jueves, 30 de noviembre de 2017

MISA DOMINGO 3 DE DICIEMBRE

Morado Domingo I de Adviento (Inicia nuevo año litúrgico, Ciclo 13) [Se omite la Memoria de san Francisco Javier, presbítero] MR, p. 129 (145) / Lecc. I, p. 125

SEÑOR, TÚ ERES NUESTRO PADRE

Is 63, 16-17. 19; 64,2-7; 1 Cor 1, 3-9; Mc 13, 33-37

En estos capítulos de Isaías el pueblo confiesa su pecado y reconoce su culpa. Sabe que la situación de desgracia que atraviesan es del todo merecida. Con toda humildad reconocen que necesitan a Dios; ya no quieren la mediación de Abrahán ni de Moisés. Le suplican que libere su ternura y su compasión y los libre dela situación de extravío total en que viven en medio de las naciones: "estamos como antaño, cuando no nos gobernabas". El pueblo está dispuesto a reorientar profundamente su relación con Dios. Así lo expresan por medio de imágenes plásticas: "nosotros somos la arcilla y tu el alfarero". En otra perspectiva, el Evangelio de San Marcos exhorta a los lectores a mantenerse vigilantes y activos, dado que una sola cosa es cierta: la manifestación gloriosa de Jesús será algo sorpresivo.

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 24, 1-3

Mi, Señor, levanto mi alma; Dios mío, en ti confió no quede yo defraudado, que no triunfen de mí mis enemigos; pues los que esperan en ti no quedan defraudados.
No se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Concede a tus fieles, Dios todopoderoso, el deseo de salir al encuentro de Cristo, que viene a nosotros, para que, mediante la práctica de las buenas obras, colocados un día a su derecha, merezcamos poseer el reino celestial. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Ojalá, Señor, rasgaras los cielos y bajaras,

Del libro del profeta Isaías: 63, 16-17. 19; 64, 2-7


Tú, Señor, eres nuestro padre y nuestro redentor; ése es tu nombre desde siempre. ¿Porqué, Señor, nos has permitido alejarnos de tus mandamientos y dejas endurecer nuestro corazón hasta el punto de no temerte? Vuélvete, por amor a tus siervos, a las tribus que son tu heredad. Ojalá rasgaras los cielos y bajaras, estremeciendo las montañas con tu presencia.

Descendiste y los montes se estremecieron con tu presencia. Jamás se oyó decir, ni nadie vio jamás que otro Dios, fuera de ti, hiciera tales cosas en favor de los que esperan en él. Tú sales al encuentro del que practica alegremente la justicia y no pierde de vista tus mandamientos.

Estabas airado porque nosotros pecábamos y te éramos siempre rebeldes. Todos éramos impuros y nuestra justicia era como trapo asqueroso; todos estábamos marchitos, como las hojas, y nuestras culpas nos arrebataban, como el viento.

Nadie invocaba tu nombre, nadie se levantaba para refugiarse en ti, porque nos ocultabas tu rostro y nos dejabas a merced de nuestras culpas. Sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre; nosotros somos el barro y tú el alfarero; todos somos hechura de tus manos. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.



SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 79, 2ac y 3b.


R/. Señor, muéstranos tu favor y sálvanos.


Escúchanos, pastor de Israel; tú, que estás rodeado de querubines, manifiéstate, despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.

Señor, Dios de los ejércitos, vuelve tus ojos, mira tu viña y visítala; protege la cepa plantada por tu mano, el renuevo que tú mismo cultivaste. R/.

Que tu diestra defienda al que elegiste, al hombre que has fortalecido. Ya no nos alejaremos de ti; consérvanos la vida y alabaremos tu poder. R/.


SEGUNDA LECTURA

Esperamos la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.

De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 1, 3-9

Hermanos: Les deseo la gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Cristo Jesús, el Señor.


