viernes, 29 de noviembre de 2019

Lecturas del Domingo 1º de Adviento - Ciclo A

Primera lectura

Lectura del Profeta Isaías 2,1-5.

VISIÓN de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén.
En los días futuros estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cumbre de las montañas,
más elevado que las colinas.
Hacia él confluirán todas las naciones,
caminarán pueblos numerosos y dirán:
«Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob.
Él nos instruirá en sus caminos
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la ley,
la palabra del Señor de Jerusalén».
Juzgará entre las naciones,
será árbitro de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, venid;
caminemos a la luz del Señor.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 121, 1-2. 3-4a. 4b-5. 6-7. 8-9

R/. Vamos alegres a la casa del Señor.

V/. ¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.

V/. Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.

V/. Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios». R/.

V/. Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor,
nuestro Dios, te deseo todo bien. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 13,11-14.

HERMANOS:
Comportaos reconociendo el momento en que vivís, pues ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada, el día está cerca: dejemos, pues, las obras de las tinieblas y pongámonos las armas de la luz.
Andemos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas y borracheras, nada de lujuria y desenfreno, nada de riñas y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo.

Palabra de Dios

Evangelio

Evangelio según San Mateo 24,37-44, del domingo, 1 de diciembre de 2019
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 24,37-44.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé.
En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán.
Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».



Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del domingo, 1 de diciembre de 2019

¡Estad preparados!
      Hay personas que viven toda la vida en el mismo lugar, en la misma ciudad. A veces ni siquiera salen del barrio. Dicen de un filósofo alemán que durante muchísimos años los vecinos ponían los relojes en hora cuando lo veían salir de su casa a dar su paseo de todas las tardes. No es así la vida del cristiano. Nosotros sabemos que estamos de paso. Hemos puesto nuestras tiendas aquí por un momento pero llegará otro momento en el que tendremos que partir. ¿Cuándo? Cuando venga el Señor. Y, ¿cuándo va a ser eso? Pues no lo sabemos. Pero sabemos que debemos estar siempre preparados porque en cualquier momento llegará el Señor a nuestras vidas. Justo entonces debemos saber acogerle y seguirle a donde nos invite a ir. Este es el significado del Adviento que hoy comenzamos. Nos preparamos para celebrar la venida del Señor en la Navidad, pero también nos preparamos para la otra venida, la futura, la definitiva, la que no nos podemos perder porque perderíamos la oportunidad de nuestra vida. 
      El Evangelio nos dice que la venida del Señor romperá todas las actividades habituales, aquello en lo que se nos van ordinariamente los días. Se dejará de hacer pan, de cultivar los campos, de ir al trabajo, de casarse. Porque ese día empezará algo radicalmente nuevo. Algo tan nuevo que es posible que sigamos haciendo pan y cultivando los campos y yendo al trabajo, pero todo tendrá un sentido nuevo y diferente porque el Señor estará en medio de nosotros. Su presencia curará nuestras heridas y hará que la justicia y la paz reinen entre las personas y los pueblos. Su presencia hará que nuestra vida sea diferente. Por eso, hay que estar atentos. No podemos dejar que la presencia del Señor nos encuentre despistados o sin preparar adecuadamente. 
      Es tiempo de hacer caso a lo que nos dice san Pablo en la carta a los Romanos. Ya es hora de despertarse porque la salvación está cerca. No sabemos cómo, dónde ni cuándo vendrá Jesús, pero sí sabemos que tenemos que estar preparados. Y para estar preparados, él nos da los mejores consejos: vamos a dejar de lado las obras de la oscuridad, las veces en que nos dejamos llevar por la envidia, la codicia y el desamor. Vamos a vivir como si Jesús ya estuviera aquí, que no hay mejor forma de estar preparados. Se trata de vivir a la luz del Evangelio, dejándonos llevar por el amor de Dios que cuida de sus hijos, de su familia, de nosotros. Volvamos los ojos hacia aquellos con los que vivimos. Con ellos, nunca sin ellos ni contra ellos, es como construiremos la solidaridad y la justicia que harán que nuestro Señor nos encuentre preparados cuando llegue. 

Para la reflexión
      Si el Señor llegase hoy a mi casa, ¿estoy ya preparado para su venida? ¿Qué cosas tendría que quitar de mi vida? ¿Qué cosas tendría que mejorar en mi vida? ¿Que habría que hacer en mi vida de familia, en mi relación con los amigos y en el trabajo? ¿Hay ahí cosas que cambiar o mejorar?

LAUDES EN LA PARROQUIA

El próximo domingo día 1 de Diciembre la Iglesia estrena un nuevo año litúrgico, es decir, un nuevo camino de fe del pueblo de Dios, que iniciamos con el Adviento. Desde esta perspectiva llega también una invitación a la sobriedad, a no ser dominados por las cosas de este mundo, por las realidades materiales, sino mas bien a gobernarlas. Es una invitación a la vigilancia. En este tiempo de Adviento estamos llamados a ensanchar los horizontes de nuestro corazón, a dejarnos sorprender por la vida que se presenta cada día con sus novedades. Por eso las Comunidades del Camino Neocatecumenal organizan la oración de LAUDES en la parroquia, de lunes a viernes, comenzando en los salones parroquiales de la cuarta planta, a las 7 de la mañana, a partir del próximo lunes día 2 de Diciembre. La entrada es por Iparraguirre nº24 4ª planta. Quedamos todos invitados a estas celebraciones.

