrar al mundo con nuestra vida, con nuestra forma de ser, actuar y hablar, que Dios está con nosotros y que nos ama, que no hay pecado que no merezca el perdón, que Dios siempre nos espera para devolvernos la vida y que este mensaje es para toda la humanidad. 

Para la reflexión
      ¿Cómo actuó Jesús para dar testimonio del amor de Dios a los hombres y mujeres con que se encontró? ¿Nos sentimos orgullosos de ser cristianos, de participar en la misión de Jesús? ¿Cómo damos nosotros testimonio de ese amor de Dios en nuestra vida diaria?

viernes, 17 de enero de 2020

NOTICIAS PAPA FRANCISCO

Papa Francisco: Los caminos de los hombres vividos con fe son espacio para la salvación
 
 
El Papa Francisco señaló que “los caminos de los hombres, si se viven en la fe, pueden convertirse en un espacio de tránsito para la salvación de Dios”.
 
Así lo indicó el Santo Padre en la Audiencia General de este miércoles 15 de enero al concluir con su serie de catequesis sobre el libro de los Hechos de los Apóstoles que se centró en la última etapa misionera de San Pablo: Roma.
 
“El viaje de Pablo, que fue uno con el Evangelio, es la prueba de que los caminos de los hombres, si se viven en la fe, pueden convertirse en un espacio de tránsito para la salvación de Dios, a través de la Palabra de fe que es fermento activo en la historia, capaz de transformar situaciones y abrir nuevos caminos”, explicó.
 
El Papa destacó en su catequesis semanal que la narración de los Hechos de los Apóstoles no concluye con el martirio del apóstol Pablo “sino con la abundante siembra de la Palabra” que “contiene y resume todo el dinamismo de la Palabra de Dios, una Palabra imparable que quiere correr para comunicar la salvación a todos”.
 
Además, el Pontífice recordó que al llegar San Pablo a Roma encuentra “en primer lugar a sus hermanos en Cristo, quienes lo reciben y le infunden valentía y cuya cálida hospitalidad muestra cuánto se esperaba y deseaba su llegada”.
 
En esta línea, el Santo Padre relató que a pesar de que Pablo vivía “bajo custodia militar”, es decir, “en arresto domiciliario” el apóstol se encontraba con judíos para “hablarles sobre el reino de Dios” y agregó que “él trata de convencerlos sobre Jesús, comenzando por las Escrituras y mostrando la continuidad entre la novedad de Cristo y la esperanza de Israel.
 
“Pablo se reconoce profundamente judío y ve en el Evangelio que predica, es decir, en la proclamación de Cristo muerto y resucitado, el cumplimiento de las promesas hechas al pueblo elegido”, afirmó.
 
Además de reunirse informalmente con judíos, Francisco relató que San Pablo se reunió con otras personas a quienes “anuncia el reino de Dios e intenta abrir a sus interlocutores a la fe en Jesús” pero al ver que “no todos están convencidos, denuncia el endurecimiento del corazón del pueblo de Dios, la causa de su condena y recuerda con pasión la salvación de las naciones que se muestran sensibles a Dios y capaces de escuchar la Palabra del Evangelio”.
 
De este modo, el Papa Francisco subrayó que la narración concluye no con la muerte del apóstol Pablo sino con “el dinamismo de una Palabra que no está encadenada” porque San Pablo “no tiene la libertad de moverse, pero es libre para hablar, la palabra no está encadenada, sino que está lista para dejarse sembrar por las manos llenas del apóstol”.
 
“Pablo lo hace con toda franqueza y sin impedimentos, en una casa donde acoge a quienes desean recibir el anuncio del reino de Dios y conocer a Cristo. Esta casa abierta a todos los corazones en búsqueda es una imagen de la Iglesia que, aunque perseguida, incomprendida, pecadora y encadenada, nunca se cansa de dar la bienvenida con un corazón maternal a cada hombre y mujer para anunciarles el amor del Padre que se hizo visible en Jesús”, dijo el Papa.
 
Finalmente, el Pontífice rezó para que el Espíritu Santo “reanime en cada uno de nosotros la llamada a ser evangelizadores valientes y alegres” y para que también “nos haga capaces de impregnar, como a Pablo, nuestros hogares con el Evangelio y convertirlos en cenáculos de fraternidad, donde podamos acoger al Cristo vivo, que viene a encontrarnos en todo hombre y en toda época”.
 
(Publicado en ACIPRENSA)

miércoles, 8 de enero de 2020

HOMILÍA DE DON MARIO - LA NAVIDAD DEL SEÑOR


Muy queridos hermanos y hermanas.

 

En este día Santo del nacimiento de Jesús, quisiera compartir con vosotros cuatro reflexiones que nos permitan penetrar en lo que hoy queremos vivir con intensidad.

 

Hemos visto los pastores que estaban llevando adelante su trabajo, a veces tenemos una visión idílica de los pastores, como si fuera una cosa bonita, los corderitos, bien el pastoreo es una profesión dura, muy probada, estaban de noche, al raso, seguramente con sueño, igual con hambre, ciertamente en la noche, en la oscuridad y se les anuncia a ellos, hoy para vosotros ha nacido El Salvador.

