jueves, 31 de octubre de 2019

CARTA DE DON MARIO NOVIEMBRE 2019


La santidad de la puerta de al lado
 

1. La solemnidad de todos los santos inaugura el mes de noviembre. Es una fiesta con sentimientos encontrados. El recuerdo feliz de quienes han acompañado nuestras vidas y ya han pasado a la casa del Padre, junto con la nostalgia de no tenerlos físicamente presente entre nosotros. Entre ambos sentimientos encontrados surge la esperanza cristiana, tan bellamente expresada por las palabras de San Pablo: “Haz memoria de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, del linaje de David… si morimos con Él, también con Él viviremos… Él permanece fiel” (cfr. 2 Tim 2, 8.11.13). Son muy consoladoras las palabras que a este respecto nos dirigió el Papa Francisco en la exhortación “Gaudete et exultate”: “Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la Iglesia militante. Esa es muchas veces la santidad «de la puerta de al lado», de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, «la clase media de la santidad». Dejémonos estimular por los signos de santidad que el Señor nos presenta a través de los más humildes miembros de ese pueblo que «participa también de la función profética de Cristo, difundiendo su testimonio vivo sobre todo con la vida de fe y caridad» (GE , 7-8).

2. En este ambiente de llamada a la santidad, celebramos el día de la Iglesia diocesana bajo el lema: “Zu barik nora? Contigo hay futuro”. Este día tratamos de tomar conciencia del don que supone la Iglesia diocesana para cada uno de nosotros. En ella hemos nacido a la vida, celebramos la fe, recibimos la Palabra de Dios y todos sus dones, formamos parte de esta gran familia, nos ponemos en camino siendo discípulos y misioneros, aprendemos a compartir y a servir a quienes nos necesitan, anunciamos y edificamos el Reino de Dios en medio de nosotros.

3. En una sociedad con sus luces y sus sombras, con sus gozos y dolores, el individualismo es un rasgo, entre otros, que nos caracteriza y del que los cristianos también somos partícipes. Por eso, debemos recordar la pertenencia gozosa a un Pueblo y cada uno poner su granito de arena y expresar de modo creativo y novedoso esta realidad. En la misma exhortación “Gaudete et exultate” anteriormente citada, el Papa nos recuerda: “El Espíritu Santo derrama santidad por todas partes, en el santo pueblo fiel de Dios, porque «fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo, que le confesara en verdad y le sirviera santamente». El Señor, en la historia de la salvación, ha salvado a un pueblo. No existe identidad plena sin pertenencia a un pueblo.” (GE, 6).

3. Y una semana después celebraremos la jornada mundial de los pobres que incluye en sí lo que durante muchos años hemos celebrado como el gesto diocesano de solidaridad. El lema elegido por el Papa Francisco para este año es: “La esperanza de los pobres nunca se frustrará (Sal 9, 19)”. En su mensaje, el Papa nos habla de viejas y nuevas esclavitudes y nos interpela con estas palabras: “La Iglesia, estando cercana a los pobres, se reconoce como un pueblo extendido entre tantas naciones cuya vocación es la de no permitir que nadie se sienta extraño o excluido, porque implica a todos en un camino común de salvación. La condición de los pobres obliga a no distanciarse de ninguna manera del Cuerpo del Señor que sufre en ellos. Más bien, estamos llamados a tocar su carne para comprometernos en primera persona en un servicio que constituye auténtica evangelización. (Mensaje III jornada mundial de los pobres, 6). En la diócesis estamos preparando este día, que incluirá actividades con los más jóvenes, un gesto de toda la diócesis compartiendo una jornada con quienes viven en la pobreza o en riesgo de exclusión y con gestos que cada vicaría o unidad pastoral organizará en su entorno.

5. En último término, la santidad, la pertenencia activa y a apasionada a la Iglesia diocesana y la acogida, servicio y promoción de los pobres son dimensiones profundamente conexas entre sí como expresión de un Pueblo de Dios que camina por la historia sembrando el Reino de Dios que el Señor nos ha confiado y Él mismo ha inaugurado con su muerte y resurrección. A María, Madre de la Iglesia nos encomendamos durante este mes de la santidad. Con gran afecto.

+ Mario Iceta Gabicagogeascoa

Obispo de Bilbao

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