miércoles, 26 de enero de 2022

Así fue la construcción de la capilla Nº 100 inspirada en el Papa Francisco

Sebastián Cerda, coordinador de Capilla País de la pastoral de la Universidad Católica de Chile, comentó cómo fue la construcción de la Capilla País Nº 100, hito del cual siente “un orgullo y un placer demasiado grande”, dijo.

Capilla País es un proyecto que construye capillas de madera en las periferias urbanas, donde las ciudades han crecido pero la Iglesia no ha podido llegar con la misma velocidad.

La iniciativa nació en 2014 como una respuesta de los jóvenes universitarios al llamado que hizo el Papa Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro en 2013 de salir a las periferias de la sociedad.

Este año, Capilla País participó con 240 voluntarios en las zonas de Talagante, Batuco, La Serena, Villa Alegre, Valparaíso, Santa Clara, El Escorial y Coronel, desde el 4 y el 14 de enero.

Los estudiantes llegaron a la comunidad Sagrada Familia de la localidad de Batuco, Santiago, para construir la capilla número 100 del proyecto.

En el lugar ya existía una capilla de unos 40 años de antigüedad. Con el tiempo, su estructura de ladrillos comenzó a agrietarse y hace unos dos años fue declarada “inhabitable” por el riesgo de derrumbe.

Sin lugar para reunirse, la comunidad dejó de celebrar Misas y sumado a la pandemia del COVID-19 tuvieron que ajustarse a la celebración vía online.

Con la situación sanitaria mejorada y de vuelta a la presencialidad, comenzaron a celebrar la Misa en un salón parroquial pegado al sector donde hoy se ubica la nueva capilla.

Sebastián Cerda explicó que “como toda construcción, siempre hay obstáculos, chicos, medianos y grandes, que hay que sortear para poder realizarla”, como la falta de radier pocos días antes de comenzar la obra o bien las termitas que habían en el sector.

“Tuvimos que parar la construcción para impregnar la madera en una solución antitermitas, para así evitar su colapso en un futuro”, precisó Cerda.

“Esta pausa en la construcción generó un retraso en la obra. Pero, como los voluntarios no querían dejar el trabajo a medias, se avanzó a una velocidad increíble, demostrando su destacable compromiso, entrega y alegría que les permitió construir la capilla en 6 días”, afirmó el jefe de Capilla País.

Que la comunidad pueda retomar la vida espiritual durante este verano “es poder devolverles un poquito la esperanza y alegría a los vecinos de las comunidades”.

“Es una oportunidad increíble para nosotros, nos levantamos tempranito, venimos a construir, pero no es sólo construir una capilla, sino que la capilla al final es un medio para llegar a la gente, de hacer un punto de encuentro para compartir la alegría”, destacó María Teresa Ernst, jefa de zona de Capilla País en Batuco.

Capilla País

Sebastián Cerda expresó que “quizás los fundadores de Capilla País no tenían en mente construir cien capillas en estos años de proyecto, pero poder hacerlo realidad bajo nuestro liderazgo, poder contribuir en la construcción de esta capilla en particular y en diferentes lugares de encuentro en las comunidades a las que visitamos durante estos días, a lo largo de estos años, ha sido un orgullo y un placer demasiado grande”, sostuvo.

Hasta el 2020 han participado 3.500 jóvenes en unas 99 comunidades de Chile, y 50 de ellas fueron “entregadas” al Papa Francisco en enero de 2018 durante su visita al país.

Las capillas actuales se construyen sobre la base del modelo ganador de un concurso interno de la Pontificia Universidad Católica de Chile realizado en septiembre de 2018.

El grupo ganador fue encabezado por el docente de la Escuela de Arquitectura, arquitecto José Di Girolamo, junto a los estudiantes de la facultad de Arquitectura: José Manuel Arteaga Ferrer, Martín Pablo Correa del Valle, Raimundo Salgado Salas, David Ángel Meza Valenzuela y Trinidad Amenábar Moreno.

