viernes, 2 de octubre de 2020

Carta de D. Mario y D. Joseba con motivo de la Jornada Mundial del Trabajo Decente

 

JORNADA MUNDIAL POR EL TRABAJO DECENTE

7 de octubre de 2020

 

Queridos hermanos y hermanas. El 7 de octubre celebraremos la jornada mundial por el trabajo decente. El Papa Francisco, en la homilía pronunciada el pasado primero de mayo afirmaba: “Toda injusticia que se comete contra una persona que trabaja es un atropello a la dignidad humana (…) la vocación que Dios nos da es muy hermosa: crear, re-crear, trabajar. Pero esto puede hacerse cuando las condiciones son justas y se respeta la dignidad de la persona”.

 

Promovida por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y un amplio abanico de movimientos sociales, diversas organizaciones de Iglesia conmemoran el 7 de octubre la Jornada Mundial por el Trabajo Decente. Lo hacen desarrollando diversas actividades públicas cuya finalidad es visibilizar la importancia esencial de la dignidad del trabajo.

 

Una sociedad fraterna, tal y como la que Dios sueña para sus hijos e hijas, sólo puede construirse evitando desigualdades profundas y superando el riesgo de que importantes sectores queden excluidos o condenados a la pobreza. Y uno de los instrumentos más eficaces para lograr este objetivo consiste en promover oportunidades de empleo digno y desarrollo profesional adecuado. Las crisis sociales, como la que actualmente ha generado la pandemia, ponen claramente de manifiesto la enorme diversidad de situaciones y riesgos que, en materia de condiciones y derechos laborales, se dan entre nosotros. También es plural la capacidad de los distintos colectivos de defender sus reivindicaciones.

 

Mantiene toda su vigencia nuestra Carta Pastoral de 2011 titulada “Una economía al servicio de las personas” que finalizaba “con una llamada a todas las personas de buena voluntad, agentes e instituciones sociales y administraciones públicas para que busquen de manera conjunta y solidaria una salida a la crisis; construyan unas bases éticas firmes para el desarrollo de nuestra sociedad; promuevan el empleo digno; y se esfuercen por defender a los más débiles y golpeados por la crisis, como exigencia y prueba de la justicia social (nº 40).

 

Empeñarnos en mejorar la calidad del trabajo disponible es un modo de responder a la invitación de Jesús a mirar la realidad desde las necesidades de los afligidos. El Covid-19 podría dejar a muchos sin empleo y debilitar las condiciones de trabajo de amplios sectores sociales. Los creyentes, colaborando con todas las personas de buena voluntad, debemos hacer lo posible para que la comunidad humana esté cada vez mejor integrada, para lo que es esencial cuidar y promover el trabajo digno como uno de sus pilares. Hay muchas iniciativas, dentro y fuera de la Iglesia, que merecen nuestra atención y nuestro apoyo. Quienes formamos el Pueblo de Dios asumimos la tarea de defender la dignidad del trabajo con responsabilidad, ilusión y esperanza.

 

Que María nos ayude a promover el trabajo digno para construir una sociedad fraterna que haga presente el Reino de Dios entre nosotros. Con gran afecto.

 

 

Mario Iceta Gabicagogeascoa

Joseba Segura Etxezarraga

Obispado de Bilbao

Obispo Auxiliar de Bilbao

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