jueves, 26 de diciembre de 2019

NOTICIAS PAPA FRANCISCO

¿Crees que no tienes regalos para Jesús en Navidad? El Papa te tiene esta bella leyenda
 
Antes de culminar su homilía de la Misa de Navidad, el Papa Francisco compartió en la Basílica de San Pedro “una hermosa leyenda” para aquellos que se consideran pobres de corazón y piensan que no tienen nada que regalar a Jesús en esta noche.
 
“Una hermosa leyenda cuenta que, cuando Jesús nació, los pastores corrían hacia la gruta llevando muchos regalos”, empezó Francisco.
 
“Cada uno llevaba lo que tenía: unos, el fruto de su trabajo, otros, algo de valor. Pero mientras todos los pastores se esforzaban, con generosidad, en llevar lo mejor, había uno que no tenía nada”.
El Papa dijo que este pastor “era muy pobre, no tenía nada que ofrecer. Y mientras los demás competían en presentar sus regalos, él se mantenía apartado, con vergüenza”.
 
“En un determinado momento, San José y la Virgen se vieron en dificultad para recibir todos los regalos, sobre todo María, que debía tener en brazos al Niño. Entonces, viendo a aquel pastor con las manos vacías, le pidió que se acercara. Y le puso a Jesús en sus manos”.
 
“El pastor, tomándolo, se dio cuenta de que había recibido lo que no se merecía, que tenía entre sus brazos el regalo más grande de la historia. Se miró las manos, y esas manos que le parecían siempre vacías se habían convertido en la cuna de Dios. Se sintió amado y, superando la vergüenza, comenzó a mostrar a Jesús a los otros, porque no podía sólo quedarse para él el regalo de los regalos”, relató el Papa.
 
“Querido hermano, querida hermana: Si tus manos te parecen vacías, si ves tu corazón pobre en amor, esta noche es para ti. Se ha manifestado la gracia de Dios para resplandecer en tu vida. Acógela y brillará en ti la luz de la Navidad”, alentó el Santo Padre, que en su homilía recordó que Jesús nació en Belén para todos los hombres.
 
(Publicado en ACIPRENSA)

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Papa Francisco: Hay tinieblas en los corazones, pero más grande es la luz de Cristo
 
En su mensaje de Navidad, previo a la Bendición “Urbi et Orbi” (a la ciudad de Roma y al mundo) de este 25 de diciembre de 2019, el Papa Francisco recordó que la luz de Cristo “es más grande que las tinieblas”.
 
En su mensaje, pronunciado desde la logia de la Basílica de San Pedro del Vaticano, junto con el Cardenal Renato Raffaele Martino, Presidente Emérito del Pontificio Consejo de la Justicia y la Paz, y del Pontificio Consejo de la Pastoral para los Migrantes e Itinerantes, y el Cardenal Konrad Krajewski, Limosnero Apostólico, el Santo Padre reconoció que “hay tinieblas en los corazones humanos, pero más grande es la luz de Cristo”.
 
“Hay tinieblas en las relaciones personales, familiares, sociales, pero más grande es la luz de Cristo. Hay tinieblas en los conflictos económicos, geopolíticos y ecológicos, pero más grande es la luz de Cristo”.
 
El Papa rogó “que el Emmanuel sea luz para toda la humanidad herida. Que ablande nuestro corazón, a menudo endurecido y egoísta, y nos haga instrumentos de su amor. Que, a través de nuestros pobres rostros, regale su sonrisa a los niños de todo el mundo, especialmente a los abandonados y a los que han sufrido a causa de la violencia”.
 
En su mensaje, el Papa pidió paz en Oriente Medio, en concreto en Siria, en Líbano, en Tierra Santa, en Irak y en Siria. Pidió “que Cristo sea luz para tantos niños que sufren la guerra y los conflictos en Oriente Medio y en diversos países del mundo”.
 
“Que sea consuelo para el amado pueblo sirio, que todavía no ve el final de las hostilidades que han desgarrado el país en este decenio”. “Que sea apoyo para el pueblo libanés, de este modo pueda salir de la crisis actual y descubra nuevamente su vocación de ser un mensaje de libertad y de armoniosa coexistencia para todos”.
 
“Que el Señor Jesús sea luz para la Tierra Santa donde Él nació, Salvador del mundo, y donde continúa la espera de tantos que, incluso en la fatiga, pero sin desesperarse, aguardan días de paz, de seguridad y de prosperidad. Que sea consolación para Irak, atravesado por tensiones sociales, y para Yemen, probado por una grave crisis humanitaria”.
 
Además, el Santo Padre tuvo también palabras de esperanza “para todo el continente americano, donde diversas naciones están pasando un período de agitaciones sociales y políticas”.
Pidió que el Niño nacido en Belén “reanime al querido pueblo venezolano, probado largamente por tensiones políticas y sociales, y no le haga faltar el auxilio que necesita”.
 
Se acordó también el Pontífice de otro país afligido por la violencia, esta vez en Europa: Ucrania. “Que el Redentor del mundo sea luz para la querida Ucrania, que aspira a soluciones concretas para alcanzar una paz duradera”.
 
