miércoles, 11 de julio de 2018

MISA DEL DOMINGO 15/07/18

DOMINGO 15

Verde Domingo XV del Tiempo Ordinario MR. p. 427 (425) / Lecc. II, p. 135 [Se omite San Buenaventura, obispo y doctor de la Iglesia]



ME MANDÓ A PROFETIZAR


Am 7,12-15; Ef 1 3 3-14; Mc 6, 7-13


Jesús advierte a sus discípulos de la posibilidad de no ser escuchados a la hora que realicen su misión como proclamadores del Reino. La sordera y la indiferencia ante un mensaje tan inesperado como desconcertante, podrían ser la respuesta de los galileos ante el anuncio de esos misioneros, que no parecían más que burdos pescadores. No obstante, Jesús no los lanza a una batalla perdida. No los envía solamente como transmisores de palabras sino como sus emisarios; disponen de su autoridad para sanar y aliviar el dolor de enfermos y afligidos por tantos años de adversidades. Estos misioneros marchan con deliberada debilidad. No llevan insignias de poder ni disponen de armas o dinero. Van en el nombre y con la fuerza de Dios presente en la persona de Jesús. Esa aparente debilidad será su fortaleza. A esos profetas, tan débiles y poderosos como el profeta Amós, es a quien quieren silenciar los que adueñan del poder en el nombre de Dios.

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 16, 15

Por serte fiel, yo contemplaré tu rostro, Señor, y al despertar, espero saciarme de gloria.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados para que puedan volver al buen camino, concede a cuantos se profesan como cristianos rechazar lo que sea contrario al nombre que llevan y cumplir lo que ese nombre significa. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Ve y profetiza a mi pueblo.

Del libro del profeta Amós: 7,12-15


En aquel tiempo, Amasías, sacerdote de Betel, le dijo al profeta Amós: "Vete de aquí, visionario, y huye al país de Judá; gánate allá el pan, profetizando; pero no vuelvas a profetizar en Betel, porque es santuario del rey y templo del reino". Respondió Amós: "Yo no soy profeta ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de higos. El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo: 'Ve y profetiza a mi pueblo, Israel' ".


Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.



SALMO RESPONSORIAL


Del salmo 84, 9ab-10. 11-12. 13-14.


R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia.


Escucharé las palabras del Señor, palabras de paz para su pueblo santo. Está ya cerca nuestra salvación y la gloria del Señor habitará en la tierra. R/.


La misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se besaron, la fidelidad brotó en la tierra y la justicia vino del cielo. R/.

Cuando el Señor nos muestre su bondad, nuestra tierra producirá su fruto. La justicia le abrirá camino al Señor e irá siguiendo sus pisadas. R/.


SEGUNDA LECTURA

Dios nos eligió en Cristo antes de crear el mundo.

De la carta del apóstol san Pablo a los efesios: 1, 3-14


Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en él con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en Cristo, antes de crear el mundo, para que fuéramos santos e irreprochables a sus ojos, por el amor, y determinó, porque así lo quiso, que, por medio de Jesucristo, fuéramos sus hijos, para que alabemos y glorifiquemos la gracia con que nos ha favorecido por medio de su Hijo amado.


Pues por Cristo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. Él ha prodigado sobre nosotros el tesoro de su gracia, con toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad. Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo, cuando llegara la plenitud de los tiempos: hacer que todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, tuvieran a Cristo por cabeza. Con Cristo somos herederos también nosotros. Para esto estábamos destinados, por decisión del que lo hace todo según su voluntad: para que fuéramos una alabanza continua de su gloria, nosotros, los que ya antes esperábamos en Cristo.

En él, también ustedes, después de escuchar la palabra de la verdad, el Evangelio de su salvación, y después de creer, han sido marcados con el Espíritu Santo prometido. Este Espíritu es la garantía de nuestra herencia, mientras llega la liberación del pueblo adquirido por Dios, para alabanza de su gloria. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.



ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Ef 1, 17-18


R/. Aleluya, aleluya.


Que el Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestras mentes para que podamos comprender cuál es la esperanza que nos da su llamamiento. R/.

EVANGELIO

Envió a los discípulos de dos en dos.

Del santo Evangelio según san Marcos: 6, 7-13


En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce, los envió de dos en dos y les dio poder sobre los espíritus inmundos. Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica.


Y les dijo: "Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de ese lugar. Si en alguna parte no los reciben ni los escuchan, al abandonar ese lugar, sacúdanse el polvo de los pies, como una advertencia para ellos".

Los discípulos se fueron a predicar el arrepentimiento. Expulsaban a los demonios, ungían con aceite a los enfermos y los curaban.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL


Que nuestras oraciones lleguen, hermanos, a la presencia del Señor y que nuestros ruegos sean escuchados por aquel que escruta el corazón de todos. Digamos confiadamente: Escúchanos, Señor. (R/. Escúchanos, Señor.) 


Pidamos la sabiduría del Hijo de Dios para los que proclaman con fidelidad la palabra divina y para todos los ministros que sirven a la Iglesia. Roguemos al Señor.

Por Israel, el pueblo de la antigua alianza, por los cristianos separados de la Iglesia católica y apostólica y por los que no conocen al Dios verdadero, invoquemos al Señor, dueño de toda verdad.

Por los que viven lejos de su casa, por los encarcelados, por los débiles y oprimidos, y por los justos que sufren persecución, oremos a Jesús el Salvador.

Invoquemos con fe y devoción al Señor de la gloria por la paz y felicidad de los que ahora estamos aquí. huéspedes en la casa del Señor. Roguemos al Señor.

Escucha, Padre todopoderoso, nuestras oraciones y concédenos considerar por encima de todo la grandeza de los favores que nos has otorgado con tu Hijo amado, para que, llenos del Espíritu Santo, anunciemos el mundo, de palabra y con las obras, el plan que has proyectado realizar en nuestros tiempos. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS


Mira, Señor, los dones de tu Iglesia suplicante, y concede que, al recibirlos, sirvan a tus fieles para crecer en santidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio para los domingos del Tiempo ordinario.


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr Sal 83, 4-5

El gorrión ha encontrado una casa, y la golondrina un nido donde poner sus polluelos: junto a tus altares, Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío. Dichosos los que viven en tu casa y pueden alabarte siempre.

O bien: Jn 6, 56

El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Alimentados con los dones que hemos recibido, te suplicamos, Señor, que, participando frecuentemente de este sacramento, crezcan los efectos de nuestra salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- La discusión de la ley de seguridad interior, lo mismo que sobre la renta básica universal o la estrategia para contener la dinámica de la violencia criminal es ocasión para que los ciudadanos hagamos sentir nuestra voz. La misión evangelizadora incluye obviamente el anuncio sobre la victoria de Cristo resucitado sobre la muerte y el pecado. Por eso mismo, no podemos desentendernos de las situaciones contrarias al triunfo de la vida sobre la muerte. La desigualdad, la violencia contra las mujeres, cualquier forma de maltrato a la dignidad humana es un llamado y una oportunidad de concretar nuestra misión profética. No basta con descalificar las propuestas que nos parezcan insuficientes, es obligado proponer, participar y apoyar las iniciativas benéficas que contribuyan al mejoramiento de nuestra vida pública. La motivación para hacerlo no es el disfrute del poder, ni el ansia de disponer del presupuesto público de manera ventajosa. De eso ya tenemos ejemplos de sobra. La participación del cristiano en la vida pública tendrá que responder a una genuina vocación de servicio.

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