miércoles, 16 de mayo de 2018

MISA DEL DOMINGO 20/05/18

Domingo de Pentecostés

Rojo Solemnidad MR p. 401 (400) / Lecc. I, p. 964 / LH. de la solemnidad.



DE MOISÉS A JESÚS


Ex 19, 3-8. 16-20; Rom, 8, 22-27; Jn 7.27-29


El pueblo camina rumbo a la tierra que Dios le ha prometido y se acerca al monte Sinaí para recibir las diez palabras, es decir, el Decálogo. El relato de la teofanía recoge los signos clásicos: temblor, ruido de trompetas, fuego y humo. El pueblo intuye que Dios se aproxima a la tierra y ésta resiente su presencia terrible. Hay un límite infranqueable. El pueblo no puede acercarse en demasía a riesgo de morir. Quien logra intimar con Dios es solamente Moisés, el resto del pueblo permanece distante. En el pasaje evangélico Jesús declara cuál es el origen de su autoridad y su testimonio. Él no ha venido a comunicarnos un proyecto propio. Su Padre, a quien conoce de manera única, lo ha enviado. No es un maestro que reproduce una lección aprendida. Habla de la experiencia de vida, de la comunión amorosa que vive con el Padre. De esa comunión de vida y amor, nos quiere invitar a formar parte.

Misa de la Vigilia (Primera forma)

La Misa de la Vigilia de Pentecostés se dice en la tarde del sábado, ya sea antes o después de las primeras Vísperas de la solemnidad.

ANTÍFONA DE ENTRADA Rm 5, 5; cfr. 8, 11

El amor de Dios ha sido infundido en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que habita en nosotros. Aleluya.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA


Dios eterno y todopoderoso, que quisiste que la celebración del sacramento de la Pascua perdurara a lo largo de estos cincuenta días, haz que todos los pueblos de la tierra, en otro tiempo dispersos, superada la multiplicidad de lenguas, se congreguen y, movidos por el don venido del cielo, confiesen unánimes la gloria de tu nombre. Por nuestro Señor Jesucristo... O bien:


Concede, Dios todopoderoso, que resplandezca sobre nosotros el fulgor de tu gloria, y tú, luz de luz, mediante la iluminación del Espíritu Santo, reafirma los corazones de quienes, por tu gracia, renacieron a una vida nueva. Por nuestro Señor Jesucristo...


l Leccionario ofrece cuatro opciones para la primera lectura. aquí proponemos las dos siguientes:

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

El Señor bajó al monte Sinaí a la vista del pueblo.

Del libro del Éxodo: 19, 3-8.16-20


En aquellos días, Moisés subió al monte Sinaí para hablar con Dios. El Señor lo llamó desde el monte y le dijo: "Esto dirás a la casa de Jacob, esto anunciarás a los hijos de Israel: 'Ustedes han visto cómo castigué a los egipcios y de qué manera los he levantado a ustedes sobre alas de águila y los he traído a mí. Ahora bien, si escuchan mi voz y guardan mi alianza, serán mi especial tesoro entre todos los pueblos, aunque toda la tierra es mía. Ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación consagrada'. Estas son las palabras que has de decir a los hijos de Israel".


Moisés convocó entonces a los ancianos del pueblo y les expuso todo lo que el Señor le había mandado. Todo el pueblo, a una, respondió: "Haremos cuanto ha dicho el Señor".

Al rayar el alba del tercer día, hubo truenos y relámpagos; una densa nube cubrió el monte y se escuchó un fragoroso resonar de trompetas. Esto hizo temblar al pueblo, que estaba en el campamento.

Moisés hizo salir al pueblo para ir al encuentro de Dios; pero la gente se detuvo al pie del monte. Todo el monte Sinaí humeaba, porque el Señor había descendido sobre él en medio del fuego. Salía humo como de un horno y todo el monte retemblaba con violencia. El sonido de las trompetas se hacía cada vez más fuerte. Moisés hablaba y Dios le respondía con truenos. El Señor bajó a la cumbre del monte y le dijo a Moisés que subiera. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


O bien.

Derramaré mi espíritu sobre mis siervos y siervas.

Del libro del profeta Joel: 3, 1-5


Esto dice el Señor Dios: "Derramaré mi espíritu sobre todos; profetizarán sus hijos y sus hijas, sus ancianos soñarán sueños y sus jóvenes verán visiones. También sobre mis siervos y mis siervas derramaré mi espíritu en aquellos días.