La edificación cuya base principal es la madera, llama al recogimiento y a la oración y es adaptable a los distintos climas de Chile.

Durante su permanencia en las comunidades los voluntarios construyen y fomentan la oración y el fortalecimiento de la comunidad.

(publicado en ACIPRENSA)

Homilía del Papa Francisco en Vísperas de la Solemnidad de la Conversión de San Pablo 2022

El Papa Francisco dirigió este 25 de enero el rezo de las Vísperas por la Solemnidad de la Conversión de San Pablo, en conclusión de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2022.

Durante su homilía, el Santo Padre reflexionó en el tema de la Semana de Oración de este año, “Nosotros hemos visto aparecer su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo”, que se basa en el capítulo 2 del Evangelio de San Mateo en que se narra el episodio de la adoración de los Magos en la Epifanía del Niño Jesús.

“No nos dejemos deslumbrar por los resplandores del mundo, estrellas esplendentes pero fugaces. No sigamos las modas del momento, meteoros que se apagan; no caigamos en la tentación de brillar con luz propia, o sea de encerrarnos en nuestro grupo y salvaguardarnos a nosotros mismos. Que nuestra mirada esté fija en el cielo, en la estrella de Jesús. Sigámoslo a Él, a su Evangelio y a su invitación a la unidad, sin preocuparnos de lo largo y difícil que será el camino para alcanzarla plenamente. Anhelemos y caminemos juntos, apoyándonos recíprocamente, como lo hicieron los Magos”, invitó el Papa.

A continuación, la homilía pronunciada por el Papa Francisco:

Antes de compartir algunas reflexiones, quisiera expresar mi gratitud a Su Eminencia el Metropolita Polykarpos, representante del Patriarcado Ecuménico, a Su Gracia Ian Ernest, representante personal del Arzobispo de Canterbury en Roma y a los representantes de las otras Comunidades cristianas presentes. Y gracias a todos ustedes, hermanos y hermanas, por haber venido a rezar. Saludo en particular a los estudiantes: los del Ecumenical Institute of Bossey, que profundizan el conocimiento de la Iglesia católica; los anglicanos del Nashotah College en los Estados Unidos de América; los ortodoxos y ortodoxos orientales que estudian con becas concedidas por el Comité para la Colaboración Cultural con las Iglesias Ortodoxas. Acojamos el apremiante deseo de Jesús, que quiere que todos seamos uno (cf. Jn 17,21) y, con su gracia, caminemos hacia la unidad plena.

En este camino nos ayudan los Magos. Contemplemos esta tarde su itinerario, que consta de tres etapas: comienza en oriente, pasa por Jerusalén y por último llega a Belén.

1. Antes que nada, los Magos salen «del oriente» (Mt 2,1), porque desde allí ven aparecer la estrella. Inician su viaje en oriente, que es donde sale el sol, pero van en busca de una luz más grande. Estos sabios no se conforman con sus conocimientos y sus tradiciones, sino que desean algo más. Por eso afrontan un viaje arriesgado, impulsados por la inquietud de la búsqueda de Dios. Queridos hermanos y hermanas, sigamos también nosotros la estrella de Jesús. No nos dejemos deslumbrar por los resplandores del mundo, estrellas esplendentes pero estrellas fugaces. No sigamos las modas del momento, meteoros que se apagan; no caigamos en la tentación de brillar con luz propia, o sea de encerrarnos en nuestro grupo y salvaguardarnos a nosotros mismos. Que nuestra mirada esté fija en el cielo, en la estrella de Jesús. Sigámoslo a Él, a su Evangelio y a su invitación a la unidad, sin preocuparnos de lo largo y difícil que será el camino para alcanzarla plenamente. No olvidemos que mirando la luz, la Iglesia, nuestra Iglesia en camino, que sigue siendo el misterio de la luna.

