viernes, 29 de mayo de 2020

NOTICIAS PAPA FRANCISCO

5 consejos del Papa Francisco como preparación para Pentecostés
 
El Papa Francisco dio cinco recomendaciones para vivir la preparación a la Solemnidad de Pentecostés, que la Iglesia Católica Universal celebrará el próximo domingo 31 de mayo.
Así lo indicó el Santo Padre el 27 de mayo durante la tradicional Audiencia General de los miércoles que presidió todavía desde la Biblioteca del Palacio Apostólico sin público, solamente con algunos de sus colaboradores.
En concreto, el Pontífice mencionó en cinco ocasiones la Solemnidad de Pentecostés y exhortó a los católicos a invocar al Espíritu Santo a los fieles de diferentes idiomas:
1. Franceses: “Recemos al Espíritu Santo para que nos haga hombres de paz y de fraternidad y done al mundo confianza y esperanza” ¡Dios les bendiga!
 
2. Italianos: “Los invito a ser siempre dóciles a la acción del Espíritu Santo” para que su vida esté siempre “encendida e iluminada por el amor que el Espíritu Santo derrama en los corazones”.
 
3. Ingleses: “Invoco sobre ustedes y sobre sus familias la abundancia de los dones del Espíritu Santo”
 
4. Polacos: “Estamos viviendo los días de la novena de Pentecostés: imploremos la presencia del Espíritu Santo en nosotros, para que sus dones, tan necesarios, nos ayude a progresar en la vida cristiana” y añadió que “en este tiempo difícil, rezamos con las palabras que San Juan Pablo II pronunció en Varsovia: ‘¡Descienda tu Espíritu y renueve la faz de la tierra!”.
 
5. Alemanes: “Sigamos el ejemplo de la beata Virgen María, que Ella, con su frecuente oración se parezca a los Apóstoles, invocó al Espíritu Santo para la Iglesia, quien renueva a los hombres en el amor a Cristo” y concluyó “que el Espíritu de Caridad colme nuestros corazones para se dirijan continuamente hacia el Señor en la oración”.
 
Al día siguiente, el Papa Francisco envió un mensaje a través de su cuenta oficial de Twitter @Pontifex en preparación a Pentecostés en la que propuso invocar al Espíritu Santo ante "las heridas" pues es Quien "unge los malos recuerdos con el bálsamo de la esperanza".
 
(publicado en aciprensa)

lunes, 25 de mayo de 2020

HOMILÍA DE DON MARIO - LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR


Muy queridos hermanos y hermanas.

 

Celebramos hoy esta fiesta de la Ascensión del Señor.  El verbo de Dios, el Hijo, tomó nuestra carne, se hizo esclavo, nos dice San Pablo; “Bajo hasta la profundidad de nuestra existencia”, pero precisamente para acogerla y llevarla a una plenitud.  Hay un rasgo en la Pasión del Señor que relatan los evangelistas, que a veces la leemos un poco de corrida y no caemos en la importancia que tiene, habéis escuchado más de una vez que cuando Jesús muere en la cruz, dice que, el velo del templo se rasgó.  Y esto que significa, tiene una significación muy importante, en el templo de Jerusalén según la liturgia judía, el pueblo entraba los días que podía entrar, pero había un lugar que estaba cubierto por un velo, en el que solo entraba el sumo sacerdote alguna vez al año, según disponía la ley de Moisés escrita en el libro del Levítico, era el Santa Santorum, donde Dios habitaba y donde el pueblo no podía entrar, únicamente entraba el sumo sacerdote cuando le tocaba, después de grandes abluciones y grandes asuntos.  Pero dice el evangelista; “Se rasga el velo del templo”, por qué, porque ya podemos entrar, se nos ha abierto la puerta, y luego dirá el autor de la carta a los hebreos; “Nuestra vida tiene una esperanza que es como un ancla”, y donde está anclada, valga la redundancia, éste ancla, en el cielo, como si fuera el fondo del mar, pero es el cielo, es decir, agarrados a ése ancla llegamos al cielo, llegamos a una eternidad y a una plenitud.