Haré prodigios en el cielo y en la tierra: sangre, fuego, columnas de humo. El sol se oscurecerá, la luna se pondrá color de sangre, antes de que llegue el día grande y terrible del Señor.

Cuando invoquen el nombre del Señor se salvarán, porque en el monte Sión y en Jerusalén quedará un grupo, como lo ha prometido el Señor a los sobrevivientes que ha elegido".

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.



SALMO RESPONSORIAL


Del salmo 103, 1-2a. 24. 35c. 27-28. 29bc-30


R/. Envía, Señor, tu Espíritu, a renovar la tierra. Aleluya.


Bendice al Señor, alma mía; Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza. Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. R/.


¡Qué numerosas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con maestría! La tierra está llena de tus creaturas. Bendice al Señor, alma mía. R/.

Todos los vivientes aguardan que les des de comer a su tiempo; les das el alimento y lo recogen, abres tu mano y se sacian de bienes. R/.

Si retiras tu aliento, toda creatura muere y vuelve al polvo. Pero envías tu espíritu, que da vida, y renuevas el aspecto de la tierra. R/.


SEGUNDA LECTURA

El Espíritu intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.

De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 8, 22-27


Hermanos: Sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto; y no sólo ella, sino también nosotros, los que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, anhelando que se realice plenamente nuestra condición de hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.


Porque ya es nuestra la salvación, pero su plenitud es todavía objeto de esperanza. Esperar lo que ya se posee no es tener esperanza, porque, ¿cómo se puede esperar lo que ya se posee? En cambio, si esperamos algo que todavía no poseemos, tenemos que esperarlo con paciencia.

El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que conoce profundamente los corazones, sabe lo que el Espíritu quiere decir, porque el Espíritu ruega conforme a la voluntad de Dios, por los que le pertenecen.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.



ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO


R/. Aleluya, aleluya.


Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. R/.

EVANGELIO

Brotarán ríos de agua que da la vida.

Del santo Evangelio según san Juan: 7, 37-39


El último día dela fiesta, que era el más solemne, exclamó Jesús en voz alta: "El que tenga sed, que venga a mí; y beba, aquel que cree en mí. Como dice la Escritura: Del corazón del que cree en mí brotarán ríos de agua viva".


Al decir esto, se refería al Espíritu Santo que habían de recibir los que creyeran en él, pues aún no había venido el Espíritu, porque Jesús no había sido glorificado. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


Se dice Credo.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Derrama, Señor, sobre estos dones la bendición de tu Espíritu Santo, para que, por medio de ellos, reciba tu Iglesia tan gran efusión de amor, que la impulse a hacer resplandecer en todo el mundo la verdad del misterio de la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio de Pentecostés, como en la Misa del día, p. 408 (407).

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 7, 37

El último día de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó: El que tenga sed, que venga a mí y beba. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Que nos aprovechen, Señor, los dones que hemos recibido, para que estemos siempre llenos del fervor del Espíritu Santo que derramaste de manera tan inefable en tus Apóstoles. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne, MR, pp. 596-597(604-605).

Para despedir al pueblo, el diácono o, en su ausencia, el mismo sacerdote canta o dice:

Anuncien a todos la alegría del Señor resucitado. Vayan en paz, aleluya, aleluya.

O bien:

Pueden ir en paz, aleluya, aleluya.

R/. Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.

Misa del Día


MR, 408 (407)1 Lecc. I, p. 229


EL ESPÍRITU DE LA VERDAD


Hech 2, 1-1 1, Ga1 5, 16-25; Jn 15, 26-27; 16, 12-15

La vida cristiana, es decir, la existencia de un discípulo en conformidad con el Evangelio de Jesús es una forma de vida desafiante. Jesús habló con toda claridad sobre esta decisión de seguirle: implicaba riesgos, luchas interiores, habilidad para discernir la voluntad de Dios en medio de las situaciones cambiantes de nuestra vida en sociedad. Ser cristiano no es en manera alguna aplicar mecánicamente una antigua receta. Las circunstancias tanto de la persona, como de la comunidad donde ésta vive, son decisivas a la hora que nuestra conciencia establece cuáles son las necesidades más urgentes que conviene atender. La vida en el Espíritu nos permite vivir en la verdad. No es posible mentirnos si queremos seguir a Jesús. Aunque vivamos en una cultura muy marcada por la dependencia de las creencias y las emociones personales, es necesario juzgar, lo más objetivamente posible, aquello que nos pide el Espíritu de Jesús resucitado.

