miércoles, 17 de junio de 2020

HOMILÍA DE DON MARIO - DÍA DE LA CARIDAD


DÍA DE LA CARIDAD

 

Muy queridos hermanos y hermanas.

 

Quisiera compartir con vosotros cuatro frases evangélicas que durante el día me vienen rumiando la cabeza, para poder penetrar en la fiesta que hoy celebramos:

 

-La primera sería lo que nos ha dicho la oración colecta; “Ho Dios que en este admirable Sacramento nos dejaste el memorial de tu pasión”, Señor tu pasión está en medio de nosotros, memorial de tu pasión.  Y vemos que el memorial de tu pasión ilumina nuestras pasiones, nuestra propia pasión, cuánta gente estos días está viviendo una gran, profunda y dolorosa pasión. Los enfermos amontonando hospitales, muchos muriendo solos, las familias angustiadas por qué no los pueden acompañar en ese momento supremo de la vida, cuántas personas viendo el futuro incierto, estoy en un ERTE, o me he quedado sin trabajo, quién me iba decir que iba a tener que ir a pedir ayuda a Cáritas.  Pues el Señor nos deja el memorial de una pasión que acoge nuestra pasión.  En la carta pastoral que os hemos escrito los obispos decíamos que ciertamente el dolor genera una cierta soledad en nosotros, sufrimos en el fondo solos, aunque los demás nos acompañen, pero es cierto que en el núcleo de esa soledad la pasión de Cristo penetra.  Algunos familiares que me han llamado estos días diciendo la tristeza que tenían, porque sus familiares morían solos les decía; “No estaban solos Cristo, estaba con ellos”, donde no alcanzamos nosotros Cristo si llega, de hecho nos ha dicho; “Quien come su cuerpo y su sangre vivirá por mí”, y en otro lado de la Escritura decía; “El Padre le amara y vendremos a él, haremos morada en él”, cuánto necesitamos escuchar estas palabras; “Ho Dios nos has dejado vivamente el memorial de tu pasión”, ya no estoy solo en mi pasión, tú me has acogido en tu propia pasión.

 

-La segunda lo habéis recordado en el hermoso diálogo que hemos tenido antes de la Eucaristía; “Amaos como yo os he amado”, si somos sinceros nos daremos cuenta, Señor soy incapaz de amar como tú me has amado, como mucho podré amar como a mí mismo, era la comparación del antiguo testamento; “Ama como a ti mismo”.  Pero el nuevo testamento nos dice; “Ama como yo os he amado”.  ¿Señor cómo nos has amado?, entregando mi vida hasta el fin, hasta el fondo, hasta el final; Señor no puedo, no puedo, por eso nos dice el Señor; “Yo voy a capacitarte para que ames de un modo nuevo, para que ames hasta lo que no es amable”. Decíais en el diálogo que hemos tenido, que a veces la amistad ayuda que ame a otro, pero el Señor nos dice; “No, ama hasta aquello que la gente le echa para atrás, aquello que no es bello, ni puede dar nada, ni es hermoso, que está deteriorado por el paso del tiempo, que ha hecho mella en su cabeza, en su relación social, a quien nadie quiere”; “Ama como yo os he amado”.   Ese es el sujeto de mi amor infinito, Señor no puedo, por eso; “Yo os doy mi cuerpo os doy mi sangre, porque yo voy a habitar en vosotros con una vida nueva”.  Por eso la caridad es mucho más que la solidaridad, porque nace del amor de Dios, Él nos capacita para amar de un modo nuevo, de un modo infinito. Recuerdo que la madre Teresa de Calcuta, la Santa de Calcuta, cuando alguna persona afamada, alguna actriz que venía a pasar un verano ayudando a la madre Teresa se escandalizaba, pero usted cómo puede amar a estas personas, tan degradadas, tan tremendamente venidas a menos, y ella decía; “La fuerza es la Eucaristía, por eso cada mañana recibo el don de Cristo, que me ayuda y me enseña a ser un don para los demás, para amar de un modo nuevo, donde la cultura del descarte que dice el Papa es incapaz de acoger en sí”.  “Amaos no como vosotros mismos, como yo os he amado, yo os capacito para amar de este modo nuevo”.