 

Curiosamente el Papa Benedicto escribió hace ya tiempo, todavía no era Papa, un libro que se llama; “Mirar a Cristo, ejercicios de fe esperanza y caridad”, y cuando habla de la esperanza dice algo muy importante, distingue entre el optimismo de las ideologías y la esperanza cristiana, dice; “Lo que es ideológico es el espíritu del mundo, donde la divinidad es la propia historia, la historia avanza y se desarrolla y en su propio fin”.  De acuerdo, pero yo no solo quiero que viva la humanidad, quiero vivir yo, no solo la humanidad, yo necesito vivir, y necesito amar y ser amado y por una eternidad, no me bastan 80 años, porque mi corazón tiene una anchura y profundidad infinitas, necesita del infinito.  Por eso decía Raztinger; “La esperanza cristiana es Dios”, su poder y su amor no anula lo humano, no anula que nosotros pongamos todo de nuestra parte, ahí están los científicos buscando una vacuna, ahí están los que nos gobiernan, para ver cómo salimos de la crisis, bien, pero necesitamos todavía mucho más.  Me comentaba un biólogo que iba a ver un animal microscópico que solo ve en dos dimensiones en lo profundo y en lo ancho, no ve en lo alto, y a veces el hombre de hoy solo ve dos dimensiones, no ve la dimensión de la eternidad, no ve la profundidad de Dios, en último término la dimensión definitiva. Y eso celebramos hoy, el día de la Ascensión, Él nos ha abierto la puerta, y por eso ha dicho en la oración que hemos hecho en la misa de hoy; “Donde está nuestra cabeza también los miembros de su cuerpo esperamos llegar, porque el Señor ya está en la plenitud y nos arrastra con Él”.  De hecho esas frases tan consoladoras de Jesús que no entendían los apóstoles, después de la última cena tuvo un larguísimo coloquio con ellos, les decía; “Me voy”, y ellos decían; “No sabemos dónde vas, como te podemos seguir”,  “Donde yo voy no podéis venir, yo vendré a buscaros”, dice algo tan hermoso; “Porque yo quiero que donde yo estoy estéis también vosotros, que estéis siempre conmigo, yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo, para llevaros a una eternidad y a una plenitud”.   Y es la fiesta hermosa y llena de esperanza que hoy celebramos.

 

Hemos visto fallecer a muchos hermanos queridos, muchos solos en el hospital, no se puede ir a acompañarles, no hay nada más triste que morirse solo, y que angustia la de los familiares, un familiar, padre, esposa, esposo, hijo, falleciendo y no se puede ir, pero Dios está con él, pero Dios le ha acompañado, pero Dios le ha abrazado, pero Dios se lo ha llevado con Él, donde el virus no nos dejaba entrar, el Señor ha estado y le ha dado la eternidad y el abrazo definitivo del cielo, y esa es la esperanza cierta y verdadera.

 

Celebramos hoy estas bodas, aniversarios, de muchos matrimonios, que habitualmente lo hacemos siempre el último viernes del mes en la basílica de Begoña, pero muchos matrimonios son de mucha edad y había dificultades, y he dicho vamos a hacerlo en la catedral.  Muchos os estáis uniéndoos por medio de la televisión y de la página web de la diócesis, otros habéis podido venir y estáis aquí con nosotros, yo os indicaría un hermoso párrafo que el Papa Francisco os escribe en su exhortación amoris laetitia, el dice; “En la historia de un matrimonio, la apariencia física cambia”, cuando uno mira los delegados de familia Fran y Toñi que están aquí en la celebración, han hecho un vídeo muy hermoso que aparece la foto del día que se casaron, y la foto 50, 70 años después, la apariencia física cambia sin lugar a dudas, dice el Papa; “Pero esto no es razón para que la atracción amorosa se debilite”.  Aunque has cambiado físicamente quizá ya no eres físicamente algo espectacular como cuando uno tiene 20, 25 años, pero la atracción amorosa no se debilita, dice; “Porque alguien se enamora de una persona entera, no solo de un cuerpo, sino de toda la identidad, de dones mucho más grandes que trascienden del propio cuerpo, de la propia corporalidad”, y dice; “Cuando los demás ya no pueden reconocer la belleza de la identidad”, y a veces con cierto desprecio mira que feo, mira qué no se qué, bien cuando ya no pueden reconocer la belleza; “El cónyuge enamorado sigue siendo capaz de percibirla con el amor y el cariño no desaparece”.   Me contaba una señora que falleció, padres de un compañero mío de medicina, que falleció de cáncer con muchos años, estuvo en coma muchos días, cuando abrió los ojos y vio a su mujer antes de fallecer, le dijo que hermosa eres, qué guapa eres.  Porque el amor ve la belleza de la persona mucho más que los rasgos físicos, es capaz de percibir con el amor y el cariño no desaparece, reafirma su decisión de pertenecerle, lo reafirma, la vuelve a elegir.  Yo por eso queridos matrimonios que hoy celebráis este día, volveros a elegir una vez más, cada día volveros a elegir, y expresa esa elección en una cercanía fiel y cargada de ternura.  La ternura es precisamente el amor que se vuelca ante la debilidad, cuando empiezan a fallar las fuerzas, a fallar la memoria, cuando estamos un poquito más encorvados, cuando en los análisis empiezan a aparecer estrellitas, bueno, cargado de ternura, ese es el amor hasta la eternidad, porque el amor siempre aspira a la eternidad.

