viernes, 15 de marzo de 2019

MISA DEL DOMINGO 17/03/19

Verde VI Domingo del Tiempo Ordinario [Se suprime la Memoria de Los siete santos fundadores de la Orden de los Siervos de la Virgen María] MR p. 420 (416) / Lecc. I, p. 280 LH, Semana II del Salterio.



BENDITO QUIEN CONFÍA EN EL SEÑOR

Jer 17, 5-8; 1 Cor 15, 12. 16-20; Lc 6, 17. 20-26


Tanto el fragmento de Jeremías como el pasaje de las bienaventuranzas revelan un pensamiento por contraste: ayes y bendiciones; malditos y benditos; confiar en Dios, confiar en los hombres; risa y llanto, hambre y satisfacción. Dos posturas y dos desenlaces contrastantes, que no parecen dejar lugar al famoso término medio. Las bienaventuranzas son el anuncio anticipado de una dicha plena que Dios reserva para personas que enfrentan un presente duro y adverso. Cuando escasean las señales de un cambio positivo en nuestra vida, podemos incurrir en la desesperación; aparece la tentación de confiar solamente en las riquezas, el poder, las relaciones sociales. Las dos actitudes están descritas, tanto la confianza de los bienaventurados, como el escepticismo de los desgraciados. Dos caminos opuestos. La palabra de Jesús nos amonesta a elegir de manera sensata.

ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 30, 3-4

Sírveme de defensa, Dios mío, de roca y fortaleza salvadoras; y pues eres mi baluarte y mi refugio, acompáñame y guíame.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que prometiste poner tu morada en los corazones rectos y sinceros, concédenos, por tu gracia, vivir de tal manera que te dignes habitar en nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Maldito el que confía en el hombre. Bendito el que confía en el Señor.

Del libro del profeta Jeremías: 17, 5-8


Esto dice el Señor: "Maldito el hombre que confía en el hombre, que en él pone su fuerza y aparta del Señor su corazón. Será como un cardo en la estepa, que nunca disfrutará de la lluvia. Vivirá en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhabitable.

Bendito el hombre que confía en el Señor y en él pone su esperanza. Será como un árbol plantado junto al agua, que hunde en la corriente sus raíces; cuando llegue el calor, no lo sentirá y sus hojas se conservarán siempre verdes; en año de sequía no se marchitará ni dejará de dar frutos". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.



SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 1, 1-2. 3. 4 y 6.


R/. Dichoso el hombre que confía en el Señor.


Dichoso aquel que no se guía por mundanos criterios, que no anda en malos pasos ni se burla del bueno, que ama la ley de Dios y se goza en cumplir sus mandamientos. R/.

Es como un árbol plantado junto al río, que da fruto a su tiempo y nunca se marchita. En todo tendrá éxito. R/.

En cambio los malvados serán como la paja barrida por el viento. Porque el Señor protege el camino del justo y al malo sus caminos acaban por perderlo. R/.


SEGUNDA LECTURA

De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 15, 12. 16-20


Hermanos: Si hemos predicado que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que algunos de ustedes andan diciendo que los muertos no resucitan? Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó.

Y si Cristo no resucitó, es vana la fe de ustedes; y por lo tanto, aún viven ustedes en pecado, y los que murieron en Cristo, perecieron. Si nuestra esperanza en Cristo se redujera tan sólo a las cosas de esta vida, seríamos los más infelices de todos los hombres. Pero no es así, porque Cristo resucitó, y resucitó como la primicia de todos los muertos. 

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.



ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Lc 6, 23

R/. Aleluya, aleluya.


Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo, dice el Señor. R/.

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Lucas: 6, 17. 20-26


En aquel tiempo, Jesús descendió del monte con sus discípulos y sus apóstoles y se detuvo en un llano. Allí se encontraba mucha gente, que había venido tanto de Judea y de Jerusalén, como de la costa de Tiro y de Sidón.

Mirando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo: "Dichosos ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios. Dichosos ustedes los que ahora tienen hambre, porque serán saciados. Dichosos ustedes los que lloran ahora, porque al fin reirán.

Dichosos serán ustedes cuando los hombres los aborrezcan y los expulsen de entre ellos, y cuando los insulten y maldigan por causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo. Pues así trataron sus padres a los profetas. 

Pero, ¡ay de ustedes, los ricos, porque ya tienen ahora su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que se hartan ahora, porque después tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ríen ahora, porque llorarán de pena! ¡Ay de ustedes, cuando todo el mundo los alabe, porque de ese modo trataron sus padres a los falsos profetas!".

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL


Imploremos, hermanos, al Dios de la misericordia y pidámosle su ayuda para poder invocar su nombre con sentimientos que le agraden: (R/. Escúchanos, Señor.) 

Por la paz de todo el Mundo, por la prosperidad de las santas Iglesias y por la unión de todos los hombres, roguemos al Señor.

Por nuestros gobernantes, para que bajo su dirección tengamos una vida feliz y pacífica, roguemos al Señor.

Por la conservación de la naturaleza, por la abundancia de las cosechas y por el progreso del mundo, roguemos al Señor.

Por nuestros familiares y amigos que han muerto en la esperanza de la resurrección, para que Dios les conceda el reposo eterno, roguemos al Señor.

Dios nuestro, que derribas a los poderosos del trono y a los humildes los colmas de bienes, escucha nuestras oraciones, atiende el clamor de los pobres y delos oprimidos, que se eleva a ti desde todas las regiones del mundo, rompe el yugo de la violencia y del egoísmo, que nos hace enemigos unos de otros, y haz que acogiéndonos mutuamente como hermanos, seamos signos de una humanidad nueva reunida y unificada en el amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Que esta ofrenda, Señor, nos purifique y nos renueve, y se convierta en causa de recompensa eterna para quienes cumplimos tu voluntad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 77, 29-30

El Señor colmó el deseo de su pueblo; no lo defraudó. Comieron y quedaron satisfechos.
O bien: Jn 3, 16

Tanto amó Dios al mundo, que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Saciados, Señor, por este manjar celestial, te rogamos que nos hagas anhelar siempre este mismo sustento por el cual verdaderamente vivimos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- El sentido profundo de las bienaventuranzas implica la confianza en Dios y la práctica del amor fraterno. El reinado de Dios que Jesús nos anuncia no se contrapone al compromiso generoso de los discípulos. Quienes hayan conocido la bondad de Dios en su vida, aprenderán el mensaje más valioso: Dios es un Padre bondadoso y fiel que siempre acompaña a sus hijos. Desde esa profunda convicción el discípulo aprenderá a reorientar sus relaciones consigo mismo, con los demás y con sus bienes materiales. Cada vez que un discípulo recuerda cuántos favores ha recibido de Dios, está siendo invitado a ser hospitalario y generoso con los emigrantes y los que carecen de empleo o seguridad social. En el rostro de las personas generosas se asoma la dicha del Reino de Dios que nos promete Jesús.

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