viernes, 15 de marzo de 2019

LA MISIÓN TE CAMBIA


Carta Misiones Diocesanas 2019

Queridos hermanos y hermanas.

1. Este año 2019 tendrá un especial carácter misionero. El Papa Francisco ha convocado un mes misionero extraordinario en octubre con ocasión del centenario de la carta apostólica “Maximum illud” del Papa Benedicto XV sobre la propagación de la fe católica en el mundo. Así mismo, ésta efemérides coincide con el centenario del discurso de Don Ángel Sagarminaga que inspiró la creación unos años después de lo que conocemos como Misiones Diocesanas Vascas.

2. En continuidad con el lema del Domund 2018, Alda ezazu Mundua – Cambia el mundo, la jornada de Misiones Diocesanas de este año se centra en el impacto que la participar en la misión genera en la propia vida. El encuentro con Jesucristo cambia la vida. El Papa Francisco afirmaba en el primer punto de la exhortación “Evangelii Gaudium”: “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”. No deja de resonar, así mismo, la afirmación de Benedicto XV en el primer párrafo de la Encíclica “Deus caritas est”: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.”

3. Efectivamente, el encuentro personal con Cristo cambia profundamente la vida. Este encuentro puede darse de los modos más variados. A partir de la escucha de su Palabra, en la celebración de la Eucaristía, en los grupos de fe, en el servicio a los enfermos y a los pobres, en las experiencias alegres y también en las dolorosas, en la familia, la parroquia, la escuela, el grupo de amigos; y en la misión. Tantas personas que realizan experiencias misioneras durante los veranos o en tiempos más largos, relatan cómo esta experiencia les ha cambiado la vida y cómo en ella se han encontrado con Jesús vivo y presente. Cada uno recordará su propia experiencia personal. Como Él mismo nos dice: “No sois vosotros los que me habéis elegido. Soy yo quien os he elegido a vosotros”. (Jn 15,16). Él nos ha salido al encuentro y nos ha invitado a seguirle como discípulos misioneros.

4. Todos somos conscientes de que la fe se fortalece cuando se da. No es que primero seamos discípulos y después misioneros. Cuando fuimos bautizados, el Espíritu del Señor acampó en nuestro corazón y no sólo genera en nosotros una nueva forma de conocer y de amar, sino que también nos impulsa a dar testimonio del Señor Jesús hasta los confines de la tierra. Con Isaías y después fundamentalmente con Jesús, también nosotros podemos decir: “El Espíritu del Señor está sobre mi, porque Él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad y a los ciegos la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor” (Lc 4, 18-19).

5. El Papa Francisco nos invita a concebir la vida como una misión. En este camino misionero, Dios nos ha transformando profundamente y nos va configurando con Él. “Tú también necesitas concebir la totalidad de tu vida como una misión. Inténtalo escuchando a Dios en la oración y reconociendo los signos que él te da. Pregúntale siempre al Espíritu qué espera Jesús de ti en cada momento de tu existencia y en cada opción que debas tomar, para discernir el lugar que eso ocupa en tu propia misión. Y permítele que forje en ti ese misterio personal que refleje a Jesucristo en el mundo de hoy.” (GE, 23).

6. Debemos aprender a reconocer la presencia del Señor en los acontecimientos de la vida y preguntarnos qué nos pide en cada momento. La vida cristiana se concibe como un salir de sí mismo para ir al encuentro del otro para amarle y servirle. De ahí nace una profunda alegría. Todos somos conscientes de que cuando sólo pensamos en nosotros mismos, la tristeza se cierne sobre nuestras vidas. En cambio, cuando salimos al servicio de los demás, la vida se expande y se hace luminosa. Por eso, la misión nos cambia profundamente.

7. En el día de las Misiones Diocesanas, queremos aprender de San José, en cuya fiesta se inserta esta jornada. Él se entregó en cuerpo y alma a la misión que Dios le había encomendado. Aunque en el principio no entendía lo que se le pedía, confió en la Palabra de Dios. La Virgen María y San José son para nosotros ejemplo de acoger la voluntad de Dios en la propia vida y, sin perder tiempo, identificar toda su existencia con la misión. Que este año particularmente misionero estimule en nuestras Iglesias esta pasión por la misión. Que cada uno se sienta interpelado por esta llamada para conocer el modo concreto de vivirla. La misión renueva el rostro de la Iglesia y nos renueva interiormente. Pidamos que el Espíritu Santo nos inunde con su amor para entregarnos a esta apasionante tarea que el Señor Jesús nos ha confiado.

Con gran afecto.

+ Mario Iceta Gabicagogeascoa, obispo de Bilbao

+ Jose Ignacio Munilla Aguirre, obispo de San Sebastián

+ Juan Carlos Elizalde Espinal, obispo de Vitoria

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