 

Hoy damos gracias al Señor por estos matrimonios, que renueven hoy ese amor y esa felicidad de Dios en sus vidas, vamos a orar por ellos y vamos a bendecir una vez más su amor.  Por eso hoy los que estáis en vuestras casas y no habéis podido venir, pues os animo a cogeros de las manos, no sé si aquí habéis venido algunos matrimonios, os podéis poner en pie, también cogeros de las manos, porque como vivís juntos podéis cogeros de las manos, no estamos traspasando ninguna regla sanitaria porque vivís juntos, pues vamos a bendecir. “Que señor bendiga siempre vuestro amor para que seáis testimonio de su amor y fidelidad, os doy de su parte, de parte de Dios la bendición, también para vuestros hijos y para toda la familia”.  Oremos; “ Por eso te alabamos y te bendecimos o Dios, creador de todas las cosas, que al principio creaste al hombre y a la mujer, para que formaran una unidad de vida y de amor, también te damos gracias porque te dignaste en bendecir la unión familiar de tus hijos, de Vicente y Josefa en su 71 aniversario de matrimonio, Demetrio e Isabel, José y Dolores, Félix y Amparo en su 60 años de matrimonio, Pedro Enrique y María en su 59 aniversario, las bodas de oro de Esteban y Begoña, Iván y Conchi, Manolo y María, Armando y Emilia, Antonio y Carmen, José Antonio e Isabel, en sus 29 años Gonzalo e Izaskun, en sus 25 años Tito y Ana, Mario y Marian, Marco Antonio y Virginia,  y todos los demás que hoy celebran este aniversario, que sean imagen de la unión de Cristo con su iglesia. Tú que los has mantenido unidos por el amor en sus penas y alegrías míranos hoy con benevolencia, renueva y santifica su alianza nupcial, acrecienta su amor, fortalece su vínculo de paz, para qué junto con sus hijos y los nietos que Tú les has dado, gocen siempre de tu esperanza y de Tu bendición. Por Jesucristo Nuestro Señor”.

 

Con el agradecimiento por vuestro testimonio y la bendición del señor en este día nos ponemos en pie y juntos hacemos la profesión de nuestra fe.

 

Que así sea

 

X Mario Iceta Gabicagogeascoa

Obispo de Bilbao
 

jueves, 21 de mayo de 2020

NOTICIAS PAPA FRANCISCO

Papa Francisco: San Juan Pablo II nos enseñó a recurrir a María en momentos difíciles
 
 
En la Audiencia General de este miércoles, el Papa Francisco afirmó que San Juan Pablo II enseñó a todos a recurrir a la Virgen María en los momentos difíciles.


En su saludo a los peregrinos polacos, Francisco recordó que al elegir el lema episcopal “Totus tuus” (Todo tuyo), San Juan Pablo II “nos enseñó también que en los momentos difíciles debemos recurrir a la Madre de Dios, que puede ayudarnos e interceder por nosotros”.

 
“En estos días celebramos el centenario del nacimiento de San Juan Pablo II. Pastor de gran fe, amaba encomendar a Dios en la oración a la Iglesia y a toda la humanidad”, dijo el Papa Francisco al recordar que Karol Wojtyla nació el 18 de mayo de 1920 en Wadowice, Polonia.


“Que su vida, construida sobre una oración profunda, intensa y confiada, sea un ejemplo para los cristianos de hoy”, concluyó el Papa Francisco.


Para conmemorar los 100 años de San Juan Pablo II, el Papa Francisco celebró una Misa el lunes 18 de mayo en la capilla de la tumba del santo polaco, ubicada en la Basílica de San Pedro.


“San Juan Pablo II era un hombre de Dios porque oraba y oraba tanto. ¿Cómo un hombre que tiene tanto trabajo para conducir a la iglesia tenía tanto tiempo de oración? Él sabía bien que el primer trabajo de un Obispo es la oración”, dijo Francisco ese día.
 
(publicado en ACIPRENSA)
 
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Papa Francisco: Den a conocer el Evangelio y sean testimonio en la vida cotidiana
 
Durante la Audiencia General de este miércoles 20 de mayo, el Papa Francisco recordó que el próximo domingo la Iglesia celebrará la Ascensión del Señor, y llamó a los fieles a dar a conocer el Evangelio y ser testimonio de este en la vida cotidiana.
 
El Papa dijo que la fiesta de la Ascensión del Señor es “ocasión para exhortar a todos a ser testigos generosos de Cristo Resucitado, sabiendo bien que Él está siempre con nosotros y nos sostiene a lo largo del camino”.
 
