viernes, 8 de febrero de 2019

Homilía del Obispo D. Mario San Blas. Cuarto domingo tiempo ordinario.


Homilía San Blas. Cuarto domingo tiempo ordinario.

Queridos hermanos y hermanas.

1. Jesús, cumpliendo las esperanzas del antiguo testamento, se ha presentado en la sinagoga de Nazaret como el principio de un mundo nuevo. Este mundo se manifiesta en la liberación de los oprimidos; en devolver la vista a los ciegos: en dar a los cautivos la libertad; en conceder la plenitud de vida para los pobres.

2. Esa revelación ha suscitado una primera respuesta admirativa. Lucas sabe que los hombres de Israel no se han opuesto plenamente al Cristo. Sin embargo, junto a esa primera respuesta hay otra de escándalo y rechazo. El rechazo de los suyos se basa en dos razones. La primera se ha basado en la persona de Jesús: "¿No es éste el hijo de José?" Los que así preguntan han supuesto que el Mesías de Dios ha de mostrarse de una forma esplendorosa.

3. La segunda razón es semejante: quieren milagros; piden signos prodigiosos; quieren tener una seguridad absoluta; necesitan que Dios les demuestre su verdad. Por eso, cuando viene Jesús se escandalizan y terminan dejándole a un lado. La historia se repite y el profeta que no ha sido escuchado entre los suyos ha venido a ofrecer su salvación a los gentiles. El rechazo a Jesús es no aceptar que Dios ha tomado nuestra carne.  Él se hace cercano a nosotros y comparte nuestra vida. Él está presente en los acontecimientos que tejen nuestra existencia cotidiana.

4. Dios está presente desde el comienzo de nuestra existencia. Hemos escuchado las palabras que Dios dirige al profeta Jeremías. Estas palabras también están dirigidas a cada uno de nosotros: “Antes de formarte en el seno de tu madre, te escogí. Antes de que salieras del seno materno te consagré. Yo te constituí profeta de los gentiles”. Dios te ha escogido, te ha consagrado, ha pronunciado tu nombre, te ha dado una misión.

5. San Pablo concreta el fundamento de esta misión: hemos sido creados por amor. Y hemos sido creados para amar. Este es el fundamento de nuestra existencia: amar, querer, ejercer el servicio, la misericordia, el perdón.

6. Hoy celebramos la fiesta del obispo San Blas. Su vida fue un servicio continuo de entrega y amor. Lo hizo en las circunstancias propias de su tiempo. Él es ejemplo para nosotros. Como él, estamos llamados a amar y servir en las situación en que vivimos: en la familia, en el trabajo, en el barrio, en el pueblo, en el campo. Servir y ayudar a los enfermos, a los ancianos, a los pobres, a los que no encuentran trabajo, a los que vienen de fuera huyendo del hambre y de la miseria.

7. Nos encomendamos a San Blas. Que su bendición venga sobre nosotros y proteja nuestra vida y nuestra familia. Que nos ayude a servir a quienes necesitan ayuda. Que seamos generosos como él lo fue con quienes le presentaban sus problemas. Que la Virgen María, reina de los mártires, nos acompañe en el camino de la vida. AMEN.

X Mario Iceta Gabicagogeascoa
Obispo de Bilbao

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