Bilbao, 28 de Noviembre de 2.109

jueves, 28 de noviembre de 2019

NOTICIAS PAPA FRANCISCO

El Papa Francisco visitará el lugar donde se originó la tradición del pesebre
 
El Papa Francisco visitará el próximo domingo 1 de diciembre la localidad italiana de Greccio con motivo del inicio del Tiempo Litúrgico de Adviento.
Según anunció este miércoles 27 de noviembre al finalizar la Audiencia General en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el Santo Padre acudirá a Greccio “para rezar en el lugar del primer pesebre que realizó San Francisco de Asís, y para enviar a todo el pueblo creyente una carta para comprender el significado del pesebre”.
 
“Deseo a todos vosotros que durante el Adviento la espera del Salvador llene vuestros corazones de esperanza y os encuentre alegres en el servicio a los más necesitados”, concluyó el Pontífice.
En Greccio tuvo lugar la primera representación del nacimiento de Jesús en Belén durante la noche de Navidad de 1223. Fue el mismo San Francisco el que pidió que se instalara un pesebre con heno junto con un buey y un asno representando el establo de Belén.
 
Según la tradición, durante la Misa de la Noche de Navidad apareció en la cuna un niño real que el mismo San Francisco tomó en sus brazos. Aquel evento sería el origen de la tradición de instalar el pesebre en las iglesias y casas cristianas durante la Navidad.
Se trata de la segunda ocasión en que el Papa Francisco visita esta localidad con este mismo motivo, ya que en enero de 2016 también se acercó a Greccio para rezar en la gruta donde se instaló el primer pesebre.
 
(publicado en ACIPRENSA)
 
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El Papa Francisco pide aprender a donar tiempo para los demás
 
El Papa Francisco afirmó que la humanidad está necesitada de “crecer en fraternidad, en preocupación por los demás y respeto por las diferentes experiencias y puntos de vista”.
Así lo indicó este lunes 25 de noviembre en el encuentro que mantuvo con los jóvenes en la Catedral de Santa María de Tokyio durante el viaje apostólico que está realizando a Japón.
 
La Catedral de Santa María es un impresionante y vanguardista edificio de hormigón y acero construido en 1960 por el arquitecto japonés Tenzo Tange. Este edificio sustituye a uno anterior construido en estilo gótico en 1899 que fue destruido en 1945 durante los bombardeos en la Segunda Guerra Mundial.
 
El Santo Padre, tras una breve oración en silencio ante el altar, escuchó los testimonios de tres jóvenes (un católico, un budista y un migrante) y pronunció un discurso en el que trató de dar respuesta a las inquietudes expresadas por estos jóvenes.
 
Bullying
 
La primera pregunta que se le planteó al Papa fue sobre el bullying. Francisco señaló que “lo más cruel del acoso escolar es que hiere nuestro espíritu y nuestra autoestima en el momento en que más necesitamos fortaleza para aceptarnos a nosotros mismos y poder encarar nuevos retos en la vida”.
 
Explicó que “en ocasiones, las víctimas de bullying incluso se culpan a sí mismas por haber sido blanco ‘fácil’. Pueden sentirse fracasados, débiles y sin valor, y llegar a situaciones altamente dramáticas”.
 
Sin embargo, “paradójicamente, son los acosadores los verdaderamente débiles, porque piensan que pueden afirmar su propia identidad lastimando a los demás”.
 
“En el fondo”, continuó el Papa, “los acosadores tienen miedo, son miedosos que se cubren en su aparente fortaleza. Debemos unirnos todos contra esta cultura del ‘bulismo’ y aprender a decir: ¡Basta!”.
 
Dar espacio a Dios
 
El segundo testimonio expuesto ante el Papa Francisco planteó cómo pueden los jóvenes hacer espacio para Dios cuando viven en sociedades frenéticas enfocadas a la competitividad y a la productividad.
 
El Santo Padre comenzó explicando que “es habitual ver que una persona, una comunidad o incluso una sociedad entera pueden estar altamente desarrolladas en su exterior, pero con una vida interior pobre y encogida, con el alma y la vitalidad apagada”.
 
“Todo les aburre, ya no sueñan, no ríen, no juegan, no conocen el sentido de la admiración y la sorpresa. Como zombis, su corazón dejó de latir por la incapacidad de celebrar la vida con los demás. ¡Cuánta gente en todo el mundo es materialmente rica, pero vive esclava de una soledad sin igual!”.
Insistió en que “combatir esta pobreza espiritual es una tarea a la que todos estamos llamados, y ustedes tienen un papel especial que desempeñar, porque exige un cambio importante en nuestras prioridades y opciones. Implica reconocer que lo más importante no radica en todas las cosas que tengo o puedo conquistar, sino a quién tengo para compartirlas. No es tan importante focalizarse y cuestionarse para qué vivo, sino para quién vivo”.
 
 
Ayudar a los jóvenes
 
La tercera pregunta planteada ante el Papa Francisco versó sobre cómo ayudar a los jóvenes de que se den cuenta de que tienen un valor y una bondad.
 