 

Me gustaría detenerme en esta palabra hoy, porque en la Biblia el hoy significa que Dios siempre está presente actuando para nosotros.  Ya el salmo segundo decía “Tú eres mi hijo yo te he engendrado hoy”, es decir la eternidad de Dios que entra en el mundo.  Hoy significa que también hoy día 25 de diciembre de 2019 el Señor se te ofrece, quiere entrar en tu vida, hoy se te anuncia a ti una vez más la salvación de Dios, hoy el Señor te vuelve a elegir y vuelve a mostrar su amor en el portal de Belén.  Quizás en la oscuridad de nuestra vida, nuestra vida tiene tantos claros y oscuros, hay veces que estamos felices, estamos serenos, estamos tranquilos, pero de repente aparecen los problemas, las dificultades, las incomprensiones, las malas noches, las dificultades en el trabajo y en la familia, la oscuridad en el trabajo de los pastores, “Hoy se te anuncia que Dios viene a ser tu salvación, hoy mismo”.

 

Por eso la segunda idea sería la que nos iba preparando el tiempo de adviento, sobre todo ya el último domingo nos decía “Portones alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas, va entrar el Rey de la Gloria, si tú le dejas entrar, si abres las puertas, para que entre quién es Luz y quién es Vida.

 

Nos ha dicho Isaías en la primera lectura “En la oscuridad apareció la gracia de Dios.  El prólogo del Evangelio de San Juan, que es el propio de la misa del día, dice, “La palabra era vida, la palabra era la luz, vino a los suyos, muchos no lo recibieron, pero a quienes lo recibieron les da poder para ser hijos de Dios”.  No ha nacido de amor carnal ni de amor humano, si no ha nacido de Dios, “La palabra se hizo carne y habita entre nosotros”.  Como se posiciona mi corazón ante hoy, cuando Dios una vez más llama a mi corazón.  

 

Y para que llama, sería la tercera reflexión.  Isaías nos ha dicho “Viene para quebrar la caña que batía sobre el lomo, viene para quebrar el yugo que esclavizaba, viene para lavar la túnica de sangre”, es decir viene para aliviar al mundo de tanto sufrimiento, viene para aliviar al mundo de tanta violencia, en la que también nosotros estamos inmersos, cuanta violencia verbal, cuantas veces percibimos que no somos amados como realmente necesitamos ser amados, estamos en un mundo competitivo que como no estés atento te quedas fuera, te quedas en la cuneta, cuantas veces necesitamos ser acompañados, ser consolados, ser escuchados y no encontramos quien lo haga.  Viene para romper la vara que somete a los pueblos, la vara que genera hambrunas, que genera guerras, la bota del opresor, nos ha dicho Isaías “El yugo que nos esclaviza que nos da con la cabeza en el suelo, en la tierra”.  Viene para disipar toda violencia, toda humillación, todo pecado.  Y quién y como lo hace, sorprendentemente ya Isaías lo anunciaba a los judíos “No viene un rey poderoso con la potencia de los ángeles, dice, porque un Niño se los ha dado”.

 

No sé si la capilla de música lo cantara al final, lo suelen cantar en Pascua el oratorio de “El Mesías” de Haendel, precisamente el Aleluya lo que canta es este texto de Isaías “Se los ha dado un niño que es consejero, que es fortaleza, que es príncipe de la paz, un niño”. Y como lo hace por medio del amor, el amor es la fuerza más poderosa del universo, el amor es lo que desata todos los nudos, es lo que rehace todo lo que ha dejado la violencia deshecho, el amor es lo que rehace la vida y las ganas de vivir, el amor es la fuente de la paz.  El mundo nunca encontrará la paz si no aprende a amar, porque la paz solo es fruto del amor, no de un equilibrio de fuerzas,  de una guerra fría, vamos a soportarnos unos a otros, no, es cuando uno realmente ama, perdona, es cuando surge el árbol fuerte y frondoso de la paz por eso Jesús es el príncipe de la paz, porque nos enseña a amar.  Nuestras familias serían más pacíficas si maramos mejor, nuestro vecindario sería más pacífico se aprendiéramos a amar, nuestra tierra nuestro mundo será paz cuando aprendamos a amar, a perdonar, a compartir, sabiendo que el amor es un Niño que se da en su sencillez e inocencia, no tiene poderes mundanos, tiene un amor limpio que sonríe y que se dona.

 

Pronto celebraremos la Epifanía del Señor, ahí veremos cómo Herodes se sobresalta ante un Niño, tiene miedo de que le quiten su trono, sus cuatro pobres pertenencias.  A los Magos de Oriente no les importa inclinarse y doblar la rodilla ante un Niño que les va a enseñar a amar, porque luego van a volver a su país por otro camino, el camino del perdón y de la misericordia, reconciliados con Dios, reconciliados entre sí, reconciliados consigo mismo.

 

Por eso hoy en este día Santo de la Natividad del Señor abramos nuestro corazón para que el Señor entre en cada uno de nosotros, rompa todo aquello que nos esclaviza, disipe nuestras propias violencias y nos enseñe a amar como un Niño, de modo puro, de modo inocente, que no busca nada que no tiene intereses, si no es amor, entrega, sonrisa, alegría de Dios.

 

Así lo pedimos esta mañana al Señor por intercesión de la Virgen María, que también queremos mirar, aunque la miraremos el uno de enero, la alegría de María al dar a luz a un Niño, conocéis los que sois padres y madres, una madre con que alegría da a luz al niño, el fruto de sus entrañas.

Pues también hoy dirigimos el corazón a María para felicitarla, para acompañarla y para que nos dé al Niño que entre para siempre en nuestra vida, en nuestro corazón.

 

Que así sea.

 

X Mario Iceta Gabicagogeascoa

Obispo de Bilbao

Alegría en el corazón de Dimas

Hemos entrado en Cuaresma, tiempo de preparación para celebrar la Semana Santa, con la Pascua cristiana: el triunfo de Cristo, después de su...