martes, 30 de abril de 2019

ESTE ES EL DÍA QUE HIZO EL SEÑOR (SAL 117, 24)





1. Comenzamos este mes sumergidos en el Tiempo Pascual. Como canta el salmo 117: “este es el día que hizo el Señor”. Es el día de nuestra alegría y nuestro gozo. Pienso que este verso expresa muy bien el núcleo de este tiempo. Sabemos que en la Escritura el día es una unidad de tiempo que expresa el hoy, el presente eterno de la acción del Señor. El día, en contraposición a la noche, es el tiempo de la luz y de la gracia. Y esta presencia del Señor, llena de luz y gracia es el hoy, el presente de nuestra vida cotidiana, del discurrir habitual de nuestra existencia.

2. Cada año, el primero de mayo, quienes han participado durante muchos años en la tarea misionera tanto en América como en África, se reúnen en Urkiola para mantener viva la vocación misionera, que nos convoca a una tarea permanente y siempre actual en la vida de la Iglesia. Además, este año el Papa ha convocado un mes misionero extraordinario en octubre bajo el lema: “La Iglesia de Cristo en misión en el mundo”. En este se nos recordará que es precisamente el misterio Pascual de Jesús el fundamento de la misión. Él nos envía para ser testigos y portadores de una vida nueva, de la presencia del Reino de Dios en medio de nosotros que genera unas relaciones nuevas que se fundamentan en el amor.

3. Así mismo, el cuarto domingo de Pascua  celebramos el domingo del Buen Pastor. La víspera de esta celebración se viene organizando desde hace varios años en el Seminario un día de oración y adoración de la Eucaristía como preparación a la recepción de los ministerios de lector y acólito por parte de algunos seminaristas y por todos los sacerdotes. En su última exhortación titulada Cristo vive, el Papa Francisco invita a los jóvenes a esta vocación ministerial con las palabras siguientes: “Si partimos de la convicción de que el Espíritu sigue suscitando vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa, podemos “volver a echar las redes” en nombre del Señor, con toda confianza. Podemos atrevernos, y debemos hacerlo, a decirle a cada joven que se pregunte por la posibilidad de seguir este camino… El Señor no puede faltar a su promesa de no dejar a la Iglesia privada de los pastores sin los cuales no podría vivir ni realizar su misión… Ten la certeza de que, si reconoces un llamado de Dios y lo sigues, eso será lo que te hará pleno” (cfr., ChV, 274-276).

4. También durante este mes celebraremos un encuentro diocesano de familias en el Monasterio de Artebakarra para vivir juntos la alegría de la vocación al matrimonio y a la familia compartiendo experiencias en este camino hermoso de santidad. El Papa Francisco dirige unas palabras de afecto y aliento a los matrimonios y a quienes se preparan para vivir la vocación matrimonial: “Me gusta pensar que «dos cristianos que se casan han reconocido en su historia de amor la llamada del Señor, la vocación a formar de dos, hombre y mujer, una sola carne, una sola vida. Y el Sacramento del matrimonio envuelve este amor con la gracia de Dios, lo enraíza en Dios mismo. Con este don, con la certeza de esta llamada, se puede partir seguros, no se tiene miedo de nada, se puede afrontar todo, ¡juntos!» (ChV, 260). Así mismo, el último viernes del mes celebraremos las bodas de plata, oro y diamante de muchos matrimonios en la celebración de la Eucaristía en la Basílica de Begoña.

5. No quiero terminar estas palabras sin hacer referencia a la Pascua del Enfermo que celebraremos en el quinto domingo de Pascua. La enfermedad es un momento de crisis y confrontación en todas las dimensiones de nuestra vida. Qué importante es saber sostener y acompañar en los momentos de enfermedad proporcionando alivio, consuelo y esperanza. En la exhortación Spe Salvi, el Papa Benedicto XVI nos recordaba que: “aceptar al otro que sufre significa asumir de alguna manera su sufrimiento, de modo que éste llegue a ser también mío. Pero precisamente porque ahora se ha convertido en sufrimiento compartido, en el cual se da la presencia de un otro, este sufrimiento queda traspasado por la luz del amor… La grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre” (Spe Salvi, 38).

6. Encomendamos en este mes a los matrimonios y a las familias, de modo particular a las que sufren por motivos diversos, a los enfermos y a quienes ejercen el ministerio sacerdotal y quienes se preparan para ello. Que puedan experimentar siempre nuestro afecto, ayuda y oración. Contando con la intercesión de la Virgen María durante este mes de mayo, mes especialmente dedicado a Ella, pido a Dios que os bendiga. Con gran afecto.

+ Mario Iceta Gabicagogeascoa
Obispo de Bilbao

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