El Papa explicó que la clave radica en saber pedir ayuda: “Para ser felices, necesitamos pedirle ayuda a los demás”.
 
“De modo particular, les pido que extiendan los brazos de la amistad y reciban a quienes vienen, a menudo después de un gran sufrimiento, a buscar refugio en su país”.
 
“Un maestro sabio dijo una vez que la clave para crecer en sabiduría no era tanto encontrar las respuestas correctas, sino descubrir las preguntas correctas”, subrayó.
 
En ese sentido, invitó a plantear “buenas preguntas, cuestionarse y ayudar a otros a hacerse buenas y cuestionadoras preguntas sobre el significado de la vida, y de cómo podemos dar forma a un futuro mejor para quienes vendrán después de nosotros”.
 
El Papa finalizó sus palabras haciendo un llamado a los jóvenes a no “apabullar” ni “aturdir” los sueños. “Denles espacios y anímense a mirar grandes horizontes, a mirar lo que les espera si se animan a construirlos juntos. Japón los necesita, el mundo los necesita despiertos y generosos, alegres y entusiastas, capaces de construir una casa para todos”.
 
(publicado en ACIPRENSA)

lunes, 25 de noviembre de 2019

HOMILÍA DE DON MARIO - SOLEMNIDAD DE CRISTO REY


SOLEMNIDAD DE CRISTO REY

 

Queridos hermanos y hermanas.

 

Quisiera ofrecer una palabra para penetrar en las lecturas que hoy nos ofrece la liturgia.

 

Hemos escuchado la primera lectura del libro de Samuel, como los ancianos de Israel van a Hebrón, que es la ciudad que está al sur, a 30 km de Jerusalén, era en aquel momento la capital del reino, donde están enterrados los patriarcas, vienen a elegir a David como rey y pastor, recuerdan que el de niño había sido pastor.  Bien sabemos que Dios no había tenido nunca en su mente organizar un reinado y una dinastía, cuando el pueblo judío toma la tierra Prometida, entra en posesión de la tierra prometida, era gobernada por jueces y por juezas, hasta que los hebreos con cierto complejo de los pueblos de alrededor dicen vamos a pedir a Dios que nos nombre un rey, como todos los pueblos de alrededor, porque somos los raros de la región.  Y Dios se queja, cuando se le pide a Dios, y el profeta pide a Dios que nombre un rey, Dios dice; “Déjalos voy a nombrarles un rey, en el fondo no te rechazan a ti, me rechazan a mí, voy a nombrarles un rey”, y nombró a Saúl como primer rey de Israel.  Un reinado que en el fondo lleva el germen de lo mundano, porque es un reinado a la imagen de los reinados de alrededor, de los asirios, de todos los pueblos que le rodeaban, los cananeos, y de hecho el mismo rey David antes de morir cuando iba a edificar el templo, Dios le dice; “Tú no edificarás el templo, lo hará tu hijo porque has derramado demasiada sangre”.  Es un tipo de reinado que genera derramamiento de sangre, es reinado del poder terrenal, es el reinado de la fuerza.

 

Muchas veces me habéis oído comentar, porque a mí me conmueve interiormente y me conmociona esa tercera tentación de Jesús en el desierto, cuando después de haberle dicho el demonio convierte las piedras en pan, lánzate del pináculo, le dice, te daré todo este poder, el poder sobre todo este reino porque a mí se me ha dado, si postrándote me adoras.  Un poder del diablo, un poder diabólico sobre el reinado, si me adoras.  Es el poder que destruye lo humano, es el poder que genera las injusticias, que genera las hambrunas, que genera las violencias, que tensiona y le degrada el universo hermoso y precioso que Dios ha puesto en nuestras manos, en el fondo es un reinado mundano con ese germen, esa semilla de muerte.  Pero el Evangelio nos dice que el reinado de Cristo es distinto, de hecho el mismo se declara Rey, porque cuando le acusan en ese contubernio de judíos con romanos, con un juicio falso y utilizando además los judíos; “Es que éste se ha declarado Rey”, es casi una blasfemia para los judíos, lo tienes que condenar porque se ha declarado Rey, no dice porque se ha declarado Dios, saben que eso el César y Pilato no le va a hacer caso, se ha declarado Rey, y Pilato pregunta; “Es que eres tu Rey”, y el responde; “Tú lo dices, yo soy Rey, para esto he nacido, para esto he venido al mundo, pero mi reino no es de este mundo, es un reino distinto, es el reino del amor, el reino de la misericordia.

 

El reinado de Cristo es reinado de amor, reinado de paciencia, reinado de humildad, reinado de entregar la vida, y por eso vemos a los dos pobres malhechores crucificados con Él, uno según la mentalidad mundana dirá; “No eres tú el Rey de los judíos, no tienes tu poder, pues si tienes poder bájate de la cruz sálvate y sálvanos”, dice que se retorcía y blasfemaba,   incluso los pobres ciegos sacerdotes al pie de la cruz decían; “No era el Rey de los judíos, pues que baje de la cruz”, una concepción totalmente mundana del reinado de Dios.  En cambio el otro malhechor que también era ladrón, fue capaz de percibir en la cruz la majestad del Señor, la majestad de nuestro Rey, cuando dice; “Mira este no ha hecho nada, está entregando la vida con paciencia, sin devolver mal por mal, diciendo, perdónales Padre porque no saben lo que hacen, todo está consumado, ya he dado todo, la sangre, el cuerpo, el espíritu, en tus manos Padre encomiendo el espíritu”.  Fue capaz el buen ladrón de percibir el reino de Cristo; “Acuérdate de mí cuando estés en tu reino, porque tú eres Rey, me di cuenta en la Cruz de un modo tan desarraigado, tan contradictorio, me di cuenta que tu trono es la cruz, que tu vestimenta en la desnudez, que tu poder es el amor, acuérdate de mí, llévame a tu reino”.