Anhelemos y caminemos juntos, apoyándonos recíprocamente, como lo hicieron los Magos. La tradición nos los ha descrito frecuentemente vestidos con trajes diferentes, para simbolizar pueblos diversos. En los Magos podemos ver reflejadas nuestras diferencias, las distintas tradiciones y experiencias cristianas, pero también nuestra unidad, que nace del mismo deseo: mirar al cielo y caminar juntos en la tierra. Caminar.

El oriente nos hace pensar también en los cristianos que viven en varias regiones diezmadas por la guerra y la violencia. Es precisamente el Consejo de las Iglesias de Medio Oriente el que ha preparado los subsidios para esta semana de oración. Estos hermanos y hermanas nuestros tienen muchos desafíos difíciles que afrontar y, sin embargo, con su testimonio nos dan esperanza, nos recuerdan que la estrella de Cristo sigue brillando en las tinieblas y no se apaga; que el Señor desde lo alto acompaña y alienta nuestros pasos. Alrededor de Él, en el cielo, brillan juntos, sin distinciones de confesión, muchísimos mártires, que nos indican a los que estamos en la tierra, un camino preciso, el de la unidad.

2. De oriente los Magos llegan a Jerusalén con el deseo de Dios en el corazón, diciendo: «Vimos su estrella en el oriente y hemos venido a adorarlo» (v. 2). Pero de su deseo por el cielo son llevados de regreso a la dura realidad de la tierra: «cuando el rey Herodes oyó esto -dice el Evangelio-, se alarmó, y con él toda Jerusalén» (v. 3). En la ciudad santa los Magos, en vez de ver reflejada la luz de la estrella, experimentan la resistencia de las fuerzas oscuras del mundo. No es solo Herodes el que se siente amenazado por la novedad de una realeza distinta de la corrompida por el poder mundano, es toda Jerusalén la que se turba por el anuncio de los Magos.

Incluso en nuestro camino hacia la unidad podemos estancarnos por la misma razón que paralizó a aquella gente: la perturbación, el miedo. Es el temor a la novedad, que sacude los hábitos y las seguridades adquiridas; es el miedo a que el otro desestabilice mis tradiciones y mis esquemas consolidados; pero, en el fondo, es el miedo que vive en el corazón del hombre y del que el Señor Resucitado quiere liberarnos. Dejemos, pues, resonar en nuestro camino de comunión su exhortación pascual: «¡No teman!» (Mt 28,5.10). No temamos anteponer al hermano a nuestros miedos, porque el Señor quiere que confiemos los unos en los otros y que caminemos juntos, a pesar de nuestras debilidades y nuestros pecados, a pesar de los errores del pasado y las heridas recíprocas.

En Jerusalén, lugar de decepción y de oposición, justo donde la vía indicada por el Cielo parece estrellarse contra los muros levantados por los hombres, es donde los Magos descubren el camino hacia Belén; y son los sacerdotes y los escribas quienes, escrutando las Escrituras (cf. Mt 2,4), dan la indicación. Los Magos encuentran a Jesús no solo gracias a la estrella, que entretanto había desaparecido; sino también a la Palabra de Dios.

Tampoco nosotros, los cristianos, podemos llegar al Señor sin su Palabra viva y eficaz (cf. Hb 4,12), que fue dada a todo el Pueblo de Dios para ser recibida, para orar con ella y meditarla juntos. Todo el Pueblo de Dios. Acerquémonos, pues, a Jesús por medio de su Palabra, pero acerquémonos también a nuestros hermanos por medio de la Palabra de Jesús. Así su estrella surgirá de nuevo en nuestro camino. Y nos dará alegría.