“Jesucristo, al ascender al cielo, deja un mensaje y un programa para toda la Iglesia: Id, pues, y haced discípulos a todas las personas, enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado”, afirmó el Pontífice al citar las palabras de Jesús en el Evangelio de San Mateo.
 
Por ello, el Papa Francisco invitó a que “su ideal y su compromiso sea dar a conocer la palabra de salvación de Cristo y dar testimonio de ella en la vida cotidiana”.
 
Francisco también recordó el lema episcopal de San Juan Pablo II “Totus Tuus”, mensaje que indicó al mundo la importancia de recurrir a la Madre de Dios “también en los momentos difíciles”.
 
Al recordar las celebraciones de los 100 años del nacimiento de San Juan Pablo II, el Pontífice saludó cordialmente a todos los polacos y afirmó que fue “pastor de gran fe” quien “amaba encomendar a Dios en la oración a la Iglesia y a toda la humanidad”.
 
El Papa Francisco también invitó a los fieles de lengua española que seguían la catequesis a través de los medios de comunicación social para invitarles a que “Jesús resucitado, con la fuerza de su Espíritu Santo, nos haga portadores de alegría, afiance en nosotros la esperanza y también la certeza de que el amor es más fuerte que la muerte y que triunfa siempre”.
 
(publicado en ACIPRENSA)
 

lunes, 18 de mayo de 2020

HOMILIA DE DON MARIO - VI DOMINGO DE PASCUA


VI DOMINGO DE PASCUA

 

Muy queridos hermanos y hermanas.

 

Este domingo es un tiempo donde la iglesia pide el don definitivo y pleno de la Pascua, que es el Espíritu Santo.  La iglesia en estos 10 días que median entre la Ascensión y Pentecostés, se postra para pedir el don del Espíritu Santo.  Y por qué lo hace, porque necesita de la presencia de Dios, la presencia real de Dios.  Es lo que Jesús les dice a sus apóstoles después de la última cena, tiene un largo diálogo con ellos, que el apóstol San Juan va relatando en su Evangelio, y hoy hemos visto un fragmento de ese relato dice; “Mirad yo me voy, tengo que volver a la casa del Padre”.  Y bien sabía que la ausencia del ser querido siempre genera tristeza, bien lo sabemos todos, cuando nos falta un ser querido nuestro corazón no está pleno, nuestro corazón tiene un hueco de la persona que falta, lo hemos experimentado estos días, que durante dos meses largos quizás no hemos podido ver a seres queridos físicamente, y nosotros no nos hemos podido reunir físicamente, y el Señor lo sabe y dice; “Yo me marcho pero voy a volver de otra manera, voy a enviaros el Espíritu Santo”; “El Espíritu Santo hace que el Padre esté en mí y yo en vosotros”.  Es un misterio ciertamente, pero es una realidad; “Os voy a enviar el Espíritu Santo”.

 

Yo diría como tres elementos de este envío del Espíritu Santo con un cuarto corolario.  Primero nos ha dicho quién es el Espíritu, nos ha dicho es el Espíritu Paráclito, palabra griega que significa quien defiende, quien acompaña, quien fortalece, quien consuela, por eso cuando se traduce al castellano, pues algunos traducen consolador, Espíritu consolador, otros defensor, otros presencia, porque es una palabra difícil de traducir, Espíritu Santo Paráclito, el Paráclito es el que está, fortalece, compaña, arropa, vivifica.  El Espíritu Santo Paráclito, nos ha dicho Espíritu de verdad, Espíritu de vida, por eso vosotros viviréis con el Espíritu, Espíritu de amor, y me veréis. El amor siempre es capaz de ver de un modo nuevo, nos acordamos de los discípulos de Emaús, Jesús con ellos, pero no eran capaces de verlo.  El Espíritu Santo nos capacita para ver a Dios en nuestra vida, cuánto necesitamos de este Espíritu para que nos haga ver de un modo nuevo nuestra realidad, para que no sintamos consolados y acompañados por Él, para que nos demos cuenta de la presencia de Dios en nuestra vida o enviare el Espíritu Santo de vida, de amor, de verdad, consolador, defensor.  Pero un Espíritu que no solo es para vosotros, es para que lo derraméis al resto del universo, el Espíritu a través de nosotros quiere llegar a todo el universo, somos consolados para consolar, somos defendidos para defender, somos amados para amar.  El espíritu Santo transforma la creación a partir de nuestro corazón, transforma nuestras familias, transforma las relaciones sociales, transforma el mundo.  El espíritu consolador para consolar, defensor para defender, Espíritu que es amor para amar.

