martes, 4 de diciembre de 2018

PASTORAL Y HOMILÍAS OBISPO


La noche se hizo clara como el día

Abendu aldia hasten da

El inicio del mes de diciembre coincide con el comienzo del Adviento. Durante el otoño, los días se han ido acortando y la noche con su falta de luz ha ido ganando poco a poco la claridad deslumbrante del verano. También en nuestras vidas tenemos momentos en los que parece que la noche es más larga que el día, en el que los problemas y agobios oscurecen el horizonte limpio de la vida. Miramos a la sociedad y a nuestro mundo. Ante realidades buenas, bellas y hermosas de amor y de verdad también se alzan poderosas sombras en forma de odios, desencuentros, violencias, hambrunas y guerras…
Zabaldu daiguzan begiak

El tiempo de Adviento nos hace exclamar con el Salmista: “levanto mis ojos a los montes, de dónde me vendrá el auxilio…” (cfr. Sal 120).  El tiempo de Adviento nos posiciona ante la realidad. Es verdad que mucho podemos hacer, pero también es verdad que todo nos supera, que en el fondo Alguien más allá de las fuerzas humanas, que siempre son limitadas, es Quien tiene capacidad de recrear las cosas y hacer retroceder la noche para que la luz y la vida disipen las tinieblas de la oscuridad y la muerte. Continúa el salmo: “… el auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra”.

Zoriontasuna, maitasuna, bakea, alkartasuna, gozamena, betieretasuna

Por eso, el tiempo de Adviento es tiempo de alzar los ojos, de abrir la mirada, de disponer la vida para recibir el don de Dios que se hará carne, Niño humilde e inerme en un pesebre, en una pequeña aldea, en un país lejano. El tiempo de Adviento es tiempo de volver a desear a lo grande, no de pequeñas cosas que pasan y ya no existirán, o de pequeños deseos cumplidos que son como bengalas que resplandecen pero que, chisporroteando, pronto se apagan. En el Adviento debemos desempolvar los deseos más profundos del corazón y devolverles las palpitaciones que realmente nos hacen humanos. En el fondo, se trata de revivir el deseo de Dios, que encierra todos los demás deseos de felicidad, amor, paz, afecto, comunión, gozo, eternidad.

Seminarioaren eguna ospatzen dogu

De camino hacia el portal de Belén, nos topamos con la fiesta de la Concepción Inmaculada de María. En esta jornada conmemoramos el día del Seminario. El número de sacerdotes que antaño fue numeroso y abundante para atender las necesidades pastorales de la Diócesis, es hoy demasiado pequeño para el servicio a las parroquias y comunidades. No debemos cejar en la oración constante por las vocaciones sacerdotales. Continuemos acompañando con nuestra oración, afecto, acogida y colaboración económica con los seminaristas, el Seminario y sus necesidades. Sigamos acompañando y sosteniendo a los sacerdotes que desempeñan el ministerio en el servicio generoso y entregado de cada día.

Ospatu daigun Gabon aldia merezi dauan moduan

Y pronto llegaremos al portal de Belén en la Nochebuena. Llegaremos de diversas maneras. Algunos cansados, otros con fuerzas; algunos con esperanza, otros con escepticismo; algunos con deseo profundo de acoger al Niño en la propia vida, otros pasando de largo… Preparémonos para este encuentro. No podemos llegar de cualquier manera. No se nos puede pasar la Navidad como un tiempo más, que volverá a llegar el año que viene. Tampoco nos podemos despistar con los reclamos consumistas, publicitarios, superficiales o meramente vacacionales, ajenos a la verdad profunda de la Navidad. El Niño yace silenciosamente ante nosotros en la noche para ser acogido con libertad de corazón y con espíritu de fe.

Kargutu gaitezan inguruko pobreziez

En la pobreza del pesebre, nos indica que también se encuentra en las pobrezas que nos rodean. También estos pesebres contemporáneos reclaman el corazón y lo provocan a resituarse: pasar con indiferencia o hacernos responsables de los sufrimientos del necesitado; compartir o guardar egoístamente para nosotros; acercarnos o volver la mirada; cambiar de estilo de vida o seguir como siempre.

Euki daigula bihotza prestu Gabon gauerako

Pido a Dios que nos ayude a vivir conscientemente y en profundidad este tiempo de Adviento. Que alcancemos la Nochebuena con el corazón despierto, en vela, con la lámpara encendida del amor para reconocer al Hijo de Dios en el rostro del Niño nacido en pobreza en el pesebre de Belén. Para reconocerlo en los rostros sufrientes que nos rodean. Y para volver por otro camino, como los Magos de Oriente, con una vida cambiada ante el estupor de un amor que siempre nos desconcierta, que nos sorprende y que nos supera. Que ese Amor siempre nuevo prenda en nuestros corazones y plante en ellos la semilla del amor y de la eternidad. Feliz y Santa Navidad. Con gran afecto.

+ Mario Iceta Gabicagogeascoa
Obispo de Bilbao

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Alegría en el corazón de Dimas

Hemos entrado en Cuaresma, tiempo de preparación para celebrar la Semana Santa, con la Pascua cristiana: el triunfo de Cristo, después de su...