 

Y la segunda lectura nos ha dicho Pablo a los colosenses; “Él nos ha trasladado de las tinieblas a su reino por medio de la sangre, de las tinieblas del mundo, de la desorientación, de no conocer el amor de Dios, de no conocer la naturaleza verdadera del amor, de no conocer para que es nuestra vida, que es para la eternidad y para amar, de esa tiniebla nos ha trasladado al reino de tu Hijo querido, a ese reino de luz y de paz, a ese reino de misericordia y santidad, a ese reino donde somos amados no por nuestros títulos, por nuestras cualidades, por nuestro vigor físico, somos amados infinitamente por el Padre Dios, que nos da lo que más ama que es Cristo el Señor.  Nos has trasladado al reino de tu Hijo por su sangre, por un amor que derrama la sangre sobre nosotros. Por eso decimos cada vez que celebramos la Eucaristía; “Tomad y bebed esta es mi sangre, sangre que se derrama para el perdón de los pecados”, para disolver aquello que os lleva a la muerte, para trasladaros a mi reino, reino de amor y de servicio.

 

Hoy tenemos delante de nosotros a cinco hermanos nuestros que quieren colaborar en una vocación específica, en ese reino nuevo de Dios que cada padrenuestro pedimos; “Venga a nosotros tu reino”, el reino del servicio, el reino de la entrega, el reino de poner paz donde hay división, el reino de poner esperanza donde ya se ha perdido toda esperanza, el reino de llevar el perdón de nuestro pecado, de nuestra suciedad, por medio del lavado de la gracia y del perdón de los pecados. Por eso el rito de admisión significa, no ya que yo estoy barruntando cuál es mi vocación, qué es lo que Dios quiere de mí, sino que ahora la iglesia me llama ya a que me forme seriamente en este camino de servicio.

 

Termino recordando esa hermosa frase que nos dice el Papa Francisco en la exhortación apostólica postsinodal  “Christus vivit” dedicada a los jóvenes, dice; “No te preguntes quien soy yo, toda la vida quién soy yo, pregúntate para quien soy yo”, y él se responde; “Ciertamente eres para Dios, pero también eres para los demás”.  El servicio diaconal y el servicio presbiteral es un ser para los demás, es un expropiarse de los propios derechos y libertad para ser para los demás. Por eso también cabría preguntarse, y los demás que esperan de mí.  Esto ya para todos, que esperan los demás de mí, quizá yo defraudo, es lo que esperan de mí, que esperan mis padres mis hijos mis amigos de mí, quizá les defraudo, que esperan los pobres y los enfermos de mí, quizás les defraudo, porque solo pienso en mí, por eso es un servicio que no recuerda que la vida es para Dios y para los demás.

 

Pidamos que estos hermanos puedan con la docilidad y la humildad ir modelando su corazón, según el corazón de Cristo servidor, el corazón de Cristo pastor, que no ha venido a ser servido a ese poder que produce injusticias, si no ha venido a traer entre nosotros el poder del amor y del perdón, es decir ese reino santo y bendito de Dios. Lo pedimos así esta tarde al Señor por intercesión de la Virgen María.

 

Que así sea.

 

X Mario Iceta Gabicagogeascoa

Obispo de Bilbao

 

viernes, 22 de noviembre de 2019

Lecturas del Domingo 34º del Tiempo Ordinario. Jesucristo Rey del Universo - Ciclo C

Primera lectura

Lectura del segundo libro de Samuel (5,1-3):

En aquellos días, todas las tribus de Israel se presentaron ante David en Hebron y le dijeron:
«Hueso tuyo y carne tuya somos. Desde hace tiempo, cuando Saúl reinaba sobre nosotros, eras tú el que dirigía las salidas y entradas de Israel. Por su parte, el Señor te ha dicho: “Tú pastorearás a mi pueblo Israel, tú serás el jefe de Israel”».
Los ancianos de Israel vinieron a ver al rey en Hebrón. El rey hizo una alianza con ellos en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos le ungieron como rey de Israel.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 121,1-2.4-5

R/.
 Vamos alegres a la casa del Señor.

V/. Qué alegría cuando me dijeron:
¡«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.

