jueves, 29 de diciembre de 2022

El Vaticano pide rezar esta oración por la salud de Benedicto XVI

En las últimas horas la salud de Benedicto XVI se ha agravado, y el Papa Francisco ha pedido “a todos una oración especial” por él.

En la Audiencia general de este miércoles 28 de diciembre, el Santo Padre dijo que su predecesor “está muy enfermo”, y animó a pedirle “al Señor que le consuele y le sostenga en este testimonio de amor a la Iglesia hasta el final”.

El director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, indicó en un comunicado que “puedo confirmar que en las últimas horas se ha producido un agravamiento debido al avance de la edad” de Benedicto XVI.

“De momento, la situación sigue bajo control, vigilada constantemente por los médicos”.

Vatican News publicó a través de Facebook la siguiente oración, originalmente en inglés:

Oremos.
Dios Todopoderoso y Eterno, Tú eres la salud eterna de los que creen en Ti.
Escucha nuestras oraciones por tu siervo enfermo Benedicto, para quien imploramos la ayuda de tu tierna misericordia,
Por Cristo nuestro Señor. Amén.

(Publicado en ACIPRENSA)

jueves, 15 de diciembre de 2022

‘Cartas desde China’, con vibración y amor

 En su conjunto, estas “Cartas” testimonian una vez más, la riqueza humana y sobrenatural de la obra misionera de la Iglesia en el Lejano Oriente, y por supuesto, en el mundo entero, desde que Jesús enviara a los primeros Doce

Considero estas “Cartas” como un eco más del mandato de Jesús a los Apóstoles: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura (Mc 16, 15). Su autor, Fulgencio de Bargota, sacerdote capuchino, navarro, junto con otros misioneros marchó al Lejano Oriente para extender la palabra de Dios. Corría el año 1927, y sus cartas testimonian el trabajo apostólico lleno de graves dificultades y también de honda alegría de quien se sabe apóstol enviado por Cristo. Destinatarios de las cartas fueron los capuchinos de Pamplona, que las iban publicando en su revista “Verdad y Caridad”. Una catedrática emérita de Lengua y literatura castellana, Magdalena Aguinaga, las ha recogido ahora en el libro “Cartas desde Kansu (China) 1927-1930”.

El Señor dispuso que Jerónimo −nombre de pila del misionero−, falleciera muy joven, a los 31 años. Solo pudo escribir 14 cartas, bastantes largas, que traspiran vibración humana y espiritual. A su vez, la visión honda y sobrenatural con que enjuicia los acontecimientos vividos hace que no hayan perdido actualidad, a pesar de haber trascurrido casi un siglo desde que salieron de su pluma. A modo de síntesis, destacaré cuatro “flashes”: el primero, sobre los peligros que corrió su vida y que hacen recordar los de san Pablo cuando escribe: “En mis repetidos viajes sufrí peligros de ríos, peligros de ladrones (…); trabajos y fatigas (..), con hambre y sed...” (2 Co 11, 26-27). El segundo, relativo a lo esencial de su misión: dar a conocer la fe cristiana. El tercer “flash”, sobre la importancia que da a la unión familia y escuela, para una formación integral. Y finalmente, sobre la atención de las necesidades básicas más elementales, de tipo material y sanitario.

Su viaje hasta la misión del Kansu, a unos 2.000 Km. al occidente de Shanghai, fue toda una aventura. Las guerras civiles que asolaban el país obligaron a los misioneros a viajar por desfiladeros y vías fluviales, infectadas de bandoleros y salteadores. Baste este solo botón de muestra, en carta del 15 de diciembre de 1927: “Todos los barqueros se hallan en la barca componiendo las cuerdas porque el viento es fuerte. Marca el reloj las 11.25 cuando una fuerte detonación resuena en todo el valle. Al momento bajan la vela y con un gesto de terror marcado en su faz, ‘Sen-fu, Touffi’, ‘Padre, los ladrones’, nos dicen los barqueros, y saltan al agua para parapetarse con la barca; las descargas de fusil y de revólver se suceden sin interrupción. Comprendimos que son los ladrones (…), y al momento nos echamos en el suelo defendiendo nuestras cabezas con las maletas y las mantas de dormir.

