viernes, 9 de marzo de 2018

NOTICIAS DEL PAPA FRANCISCO

Lanzan el “Catecismo de la Familia” con mensajes de la Amoris laetitia


La Prelatura de Yauyos (Perú), lanzó recientemente el “Catecismo de la Familia”, un documento que busca ayudar a la formación pastoral de los matrimonios con mensajes obtenidos de la exhortación apostólica Amoris laetitia del Papa Francisco, así como del Catecismo de la Iglesia Católica.
En el prólogo, el Obispo Prelado de Yauyos, Mons. Ricardo García García, explica que el libro busca “difundir y recordar” las “enseñanzas y recomendaciones” del Papa Francisco sobre la familia.
El texto, señala el obispo peruano, está dividido en cuatro partes. La primera “está básicamente desarrollada según la estructura de la exhortación apostólica post sinodal Amoris laetitia del Papa Francisco”, en modo de preguntas y respuestas.
La segunda sección, indica, “presenta a modo de sugerencia siete temas para la preparación del matrimonio”.
“La tercera parte incluye un esquema para jornadas de reflexión”, mientras que la cuarta y última parte del libro “contiene un pequeño devocionario cristiano”.
“La estructura del libro es de tal manera que pueda ser leído desde cualquier punto”.
El Catecismo de la Familia ha sido desarrollado por los sacerdotes Héctor Francia, licenciado en Sagradas Escrituras, y Arnaldo Alvarado, licenciado en Filosofía.
Mons. García García recuerda que “el futuro de la humanidad se forja en la familia”, y destaca que la solución a las crisis familiares pasan por “conocer mejor la naturaleza de la familia: virtudes humanas y sobrenaturales, vida de oración, compromiso solidario y sacramentos”.
“Para contribuir al cambio cultural hay que invertir energías y tiempo, luego vendrán los frutos”, asegura.

(PUBLICADO EN ACIPRENSA)
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Catequesis del Papa Francisco sobre la Plegaria eucarística


