domingo, 8 de julio de 2018

PASTORAL Y HOMILÍAS OBISPO


¿Por qué el 4 de julio es fiesta litúrgica en la Diócesis?


El miércoles, día 4 de julio, se conmemoró la festividad de San Valentín de Berriotxoa, segundo patrono de la Diócesis desde su proclamación en 1989 y desde el 2012, tras la concesión realizada por la alta Sede, es “Fiesta litúrgica” en la diócesis de Bilbao. Esto quiere decir que en la misa se canta o reza el Gloria y que hay oraciones y lecturas propias del Santo.

En Elorrio, villa natal de San Valentín de Berriotxoa, a las 12:00 h., el Obispo presidió la Misa Mayor, en la parroquia de la Purísima Concepción.

Desde su canonización, San Valentín, ha sido el Segundo Patrono, la denominación no cambia, ya que el primero sigue siendo san Ignacio de Loyola.


Homilía San Valentín de Berriotxoa. 2018


Queridos hermanos y hermanas

Celebramos un año más la fiesta de San Valentín de Berriotxoa. Celebramos a un santo, es decir, a un hombre, como nosotros, que eligió hacer de su vida algo grande, un proyecto que mereciera la pena.

El mundo de hoy no nos invita a hacernos las preguntas fundamentales de la vida. ¿Qué significa vivir? ¿Cómo responder a los deseos profundos y verdaderos del corazón? ¿Cómo orientar la vida? ¿Qué hacer con la propia vida? ¿Qué ayudas puedo encontrar para hacer de mi vida algo grande y que merezca la pena?

La tentación es la mediocridad. Conformarnos con pequeños placeres. Vivir sin un proyecto a largo plazo. La tentación de vivir en lo superficial, en la moda, en el hedonismo, en los vaivenes de las ideologías que nos imponen, en lo política y mediáticamente correcto. Pero no hemos sido elegidos para esto. Como nos dice el apóstol San Pablo “Dios nos eligió en la persona de Cristo para que fuésemos santos ante Él por el amor.”

Esto quiere decir que yo he sido elegido. Yo he sido amado. Existe un proyecto para mi. Existe un camino para recorrer. Existe Alguien que me acompañará y me sostendrá en el camino. Existe Alguien que hará de mi vida una realidad grande, apasionante y hermosa. Existe Alguien que me ayudará a ser plenamente feliz. Este es el camino de la santidad.

El Papa Francisco ha publicado recientemente su última exhortación apostólica “Gaudete et exultate”. En ella se nos habla de la santidad como del proyecto de Dios para cada uno de nosotros. La santidad que consiste en vivir cada día en el amor. La santidad en la vida corriente del trabajo, la entrega, la paciencia, la alegría, la generosidad, la ayuda a los demás, la misericordia, el perdón. Es la santidad que crece en los pequeños gestos de cada día.

La santidad está unida a la misión. A cada uno de nosotros se le ha confiado una misión en la vida. Quizás no nos hemos preguntado sobre esta cuestión fundamental. Esta misión la reconocemos en la oración y en los signos que cada día el Señor pone en nuestra vida. Tenemos que aprender a leer nuestra vida a la luz de la Palabra de Dios y preguntarnos acerca del sentido de nuestra vida y de nuestra misión. Y, una vez conocida esta misión, que es nuestra vocación, poner toda nuestra energía en llevarla a cumplimiento.

El Papa Francisco nos ofrece dos grandes referencias para vivir la santidad: las bienaventuranzas y el protocolo del juicio final relatado en el evangelio de San Mateo. Dichosos los pobres, los mansos, los que tienen sed de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los pacíficos, los perseguidos… Venid y heredad mi Reino, porque me disteis de comer, de beber, me vestisteis, me visitasteis, me ayudasteis, me acompañasteis… Este es el camino de la santidad.

Y esta santidad no parte de nuestras fuerzas. Es un don, una gracia de Dios que debe ser acogida en nuestra vida. Esta gracia debe dar fruto en nuestra vida con nuestra colaboración. Esta gracia la recibimos en los sacramentos, de modo habitual en la Eucaristía. En Ella se nos da el don de la vida de Cristo para que esta vida prenda en nuestro corazón. La santidad tiene su origen en Dios. Dios la concede a quienes lo acogen cada día en la vida ordinaria, en los acontecimientos normales que cada día suceden.

Pedimos a San Valentín que nos permita aspirar a una vida grande, plena y apasionante. Que no nos conformemos con lo mediocre, lo superficial, lo políticamente o mediáticamente correcto, con las modas pasajeras, con lo que nos quita la verdadera libertad y la alegría.

El camino de la santidad es un camino lleno de luz, de amor, de generosidad, aunque esté surcado por la cruz y las dificultades que requieren el combate, la paciencia, la oración, la fortaleza, la ayuda de Dios y de los hermanos. Tampoco estos dones nos van a faltar.

“Los santos que ya han llegado a Dios mantienen con nosotros lazos de amor y comunión. Ellos nos alientan, nos estimulan y nos acompañan a seguir caminando hacia la meta” (cfr. GE 4, 3). Hoy nos acogemos a la intercesión de San Agustín y al cuidado materno de María. Santos y santas de Dios, rogad por nosotros. AMEN.

X Mario Iceta Gabicagogeascoa

Obispo de Bilbao


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