 

-Y por eso la tercera frase un poco desconcertante de Jesús nos decía; “A los pobres los tendréis siempre con vosotros”, y lo decía en el contexto de cuando aquella Santa Mujer atendiendo a su sepultura derramó sobre sus pies un frasco de alabastro, de perfume, que costaba 300 denarios, es decir, el denario era el sueldo de una jornada, es decir todo lo que se gana en un año lo había gastado en los pies de Jesús, y Judas se escandaliza, no podíamos haber vendido esto para los pobres, y Jesús le dice; “Los pobres los tendréis siempre con vosotros, porque los pobres los genera vuestro corazón egoísta, por eso habrá siempre pobres con vosotros”, porque el corazón sigue siendo egoísta si Cristo no lo sana.  Y por eso decimos; “La sangre derramada para el perdón de mis pecados”, para el perdón de tus pecados porque rehace en tu corazón, y cada generación tendrá que volver a recibir la sangre de Cristo para sanar ese corazón, por eso siempre habrá pobres, porque el corazón del ser humano será siempre egoísta si Cristo continuamente no lo sana.

 

Cuando estaba ahí escuchando la tertulia veía el Espíritu Santo que está en esta vidriera, y decía es el Espíritu Santo su luz continua la que nos ilumina, su gracia que en cada momento se derrama para cambiar el corazón, para que cuando sigan surgiendo pobres que siempre surgirán, yo los pueda atender y sacarlos de la pobreza por la gracia de Dios.  Y además no es cuestión de dinero, recuerdo que me invitaron las Siervas de Jesús hace tres o cuatro años, fui con el Vicario de Bilbao, con Antón Rey, a una cena de Navidad a cenar con las gentes que ellas dan el desayuno por las mañanas, y te das cuenta que la pobreza material no era quizá la más grave, veías su deterioro cognitivo, su deterioro social, la incapacidad de rehacer lazos con sus familias, decía comen, pero cuanta pobreza mucho más grande que no se soluciona con dinero, se soluciona con amor, se soluciona con compañía, con abrazo, con acompañar la vida, se soluciona con dar la vida, con dar el propio tiempo, no es solo cuestión de chequera; “Los pobres los tendréis siempre”, porque necesitan no solo los bienes materiales, necesitan amor, por eso dice Jesús; “No solo de pan vive el hombre”, de mucho más, de tu amor y del amor de Dios.

 

-Y por último nos ha dicho el Señor en el Evangelio de hoy varias veces; “Este es el pan que baja del cielo”. Escuchaba también en el diálogo no nos salvamos solos, de acuerdo, ni siquiera nos salvamos nosotros juntos, Dios nos salva, ni siquiera nosotros juntos, por eso es un pan que ha dicho el Señor; “Es un pan que vuestros padres no conocieron”, y es un pan que no amasaron con sus manos, es un pan que viene del cielo, es el pan que Dios da, que es su propia vida.  Es verdad que su vida unida al pan de la tierra, unida a la realidad humana, pero es el Hijo de Dios que asume nuestra carne, por eso es verdad que no nos salvamos solos, y es verdad que solos no nos salvamos juntos, es verdad que nos salvamos juntos con Dios; “Es el pan que baja del cielo”.  Y así termina también el último libro de la biblia, el Apocalipsis; “Es la Jerusalén que baja del cielo, donde la esposa y el espíritu dicen ven, ven a nosotros, Dios es la fuente de la salvación, porque Dios es la fuente del amor nuevo y Dios es la fuente de la vida”; “El que coma de este pan vivirá para siempre, quien no come de este pan no tiene vida”, no tiene vida plena, no tiene la vida que necesita nuestro corazón, que en el fondo es la vida de Dios, que es el amor que nuestro corazón necesita, mucho más que un amor meramente humano.

Por eso queridos hermanos y hermanas os dejo estas cuatro frases para meditar; “Ho Dios nos dejaste el memorial de tu pasión Señor, pero que don tan grande me haces”.  La segunda que hemos visto hoy; “Amaos como yo os he amado”, no simplemente como amáis vosotros, como yo os he amado, de qué modo tan entrañable te he amado, como te he recogido cuando estabas desahuciado de todo el mundo, ama así, porque mi sangre te capacita para amar así”.   “Los pobres siempre estarán con vosotros para que le sirvas y yo estoy en medio de ellos, yo me identifico con ellos”, para que los sirvas con el corazón, con toda tu vida.  Y la última; “El pan que baja del cielo”, no es un pan humano, no es un pan que procede de nosotros, es el don hermoso inefable de Dios.  Por eso decían los apóstoles y sería la oración que vamos a decir hoy; “Señor danos siempre de este pan”, que no nos falte nunca este pan, es lo que pedimos en el Padre Nuestro, danos hoy nuestro pan cotidiano, no solo el pan material que necesito para vivir, dame tu cuerpo y tu sangre que es la fuente de amor para mi vida.

 

Así lo pedimos esta tarde al Señor por intercesión de la Virgen María.

 

Que así sea.

 

X Mario Iceta Gabicagogeascoa

Obispo de Bilbao

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