En una nueva catequesis en la Audiencia General del miércoles, el Papa Francisco habló de la “Plegaria eucarística”, uno de los momentos centrales de la Misa.
“La Plegaria eucarística pide a Dios que reúna a todos sus hijos en la perfección del amor en unión con el Papa y el obispo, mencionados por su nombre, una señal de que celebramos en comunión con la Iglesia universal y con la Iglesia particular”, afirmó.
A continuación, el texto completo de la catequesis:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Continuamos la catequesis sobre la santa misa y con esta catequesis nos centramos en la Plegaria Eucarística. Cuando finaliza el rito de la presentación del pan y del vino comienza la Plegaria Eucarística que califica la celebración de la Misa y constituye su momento central, ordenado a la santa Comunión. Corresponde a lo que hizo el mismo Jesús en la mesa con los apóstoles en la Última Cena, cuando "dio gracias" sobre el pan y luego sobre la copa de vino (cf. Mt 26,27; Mc 14:23; Lc 22,17.19; 1 Cor 11,24): su acción de gracias revive en cada Eucaristía nuestra, asociándonos con su sacrificio de salvación.
Y en esta solemne plegaria - la plegaria eucarística es solemne - la Iglesia expresa lo que  cumple cuándo celebra la Eucaristía y el motivo por el que la celebra, es decir hacer comunión con Cristo realmente presente en el pan y en el vino consagrados. Después de invitar al pueblo a elevar sus corazones al Señor y a darle  gracias, el sacerdote pronuncia la Plegaria en voz alta, en nombre de todos los presentes, dirigiéndose al Padre a través de Jesucristo en el Espíritu Santo. "El sentido de esta oración es que toda la asamblea de los fieles se una con Cristo en la confesión de las maravillas de Dios y en la ofrenda del sacrificio." (Instrucción General del Misal Romano, 78). Y para unirse debe comprenderlo. Por esta razón, la Iglesia ha querido celebrar la misa en la lengua que la gente entiende, para que todos puedan unirse a esta alabanza y a esta gran plegaria  con el sacerdote. En verdad, "el sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son un único sacrificio" (Catecismo de la Iglesia Católica, 1367).
En el Misal hay varias fórmulas de Plegaria eucarística, todas constituidas por elementos característicos, que quisiera ahora recordar (ver IGMR, 79; CCC, 1352-1354). Todas son hermosas. Ante todo está el Prefacio, que es una acción de gracias por los dones de Dios, especialmente por haber enviado  a su Hijo como Salvador. El Prefacio termina con la aclamación del "Santo", normalmente cantado. Es hermoso cantar el "Santo": "Santo, Santo, Santo es el Señor". Es bonito cantarlo. Toda la asamblea une su propia voz con la de los ángeles y los santos para alabar y glorificar a Dios.
Luego está la invocación del Espíritu, para que con su potencia consagre el pan y el vino. Invocamos al Espíritu para que venga y en el  pan y en el vino esté Jesús. La acción del Espíritu Santo y la eficacia de las mismas palabras de Cristo pronunciadas por el sacerdote, hacen realmente presente, bajo las especies del pan y del vino, su Cuerpo y su Sangre, su sacrificio ofrecido en la cruz una vez por todas (Cf. CCC, 1375). Jesús fue muy claro en esto. Hemos escuchado cómo San Pablo al principio dice las palabras de Jesús: "Este es mi cuerpo, esta es mi sangre". "Esta es mi sangre, este es mi cuerpo". Es el mismo Jesús quien dijo esto. No debemos pensar cosas raras: "Pero, ¿cómo algo que es ...?". Es el cuerpo de Jesús: ¡Ya está!. La fe: la fe viene en nuestra ayuda; con un acto de fe creemos que es el cuerpo y la sangre de Jesús. Es el "misterio de la fe", como decimos después de la consagración. El sacerdote dice: "Misterio de la fe" y respondemos con una aclamación. Celebrando el memorial de la  muerte y resurrección del Señor, a la espera de su retorno glorioso, la Iglesia ofrece al Padre el sacrificio que reconcilia el cielo y la tierra: ofrece el sacrificio pascual de Cristo, ofreciéndose con  Él y pidiendo, a través del Espíritu Santo, que nos convirtamos "en Cristo en un solo cuerpo y un sólo espíritu" (Pleg. Euc.  III, véase Sacrosanctum Concilium, 48, OGMR, 79f). La Iglesia quiere unirnos a Cristo y convertirnos con el Señor  en un solo cuerpo y un solo espíritu. Esta es la gracia y el fruto de la Comunión sacramental: nos nutrimos con el Cuerpo de Cristo para convertirnos, nosotros que lo comemos, en su Cuerpo viviente hoy en el mundo.
Misterio de comunión es éste; la Iglesia se une a la ofrenda de Cristo, y a su intercesión, y así se entiende que, “en las catacumbas, la Iglesia es con frecuencia representada como una mujer en oración, los brazos extendidos en actitud de orante. Como Cristo que extendió los brazos sobre la cruz, por él, con él y en él, la Iglesia se ofrece e intercede por todos los hombres. "(CCC, 1368). La Iglesia que reza, que ora. Es bueno pensar que la Iglesia reza, ora. Hay un pasaje en el Libro de los Hechos de los Apóstoles que dice que cuando Pedro estaba en prisión, la comunidad cristiana: "Oraba incesantemente por él". La Iglesia que reza, la Iglesia orante. Y cuando vamos a Misa es para hacer esto: ser una Iglesia orante.
La Plegaria eucarística pide a Dios que reúna a todos sus hijos en la perfección del amor en unión con el Papa y el obispo, mencionados por su nombre, una señal de que celebramos en comunión con la Iglesia universal y con la Iglesia particular. La súplica, como la ofrenda, se presenta a Dios por todos los miembros de la Iglesia, vivos y muertos, en  la bendita esperanza de compartir la herencia eterna del cielo, con la Virgen María (cf CCC, 1369-1371). Ninguno y nada son olvidados en la Plegaria eucarística, sino que todo se reconduce a Dios, como lo recuerda la doxología que la concluye. Ninguno es olvidado. Y si tengo alguna persona, parientes, amigos, que están necesitados o que han pasado de este mundo al otro, puedo nombrarlos en ese momento, interna y silenciosamente, o escribir para que se pronuncie su nombre. "Padre, ¿cuánto tengo que pagar para que digan ese nombre allí?" - "Nada". ¿Lo habéis entendido ? ¡Nada! La misa no se paga. La misa es el sacrificio de Cristo, que es gratuito. La redención es gratuita. Si quieres hacer una oferta, hazla, pero no se paga. Es importante entender esto.
Esta fórmula codificada de oración, tal vez no suene algo lejana, -es verdad, es una fórmula antigua, pero, si entendemos bien su significado, entonces seguramente participaremos mejor. De hecho, expresa todo lo que cumplimos en la celebración eucarística; y también nos enseña a cultivar tres actitudes que no tendrían que faltar nunca en los discípulos de Jesús. Las tres actitudes: la primera, aprender a "dar gracias siempre y en todo lugar ", y no sólo en algunas ocasiones, cuando todo va bien; la segunda, hacer de nuestra vida un don de amor, libre y gratuito; la tercera, construir la  comunión concreta, en la Iglesia y con todos. Por lo tanto, esta Plegaria  central de la Misa nos educa, poco a poco, para hacer de toda nuestra vida una "Eucaristía", es decir, una acción de gracias.