ANTÍFONA DE ENTRADA Sb 1, 7

El Espíritu del Señor llena toda la tierra; él da consistencia al universo y sabe todo lo que el hombre dice. Aleluya.

O bien: Rom 5, 5; cfr. 8, 11

El amor de Dios ha sido difundido en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que habita en nosotros. Aleluya.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que por el misterio de la festividad que hoy celebramos santificas a tu Iglesia, extendida por todas las naciones, concede al mundo entero los dones del Espíritu Santo y continúa obrando en el corazón de tus fieles las maravillas que te dignaste realizar en los comienzos de la predicación evangélica. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y empezaron a hablar

Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 2, 1-11


El día de Pentecostés, todos los discípulos estaban reunidos en un mismo lugar. De repente se oyó un gran ruido que venía del cielo, como cuando sopla un viento fuerte, que resonó por toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron lenguas de fuego, que se distribuyeron y se posaron sobre ellos; se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otros idiomas, según el Espíritu los inducía a expresarse.


En esos días había en Jerusalén judíos devotos, venidos de todas partes del mundo. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.

Atónitos y llenos de admiración, preguntaban: "¿No son galileos todos estos que están hablando? ¿Cómo, pues, los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay medos, partos y elamitas; otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene. Algunos somos visitantes, venidos de Roma, judíos y prosélitos; también hay cretenses y árabes. Y sin embargo, cada quien los oye hablar de las maravillas de Dios en su propia lengua".

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.



SALMO RESPONSORIAL


Del salmo 103, 1ab. 24ac. 29bc-30. 31.34


R/. Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya.


Bendice al Señor, alma mía; Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza. ¡Qué numerosas son tus obras, Señor! La tierra llena está de tus creaturas. R/.


Si retiras tu aliento, toda creatura muere y vuelve al polvo; pero envías tu espíritu, que da vida, y renuevas el aspecto de la tierra. R/.

Que Dios sea glorificado para siempre y se goce en sus creaturas. Ojalá que le agraden mis palabras y yo me alegraré en el Señor. R/.



SEGUNDA LECTURA 


Los frutos del Espíritu Santo.


De la carta del apóstol san Pablo a los gálatas: 5,16-25


Hermanos: Los exhorto a que vivan de acuerdo con las exigencias del Espíritu; así no se dejarán arrastrar por el desorden egoísta del hombre. Este desorden está en contra del Espíritu de Dios, y el Espíritu está en contra de ese desorden. Y esta oposición es tan radical, que les impide a ustedes hacer lo que querrían hacer. Pero si los guía el Espíritu, ya no están ustedes bajo el dominio de la ley. 


Son manifiestas las obras que proceden del desorden egoísta del hombre: la lujuria, la impureza, el libertinaje, la idolatría, la brujería, las enemistades, los pleitos, las rivalidades, la ira, las rencillas, las divisiones, las discordias, las envidias, las borracheras, las orgías y otras cosas semejantes. Respecto a ellas les advierto, como ya lo hice antes, que quienes hacen estas cosas no conseguirán el Reino de Dios.

En cambio, los frutos del Espíritu Santo son: el amor, la alegría, la paz, la generosidad, la benignidad, la bondad, la fidelidad, la mansedumbre y el dominio de sí mismo. Ninguna ley existe que vaya en contra de estas cosas.

Y los que son de Jesucristo ya han crucificado su egoísmo, junto con sus pasiones y malos deseos. Si tenemos la vida del Espíritu, actuemos conforme a ese mismo Espíritu.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


SECUENCIA

1 Ven, Dios Espíritu Santo,
6 Sin tu inspiración divina
   y envíanos desde el cielo
los hombres nada podemos
   tu luz, para iluminamos.
y el pecado nos domina.
2 Ven ya, padre de los pobres,
7 Lava nuestras inmundicias,
   luz que penetra en las almas,
fecunda nuestros desiertos
   dador de todos los dones.
y cura nuestras heridas.
3 Fuente de todo consuelo,
8 Doblega nuestra soberbia,
   amable huésped del alma,
calienta nuestra frialdad,
   paz en las horas de duelo.
endereza nuestras sendas.
4 Eres pausa en el trabajo,
9 Concede a aquellos que ponen
   brisa, en un clima de fuego,
en ti su fe y su confianza
   consuelo, en medio del llanto.
tus siete sagrados dones.
5.Ven, luz santificadora,
10 Danos virtudes y méritos,
  y entra hasta el fondo del alma
danos una buena muerte
  de todos los que te adoran.
y contigo el gozo eterno.