3. Esto es lo que les sucedió a los Magos cuando llegaron a su última etapa: Belén. Allí entran en la casa, se postran y adoran al Niño (cf. Mt 2,11). Así es como termina su viaje: juntos, en la misma casa, en adoración. De este modo los Magos anticipan a los discípulos de Jesús, que aun diversos pero unidos, al final del Evangelio se postran delante del Resucitado en el monte de Galilea (cf. Mt 28,17); se convierten en un signo profético para nosotros, que anhelamos al Señor, que somos compañeros de viaje por los caminos del mundo y buscadores de los signos de Dios en la historia a través de la Sagrada Escritura. Hermanos y hermanas también para nosotros la unidad plena, ese estar en la misma casa, sólo puede realizarse si adoramos al Señor.

Queridos hermanos y hermanas, la etapa decisiva del camino hacia la plena comunión requiere de una oración más intensa y requiere adorar, requiere la adoración a Dios. Los Magos nos recuerdan entonces que para adorar hay un paso que dar: es necesario postrarse. Este es el camino, abajarnos, dejar de lado nuestras pretensiones y poner al Señor en centro.

Cuántas veces el orgullo ha sido el verdadero obstáculo para la comunión. 

Los Magos tuvieron el valor de dejar en casa prestigio y reputación, para abajarse en la pobre casita de Belén; fue así como se llenaron de una «inmensa alegría» (Mt 2,10), dice el Evangelio. Abajarse, dejar, simplificar. Pidamos a Dios en esta tarde que nos conceda esta valentía, la valentía de la humildad, único camino para llegar a adorar a Dios en la misma casa y en torno al mismo altar.

En Belén, después de postrarse en adoración, los Magos abren sus cofres y ofrecen oro, incienso y mirra (cf. v. 11). Esto nos recuerda que solo después de haber orado juntos, que solo ante Dios y bajo su luz, nos damos realmente cuenta de los tesoros que cada uno posee. Pero son tesoros que pertenecen a todos, que deben ser ofrecidos y compartidos. Son, en efecto, dones que el Espíritu Santo destina para el bien común, para la edificación y la unidad de su pueblo. Y esto lo constatamos cuando rezamos, pero también cuando servimos: cuando damos a quien tiene necesidad, se lo estamos dando a Jesús, que se identifica con los pobres y los marginados (cf. Mt 25,33-40); y es Él quien nos une a los unos con los otros.

Los dones de los Magos simbolizan lo que el Señor quiere recibir de nosotros. A Dios hay que ofrecerle el oro, el elemento más valioso, es decir, se le da el primer lugar. Es a Él a quien debemos mirar, no a nosotros; a su voluntad, no a la nuestra; a sus caminos, no a los nuestros. Y si el Señor está realmente en el primer lugar, entonces nuestras opciones, incluso las eclesiásticas, ya no pueden basarse en las políticas del mundo, sino en los deseos de Dios.

Después está el incienso, que nos recuerda la importancia de la oración, que sube a Dios como perfume agradable (cf. Sal 141, 2). No nos cansemos, pues, de rezar los unos por los otros y los unos con los otros.

Y, por último, la mirra, que se usará para honrar el cuerpo de Jesús depuesto de la cruz (cf. Jn 19,39), nos recuerda la necesidad de cuidar la carne sufriente del Señor, desgarrada en los miembros de los pobres. Sirvamos a los necesitados, sirvamos juntos a Jesús sufriente.

Queridos hermanos y hermanas, sigamos las indicaciones de los Magos para nuestro camino; y actuemos como ellos, que para regresar a casa “tomaron otro camino” (Mt 2,12). Sí, como Saulo antes de encontrarse con Cristo, también nosotros necesitamos cambiar de ruta, invertir el rumbo de nuestros hábitos y de nuestros intereses para encontrar la senda que el Señor nos muestra, el camino de la humildad, de la fraternidad, de la adoración. Te pedimos Señor que nos concedas el valor de cambiar camino, de convertirnos, de seguir tu voluntad y no nuestras conveniencias; de ir hacia adelante juntos, hacia Ti, que con tu Espíritu quieres que todos seamos uno.