 

Y el Señor nos ha hablado un poco de la gramática del amor, nos ha dicho; “Si me amáis guardaréis los mandamientos”, porque los mandamientos establecen un perímetro fuera del cual no hay amor, el que roba no ama, el que miente no ama, el que violenta a los demás no ama, el que codicia los bienes de los demás no ama, es un perímetro.  Hoy en día que quizás el amor se ha vuelto una palabra un tanto vaporosa, capaz de justificarlo todo, el Señor nos dice; “El amor tiene una gramática, tiene un modo de actuar verdadero”, la verdad del amor.  Curiosamente os acordáis que San Pablo decía; “Veritas in caritate”, la verdad en el amor, y Benedicto XVI hizo un juego de palabras para su última encíclica; “Cáritas in veritate”, la caridad en la verdad, verdad y caridad, verdad y amor se iluminan mutuamente.

 

Hoy celebramos la Pascua del enfermo, cuánto necesitan nuestros enfermos esta defensa, este consuelo, esta fortaleza, esta compañía, este amor, por eso pidamos hoy ya adelantándonos al domingo de la Ascensión, ven Espíritu Santo Paráclito, defensor, consolador, ven de modo particular sobre los enfermos y los ancianos, los que estos días viven sin esperanza, los que viven preocupados por un futuro ciertamente difícil, ven, muéstranos la verdad, danos tu vida, consuélanos y fortalécenos, y haznos que seamos capaces de amarnos, ayudándonos mutuamente, consolándonos mutuamente, edificando ese reino de Dios, que con su Resurrección quiere instaurar en medio de nosotros.

 

Lo pedimos esta mañana al Señor por intercesión de la Virgen María.

 

Que así sea.

 

X Mario Iceta Gabicagogeascoa

Obispo de Bilbao

 

 

 

 

 

 

jueves, 14 de mayo de 2020

NOTICIAS PAPA FRANCISCO

Papa Francisco pide sumarse a Día de oración, ayuno y misericordia por fin de pandemia

Al inicio de la Misa en Santa Marta de este 14 de mayo, el Papa Francisco señaló que “en este momento trágico de la pandemia todos somos hermanos” por lo que pidió rezar a Dios especialmente hoy por la curación de esta pandemia del Covid.

“El Alto Comisionado de la Fraternidad humana ha llamado hoy a una jornada de oración, de ayuno, para pedir a Dios: Misericordia y piedad”, indicó el Santo Padre.
En esta línea, el Pontífice recordó a San Francisco de Asís: “en este momento trágico de la pandemia todos somos hermanos. San Francisco de Asís decía: ‘todos hermanos’. Por esto, hombres y mujeres de toda confesión religiosa hoy nos unimos en la oración y en la penitencia para pedir la Gracia de la curación del corazón de esta pandemia”, concluyó.
 El pasado 3 de mayo de 2020 el Papa Francisco pidió a los fieles católicos y creyentes de diferentes religiones que sumarse este 14 de mayo a “un día de oración y ayuno y obras de caridad”, para pedirle a Dios por el fin de la pandemia del coronavirus.

En sus palabras posteriores al rezo del Regina Coeli, el Santo Padre explicó que “como la oración es un valor universal” aceptó la propuesta del Alto Comisionado para la Fraternidad Humana para que “los creyentes de todas las religiones se unan espiritualmente el 14 de mayo”.

Se tratará, dijo el Papa Francisco, de “un día de oración y ayuno y obras de caridad, para implorar a Dios que ayude a la humanidad a superar la pandemia de coronavirus”.

“Recuerden: el 14 de mayo, todos los creyentes juntos, creyentes de diferentes tradiciones, para rezar, ayunar y hacer obras de caridad”, dijo aquel entonces.

Luego, en su homilía, el Papa Francisco comentó un pasaje del Libro de Jonás en la que el autor describe cuando el profeta invitó al pueblo de Nínive a convertirse para no sufrir la destrucción de la ciudad.

En este sentido, el Pontífice afirmó que “hoy todos nosotros, hermanos y hermanas de todas las tradiciones religiosas, rezamos” en este día de “oración y ayuno, de penitencia, convocada por el Alto Comité de la Fraternidad Humana”.

“Cada uno de nosotros reza, las comunidades rezan, las confesiones religiosas rezan: rezan a Dios, todos los hermanos, unidos en la hermandad que nos une en este momento de dolor y tragedia”.
 
Por ello, el Papa advirtió que nadie esperaba “esta pandemia, llegó sin que nosotros lo esperáramos, pero ahora está aquí. Y mucha gente muere. Y muchas personas mueren solas y muchas personas mueren sin poder hacer nada”.