El fuego que hacen sobre la barca es horrible. El P. Simón nos da la absolución, y nosotros se la damos a él. (…) Empezamos el rezo del santo rosario. Silban las balas después de traspasar las tablas de la barca; algunas astillas caen a nuestros pies. (…) Nosotros creemos imposible salir con vida de aquel trance y hacemos el acto de la aceptación de la muerte, ofreciendo la vida por la conversión del Kansu y de la China entera. Nos animamos mutuamente a morir por Jesucristo. (…) Ya los tenemos en la barca. Dos, uno de ellos armado con fusil y otro, acariciando con el índice el gatillo del revólver, nos preguntan si tenemos armas; nosotros les enseñamos el rosario que en la mano tenemos, nuestra única arma de defensa. Esperamos que un balazo nos abra las puertas del cielo, mas no hay nada de eso”.

Este apasionante relato continúa, y solo fue el primero de otros asaltos análogos recogidos también en sus “Cartas”. Pero dejo que sea el lector quien los conozca directamente si se anima a leerlas.

El segundo “flash”, sobre el afán de Fulgencio para difundir la fe en Cristo, está ya presente en el pasaje apenas transcrito: el ofrecimiento de sus vidas por la conversión de China entera es suficiente testimonio. Con todo, mencionaré otra carta de 1929 dirigida, según figura al inicio, “a los estudiantes de Fuenterrabía”. Refiere sucesos de la Navidad anterior, y transcribo de nuevo algunos párrafos: “Hace unos días bautizamos a 17 catecúmenos ¡Vaya unos puntapiés que le dimos al demonio!... y los que le esperan!

Por Navidad hice una pequeña incursión a Sant-chá en la que pasé hambre, frío horrible y grave peligro de caer en manos de ladrones. El mismo día de Navidad mi suculento menú se compuso de los siguientes platos: primero, buen apetito; segundo, una pera; tercero, un pedazo de pan; cuarto, las gracias y no se levantaron manteles porque brillaron por su ausencia. ¿Creerán que perdí el buen temple? Nada más lejos de la realidad.

Estaba más contento que las Pascuas que celebraba. Me ocurría lo que dice el gran misionero, san Pablo: Scio et esurire, et penuriam pati (“he aprendido a pasar hambre y a carecer de todo”) (Fil 4, 12), y ¡qué mejor manjar que acercarnos a ese modelo de misioneros y vivir su vida y seguir sus pasos, aunque de lejos; desde ahora ya te puedes encariñar con S. Pablo. No hay cosa como sus cartas” (o. c., p. 99-100)

Tercer “flash”: la importancia de la buena educación de niños y jóvenes y la atención a sus familias. Hace referencia al “anticuado y antipedagógico sistema de la vieja escuela china, que se contentaba con encasquetar en la mollera un buen número de caracteres, aún sin comprender el significado de muchos”. En reuniones con padres se propusieron mejorar la pedagogía escolar. Así, en palabras de otro misionero que trabajaba con Fulgencio, y dirigidas a los padres, leemos: “Ahora, nuestro plan ha de ser el de las escuelas europeas, persiguiendo el cultivo de las ciencias naturales”.

En muy poco tiempo, apenas tres años, comprobó el progreso pedagógico y, también, la apertura a la fe cristiana de los chicos que, a su vez, deseaban transmitirla a sus padres y recibir el bautismo. A este propósito, es ejemplar el exquisito respeto por la libertad de los padres, como manifiesta este pasaje en una de sus últimas cartas: “Actualmente son bastantes los niños que se han presentado al Misionero implorando el bautismo, aunque es imposible acceder a sus deseos, mientras sus padres no se conviertan” (p. 123). Ofrece otros muchos comentarios y testimonios sobre la atención de las familias, fuesen o no cristianas.

Al fin, un último “flash” sobre la preocupación de los misioneros por la atención humana en sus necesidades más básicas. Una carta recoge la historia del ciego que acudió a la misión en busca de auxilio. Su historia es sobrecogedora y solo la lectura de esta carta casi vale el libro entero. También dedica otra, llena de agradecimiento y admiración, al Dr. Fritz Drexler, un médico alemán que, junto con su esposa, marchó al Kansu para prestar allí sus servicios médicos. Esta carta comienza con un interrogante: “¿Cómo un médico en las misiones de China, y no en las costeras, sino en el alejado Kansu, y más en estos tiempos de revuelta?”. Tampoco diré más de esta historia, pero sí recojo el comentario escueto de Fulgencio que, clarividente y a distancia de un siglo, escribe: “Los médicos y la medicina son una necesidad de las misiones modernas”.