Asimismo, pidió por los pueblos de África, “donde perduran situaciones sociales y políticas que a menudo obligan a las personas a emigrar, privándolas de una casa y de una familia. Que haya paz para la población que vive en las regiones orientales de la República Democrática del Congo, martirizada por conflictos persistentes”.
 
Que Cristo “sea consuelo para cuantos son perseguidos a causa de su fe, especialmente los misioneros y los fieles secuestrados, y para cuantos caen víctimas de ataques por parte de grupos extremistas, sobre todo en Burkina Faso, Malí, Níger y Nigeria”.
 
Finalmente, pidió “que, a través de nuestros brazos débiles, vista a los pobres que no tienen con qué cubrirse, dé el pan a los hambrientos, cure a los enfermos. Que, por nuestra frágil compañía, esté cerca de las personas ancianas y solas, de los migrantes y de los marginados. Que, en este día de fiesta, conceda su ternura a todos, e ilumine las tinieblas de este mundo”.
 
Tras finalizar el mensaje, el Papa presidió el rezo del Ángelus e impartió la Bendición Urbi et Orbi, que otorga la indulgencia plenaria a todos los fieles presentes en la Plaza de San Pedro y a todos aquellos que siguieron la Bendición a través de los medios de comunicación siempre que se cumplan las condiciones establecidas por la Iglesia.
 
(Publicado en ACIPRENSA)

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El Papa en Navidad: Amen la Iglesia así no sea perfecta y sirvan al prójimo así no cambie
 
El Papa Francisco celebró este 24 de diciembre en la Basílica de San Pedro la Misa de la Solemnidad de la Natividad del Señor en la que señaló que así como Dios no esperó que fuésemos perfectos para amarnos, igual debemos hacer con el prójimo y con la Iglesia.
 
Jesús “no cambió la historia constriñendo a alguien o a fuerza de palabras, sino con el don de su vida. No esperó a que fuéramos buenos para amarnos, sino que se dio a nosotros gratuitamente”, señaló el Papa durante su homilía.
 
En ese sentido, añadió, “tampoco nosotros podemos esperar que el prójimo cambie para hacerle el bien, que la Iglesia sea perfecta para amarla, que los demás nos tengan consideración para servirlos. Empecemos nosotros. Así es como se acoge el don de la gracia. Y la santidad no es sino custodiar esta gratuidad”.
 
Ante los cardenales, obispos, sacerdotes y fieles congregados, el Pontífice también dijo que “la Navidad nos recuerda que Dios sigue amando a cada hombre, incluso al peor. A mí, a ti, a cada uno de nosotros, Él nos dice hoy: ‘Te amo y siempre te amaré, eres precioso a mis ojos’”.
 
“Dios –aseguró– no te ama porque piensas correctamente y te comportas bien; Él te ama y basta. Su amor es incondicional, no depende de ti. Puede que tengas ideas equivocadas, que hayas hecho de las tuyas; sin embargo, el Señor no deja de amarte”.
 
La gratuidad del amor de Dios se manifestó en el nacimiento Jesús en Belén hace más de dos mil años, dijo el Papa. “Mientras que aquí en la tierra todo parece responder a la lógica de dar para tener, Dios llega gratis. Su amor no es negociable: no hemos hecho nada para merecerlo y nunca podremos recompensarlo”, señaló.
 
“¿Cuántas veces pensamos que Dios es bueno si nosotros somos buenos, y que nos castiga si somos malos? Pero no es así. Aun en nuestros pecados continúa amándonos. Su amor no cambia, no es quisquilloso; es fiel, es paciente”, indicó Francisco.
 
En ese sentido, explicó que los pastores que fueron a adorar al Niño “no eran santos” y en ellos “también estamos nosotros, con nuestras flaquezas y debilidades”, y así “como los llamó a ellos, Dios también nos llama a nosotros, porque nos ama”.
 
“¡Ánimo, no hay que perder la confianza, no hay que perder la esperanza, no hay que pensar que amar es tiempo perdido! En esta noche, el amor venció al miedo, apareció una nueva esperanza, la luz amable de Dios venció la oscuridad de la arrogancia humana. ¡Humanidad, Dios te ama, se hizo hombre por ti, ya no estás sola!”, expresó.
 
En su homilía, el Santo Padre invitó a los católicos a acoger el don otorgado por Dios, poniendo “nuestra mirada en el Niño y dejémonos envolver por su ternura. Ya no tendremos más excusas para no dejarnos amar por Él: Lo que sale mal en la vida, lo que no funciona en la Iglesia, lo que no va bien en el mundo ya no será una justificación. Pasará a un segundo plano, porque frente al amor excesivo de Jesús, que es todo mansedumbre y cercanía, no hay excusas. La pregunta que surge en Navidad es: ‘¿Me dejo amar por Dios? ¿Me abandono a su amor que viene a salvarme?’”.
 
El Papa Francisco culminó su homilía narrando una leyenda sobre los pastores que fueron a adorar el Niño para afirmar que todas las personas se pueden sentir amadas por Dios, así se consideren pobres de corazón.
 
Culminada la Misa, el Santo Padre recorrió la basílica en procesión hacia el Nacimiento armado en su interior, donde fue colocada la imagen del Niño Jesús. Francisco estuvo acompañado de un grupo de niños, entre los cuales había dos menores de Venezuela.
 
(Publicado en ACIPRENSA)

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