En esta línea, alertó a quienes piensan: “a mí no me ha tocado, gracias a Dios que me salvé: ‘¡Pero piensa en los demás! Piensa en la tragedia y también en las consecuencias económicas, las consecuencias para la educación ¡y en lo que sucederá después!’”, pidió el Santo Padre.

“Y por esta razón hoy todos, hermanos y hermanas, de cualquier confesión religiosa, rezamos a Dios. Quizás habrá alguien que dirá: ‘Pero esto es relativismo religioso y no se puede hacer’. Pero, añadió, ¿cómo que no se puede hacer? ¿No podemos rezar al Padre de todos? Cada uno reza como sabe, cómo puede, según su propia cultura. No estamos rezando unos contra otros, esta tradición religiosa contra esta, ¡no! Todos estamos unidos como seres humanos, como hermanos, rezando a Dios, de acuerdo con la propia cultura, de acuerdo con la propia tradición, de acuerdo con las propias creencias, pero hermanos y rezando a Dios, esto es lo importante: hermanos, ayunando, pidiendo perdón a Dios por nuestros pecados, para que el Señor tenga misericordia de nosotros, para que el Señor nos perdone, para que el Señor detenga esta pandemia. Hoy es un día de hermandad, mirando al único Padre, hermanos y paternidad. Día de oración”.

Por último, el Pontífice concluyó que esta pandemia “vino como una inundación, vino de un sólo golpe. Ahora nos estamos despertando un poco. Pero hay muchas otras pandemias que hacen morir a las personas y no nos damos cuenta, miramos a otro lado. Somos un poco inconscientes ante las tragedias que están sucediendo en el mundo en este momento”.

(publicado en ACIPRENSA)

HOMILÍA DE DON MARIO - V DOMINGO DE PASCUA


V DOMINGO DE PASCUA

 

Muy queridas familias que os unís a través de los medios de comunicación en este quinto domingo de Pascua a esta Eucaristía.

 

Tres peticiones o preguntas que hacen los discípulos a Jesús, sería el tema del Evangelio de hoy, y la primera y segunda lectura nos ha mostrado en qué tres concreciones, consiste la vocación cristiana.  El evangelista San Juan nos muestra una larga conversación de Jesús al concluir la última cena, lo que se llama la oración sacerdotal de Jesús, ocupa mucho espacio en el Evangelio, y hoy aparece un fragmento de esa larga conversación con los apóstoles, en esa noche tan particular donde Él es muy poco tiempo va a ser entregado y va iniciar La Pasión, y acaba de instituir la eucaristía y el sacerdocio ministerial.

 

La primera petición es muéstranos al Padre, muéstranos a lo que nuestra vida tiende como su plenitud y su fin, como conocer al Padre.  Y la respuesta de Jesús es un tanto peculiar; “Felipe todavía no me conoces, quien me ha visto a mí ha visto al Padre”.  Era el gran escándalo de los judíos, que tú siendo hombre te haces hijo de Dios, le decían, y es el gran escándalo contemporáneo, que Dios haya tomado carne en uno de nosotros, haya asumido nuestra carne.  Quien ve al Hijo ve a Dios, es el Dios encarnado, escandalo para todos los tiempos, que requiere un acto de confianza, en el fondo un acto de fe. El escándalo que se multiplicará todavía en la Cruz, cuando no solo quien me ha visto a mí ha visto al Padre, sino que encima voy a ser crucificado, voy a tener que entregar la vida.

 

Jesús nos dice que tiene que partir, que tiene que marchar, la segunda pregunta; ¿Y adónde vas, y que es lo que vas a hacer?.  Y la respuesta de Jesús ciertamente es consoladora para aquellos que prefieren que la vida va concluyendo, por edad, quizás por enfermedad progresiva, nos damos cuenta ya de que el reloj de nuestra vida va corriendo ya toda su esfera.  Jesús dice algo muy consolador; “Mirad yo voy a prepararos unas moradas, unas estancias”.   Santa Teresa de Jesús tomará de esta frase del Señor, su libro las moradas; “Voy a prepararos sitio en la casa del Padre, y cuando haya preparado el sitio a través de mi muerte y resurrección, voy a venir a buscaros, ¿por qué?, por qué no soporto estar sin vosotros, porque quiero que donde yo estoy estéis vosotros también, vendré a buscaros”.  Y ese es el momento de nuestra muerte, no es la nada, es el Señor que sale a nuestro encuentro para llevarnos de la mano a la morada definitiva.  Curiosamente Santa Teresa de Jesús llama a sus monasterios los palomarcicos, los palomares, un lugar donde la paloma se posa pero sabe que tiene que volar, y ella decía; “No hagáis morada perpetua en la tierra porque vuestra morada es el cielo”, y eso no quiere decir distraernos de las cosas de la tierra, pero es un camino, es un llegar a esa morada plena definitiva para nuestra vida, por eso al final de la vida Jesús viene, Él nos ha ido a preparar el sitio con gran cariño, con gran afecto, porque quiere que estemos siempre con Él.