Continuamente agradezco a mi Dios los dones divinos que les ha concedido a ustedes por medio de Cristo Jesús, ya que por él los ha enriquecido con abundancia en todo lo que se refiere a la palabra y al conocimiento; porque el testimonio que damos de Cristo ha sido confirmado en ustedes a tal grado, que no carecen de ningún don, ustedes, los que esperan la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.

Él los hará permanecer irreprochables hasta el fin, hasta el día de su advenimiento. Dios es quien los ha llamado a la unión con su Hijo Jesucristo, y Dios es fiel. Palabra de Dios. T. Te alabamos, Señor.



ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Sal 84, 8
R/. Aleluya, aleluya.


Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación. R/.

EVANGELIO

Velen pues no saben a qué hora va a regresar el dueño de la casa.

Del santo Evangelio según san Marcos: 13, 33-37


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento. Así como un hombre que se va de viaje, deja su casa y encomienda a cada quien lo que debe hacer y encarga al portero que esté velando, así también velen ustedes, pues no saben a qué hora va a regresar el dueño de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la madrugada.

No vaya a suceder que llegue de repente y los halle durmiendo. Lo que les digo a ustedes, lo digo para todos: permanezcan alerta".

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


Credo

PLEGARIA UNIVERSAL


Oremos, hermanos, al Señor y pidámosle confiadamente que despierte su poder y venga a salvarnos. Digamos confiadamente: Ven Señor Jesús. (A/. Veo Señor Jesús.)

Para que los fieles despierten del sueño de sus indolencias y reciban con alegría la salvación que se acerca, roguemos al Señor.

Para que se afiance la paz en el mundo, y las riquezas de la creación se transformen en instrumento de progreso y bienestar para todos los hombres, roguemos al Señor.

Para que el Señor, con su venida, alivie los dolores de los enfermos, dé paz y alegría a los que sufren en su espíritu y libre al mundo de sus males, roguemos al Señor.

Para que nosotros mismos vivamos siempre alerta sin que las preocupaciones de la vida nos impidan mantenernos en pie cuando llegue el Hijo del hombre, roguemos al Señor.

Señor Dios, Padre y Redentor nuestro, que nunca olvidas la obra de tus manos, escucha las plegarias de tu pueblo y no permitas que nos desviemos de tu camino, sino que, como siervos responsables, vivamos siempre en vela, aguardando el día de la venida de tu Hijo Jesucristo. El, que vive y reina por los siglos de los siglos.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, estos dones que te ofrecemos, tomados de los mismos bienes que nos has dado, y haz que lo que nos das en el tiempo presente para aumento de nuestra fe, se convierta para nosotros en prenda de tu redención eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I o III de Adviento, Mal. 484 (485) o 486 (487).

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 84, 13

El Señor nos mostrará su misericordia y nuestra tierra producirá su fruto.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Te pedimos, Señor, que nos aprovechen los misterios en que hemos participado, mediante los cuales, mientras caminamos en medio de las cosas pasajeras, nos inclinas ya desde ahora a anhelar las realidades celestiales y a poner nuestro corazón en las que han de durar para siempre. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne, MR, p. 591 (598).


UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- En la confesión pública que leemos en el libro de Isaías encontramos algo que podría ser oportuno en esta circunstancia novedosa que vivimos como país. No tiene sentido victimizarnos y trasladar la responsabilidad de nuestros males a lo que hagan o dejen de hacer, los gobernantes de las naciones vecinas. En gran medida estos momentos de crisis y reajustes, solamente exhiben nuestra apatía como sociedad, la degradación de nuestras instituciones, la flaqueza de nuestra espiritualidad cristiana. Como Israel estamos necesitados de la compasión divina. Pero también estamos urgidos de asumir nuestras propias responsabilidades. Somos una sociedad apática y escasamente comprometida con nuestros problemas y desafíos. La mejor manera de mantenernos vigilantes ante la imprevista llegada del Señor Jesús es ocupándonos de nuestros deberes cívicos y de nuestros compromisos como bautizados, tanto en el plano personal como en el ámbito familiar. La mejoría de nuestro país es un desafío que implica el cambio personal.

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