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO


R/. Aleluya, aleluya.


Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. R/.

EVANGELIO

El Espíritu de la verdad los irá guiando hasta la verdad plena.

Del santo evangelio según san Juan: 15, 26-27; 16, 12-15


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando venga el Consolador, que yo les enviaré a ustedes de parte del Padre, el Espíritu de la verdad que procede del Padre, él dará testimonio de mí y ustedes también darán testimonio, pues desde el principio han estado conmigo.


Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder. Él me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes".

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


Se dice Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL


Oremos, hermanos, e invoquemos a Cristo, que, entronizado a la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido, y pidámosle que lo derrame sobre la Iglesia y sobre todo el mundo diciendo:


Oremos a Cristo, el buen pastor de la Iglesia, que nos mereció la efusión del Espíritu Santo, y pidámosle que sean iluminados por este mismo Espíritu el Papa N., nuestro obispo N., y todos los demás pastores de la Iglesia, a fin de conduzcan a su rebaño por las sendas de la salvación.

Pidamos también al Señor resucitado, que envió su Espíritu en forma e lenguas para destruir la división de Babel, que congregue en la unidad y conceda la paz a todos los pueblos y naciones del mundo.

Supliquemos al vencedor de la muerte que envíe el Consolador a los que sufren, para que encuentren fuerza y consuelo en la contemplación del misterio pascual, y les dé la firme esperanza de que están llamados a la resurrección y a la felicidad de su reino.

Pidamos al Hijo de Dios, que desde el Padre nos ha enviado el Espíritu Santo, que este mismo Espíritu nos recuerde constantemente sus palabras y nos dé la fuerza que necesitamos para dar testimonio de El hasta los confines del mundo.

Terminemos nuestra oración pidiendo al mismo Espíritu que resucitó a Cristo de entre los muertos, que permanezca en nosotros y nos disponga así para ser piedras vivas del templo eterno de Dios.

Escucha, Señor, las oraciones de tu pueblo y haz que quienes nos disponemos a clausurar, con la solemnidad de hoy, las fiestas pascuales, renovados y fortalecidos por tu Espíritu, vivamos continuamente la novedad pascual y lleguemos también a las fiestas de la Pascua eterna. Por Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Concédenos, Señor, que, conforme a la promesa de tu Hijo, el Espíritu Santo nos haga comprender con más plenitud el misterio de este sacrificio y haz que nos descubra toda su verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO

El misterio de Pentecostés.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque tú, para llevar a su plenitud el misterio pascual, has enviado hoya! Espíritu Santo sobre aquellos a quienes adoptaste como hijos al injertarlos en Cristo, tu Unigénito. Este mismo Espíritu fue quien, al nacer la Iglesia, dio a conocer a todos los pueblos el misterio del Dios verdadero y unió la diversidad de las lenguas en la confesión de una misma fe.

Por eso, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo...

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Hch 2, 4, 11

Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y proclamaban las maravillas de Dios. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Dios nuestro, tú que concedes a tu Iglesia dones celestiales consérvale la gracia que le has dado, para que permanezca siempre vivo en ella el don del Espíritu Santo que le infundiste; y que este alimento espiritual nos sirva para alcanzar la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne, MR, pp. 596-597 (604-605).

Para despedir al pueblo, el diácono o, en su ausencia, el mismo sacerdote canta o dice:

Anuncien a todos la alegría del Señor resucitado. Vayan en paz, aleluya, aleluya.

O bien:

Pueden ir en paz, aleluya, aleluya.

R/. Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.-Los comunicadores que recitan libros o doctrinas aprendidas pueden fascinarnos durante un rato. En cambio, quien comparte sus vivencias personales, su experiencia de fracaso y crecimiento humano con toda honradez, nos resulta convincente y creíble. La fuerza de la vida y los hechos acreditan a una persona. Con la debida distancia, tanto Moisés como Jesús nos comunican una experiencia personal de encuentro con Dios. Quien esté interesado en comunicar su opción de fe no necesita citar libros ni autores clásicos. Basta con compartir la propia experiencia de su encuentro con Jesús. Nuestros padres probablemente no sabían elaborar un discurso argumentado sobre su vida creyente, pero sí que nos transparentaban lo que realmente vivían: su relación cercana y personal con Dios Esa dimensión no puede faltarnos a la hora de educar en la fe a nuestros hijos.



Comienza el uso del Leccionario Vol. II y de la LH, Vol. III. VII Semana del Tiempo Ordinario. 3a. Semana del Salterio.

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