lunes, 23 de octubre de 2017

MENSAJE DE DON MARIO - DOMUND 2017


Mensaje Domund 2017

La misión en el corazón de la fe cristiana

 

Queridos hermanos y hermanas.

1. El lema de la campaña del DOMUND de este año pone la misión en el corazón, en el centro de la fe cristiana. Jesús, antes de volver junto al Padre, ordenó a sus discípulos: “Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” (Mt 28, 19-20). Por tanto, la misión es un encargo que el Señor hace a quienes se reconocen en su discipulado.

2. Vemos que este mandato de Jesús contiene varios elementos. La primera parte del mandato se sustenta en la segunda que constituye una promesa consoladora y esperanzadora: “yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Él se ha querido quedar junto a nosotros, en medio de nosotros. Su presencia ilumina toda la existencia humana, llenándola de amor, esperanza y misericordia. Ya no podemos decir que estamos solos. El Señor está con nosotros y si Él está, está también todo su Cuerpo que es la Iglesia. De este modo nos vemos sumergidos en una realidad más grande, en una comunión que nos es dada como un regalo inmenso de Dios. El discípulo de Jesús vive en comunión con Él y con los hermanos.

3. Fundamentados en esta presencia de Jesús, en su presencia real y operativa, y fiados en su palabra, podemos echar cada día las redes en el inmenso mar del mundo, como hizo Pedro ante la invitación de Jesús. Este mar es muy diverso en pueblos, naciones, razas, lenguas, culturas. Y Jesús indica las dos acciones por las que este discipulado puede hacerse realidad: mediante el bautismo y mediante la enseñanza de guardar lo que el Señor nos ha confiado. Ambas acciones están sostenidas y operadas por el Espíritu Santo. "Nadie puede decir: "¡Jesús es Señor!" sino por influjo del Espíritu Santo" (1 Co 12, 3). La enseñanza no prende el corazón humano si no es bajo la acción del Espíritu. Así mismo, en el bautismo somos incorporados a la vida de Jesús por medio del Espíritu, que es infundido en nuestros corazones. Si la misión se encuentra en el corazón de la fe, el Espíritu Santo se encuentra en el corazón de la misión. Él suscita nuevas vocaciones a la vida misionera y la sostiene con sus dones que inflaman todas las dimensiones del discípulo de Jesús.

4. Esta misión no es una tarea individual, sino comunitaria y coral. Cristo nos sumerge en la realidad comunional de la Iglesia. La evangelización es una tarea en comunión. El mismo Espíritu Santo es el artífice de esta comunión y hace posible que la diversidad de pueblos, lenguas, razas y naciones puedan constituir en Jesús un único pueblo. En su mensaje de este año, el Papa Francisco se dirige de modo particular a los jóvenes con motivo del próximo sínodo dedicado a el discernimiento y la fe en los jóvenes. Afirma que ellos son la esperanza de la misión. Efectivamente, el corazón joven es capaz de responder con generosidad inusitada y gran audacia a la llamada del Señor. El acomodamiento, aburguesamiento, la falta de inquietud misionera es propio de corazones envejecidos. La llamada a la misión debe estimular no sólo a los jóvenes en edad, sino también a los que queremos desatar nuestro corazón de aquello que lo envejece y lo acartona, que le impide responder con prontitud y alegría. De un modo u otro, todos estamos convocados a la misión y a participar en ella. Pidamos la luz de Dios para ver de qué modo esta llamada se hace realidad en nuestras vidas.

5. María, cuando recibió el anuncio del ángel Gabriel, “se puso en camino y fue aprisa a la montaña” (Lc 1, 39) al encuentro de su prima Isabel en actitud de anuncio y de servicio. La misión nos pone en camino, con energías renovadas, a participar del anuncio del Evangelio y de la edificación del Reino de Dios. Anunciar y servir son dos caras de la misma moneda que nacen de la profunda experiencia de Dios. Que esta jornada del DOMUND haga de nuevo que la misión se sitúe en el corazón de nuestra fe, que la misión resuene con fuerza en el fondo de nuestro corazón. Encomendamos a nuestros misioneros y misioneras, y nos comprometemos a ayudarles con nuestra oración y nuestra colaboración material y económica. Oremos por las vocaciones a la misión y hagamos que el ardor misionero se reavive en nuestros corazones y nos saque de nuestros conformismos para caminar hacia la misión, confiados en la palabra y la llamada del Señor. Lo pedimos por medio de María, Reina y Madre de la misión. Con gran afecto.

+ Mario Iceta Gabicagogeascoa

Obispo de Bilbao

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