V/. Allá suben las tribus, las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (1,12-20):

Hermanos:
Demos gracias a Dios Padre, que os ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen del Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque en él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles.
Tronos y Dominaciones,
Principados y Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo,
y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él y para él quiso reconciliar todas las cosas,
las del cielo y las de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Palabra de Dios

Evangelio

Evangelio segúnn san Lucas (23,35-43), del domingo, 24 de noviembre de 2019
Lectura del santo evangelio según san Lucas (23,35-43):

En aquel tiempo, los magistrados hacían muecas a Jesús diciendo:
«A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido».
Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo:
«Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».
Había también por encima de él un letrero:
«Este es el rey de los judíos».
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:
«¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».
Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía:
«¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha hecho nada malo».
Y decía:
«Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».
Jesús le dijo:
«En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del domingo, 24 de noviembre de 2019

¿Jesús Rey? ¿Está usted seguro?
      La lectura del Evangelio que la Iglesia nos propone para este día nos deja un poco confusos. Es el último domingo del año y la liturgia lo dedica a Cristo Rey. La Iglesia quiere que le veamos en triunfo, como aquel en quien llegan a plenitud todas las cosas. Con él, el Reino de Dios dejará de ser un sueño para empezar a ser realidad plena. ¿Cómo es posible que el Evangelio nos presente a Jesús en la cruz? Los condenados a muerte no han triunfado nunca a lo largo de la historia. Como mucho han conseguido que algunos nostálgicos derramaran algunas lágrimas por ellos. Pero nada más. Los gobernantes de cualquier país saben que lo mejor que se puede hacer con la oposición es eliminarla.
      Pero el caso de Jesús es diferente. Da la impresión de que su reinado no es exactamente igual que los gobiernos y reinos de este mundo. Jesús es un hombre que, a punto de morir en la cruz, todavía despierta pasiones opuestas. Unos se ríen de él y otros afirman su inocencia. Más todavía. En el momento de la cruz el mismo Jesús es capaz de prometer el paraíso al hombre que está crucificado a su lado. 
      Es que su reino no es de este mundo. Su reino es el reinado de Dios que junta y recoge a todos sus hijos e hijas dispersos para convertirlos en una familia. En el reino de Dios no somos súbditos. Tampoco somos ciudadanos. Somos hijos. Absolutamente diferente. 
      Desde esa perspectiva entendemos mejor la plenitud a que se refiere la lectura de la carta a los Colosenses. Cuando ahí se afirma la superioridad de Jesús sobre todas las cosas y sobre todas las personas, cuando se nos dice que en él el Reino de Dios va a llegar a su plenitud, no significa que en su tiempo ese reino vaya a ser próspero económicamente. Tampoco significa que se vayan a hacer unas grandiosas obras y monumentos como acostumbran a hacer nuestros gobernantes para perpetuar su memoria. Ni siquiera que vaya a tener el mejor y más poderosos ejército del mundo. Ninguna de esas cosas. En un reino donde todos somos hermanos y Dios, el centro y origen de todo, es nuestro padre, la plenitud se verá al realizarse de verdad la fraternidad, la solidaridad y la justicia entre todos y todas. La plenitud llegará porque, como en una buena familia, todos pondremos nuestra confianza en el padre de quien procedemos y en quien encontramos el amor que nos hace falta para vivir y llegar a nuestra propia plenitud. Y todo eso sin fronteras, sin divisiones por razón de raza, cultura, religión o nacionalidad, porque toda la humanidad, junto con toda la creación, está llamada a participar de esa plenitud. Jesús es el rey de ese reino. Precisamente por eso murió en la cruz. Precisamente por eso, Dios, el Padre que ama la vida, lo resucitó y hoy mantenemos viva la esperanza del Reino. 

Para la reflexión
      ¿Estamos todos los que formamos nuestra comunidad al servicio unos de otros? ¿Nos esforzamos para que entre nosotros reinen la fraternidad, la solidaridad y la justicia? ¿Mantenemos la esperanza a pesar de las dificultades que nos encontramos en el camino?

jueves, 21 de noviembre de 2019

NOTICIAS PAPA FRANCISCO

El Papa en Tailandia alienta a médicos a llevar a los enfermos a Dios con la caridad

