viernes, 15 de febrero de 2019

LA MUJER DEL SIGLO XXI


 
 

Campaña Manos Unidas 2019

 

Queridos hermanos y hermanas.

 

1. La campaña que anualmente realiza Manos Unidas, en la que se nos alienta a colaborar para erradicar el hambre y las injusticias en el mundo, está dedicada este año a la situación de la mujer. En el lema de esta jornada se nos habla de la falta de independencia, seguridad y voz de la mujer en tantas partes del mundo.

 

2. La igual dignidad hombre y mujer se encuentra en el mensaje central del Evangelio de Jesús. Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza. En su relación de reciprocidad y amor se encuentra de modo particular la plasmación de la propia vida intratrinitaria. Lamentablemente, esta dignidad de la mujer, la promoción y defensa de sus valores propios, sus derechos, su papel en los diversos ámbitos, ha debido recorrer un largo y difícil camino para su reconocimiento real, y aún queda mucho por hacer, también en nuestra cultura occidental.

 

3. El Papa Francisco afirma que “La Iglesia reconoce el indispensable aporte de la mujer en la sociedad, con una sensibilidad, una intuición y unas capacidades peculiares que suelen ser más propias de las mujeres que de los varones… El genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social; por ello, se ha de garantizar la presencia de las mujeres también en el ámbito laboral y en los diversos lugares donde se toman las decisiones importantes, tanto en la Iglesia como en las estructuras sociales”” (EG, 103). También es necesario reconocer e impulsar las aportaciones que la mujer está llamada a desempeñar en la Iglesia, desde los dones y valores que proceden de ella misma. Así sigue afirmando el Papa Francisco: “Es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Temo la solución del “machismo con faldas”, porque la mujer tiene una estructura diferente del varón. Pero los discursos que oigo sobre el rol de la mujer a menudo se inspiran en una ideología machista. Las mujeres están formulando cuestiones profundas que debemos afrontar. La Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer y el papel que ésta desempeña. La mujer es imprescindible para la Iglesia” (Papa Francisco, entrevista 19 agosto 2013).

 

4. La falta de reconocimiento de la dignidad de la mujer, el reconocimiento de sus genuinos valores sigue siendo particularmente lacerante en diversos lugares del mundo. En muchos de ellos, sigue sometida al varón en una inhumana concepción de inferioridad tanto teórica como práctica. Su igual dignidad y derechos le son sistemáticamente negados. Lo mismo ocurre con la seguridad, protección y promoción que le son debidos. Ello deriva en un papel de inferioridad y discriminación. Su acceso al mundo del trabajo, a la toma de decisiones en los diversos ámbitos, a su papel fundamental en la sociedad, a su presencia en los medios de comunicación, en la política, en la empresa, la educación, la economía, el ámbito del ocio, el deporte, la cultura… sigue siendo dramáticamente limitado. Lo mismo ocurre con su participación en los ámbitos en los que su voz aún no es escuchada.

 

5. Esta discriminación hace que la mayoría de las pobrezas tengan rostro de mujer. Manos Unidas, como organización no gubernamental para el desarrollo, de voluntariado, católica y laical quiere dar a conocer y denunciar la existencia del hambre, pobrezas e injusticias, así como ir a la raíz y encontrar soluciones. Así mismo, financia proyectos y planes de desarrollo integral para salir de la pobreza. La campaña de Manos Unidas de este año quiere aportar la llamada de atención sobre la discriminación de la mujer y proponer la ayuda concreta a proyectos que buscan reconocer sus derechos.

 

6. Por ello os animo a participar activamente con los programas que nos hace esta asociación de la Iglesia Católica. Como afirma el Papa Francisco en su última exhortación apostólica Gaudete et exultate, “en la llamada a reconocer a Jesús en los pobres y sufrientes se revela el mismo corazón de Cristo, sus sentimientos y opciones más profundas, con las cuales todo santo intenta configurarse.  Ante la contundencia de estos pedidos de Jesús es mi deber rogar a los cristianos que los acepten y reciban con sincera apertura, «sine glossa», es decir, sin comentario, sin elucubraciones y excusas que les quiten fuerza. El Señor nos dejó bien claro que la santidad no puede entenderse ni vivirse al margen de estas exigencias suyas, porque la misericordia es «el corazón palpitante del Evangelio» (cfr. GE 96-97).

 

Con gran afecto.

 

+ Mario Iceta Gabicagogeascoa

Obispo de Bilbao

 

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