(PUBLICADO EN ACIPRENSA)
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Con esta emoción recordó el Papa Francisco a enfermera que le salvó la vida


El Papa Francisco no pudo evitar emocionarse al recordar a Sor Cornelia Caraglio, la religiosa enfermera que le salvó la vida cuando tenía 20 años, y se debatía entre la vida y la muerte.
El Pontífice habló de este acontecimiento de su vida durante una audiencia a los miembros de la Federación de los Colegios de Enfermeros Profesionales, Asistentes Sanitarios y Vigilantes de Infancia.
Al final de su discurso, visiblemente emocionado, dijo: “con vuestro permiso, querría rendir homenaje a una enfermera que me ha salvado la vida. Era una enfermera monja: una religiosa italiana, dominica, que fue enviada a Grecia como profesora; era muy culta”.
“Pero siempre trabajó como enfermera y después llegó a Argentina. Y cuando yo tenía 20 años y estaba a punto de morir, fue ella la que dijo a los doctores, incluso discutiendo con ellos: ‘no, esto no funciona, hay que darle más’”, relató el Papa.
“Y gracias a esas cosas yo sobreviví. ¡Le estoy muy agradecido! Le doy las gracias. Y querría nombrarla aquí, delante de vosotros: Sor Cornelia Caraglio. Una mujer estupenda, también valiente, hasta el punto de discutir con los médicos. Humilde, pero segura de lo que hacía. Y muchas vidas, muchas vidas se salvan gracias a vosotros. Porque estáis todo el día ahí, y veis lo que le pasa al enfermo. ¡Gracias por todo esto!”.
Al término de sus palabras, las miles de personas que abarrotaban el Aula Pablo VI aplaudieron emocionados.
En su discurso, el Obispo de Roma aseguró que “la ternura es la llave para entender al enfermo y también es una medicina preciosa para su curación. Y la ternura pasa del corazón a las manos pasa a través de un ‘tocar’ las heridas de pleno respeto y de amor”.
“Cuidando a las mujeres y los hombres, niños y ancianos, en cada fase de su vida, desde el nacimiento hasta la muerte, estáis comprometidos a una continua escucha, para comprender cuáles son las exigencias de ese enfermo, en la fase que está atravesando”. Todo esto lo convierte “en una verdadera misión”, añadió.

(PUBLICADO EN ACIPRENSA)
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