Luego de su visita al Patriarca Supremo de los Budistas, el Papa Francisco se dirigió este 21 de noviembre al Saint Louis Hospital en Bangkok (Tailandia), donde alentó a los médicos de este y otros centros católicos a vivir la caridad, que va más allá de los procedimientos profesionales, para llevar a los enfermos hacia Dios.
El Santo Padre llegó en papamóvil al centro médico, donde fue recibido por el Arzobispo de Bangkok, Cardenal Francis Xavier Kriengsak Kovithavanij; por el director del hospital, Tanin Intragumtornchai; y por el director general de la estructura.
Francisco, que fue acogido por los fieles, adultos y niños que hondeaban banderas tailandesas y vaticanas, recibió una ofrenda floral de parte de la religiosa responsable del personal de enfermería. Posteriormente, el Papa ascendió al auditorio del hospital para reunirse con 700 personas, entre médicos, enfermeras y personal de este y otros centros asistenciales de la Iglesia en Tailandia.
En su saludo pronunciado en español, el Pontífice agradeció la labor alegre y silenciosa que realizan las Hermanas de San Pablo de Chartres y otras religiosas, y destacó el principio que anima a este hospital fundado hace 120 años por el Arzobispo Louis Vey, “Ubi caritas, Deus ibi est”, que quiere decir “donde hay caridad, allí está Dios”.
En ese sentido, Francisco dijo que “precisamente en el ejercicio de la caridad es donde los cristianos somos llamados no sólo a transparentar nuestro ser discípulos misioneros, sino también a confrontar nuestro seguimiento y el de nuestras Instituciones”, pues como dijo Jesús: “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”.
Además, citando su exhortación apostólica Evangelii gaudium, agradeció a los discípulos misioneros sanitarios que se abren a “una fraternidad mística, contemplativa, que sabe mirar la grandeza sagrada del prójimo, que sabe descubrir a Dios en cada ser humano [... ] y buscar la felicidad de los demás como la busca su Padre bueno”.
“Desde esta perspectiva, ustedes realizan una de las mayores obras de misericordia, puesto que vuestro compromiso sanitario va mucho más allá de un simple y loable ejercicio de la medicina”, afirmó.
Francisco dijo que este compromiso “no puede reducirse solamente a realizar algunas acciones o programas determinados, sino que deben ir más allá, abiertos a lo imprevisible. Recibir y abrazar la vida como llega a la emergencia del hospital para ser atendida con una piedad especial, que nace del respeto y amor a la dignidad de todos los seres humanos”.
En ese sentido, les reiteró que “son discípulos misioneros cuando mirando a un paciente aprenden a llamarlo por su nombre”.
Sin embargo, el Papa Francisco dijo a veces el servicio médico “puede resultar pesado y agotador”, por ello destacó la importancia de “desarrollar una pastoral de la salud donde, no sólo los pacientes, sino todos los miembros de esta comunidad puedan sentirse acompañados y sostenidos en su misión”.
Asimismo, al recordar los 120 años del hospital, el Papa pidió “que este apostolado, y otros similares sean, cada vez más, señal y emblema de una Iglesia en salida” que lleva el “amor sanador de Cristo a los que sufren”.
“La enfermedad siempre trae consigo grandes interrogantes. Nuestra primera reacción puede ser la de rebelarnos y hasta vivir momentos de desconcierto y desolación. Es el grito de dolor y está bien que así sea: el propio Jesús lo sufrió y lo hizo. Con la oración queremos unirnos también nosotros al suyo”.
En ese sentido, aseguró que al unirse a Cristo en su “descubrimos la fuerza de su cercanía a nuestra fragilidad y a nuestras heridas”.
“Si a veces sentimos en el interior ‘el pan de la adversidad y el agua de la aflicción”, recemos para poder encontrar también, en una mano tendida, la ayuda necesaria para descubrir el consuelo que viene del ‘Señor que no se esconde’”, expresó el Papa, que invitó a poner las vidas bajo la protección del manto de la Virgen María, pidiendo que “vuelva sus ojos llenos de misericordia hacia ustedes, especialmente en el momento del dolor, la enfermedad y toda forma de vulnerabilidad”.
Al final de su saludo, el Santo Padre recibió varios obsequios, entre los cuales destacó un cuadro de la Virgen con el Niño Jesús.
Luego de salir del auditorio, el Papa Francisco se dirigió a un encuentro privado con un grupo de enfermos y discapacitados, a quienes dijo que espera “acompañarlos, al menos mínimamente, en su dolor”.

(Publicado en ACIPRENSA)

viernes, 15 de noviembre de 2019

Lecturas del Domingo 33º del Tiempo Ordinario - Ciclo C

Primera lectura

Lectura de la profecía de Malaquias (3,19-20a):

HE aquí que llega el día, ardiente como un horno, en el que todos los orgullosos y malhechores serán como paja; los consumirá el día que está llegando, dice el Señor del universo, y no les dejará ni copa ni raíz.
Pero a vosotros, los que teméis mi nombre, os iluminará un sol de justicia y hallaréis salud a su sombra.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 97,5-6.7-9a.9bc

R/.
 El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.

V/. Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R/.

V/. Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos,
aclamen los montes. R/.

V/. Al Señor, que llega
para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud. R/.

Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (3,7-12):

Hermanos:
Ya sabéis vosotros cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo: No vivimos entre vosotros sin trabajar, no comimos de balde el pan de nadie, sino que con cansancio y fatiga, día y noche, trabajamos a fin de no ser una carga para ninguno de vosotros.
No porque no tuviéramos derecho, sino para daros en nosotros un modelo que imitar.
Además, cuando estábamos entre vosotros, os mandábamos que si alguno no quiere trabajar, que no coma.
Porque nos hemos enterado de que algunos viven desordenadamente, sin trabajar, antes bien metiéndose en todo.
A esos les mandamos y exhortamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen con sosiego para comer su propio pan.

Palabra de Dios

Evangelio

Evangelio según san Lucas (21,5-19), del domingo, 17 de noviembre de 2019
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,5-19):

En aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo:
«Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida».
Ellos le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?».
Él dijo:
«Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.
Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».
Entonces les decía:
«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes.
Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio.
Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre.
Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del domingo, 17 de noviembre de 2019