En su conjunto, estas “Cartas” testimonian una vez más, la riqueza humana y sobrenatural de la obra misionera de la Iglesia en el Lejano Oriente, y por supuesto, en el mundo entero, desde que Jesús enviara a los primeros Doce, como recordaba al principio. Solo me resta añadir algo porque si no lo incluyo, algunos de mis conocidos, si leen este artículo me preguntarían: “¿Y por qué no lo has dicho?”. Para evitar el eventual reproche, y sin pretender ponerme medallas ajenas, lo confieso: Jerónimo Segura, el autor de las “Cartas” era hermano de mi madre. Que nos ayude −a cambio de la propaganda hecha− a continuar, con vibración y amor, la estela que inició el Señor.

José Antonio García-Prieto Segura, en religion.elconfidencialdigital.com

(publicado en ALMUDI.ORG)

miércoles, 14 de diciembre de 2022

CARTA DE JESÚS EN NAVIDAD

 

Como sabrás, nos acercamos nuevamente a la fecha de mi cumpleaños.

Todos los años se hace una gran fiesta en mi honor y creo que en este año sucederá lo mismo. En estos días la gente hace muchas compras, hay anuncios en la radio, en la televisión. En todas partes no se habla de otra cosa, sino de lo poco que falta para que llegue ese día.

 

La verdad, es agradable saber que al menos un día del año algunas personas piensan un poco en mí. Como tú sabes, hace muchos años empezaron a festejar mi cumpleaños. Al principio no parecían comprender y agradecer lo mucho que hice por ellos, pero hoy en día muy pocos son conscientes de para qué lo celebran. La gente se reúne y se divierte mucho, pero no sabe de qué se trata.

 

Recuerdo el año pasado, al llegar el día de mi cumpleaños hicieron una gran fiesta en mi honor. Había cosas muy deliciosas en la mesa, todo estaba decorado y recuerdo también que había muchos regalos; pero, ¿sabes una cosa?, ni siquiera me invitaron. Yo era el invitado de honor y ni siquiera se acordaron de invitarme. Ni siquiera se molestaron en bendecir la mesa. La fiesta era para mí y cuando llegó el gran día me dejaron afuera, me cerraron la puerta..., y yo quería compartir ese momento con ellos.

 

La verdad, no me sorprendí. Porque en los últimos años todos me cierran la puerta. Y, como no me invitaron, se me ocurrió entrar sin hacer ruido. Entré y me quedé en el rincón. Estaban todos bebiendo, había algunos ebrios contando chistes, carcajeándose. Lo estaban pasando en grande. Para colmo, llegó un viejo gordo vestido de rojo, de barba blanca y gritando ¡Ho-Ho-Ho-Ho! Parecía que había bebido de más. Se dejó caer pesadamente en un sillón y todos los niños corrieron hacia él diciendo: "¡Santa Claus, Santa Claus!" "Papá Noël, Papá Noël!" ¡Como si la fiesta fuese en su honor!

 

Llegaron las doce de la noche y todos comenzaron a abrazarse; yo extendí mis brazos esperando que alguien me abrazara y .... ¿sabes? Nadie me abrazó...

 

De repente todos empezaron a repartirse los regalos, uno a uno los fueron abriendo, hasta que se abrieron todos. Me acerqué para ver si de casualidad había alguno para mí.

 

¿Qué sentirías si el día de tu cumpleaños se hicieran regalos unos a otros y a tí no te regalaran nada? Comprendí entonces que yo sobraba en esa fiesta, salí sin hacer ruido, cerré la puerta y me retiré.

 

Cada año que pasa es peor, la gente sólo se acuerda de la cena, de los regalos y de las fiestas, y de mí nadie se acuerda. Quisiera que esta Navidad me permitieras entrar en tu vida, siquiera que reconocieras que hace casi dos mil años que vine a este mundo para dar mi vida por tí en la cruz y de esta forma poder salvarte. Hoy sólo quiero que tú creas esto con todo tu corazón.

 

Voy a contarte algo, he pensado que como muchos no me invitaron a su fiesta, voy a hacer la mía propia, una fiesta grandiosa como la que jamás nadie se imaginó, una fiesta espectacular.

