viernes, 25 de mayo de 2018

NOTICIAS PAPA FRANCISCO


Catequesis del Papa Francisco sobre el Sacramento de la Confirmación


En la Audiencia General del miércoles, el Papa Francisco dedicó la catequesis al Sacramento de la Confirmación, aprovechando la fiesta de Pentecostés celebrada hace tan solo unos días.
El Pontífice explicó que “si en el bautismo es el Espíritu Santo quien nos sumerge en Cristo, en la Confirmación es el Cristo quien nos llena de su Espíritu, consagrándonos como testigos suyos, partícipes del mismo principio de vida y de misión, según el diseño del Padre celestial”.
A continuación, el texto completo de la catequesis
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Después de la catequesis sobre el Bautismo, estos días que siguen a la solemnidad de Pentecostés nos invitan a reflexionar sobre el testimonio que el Espíritu suscita en los bautizados, poniendo sus vidas en movimiento, abriéndolas al bien de los demás. Jesús confió a sus discípulos una gran misión: "Vosotros sois la sal de la tierra, vosotros sois la luz del mundo" (Mt 5, 13-16). Estas son imágenes que nos hacen pensar en nuestro comportamiento, porque tanto la falta de sal como su exceso vuelven poco apetecible la comida, así como la ausencia y el exceso de luz nos impiden ver. El que puede hacernos realmente sal que da sabor y conserva de la corrupción y  luz que ilumina el mundo es solo el Espíritu de Cristo. Y este es el don que recibimos en el Sacramento de la Confirmación o Crismación, sobre el que deseo detenerme y reflexionar con vosotros. Se llama "Confirmación" porque confirma el Bautismo y refuerza su gracia (véase Catecismo de la Iglesia Católica, 1289); así como "Crismación",  porque recibimos el Espíritu a través de la unción con el "crisma" –aceite mezclado con fragancias consagrado por el obispo - un término que se refiere a "Cristo," el ungido del Espíritu Santo.
Renacer a la vida divina en el Bautismo es el primer paso. Por lo tanto es necesario que nos comportemos como hijos de Dios, es decir, que  nos conformemos al Cristo que obra en la santa Iglesia, dejándonos involucrar en su misión en el mundo. Esto es lo que otorga la unción del Espíritu Santo: “ Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro" (véase Secuencia de Pentecostés). Sin la fuerza del Espíritu Santo no podemos hacer nada: el Espíritu es el que nos da fuerzas para ir adelante. Como toda la vida de Jesús estuvo animada por el Espíritu, así también la vida de la Iglesia y de cada uno de sus miembros está bajo la guía del mismo Espíritu.
Concebido por la Virgen por obra el Espíritu Santo, Jesús emprende su misión después de que, salido del agua del Jordán, es consagrado por el Espíritu que desciende y permanece sobre Él (cf Mc 1,10; Jn 1:32). Él lo declara explícitamente en la sinagoga de Nazaret. ¡Es hermoso como se presenta Jesús, cual es el carnet de identidad de Jesús en la sinagoga de Nazaret! Escuchemos como hace: "El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva"(Lc 4, 18). Jesús se presenta en la sinagoga de su pueblo como el Ungido, El que ha sido ungido por el Espíritu.
Jesús está lleno del Espíritu Santo y es la fuente del Espíritu prometido por el Padre (Jn 15, 26; Lc 24, 39; Hch 1, 8, 2.33). En realidad, en la noche de Pascua el Resucitado sopló sobre los discípulos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo" (Jn 20,22); y en el día de Pentecostés, la fuerza del Espíritu desciende sobre los Apóstoles de forma extraordinaria (véase Hechos 2: 1-4), como sabemos.
El "Respiro" de Cristo resucitado llena los pulmones de la Iglesia de vida y, en efecto, las bocas de los discípulos, "llenos del Espíritu Santo", se abren para proclamar a todos las grandes obras de Dios (véase Hechos 2: 1-11).
Pentecostés – que celebramos el domingo pasado- es para la Iglesia lo que para Cristo fue  la unción del Espíritu recibida en el Jordán; es decir, Pentecostés es  el impulso misionero a consumir la vida por la santificación de los hombres, para gloria de Dios. Si en todo sacramento obra el Espíritu, de manera especial es en la Confirmación en el cual "los fieles reciben como don el Espíritu Santo " (Pablo VI, Const. ap., Divinae consortium naturae). Y en el momento de efectuar la unción, el obispo dice estas palabras: “Recibe al Espíritu Santo que te ha sido dado en don”: es el gran don de Dios, el Espíritu Santo. Y todos nosotros llevamos al Espíritu dentro. El Espíritu está en nuestro corazón, en nuestra alma. Y el Espíritu nos guía en la vida para que nos convirtamos en sal justa y luz justa para los hombres.
Si en el bautismo es el Espíritu Santo quien nos sumerge en Cristo, en la Confirmación es el Cristo quien nos llena de su Espíritu, consagrándonos como testigos suyos, partícipes del mismo principio de vida y de misión, según el diseño del Padre celestial. El testimonio que dan los confirmados manifiesta la recepción del Espíritu Santo y la docilidad a su inspiración creativa. Yo me pregunto: ¿Cómo vemos que hemos recibido el Don del Espíritu? Si realizamos las obras del Espíritu, si pronunciamos palabras enseñadas por el Espíritu (véase 1 Cor 2:13). El testimonio cristiano consiste en hacer solo y todo lo que el Espíritu de Cristo nos pide, otorgándonos la fuerza para hacerlo.