¿Se acerca el final?
      Los medios de comunicación actuales nos ofrecen imágenes de todo el mundo y en el momento en que suceden los acontecimientos. En un mismo informativo de televisión podemos ver las imágenes de unas enormes inundaciones en la China, los incendios en alguna zona de nuestro país y los enfrentamientos brutales de los manifestantes con la policía en algún lugar de Europa, pasando por la marea negra en alguno de los mares, la última crisis entre israelíes y palestinos, la marginación a que están sometidas las mujeres en algún país o el hambre casi crónica y terrible en algún lugar de África. Y muchas otras noticias que llenan la pantalla de nuestro televisor de malas noticias, de desastres naturales y humanos que no sabemos bien cómo vamos a ser capaces de enfrentar. ¿Se acerca el final? ¿Será capaz nuestro mundo de aguantar el envite de la contaminación que nosotros mismos provocamos? ¿Será capaz nuestra sociedad humana de ser más justa y de promover los derechos de todos los hombres y mujeres sin excepción? 
      Hemos de reconocer que a veces nos entra la duda. Tenemos la sensación de que el fin está ya cerca y nos da miedo. Al final todas esas cosas les suceden a otros, pasan en otros lugares. Nosotros tenemos nuestro pequeño rincón de paz. Y nos da miedo perderlo. Sentimos que todas esas cosas amenazan nuestra tranquilidad. 
      Pues ahí llega Jesús y nos dice que no nos preocupemos, que tranquilidad. Dice Jesús que ciertamente van a suceder muchas cosas, y cosas malas: guerras, insurrecciones, terremotos, hambrunas y plagas. Incluso signos extraordinarios en el cielo. Con todo eso, hay que seguir tranquilos. Porque hay más: los creyentes seremos entregados a la autoridad. Se nos tratará como criminales. Pero todo eso no será más que una oportunidad para dar testimonio de nuestra fe. Porque, dice Jesús, ni un sólo cabello de nuestra cabeza será destruido. 
      Por tanto, el mensaje de hoy es claro: tranquilidad y confianza. Como nos dice san Pablo en la segunda lectura, es tiempo para trabajar con normalidad, para vivir una vida decente atendiendo a nuestros propios asuntos y sin inquietarnos ni a nosotros mismos ni a los demás. Es tiempo de dar testimonio de nuestra fe cristiana, una fe que sabe construir la comunidad, la familia de todos los hijos de Dios en medio de todas esas cosas que pasan en nuestro mundo. No vaya a ser que nos pongamos nerviosos pensando en lo que va a suceder en el futuro y se nos olvide vivir el presente, nuestro presente, en cristiano, día a día, minuto a minuto. 

Para la reflexión
      ¿Qué piensas cuando ves los informativos de la televisión y escuchas todas esas noticias malas? ¿Cómo das testimonio de tu fe aquí y ahora? ¿Comunicas serenidad y paz y fe a los que viven contigo? ¿Qué haces para ayudar a construir el Reino, la familia de Dios con los que te rodean?

jueves, 14 de noviembre de 2019

NOTICIAS PAPA FRANCISCO

Papa Francisco: La resurrección después de la muerte se basa en la fidelidad a Dios

El Papa Francisco explicó que “la resurrección se basa internamente en la fidelidad de Dios que es el Dios de la vida”, y subrayó las palabras de Jesús en las que recordaba que Dios es un Dios de vivos y no de muertos.
En la reflexión previa al rezo del Ángelus este domingo 10 de noviembre en la plaza de San Pedro del Vaticano, el Santo Padre profundizó en el significado de la página evangélica de este domingo en la que “se nos ofrece una estupenda enseñanza de Jesús sobre la resurrección de los muertos que viene muy bien en este mes de noviembre en el que rezamos de modo particular por los difuntos”.
En el Evangelio se narra cómo “Jesús es interpelado por algunos saduceos, los cuales no creían en la resurrección y, por ello, lo provocan con una pregunta insidiosa”.
Los saduceos “hacen referencia a un caso paradójico basado en la ley mosaica: ¿de quién sería esposa en la resurrección una mujer que hubiera tenido siete maridos sucesivos, todos ellos hermanos, los cuales, uno tras otro, hubieran muerto?”.
 
“Jesús no cae en la trampa y replica que los resucitados en el más allá ‘no tienen ni mujer ni marido: de hecho, no pueden morir más porque son iguales a los ángeles y porque son hijos de la resurrección, son hijos de Dios’”.
Con su respuesta, “Jesús invita a sus interlocutores, y también a nosotros, a pensar que esta dimensión terrena en la que vivimos ahora no es la única, sino que hay otra, no sujeta a la muerte, en la que se manifestará plenamente que somos hijos de Dios”.
El Papa Francisco destacó que se trata de “un gran consuelo y da gran esperanza escuchar estas palabras sencillas y claras de Jesús sobre la vida después de la muerte. Tenemos mucha necesidad de ellas especialmente en nuestro tiempo, tan rico de conocimientos sobre el universo, pero tan pobre de sabiduría sobre la vida eterna”.
“Esta clara certeza de Jesús sobre la resurrección se basa internamente en la fidelidad de Dios que es el Dios de la vida. En efecto, detrás de la pregunta de los saduceos se esconde algo más profundo: no solo de quién será esposa la mujer viuda de siete maridos, sino, de quién será su vida”.
La pregunta sobre la resurrección es “una duda que afecta al hombre de todos los tiempos, y también a nosotros: después de esta peregrinación terrena, ¿qué será de nuestra vida? ¿Pertenecerá a la nada, a la muerte?”.
 
