jueves, 2 de noviembre de 2017

HOMILÍA DEL OBISPO


El camino de la santidad

Domu Santu egunean

Comenzamos el mes de noviembre con la celebración de la festividad de todos los santos. La vida ajetreada y estresada en que nos movemos quizás nos hace olvidar el fin último de nuestra existencia y la plenitud de vida a la que estamos destinados. Esta plenitud de vida es lo que llamamos santidad. Ya el Concilio Vaticano II nos habló de ella. El capítulo V de la constitución Lumen Gentium está dedicado a la llamada universal a la santidad. En él podemos leer: “Es completamente claro que todos los fieles, de cualquier estado o condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, y esta santidad suscita un nivel de vida más humano incluso en la sociedad terrena. En el logro de esta perfección empeñen los fieles las fuerzas recibidas según la medida de la donación de Cristo, a fin de que, siguiendo sus huellas y hechos conformes a su imagen, obedeciendo en todo a la voluntad del Padre, se entreguen con toda su alma a la gloria de Dios y al servicio del prójimo” (LG, 40).

Jaungoikoaren graziak aldatu gaizala

En la fiesta de todos los santos celebramos a esta multitud de fieles cristianos de toda condición que siguieron de cerca las huellas de Cristo viviendo la caridad. Ser santo no es realizar hechos extraordinarios. Consiste más bien y ante todo recibir el don de Cristo y hacer que este don fructifique en todas las facetas de nuestra vida. Me habéis oído muchas veces decir que el primer movimiento y esencial de la vida cristiana es ante todo recibir el don. Nuestro discipulado no es un voluntarismo, no es una decisión ética, no proviene primariamente de nuestras fuerzas. Es dejarse transformar por la gracia de Dios y colaborar para que esta gracia transforme nuestra vida en el amor a Dios y a los hermanos, en la vida cotidiana, en el servicio y entrega diarios, muchas veces transido por el misterio de la cruz.

Gure bokazinoa Eleizan hazten eta heltzen da

Esta llamada a la santidad se concreta en la vida diaria. El Espíritu Santo es derramado en nuestros corazones para que obremos conforme a Jesús, con sus mismos sentimientos, con un corazón semejante al suyo. Al mismo tiempo, este mismo Espíritu realiza la comunión entre nosotros de modo que somos convocados a formar parte de la familia de los hijos e hijas de Dios que se llama Iglesia, Pueblo de Dios. Para celebrar nuestra pertenencia a esta familia, celebraremos el día de la Iglesia diocesana. En ella estamos llamados a tomar conciencia de que la fe tiene una irrenunciable dimensión comunitaria. Nuestra vocación crece y madura en el seno de la Iglesia. Esta jornada constituye una buena ocasión para reflexionar de qué modo podemos crecer en comunión diocesana y cuál puede ser nuestra aportación en los variados campos a la vida de la diócesis.

Egin eta ekin, Aita Santuaren mezua

Este año el Papa Francisco ha instituido la Jornada Mundial de los pobres, que se celebrará el domingo anterior a la fiesta de Jesucristo Rey. Vivir la perfección de la caridad es la nota distintiva de la llamada universal a la santidad. Es por ello, que existe un esencial vínculo de unidad entre la santidad y el amor a los hermanos, de modo particular a los más necesitados. El lema del mensaje de este año es “No amemos de palabra sino con obras”. En la carta de convocatoria, el Papa nos dice: “Es mi deseo que las comunidades cristianas se comprometan a organizar diversos momentos de encuentro y de amistad, de solidaridad y de ayuda concreta. Podrán invitar a los pobres y a los voluntarios a participar juntos en la Eucaristía de ese domingo… Acerquémonos a ellos… sentémoslos a nuestra mesa como invitados de honor”. A este respecto, también el Papa nos recuerda que “el fundamento de las diversas iniciativas será siempre la oración… Los pobres no son un problema, sino un recurso al cual acudir para acoger y vivir la esencia del Evangelio”.

Alkartasun Zeinuan behartsuak hartuko doguz gogoan

Secundando esta iniciativa del Papa, nos ha parecido oportuno trasladar a la proximidad de esta jornada el gesto diocesano de solidaridad que cada año veníamos celebrando en torno a la Cuaresma o la Pascua. Así mismo, parece adecuado que este año pongamos un acento especial en uno de los subrayados que aparecen en el Plan Diocesano de Evangelización en el que veíamos la necesidad de integrar la dimensión socio-caritativa en el núcleo de la evangelización y de la vida de las comunidades.

Que la Virgen María, que vivió la perfección de la caridad, nos acompañe en el camino de la santidad en las diversas circunstancias de nuestra vida. Con gran afecto.

+ Mario Iceta Gabicagogeascoa

Obispo de Bilbao

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