(PUBLICADO EN ACIPRENSA)
***********************************************************************************


El Papa Francisco se une a la Jornada Mundial de Oración por la Iglesia en China


Hoy 24 de mayo se celebra la Jornada Mundial de Oración por la Iglesia en China y la Fiesta de la Virgen de Sheshan, una de las devociones marianas más queridas por los católicos chinos.
Para conmemorar este día, el Papa Francisco publicó un mensaje en su cuenta de Twitter:
“Hoy nos unimos en oración a los hermanos católicos de China, en el día de Santa María ‘Auxilio de los Cristianos’, de Sheshan”.
Según informó Vatican News, el Pontífice también ofreció la Misa celebrada esta mañana en la Casa Santa Marta por el “noble pueblo chino”.
La Fiesta de la Virgen de Sheshan fue instituida por Benedicto XVI en 2007 para que se celebre cada 24 de mayo, debido a que coincide con la Fiesta de María Auxiliadora.
En la Audiencia General realizada el 23 de mayo, Francisco dijo a los peregrinos chinos que “la Iglesia universal reza con ustedes y por ustedes para que también entre las dificultades, puedan seguir confiándose a la voluntad de Dios. La Virgen no les hará faltar nunca su ayuda y los custodiará con su amor de madre”.
UCA News señaló que a pesar de que el Gobierno del presidente Xi Jinping está incrementando el control sobre las distintas religiones, este día de oración no tiene un objetivo político sino que el propósito es fomentar la unidad entre los católicos y que estos renueven su fe en Jesús.
En este día, las celebraciones principales en China tienen lugar en el Santuario de Nuestra Señora de Sheshan, construido en 1871 en Shanghái como agradecimiento a su intercesión por salvar a los cristianos chinos de la persecución.
El templo actual data del año 1935 y en su interior se venera una imagen de Santa María Ayuda de los Cristianos.
Durante la Revolución Cultural de la década de 1960, el régimen comunista se apropió de la basílica, que sufrió daños. Actualmente es administrada por la Asociación Patriótica Católica China, una organización leal al Gobierno.
Además, en 1951 el régimen rompió las relaciones diplomáticas con el Vaticano y desde la década de 1980 ha cooperado vagamente en los nombramientos episcopales.
Sin embargo, el Gobierno chino también ha nombrado obispos sin la aprobación del Vaticano.
Esto ha llevado a una relación tensa y complicada entre la asociación patriótica y la “Iglesia clandestina”, que incluye a sacerdotes y obispos que no son reconocidos por el Gobierno.
Muchos fieles y sacerdotes católicos que han rechazado el control del régimen han sido aprisionados, acosados y perseguidos.

(PUBLICADO EN ACIPRENSA)
***********************************************************************************

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Alegría en el corazón de Dimas

Hemos entrado en Cuaresma, tiempo de preparación para celebrar la Semana Santa, con la Pascua cristiana: el triunfo de Cristo, después de su...