 

Y la tercera pregunta, que le hace Felipe, la anterior la había hecho Tomas, ésta la hace Felipe; “Y como seguirte, cuál es el camino”, y Jesús dice todavía mucho más; “Yo soy el camino”.  Es decir, la carne, la vida ordinaria, la vida cotidiana es tu camino, porque Jesús la ha asumido, y por eso pronto se llamará al discipulado de Jesús, el camino, de seguirle a Él, en mitad de nuestra vida, este es el camino, Él lo asume y es más, dice; “Yo soy la verdad, yo soy la vida”.  Dos elementos también hoy contraculturales porque nos dicen los pensadores, estamos en la época de la posverdad, donde muchas personas han renunciado a conocer la verdad, y la verdad ha sido sustituida por la opinión, tu verdad, mi verdad, pero Él nos dice; “Yo soy la verdad”.  Es un modo antropológico de responder a lo que es la verdad, es decir la medida de las cosas se conoce cuando se mesuran con Cristo, Cristo revela la verdad de las cosas, de modo particular la verdad del ser humano, como dice el Concilio Vaticano II, esa tan conocida expresión, Gaudium et spes 22; “El misterio del ser humano permanece incomprensible en el fondo, si no es a la luz de Cristo que demuestra su vocación, y además yo soy la vida”.

 

Muchas veces entregamos nuestra vida a cosas y tareas que no nos generan vida, que a veces siembran muerte en nosotros y en quienes nos rodean.  Cuánto necesitamos estos días conocer un camino para salir de esta situación tan dolorosa, de conocer la verdad de la realidad de lo que nos ocurre de nuestra existencia, y de que nos generen vida, de que nos regalen vida, que acuciante es esta petición de hoy al día de hoy, y el Señor se nos ofrece; “Yo soy el camino en tu asistencia, en tus circunstancias, soy verdad que ilumina tu existencia, soy vida, vida plena”.

 

 

            Y la respuesta de aquel de aquel que con fe acoge en su vida, es lo que nos ha dicho en las dos primeras lecturas, la experiencia cristiana, que se puede concretar en tres palabras de estas lecturas, es anuncio, es entrega y es servicio.  Nos ha dicho San Pedro en la segunda lectura; “Habéis  sido constituido pueblo de Dios, nación santa, raza elegida para anunciar las maravillas que Dios hace con vosotros, para testimoniar la vida del Señor”, el anuncio, el testimonio, y nos ha dicho; “Para que edifiquéis un templo ofreciendo sacrificios, ofreciendo vuestra vida”.  Es el sacrificio común de los fieles, cada día cuantas cosas tenemos que ofrecer, cuantos trabajos, cuanta dedicación, cuánto servicio, para que ofrezcáis ese sacerdocio común de los fieles.

 

Y por último nos ha dicho para servir, y hemos visto en la primera lectura la institución de los diáconos, un servicio que parte de la oración y de la palabra de Dios, no parte de uno mismo.  Los apóstoles nos han dicho viendo que las viudas de los griegos decían; “Están siendo desatendidas”, dicen los Hechos los apóstoles; “Para no descuidar la oración y la palabra de Dios, elegimos a unos varones justos para que se encarguen del servicio de las viudas”, el servicio a los necesitados que parte de la oración y de la palabra de Dios.

 

Queridos hermanos no quiero agotaros, resumir estas palabras, las tres cuestiones de los apóstoles, muéstranos al Padre, quien me ha visto a mí ha visto al Padre, ¿a dónde vas?, a prepararos sitio y vendré a buscaros, quiero que estéis conmigo, ¿y cuál es el camino para seguirte?, yo soy el camino la verdad y la vida, ¿y como seguirte?, en el anuncio, en el sacrificio de cada día ofreciéndonos por los demás, y en el servicio que nace de la oración y de la palabra de Dios.

 

Ofrecemos esta eucaristía por tantas personas, familiares, amigos, que han fallecido en estos tiempos de pandemia, que el Señor ha venido a buscarles para llevarles con Él, no están solos, están abrazados por el Señor, están constituidos en plenitud, unidos a nosotros.  Siempre digo que cuando fallece un padre, una madre, un hijo, una hija, no adquirimos intercesores ante el Padre porque siguen unidos a nosotros y presentes ante Dios intercediendo por nosotros.  Pedimos por el descanso de las personas fallecidas, por la paz y el consuelo de sus familiares, y que la Virgen María en este mes de mayo, en este tiempo de Pascua, nos acompañe en el camino que es el cuerpo de Jesús, en el camino que se abre en nuestra propia existencia cotidiana.