(publicado en ACIPRENSA) 

jueves, 20 de enero de 2022

Imitando a la Sagrada Familia de Nazareth

Siempre hemos hablado de la inhabitación divina en el corazón de la persona que vive en gracia. Hoy podemos decir también que la Trinidad está presente en el templo de la comunión matrimonial. (…) La presencia del Señor habita en la familia real y concreta, con todos sus sufrimientos, luchas, alegrías e intentos cotidianos. Cuando se vive en familia, allí es difícil fingir y mentir, no podemos mostrar una máscara. Si el amor anima esa autenticidad, el Señor reina allí con su gozo y su paz. En esa variedad de dones y de encuentros que maduran la comunión, Dios tiene su morada. Esa entrega asocia «a la vez lo humano y lo divino», porque está llena del amor de Dios.

 

Una comunión familiar bien vivida es un verdadero camino de santificación en la vida ordinaria y de crecimiento místico, un medio para la unión íntima con Dios. Porque las exigencias fraternas y comunitarias de la vida en familia son una ocasión para abrir más y más el corazón, y eso hace posible un encuentro con el Señor cada vez más pleno. (…) Mi predecesor Benedicto XVI ha dicho que «cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios», y que el amor es en el fondo la única luz que «ilumina constantemente a un mundo oscuro». Sólo «si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud» (1 Jn 4,12).

 

Quienes tienen hondos deseos espirituales no deben sentir que la familia los aleja del crecimiento en la vida del Espíritu, sino que es un camino que el Señor utiliza para llevarles a las cumbres de la unión mística”.

 

Papa Francisco, Exhortación Apostólica Amoris laetitia, nn. 314-316.

jueves, 13 de enero de 2022

Oración a San José para proteger a los trabajadores

El Papa Francisco invitó a recitar una oración a San José compuesta por San Pablo VI para proteger a los trabajadores.

Esta oración, que recitó el Papa Pablo VI el 1 de mayo de 1969, fue propuesta por el Papa Francisco a las personas reunidas en el Aula Pablo VI para la Audiencia General de este miércoles 12 de enero.

A continuación, la oración a San José:

Oh, San José,
patrón de la Iglesia,
tú que junto con el Verbo encarnado
trabajaste cada día para ganarte el pan,
encontrando en Él la fuerza de vivir y trabajar;
tú que has sentido la inquietud del mañana,
la amargura de la pobreza, la precariedad del trabajo;
tú que muestras hoy el ejemplo de tu figura,
humilde delante de los hombres,
pero grandísima delante de Dios,
protege a los trabajadores en su dura existencia diaria,
defiéndelos del desaliento,
de la revuelta negadora,
como de la tentación del hedonismo;
y custodia la paz del mundo,
esa paz que es la única que puede garantizar el desarrollo de los pueblos. Amén

Previamente, el Papa Francisco reflexionó en su catequesis semanal sobre el oficio del padre de Jesús quien fue carpintero, obrero de la madera, y explicó que este trabajo en Palestina implicaba a “los artesanos de la madera como a los trabajadores que se dedicaban a actividades relacionadas con la construcción”.

En esta línea, el Santo Padre destacó la importancia del trabajo y pidió rezar en silencio por los hombres y mujeres desesperados en búsqueda de trabajo, recordó en particular a quienes han llegado al punto de quitarse la vida.

“En estos tiempos de pandemia muchas personas han perdido el trabajo, sabemos, y algunos, aplastados por un peso insoportable, han llegado al punto de quitarse la vida. Quisiera hoy recordar a cada uno de ellos y a sus familias. Hagamos un instante de silencio recordando aquellos hombres, aquellas mujeres, desesperados porque no encuentran trabajo”, pidió el Papa.

(publicado en ACIPRENSA)

Alegría en el corazón de Dimas

Hemos entrado en Cuaresma, tiempo de preparación para celebrar la Semana Santa, con la Pascua cristiana: el triunfo de Cristo, después de su...