 

Todavía estoy haciendo los últimos arreglos, por lo que este año estoy enviando varias invitaciones y es este día, hay una invitación para tí. Sólo quiero que me digas si quieres asistir, te reservaré un lugar, y escribiré tu nombre con letras de oro en mi gran libro de invitados. En esta fiesta sólo habrá invitados con previa reserva, y se tendrán que quedar afuera aquellos que no contesten mi invitación.

 

Prepárate porque cuando todo esté listo, daré la gran fiesta. Hasta pronto. Te espero... en Navidad, en la Eucaristía, en el pesebre, en la oración y en el bien que hagas en favor de los demás JESÚS DE NAZARETH

 

Nota: Si crees en mí, comparte este mensaje con las personas que más quieras, pero antes de Navidad, para que sepan el significado de esos días como ahora tú y yo lo conocemos.

 

David (Párroco)

viernes, 2 de diciembre de 2022

9 datos sobre el pesebre explicados por el Papa Francisco

Cuando falta menos de un mes para Navidad, y en cada hogar se prepara el belén, es bueno recordar la carta apostólica que el Papa Francisco escribió en 2019 en la que reflexionó sobre el significado y el valor del pesebre para la celebración del nacimiento del Niño Jesús.

En su carta apostólica Admirabile signum, que firmó el 1 de diciembre de 2019, el Santo Padre indicó que el pesebre es un “ejercicio de fantasía creativa, que utiliza los materiales más dispares para crear pequeñas obras maestras llenas de belleza”.

“Se aprende desde niños: cuando papá y mamá, junto a los abuelos, transmiten esta alegre tradición, que contiene en sí una rica espiritualidad popular. Espero que esta práctica nunca se debilite; es más, confío en que, allí donde hubiera caído en desuso, sea descubierta de nuevo y revitalizada”, agregó.

Para acoger la invitación del Papa Francisco, te presentamos 9 datos sobre el significado y valor del pesebre en Navidad.

1. El pesebre es como un “Evangelio vivo”.

El Papa Francisco recordó que la escenificación del nacimiento de Jesús “es como un Evangelio vivo, que surge de las páginas de la Sagrada Escritura” para invitar a los hombres a “ponerse espiritualmente en camino, atraídos por la humildad de Aquel que se ha hecho hombre para encontrar a cada hombre”.

El evangelista Lucas narra que María “dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada. Jesús fue colocado en un pesebre; palabra que procede del latín: praesepium”.

2. El origen del símbolo se remonta al tiempo de San Francisco.

El Pontífice recordó que la historia de los pesebres de Navidad se remonta a días posteriores al 29 de noviembre de 1223, cuando el Papa Honorio III aprobó en Roma la Regla franciscana a San Francisco de Asís.

“Después de su viaje a Tierra Santa, aquellas grutas le recordaban de manera especial el paisaje de Belén. Y es posible que el Poverello quedase impresionado en Roma, por los mosaicos de la Basílica de Santa María la Mayor que representan el nacimiento de Jesús, justo al lado del lugar donde se conservaban, según una antigua tradición, las tablas del pesebre”, escribió el Papa.

Quince días antes de la Navidad de aquel año, en Greccio (Italia), el santo le expresó a un hombre de nombre Juan que deseaba “celebrar la memoria del Niño que nació en Belén” para “contemplar de alguna manera con mis ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno”.

El hombre cumplió el deseo y el 25 de diciembre, junto a frailes y otras personas, San Francisco encontró el pesebre con el heno, el buey y el asno.

Las personas “mostraron frente a la escena de la Navidad una alegría indescriptible, como nunca antes habían experimentado”. “Después el sacerdote, ante el Nacimiento, celebró solemnemente la Eucaristía, mostrando el vínculo entre la encarnación del Hijo de Dios y la Eucaristía. En aquella ocasión no había figuras: el belén fue realizado y vivido por todos los presentes”.

3. El pesebre manifiesta la ternura de Dios.

El Santo Padre señaló que el pesebre no solo “nos ayuda a revivir la historia que ocurrió en Belén”, sino que “manifiesta la ternura de Dios” que, siendo Creador del universo, “se abaja a nuestra pequeñez”.

También señaló que el belén “es desde su origen franciscano una invitación a ‘sentir’, a ‘tocar’ la pobreza que el Hijo de Dios eligió para sí mismo en su encarnación” y “una llamada a encontrarlo y servirlo con misericordia en los hermanos y hermanas más necesitados”.