“Jesús responde que la vida pertenece a Dios, el cual nos ama y se preocupa tanto de nosotros que llega a vincular su nombre al nuestro: es ‘el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Dios no es de los muertos, sino de los vivos, porque todos viven para Él’”.
“¡Esa es la sabiduría que ninguna ciencia podrá nunca ofrece! Aquí se desvela el misterio de la resurrección, porque se desvela el misterio de la vida: la vida subsiste donde hay vínculos, comunión, fraternidad. Y es una vida más fuerte que la muerte cuando está construida sobre relaciones sinceras y vínculos de fidelidad”.
Por el contrario, “no hay vida donde se tiene la pretensión de pertenecer sólo a sí mismo y vivir como una isla: en estas actitudes prevalece la muerte. De hecho, la resurrección no es sólo el hecho de resucitar después de la muerte, sino que es un nuevo género de vida que podemos experimentar ahora mismo”.
“La vida eterna es nuestro destino, el horizonte de plenitud definitiva de nuestra historia. Y es esa la vida a la que estamos llamados a preparar por medio de una elección evangélica”, concluyó el Papa Francisco antes de rezar el Ángelus.

(Publicado en ACIPRENSA)

martes, 12 de noviembre de 2019

HOMILIA DE DON MARIO - DÍA DE LA IGLESIA DIOCESANA


Queridos hermanos y hermanas.

Hoy 10 de noviembre celebramos el Día de la Iglesia diocesana bajo el lema: “Zu barik, nora? Contigo hay futuro”. Este día tratamos de tomar conciencia del don que supone la Iglesia diocesana para cada uno de nosotros. En ella hemos nacido a la vida, celebramos la fe, recibimos la Palabra de Dios y los sacramentos. Formamos parte de esta gran familia y nos ponemos en camino siendo discípulos y misioneros, aprendiendo a compartir y a servir a quienes nos necesitan, anunciando y edificando el Reino de Dios en medio de nosotros.

Y una semana después, el 17 de noviembre, celebraremos la Jornada Mundial de los Pobres que incluye en sí lo que durante muchos años hemos celebrado como Gesto Diocesano de Solidaridad. El lema elegido por el Papa Francisco para este año es: “La esperanza de los pobres nunca se frustrará (Sal 9, 19)”. En su mensaje, el Papa nos habla de viejas y nuevas esclavitudes y nos interpela con estas palabras: “La Iglesia, estando cercana a los pobres, se reconoce como un pueblo extendido entre tantas naciones cuya vocación es la de no permitir que nadie se sienta extraño o excluido, porque implica a todos en un camino común de salvación. La condición de los pobres obliga a no distanciarse de ninguna manera del Cuerpo del Señor que sufre en ellos. Más bien, estamos llamados a tocar su carne para comprometernos en primera persona en un servicio que constituye auténtica evangelización”. (Mensaje III jornada mundial de los pobres, 6).

En este contexto, en nuestra Diócesis queremos ser un rayo de esperanza para las personas que más sufren celebrando intensamente estas jornadas para ser signo de encuentro y de esperanza. El lema diocesano, que se hace eco del elegido por el Papa Francisco es “Itxaropen printzak – Rayos de luz” que quiere precisamente hacer referencia a la esperanza que estamos llamados a acoger y sembrar. El viernes 15 de noviembre, se celebrará la jornada de los centros escolares. El sábado 16, celebraremos un encuentro en Basauri que comenzará con unos talleres y finalizará con una comida compartida con personas que representarán a nuestras comunidades y entidades sociales. Y el domingo 17 lo celebraremos en nuestras parroquias y Unidades Pastorales mediante actividades que sean signos de encuentro y esperanza.

Que estas dos jornadas aviven en nosotros nuestra vocación de testigos y misioneros enviados a sembrar vida y esperanza a quienes más lo necesitan.

 Con gran afecto.

+ Mario Iceta Gabicagogeascoa

Obispo de Bilbao

jueves, 7 de noviembre de 2019

NOTICIAS PAPA FRANCISCO

El Papa Francisco aconseja rezar por los difuntos con la Eucaristía

El Papa Francisco aconsejó rezar durante este mes de noviembre por los familiares y amigos difuntos, especialmente en la Eucaristía. Así lo indicó el Santo Padre al finalizar la Audiencia General de este miércoles 6 de noviembre.

“En este mes de noviembre, estamos invitados a rezar por los difuntos. Guiados por la fe en la comunión de los santos, traten de confiar a Dios, especialmente en la Eucaristía, a sus familiares, amigos y conocidos fallecidos, sintiéndolos cercanos en la grande compañía espiritual de la Iglesia”, expresó el Papa a los peregrinos de lengua portuguesa.
 
Además, el Pontífice animó a los fieles de lengua italiana para que este mes de noviembre, dedicado a la memoria y a la oración por los difuntos, “sea una oportunidad para que todos reconsideren el significado de la existencia humana y de la vida eterna”.
“Que este tiempo sea un estímulo para comprender que la vida es de gran valor cuando se vive como un don, no sólo para uno mismo, sino para Dios y para el prójimo”, animó el Papa.

(Publicado en ACIPRENSA)

HOJA PARROQUIAL - NOVIEMBRE 2019



Alegría en el corazón de Dimas

Hemos entrado en Cuaresma, tiempo de preparación para celebrar la Semana Santa, con la Pascua cristiana: el triunfo de Cristo, después de su...