lunes, 11 de septiembre de 2017

Cómo mostrar a Cristo a los demás con nuestro ejemplo para que su inquietud los haga curiosos

MEDELLÍN, 09 Sep. 17 / 06:34 pm. Durante el distendido y cercano encuentro del Papa Francisco con la vida consagrada en el estadio La Macarena en Medellín, el Santo Padre recordó una anécdota en la que explicó qué “argumento” puede darle a un ateo.

“En uno de los viajes, la Jornada Mundial de la Juventud en Polonia” a mediados del año 2016, “en el almuerzo que tuve con 15 jóvenes y el Arzobispo, uno me preguntó: ¿Qué le puedo decir yo a un compañero mío joven que es ateo, que no cree?, ¿Qué argumento le puedo dar?”, relató el Pontífice.
“Y a mí se me ocurrió contestarle: ‘Mirá, lo último que tenés que hacer es decirle algo’ y se quedó mirando”, prosiguió el Papa Francisco.
La reacción de los doce mil sacerdotes, religiosos, consagrados y seminaristas fue instantánea: aplaudieron y rieron.

“Empezá a hacer. Empezá a comportarte de tal manera que la inquietud que él tiene adentro lo haga curioso y te pregunte. Y cuando te pregunte por tu testimonio, ahí podés empezar a decir algo”.
“Es tan importante ese callejear la fe en la vida. Esa es la vida, es a la que se refiere Jesús en el texto que hemos proclamado: la vid que es el pueblo de la alianza”.
“Los jóvenes son naturalmente inquietos y si bien asistimos a una crisis del compromiso y de los lazos comunitarios, son muchos los jóvenes que se solidarizan ante los males del mundo y se embarcan en diversas formas de militancia y voluntariado”.

“Son muchos y algunos sí son católicos practicantes, otros ‘al agua rosa’ como decía mi abuela, otros no saben si creen o no creen, pero esa inquietud los lleva a hacer algo por los demás, esa inquietud hace llenar los voluntariados de todo el mundo de rostros jóvenes. Hay que encauzar la inquietud”.

“Cuando lo hacen captados por Jesús, sintiéndose parte de la comunidad, se convierten en ‘callejeros de la fe’, felices de llevar a Jesucristo a cada esquina, a cada plaza, a cada rincón de la tierra”.
“Cuántos sin saber que lo están llevando, llevan esa riqueza de callejear sirviendo, de ser callejeros de una fe que quizás ellos mismos no terminan de entender, es testimonio que nos abre a la acción del Espíritu Santo que entra y nos va trabajando el corazón”, resaltó el Pontífice.

(publicado en ACIPRENSA)

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