4. En el pesebre toda la creación participa en la fiesta de la venida de Jesús.

En Admirabile signum, el Papa Francisco repasó los elementos que componen el nacimiento que se arma en los hogares, como el cielo estrellado, los paisajes, los animales y los pastores, que recuerdan lo que habían anunciado los profetas: “Que toda la creación participa en la fiesta de la venida del Mesías”.

También indicó que “los ángeles y la estrella son la señal de que también nosotros estamos llamados a ponernos en camino para llegar a la gruta y adorar al Señor”; mientras que “los pastores se convierten en los primeros testigos de lo esencial, es decir, de la salvación que se les ofrece”.

5. La figura de María y el misterio de su llamado.

Sobre la figura de Nuestra Señora, el Pontífice señaló que “María es una madre que contempla a su hijo y lo muestra a cuantos vienen a visitarlo. Su imagen hace pensar en el gran misterio que ha envuelto a esta joven cuando Dios ha llamado a la puerta de su corazón inmaculado”.

“Vemos en ella a la Madre de Dios que no tiene a su Hijo solo para sí misma, sino que pide a todos que obedezcan a su palabra y la pongan en práctica”, agregó.

6. La figura de San José como custodio de la familia.

El Pontífice afirmó que “junto a María, en una actitud de protección del Niño y de su madre, está San José”, representado con el bastón en la mano y, a veces, sosteniendo una lámpara.

Asimismo, recordó que este santo “es el custodio que nunca se cansa de proteger a su familia” y que no duda en ponerse en camino ante la amenaza de Herodes. Fue el primer educador de Jesús niño y adolescente; “y como hombre justo confió siempre en la voluntad de Dios y la puso en práctica”.

7. “El corazón del pesebre comienza a palpitar cuando se coloca al Niño Jesús”.

En su carta, el Papa Francisco afirma que el “corazón del pesebre comienza a palpitar cuando, en Navidad, colocamos la imagen del Niño Jesús”, porque “Dios se presenta así, en un niño, para ser recibido en nuestros brazos”.

“En la debilidad y en la fragilidad esconde su poder que todo lo crea y transforma. Parece imposible, pero es así: en Jesús, Dios ha sido un niño y en esta condición ha querido revelar la grandeza de su amor, que se manifiesta en la sonrisa y en el tender sus manos hacia todos”, agregó.

8. Los Reyes Magos nos recuerdan nuestra misión evangelizadora.

El Papa recordó que en la fiesta de la Epifanía está la costumbre de colocar las tres figuras de los Reyes Magos, que llegan de Oriente para contemplar al Niño y ofrecerle los dones de oro, incienso y mirra.

Esta escena llama “a reflexionar sobre la responsabilidad que cada cristiano tiene de ser evangelizador”, señaló.

Además, resaltó que los Magos, hombres sedientos de lo infinito, “enseñan que se puede comenzar desde muy lejos para llegar a Cristo”.

“No se dejan escandalizar por la pobreza del ambiente; no dudan en ponerse de rodillas y adorarlo. Ante Él comprenden que Dios, igual que regula con soberana sabiduría el curso de las estrellas, guía el curso de la historia, abajando a los poderosos y exaltando a los humildes. Y ciertamente, llegados a su país, habrán contado este encuentro sorprendente con el Mesías, inaugurando el viaje del Evangelio entre las gentes”, agregó.

9. El pesebre “habla del amor de Dios”.

El Papa Francisco invitó a recordar cuando se era niño y se esperaba con impaciencia el tiempo para empezar a construir el belén.

“Estos recuerdos nos llevan a tomar nuevamente conciencia del gran don que se nos ha dado al transmitirnos la fe; y al mismo tiempo nos hacen sentir el deber y la alegría de transmitir a los hijos y a los nietos la misma experiencia”, remarcó.

El Santo Padre dijo que “no es importante cómo se prepara el pesebre”, ya que “puede ser siempre igual o modificarse cada año”, porque “lo que cuenta es que este hable a nuestra vida”.

“En cualquier lugar y de cualquier manera, el belén habla del amor de Dios, el Dios que se ha hecho niño para decirnos lo cerca que está de todo ser humano, cualquiera que sea su condición”, concluyó.

(publicado en ACIPRENSA)

Alegría en el corazón de Dimas

Hemos entrado en Cuaresma, tiempo de preparación para celebrar la Semana Santa, con la Pascua cristiana: el triunfo de Cristo, después de su...