 

Que así sea.

 

X Mario Iceta Gabicagogeascoa

Obispo de Bilbao

 

 

 

 

 

 

lunes, 4 de mayo de 2020

VIDEO - IV DOMINGO DE LA PASCUA


VIDEO - IV DOMINGO DE LA PASCUA
SOLEMNIDAD DE CRISTO COMO EL BUEN PASTOR
(pinchar enlace)
 

NOTICIAS PAPA FRANCISCO

¿Cómo diferenciar la voz de Dios de la del maligno? Esto aconseja el Papa Francisco
 
En sus palabras previas al rezo del Regina Coeli este 3 de mayo, el Papa Francisco dio una serie de consejos para diferenciar la voz de Jesús, el Buen Pastor, de la del maligno que busca tentarnos.
 
El Santo Padre recordó que en este Cuarto Domingo de Pascua, dedicado a Jesús el Buen Pastor, el Evangelio nos dice que “el Señor nos llama por nuestro nombre, nos llama porque nos ama. Sin embargo, dice el Evangelio, hay otras voces que no deben seguirse: las de extraños, ladrones y ladrones que quieren el mal de las ovejas”.
 
“Estas diferentes voces resuenan dentro de nosotros. Está la voz de Dios, que amablemente habla a la conciencia, y está la voz tentadora que conduce al mal”, señaló.
 
El Papa Francisco subrayó que ambas voces “hablan dos idiomas diferentes, es decir, tienen formas opuestas de tocar nuestro corazón”.
“La voz de Dios nunca obliga: Dios se propone, no se impone. En cambio, la mala voz seduce, asalta, fuerza: despierta ilusiones deslumbrantes, emociones tentadoras pero pasajeras. Al principio engatusa, nos hace creer que somos omnipotentes, pero luego nos deja con el vacío en el interior y nos acusa”.
 
La voz de Dios, añadió el Papa, “nos corrige, con mucha paciencia, pero siempre nos anima, nos consuela: siempre alimenta la esperanza. La voz de Dios es una voz que tiene un horizonte. En cambio, la voz del malo te lleva a una pared, te lleva a la esquina”.
 
“La voz del enemigo”, continuó, “distrae del presente y quiere que nos centremos en los temores del futuro o en la tristeza del pasado, el enemigo no quiere el presente: trae de vuelta la amargura, los recuerdos de los males sufridos, de aquellos que nos hieren. Muchos malos recuerdos”.
 
“En cambio, la voz de Dios habla en el presente: ‘ahora puedes hacer el bien, ahora puedes ejercer la creatividad del amor, ahora puedes renunciar a los remordimientos y remordimientos que mantienen preso a tu corazón’. Nos anima, nos lleva hacia adelante, pero habla al presente: ahora”.
 
El Papa Francisco dijo también que “las dos voces plantean diferentes preguntas en nosotros. Lo que viene de Dios será: ‘¿Qué es bueno para mí?’. En cambio, el tentador insistirá en otra pregunta: ‘¿Qué quiero hacer?’. Qué quiero: la mala voz siempre gira en torno al yo, sus impulsos, sus necesidades, todo de inmediato. Es como los caprichos de los niños: todo y ahora”.
 
“La voz de Dios, sin embargo, nunca promete alegría a precios bajos: nos invita a ir más allá de nosotros mismos para encontrar el verdadero bien, la paz. Recuerda: el mal nunca da paz, pone frenesí antes y deja amargura después. Este es el estilo del mal”, señaló.
 
Finalmente, dijo el Santo Padre, “la voz de Dios y la del tentador hablan en diferentes ‘ambientes’: el enemigo prefiere la oscuridad, la mentira, el chisme”, mientras que “el Señor ama la luz del sol, la verdad, la transparencia sincera”.
 
“El enemigo nos dirá: ‘¡enciérrate, para que nadie te entienda y te escuche, no confíes!’. Por el contrario, el bien nos invita a abrirnos, a ser claros y seguros en Dios y en los demás”, precisó.
 
El Santo Padre alentó a los fieles a que “prestemos atención a las voces que llegan a nuestro corazón. Preguntemos de dónde vienen. Pidamos la gracia de reconocer y seguir la voz del Buen Pastor, que nos saca de los recintos del egoísmo y nos lleva a los pastos de la verdadera libertad”.
 
“Nuestra Señora, Madre del Buen Consejo, guía y acompaña nuestro discernimiento”, concluyó.
 
(publicado en ACIPRENSA)

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